No es que fuera su gran ilusión salir a pasear por la playa, pero, inconscientemente, sus pasos lo llevaron hasta aquel lugar. Protegido por la sombra del pequeño paraguas blanco, Caín, observaba a su alrededor, quedándose, a veces, parado observando el mar y su calmado oleaje.
Nunca le había gustado la playa, mas el rumor de las olas y la serenidad del mar lo tranquilizaban. Sin dejar de mirar hacia el gran azul, su cuerpo fue a chocar con el de un joven paisano que andaba por allí. Desvió su mirada para ver con quien se había topado.
-¿Estas bien?- Pregunta con tranquilidad.