~ En exhibición...

El esfuerzo de Thomas por sacar el mayor provecho posible a Dennis no fue el suficiente para recaudar todo el dinero que esperaba al venderlo. Pese a que era un esclavo virgen, gracias a sus degeneraciones genéticas no lo habían aceptado en la corporación Hanori; así que ahora se encontraba en Rozen, parado sobre una vitrina que lo exhibía como si se tratara de algo más insignificante que un insecto. Lo peor de todo era un horroroso cartel que colgaba de su cuello, en donde podía leerse su nombre y su precio. Cada vez que bajaba la cabeza, unos gigantescos impulsos de arrancarlo se apoderaban de él. Pero se contenía, ya que suponía que lo castigarían duramente, y realmente no valía la pena.

Penetró con los ojos a un hombre bastante mayor que lo observada de forma lasciva. Podría ser su padre, quizás hasta su abuelo por la edad que aparentaba, pero obviamente no veía a Dennis como a un retoño, sino como a un potencial de objeto sexual. Cuando el pervertido leyó cuánto costaba el joven, se apresuró a seguir caminando. "No encontrarás nada que valga menos, idiota" pensó con satisfacción. Aquella reacción le aseguraba que nadie correría la mala suerte de ir a la casa de aquél asqueroso ser, ya que no contaba con el dinero suficiente como para pagar por un esclavo.

A cada señorito que se acercaba a examinarlo, le lanzaba una mirada fría y desafiante. La mayoría seguía con su camino, seguramente buscando a alguien tranquilo y sumiso. "Tal vez, si con el correr de los días nadie me compra, puede que me dejen en libertad", dijo para sus adentros, tratando de autoconvencerse, sintiéndose repentinamente alegre cuando aquella deliciosa pero utópica idea se cruzó por su mente. Continuó con aquél divertido juego de espantarlos, dejando que le entusiasmo lo invadiera por primera vez en mucho tiempo. Las probabilidades de que su plan de hacerse "incomprable" funcionara eran escasas, pero de todas maneras con probar no perdía nada.

Nunca se imaginó caminar por tales lugares en busca de compañía, mas era mejor que vivir solo. De alguna manera, odiaba estar solo y no lo ocultaba. Necesitaba tener a alguien, por último, para discutir. El problema era quien le llamaría la atención. Todos parecían ser los típicos esclavos cínicos que intentaban engañar con una falsa sonrisita de dulsura.

Idiotas... odio a los cínicos, los odio... ¿es que no hay un esclavo transparente?

Comenzó a desanimarse en su búsqueda, hasta que, sin previo aviso, observó como las personas se alejaban de uno de los vitrales. Se acercó y divisó a un chico con cola y orejas, como las suyas. Le llamó la atención no verlo sonreir. Parecía no querer ser comprado.

Es lindo y sincero... además, tiene la mirada de quien ha sido traicionado. Me gusta.

Su cola se comenzó a mover levemente de izquierda a derecha, pero por algún motivo, su rostro estaba serio y no concordaba con el "alegre" movimento.

- ¿Cómo te llamas?- preguntó, indiferente, pero sin ser grosero.

Parece algo confundido... tal vez debí acercarme con mayor cautela, como lo haría alguien "normal".

- ¿Dennis? Es un lindo nombre- comentó, logrando sonreir sólo un poco- Axl Miller- contestó, como le contestaría a cualquier persona común.

Examinó al joven de pies a cabeza. El estado en que se encontraba le pareció denigrante. Por unos instantes se preguntó si sus padres también habían tenido que pasar por eso, pero su pensamiento se borró al instante. Poco recordaba de ellos, por lo que poco le importaban.

- Te ves bien, aún estando en tan horrible posición- comentó con sarcasmo; estaba claro que el menor no parecía encontrarse bien- nadie merece que lo traten de una manera tan baja- sus palabras contenían rabia que no eran expresadas por su voz, sino por el movimiento de su cola, que parecía moverse según lo que sentía- ¿deseas salir?- preguntó de pronto, como quien pregunta "¿tienes un lápiz?" o algo por el estilo.

La últimas palabras pronunciadas por el menor le sacaron una risita. Él también preferiría quedarse encerrado a estar con un viejo verde como el que acababa de ver. Enseguida, hizo un gesto arrogante al hombre encargado de las vitrinas para poder entrar al lugar donde se hallaba la criatura. El encargado no lo miró con mucho agrado, pero bastó una simple señal de molestia en los ojos por parte de Axl, para que el hombre cambiara su actitud y abriese el vitral. Una vez dentro se sentó en el suelo, mirando al menor pasivamente, e invitándolo con la mano para que se sentara a su lado.

- ¿Qué cosas te gustan?- preguntó, sonriendo naturalmente, con una actitud muy contraria a la mostrada segundos antes- me gusta el deporte, leer, la música- comentó, mientras que su cola de can adquiría un movimiento entusiasta- ¿qué cosas te agradan a ti?

Si pensaba llevar un nuevo miembro a casa por lo menos debía conocer algo de sus gustos. Tenía bastante claro que a través de gustos se definía parte del caracter de una persona.

Quiero conocerlo... quiero saber que hay tras esa mirada triste, tras esas barreras.

Con sólo un intercambio de miradas con el encargado de las vitrinas, el joven logró pasar hasta donde Dennis se encontraba. "¿Tendrá mucho poder?" se preguntó, observando como se sentaba y haciendo lo mismo después, aunque manteniendo una considerable distancia. Ciertamente no le agradaban mucho las cercanías, y no hablar del contacto físico, pero el peliazul no parecía una amenaza, estaba a la vista que sólo trataba de ser amigable.

Sonrió ligeramente al oír su pregunta; realmente estaba interesado en su persona, y no sólo en su físico. Vagabundeó por su mente unos segundos, tratando de encontrar algo que le gustase. La música... la música le agradaba bastante. Su antiguo amo le había enseñado a tocar el arpa y el piano, y de vez en cuando le pedía que tocara alguna pieza. En un comienzo, la encontraba insulsa, pero luego dejó que ésta se hiciera una parte de él, dándose cuenta que podía iluminar sus días más oscuros.
-También me gusta la música- respondió con simpleza. -Y la naturaleza... el aire, el sol. También la lluvia; me encanta salir a mojarme- agregó, en un tono soñador. -Disculpe pero... desde que oí su nombre, no dejo de pensar en un famoso tenista. Y al verlo más de cerca... estoy seguro que son la misma persona. ¿Me equivoco?- por fin expresó en voz alta lo que había estado maquinando en su cabeza desde que lo vio aparecerse frente a él. No conocía mucho del deporte, en realidad, no le agradaba mucho, pero Alexander disfrutaba de los juegos cada domingo en sus almuerzos, y siempre recalcaba que era una gran pérdida para el tennis que un joven de la alcurnia de Axl lo hubiera abandonado.

No le dio demasiada importancia a la distancia en la que el menor se había sentado. Le pareció muy normal y respetable que no se acercara lo suficiente, además, el tampoco se lo exigiría. Luego, escuchó su respuesta, interesandose mas que nada en el tono utilizado al responder. El joven de cabellos oscuros tenía sueños que para cualquiera serían simples, mas no para un esclavo. Se compadeció. Después la pregunta hecha a su persona. Tal detalle le agrado bastante; no deseaba, por nada del mundo, un esclavo mudo que sólo respondiese preguntas y no se atreviera a preguntar.

- No te equivocas- respondió, con tranquilidad- fui el número uno del mundo durante más de un año, pero me aburri- se quedó pensativo unos instantes, como intentando recordar el por qué- deseaba regresar a Zados, me sentía solo en el extranjero- reflexionó un poco la idea, ya que, si el estuviese en el lugar del esclavo se preguntaría por qué alguien rodeado de fama y gente se siente solo- a veces, necesitas a una única persona para estar completo y no a millones.

Terminó su idea con esa frase. Posó sus ojos azulinos en los rojizos. El color le pareció impactante y cautivador.

- ¿Por qué llegaste aqui?- le parecía insólito que criatura tan bella se encontrara tras ese horrible vitral.

Ya tengo a esa persona... la he tenido conmigo desde siempre... pero soy un inútil incapaz de complementarlo... aún así no pienso rendirme...

La respuesta del joven había sido corta, pero en sus cálidos ojos rojizos se podía notar la desilución y tristeza del recuerdo. Prefirió no preguntar más sobre el tema. Ya llegaría el instante en que el esclavo se soltara y dicidiera contarle lo ocurrido.

Soltó una leve risita al escuchar la pregunta. Pasó sus manos por sus cabellos, intentando buscar una respuesta coherente.

¿Ahuyentar la soledad? Si... aunque tal vez soy muy mimado...

- No me gusta estar solo- contestó por fin, con total sinceridad, aunque sintiéndose un tanto avergonzado por si infantilismo- no me gusta despertar y saber que no hay nadie a quien decir "buenos días" o algo por el estilo- sonrió con mayor notoriedad.

Le agradaba hablar con aquella criatura. Era un inteligente y sincero. También le atraia su mirada rebelde y ardiente, como una llama que esperaba ser despertada.

- ¿Te gustaría ir conmigo?- preguntó finalmente, con respeto, mientras que su cola se movía con mayor fuerza y sus orejas comenzaban a moverse levemente.

Una respuesta original que contestaba su pregunta a la perfección. Asintió con un leve movimiento de cabeza y se paró del sitio en donde se encontraba, sacudiéndose un poco.

- Hay tres puntos que debes tener en cuenta antes de ir conmigo- soltó de repente, para luego pensar que, tal vez, el menor se sentiría engañado y creería que toda la confianza anterior había sido falsa- no te preocupes, no son cosas difíciles- aclaró, antes de que comenzaran los prejuicios- lo primero es que si tienes dudas o deseas hablar de algo, simplemente, lo hagas. No me gustaría estar autorizándote para todo- sus orejas se movieron un poco- lo segundo, es que me tengas paciencia. En ocaciones soy algo antipático- una risita simpaticona salió de su boca- y por último, seguramente llegaras a conocer a Kurt Aizac. Quiero que con él seas más educado de lo que vas a ser conmigo. Esta totalmente prohibído hablar mal de su persona en mi casa- estiró su mano en dirección al menor para ayudarlo a levantarse- claro, si aceptas esas condiciones, entonces sería nuestra casa- esta vez su sonrisa pudo distinguirse con lujo detalle, sin ocultar nada de la emoción que recorría su cuerpo en ese instante.

Lo observó ponerse de pie, siguiendo cada uno de sus movimientos con su rojiza mirada. No le agradó mucho que soltara aquello de los puntos, pero le parecía justo, necesitaban tener las cosas claras para sobrellevar una buena convivencia.
"No te preocupes... no pensaba pedirte autorización para eso" pensó. Estaba acostumbrado a hablar de lo que se le apatecía y cuando él quería.
-El príncipe...- musitó, al oír el nombre de Aizac, aunque en un tono tan bajo que seguramente el otro no había oído. Asintió inconscientemente después de oír aquellas normas, le parecían muy razonables. Tomó la mano que le extendía, y se levantó de aquel sucio suelo, limpiándose un poco su descuidado ropaje. Sabía que la casa de Axl jamás sería suya, pero la palabra 'nuestra', pronunciada por los labios del peliazul, le dibujaron una sonrisa en los suyos. Comenzaba a sentir que las cosas marchaban bien después de muchos meses de dolor y sufrimiento; primero con la muerte de su amo, y luego con la tortuosa convivencia con Thomas...
-Mmm... no están mal. Las acepto- dijo, con soltura, sin abandonar la sonrisa. En aquellos momentos podía aprobar cualquier idea estúpida, con tal de salir de allí. -¿Nos... vamos?- preguntó, algo confuso. Todavía no podía creer que él lo... compraría.

Sonrió al escuchar que Dennis había aceptado las extrañas condiciones impuestas y, sin responder a la última pregunta del menor, se dirigió hacia donde estaba el encargado, firmó algunos papeles, entregó la tarjeta, asintió sin entusiasmo cuando le preguntaron si era el tenista retirado, le devolvieron la tarjeta, sonrisas falsas y listo, todo muy cínico y rutinario. Volvió a buscar al menor mirándolo con un extraño entusiasmo.

- Mi auto está en el estacionamiento- comentó- creo que por hoy sería mejor ir directo a casa. Te ves cansado, pero con una buena comida, un baño de agua caliente y una cómoda cama te vas a sentir mejor- había notado desde el primer instante que el joven era arisco, pero aún así lo tomó de la mano- ya mañana veremos todo eso de las compras de ropa o lo que quieras.

Una vez en el estacionamiento hizo click a una llave provocando que se encendieran las luces de un lujuso convertible azul oscuro.

- Lo compré porque combina con mi cabello- bromeó, aunque no se alejaba de la realidad.

Abrió la puerta del copiloto esperando a que el joven entrara.

Le observó caminar hacia donde estaba el encargado, para acabar con todos los trámites de compras. Se sentía muy extraño en aquella situación; Alexander había adquirido a Dennis cuando éste era muy pequeño, así que no había tenido que pasar por algo así. Ahora ya era... oficialmente de Axl Miller.
Se contagió del entusiasmo del joven al verlo regresar, dedicándole una sonrisa bastante simpática. Escuchó sus palabras sin emitir sonido alguno. No sólo se veía cansado, sino que realmente lo estaba; no podía dejar de pensar en una cama caliente.
Su corazón dio un vuelco ante aquél contacto tan repentino. Soltó un gruñido de molestia, sintiendo la piel erizada, pero no hizo ningún esfuerzo para que el otro lo soltara, simplemente se limitó a dejar que lo guiara con inusual docilidad.

Oyó que su amo bromeaba con algo relacionado con su cabello, pero estaba demasiado embelesado con lo que tenía ante sus ojos para prestar atención. Las cosas materias jamás le habían sido importantes, pero no podía evitar sentirse cautivado por ese convertible. Sacudió un poco la cabeza, regresando a la realidad, y caminó hacia la puerta que se encontraba abierta, con Axl parado al lado, sosteniéndola.
-Qué caballero- bromeó, acomodándose en el confortable asiento. Giró la cabeza para encontrarse con la azulada mirada de su compañero, que ya se hallaba sentado a su lado, y le sonrió, entusiasmado. Por fin se largaba de esa horrible cárcel...

{Cerrado}.