¿Te atreves a comprarme...?

Invitado

Se removió inquieto, apartando con un bufido los mechones de cabello azabache que le caían en armonioso desorden sobre los ojos claros. Nunca le habían gustado los expositores, nunca. Le hacían sentir como una garra opresiva en el centro del pecho, una sensación que no le gustaba en absoluto. Hubiera dado lo que fuese por un paseo largo, a la luz del sol, uno de aquellos que no había tenido oportunidad de experimentar nunca. Y lluvia, también quería lluvia, dejarse empapar por ella y no sostener ninguna apariencia ante nadie, sólo ser él, que no era poco.

Aquel día vestía sólo unos vaqueros oscuros y ceñidos, desteñidos y rotos en la parte de las rodillas, el botón superior y la cremalleras desabrochados, mostrando a quien quisiera verlo el borde de unos boxers oscuros en los que se perdía un caminito de vello leve de púber. Se encontraba sentado a lo indio pegado al cristal, ofreciendo la visión de su pecho desnudo y marfileño a los escasos compradores que posaban la vista en él para luego dirigirse a los demás esclavos, que parecían más dispuestos y amigables.

Hunter quería salir de allí, sí, salir de Hanori de una jodida vez, ver el sol, dejar que el aire revolotease entre sus cabellos, ver el mundo, el mundo de verdad, el mundo natural. No era estúpido, sabía que tendría más probabilidades de salir de aquel lugar con una actitud menos hostil. Y ya se había ganado reprimendas por ello, castigos... pero simplemente no podía aparentar lo que no era. Si alguien quería comprarlo, entonces que lo escogiese por ser como era. Sus funciones, al fin y al cabo, serían las mismas. No por ser arisco había recibido un entrenamiento menor.

Ja, entrenamiento. Educación. Había terminado por aborrecer aquellas palabras. Le parecían vacías de significado. Suspiró, arrimándose un poco más al cristal. La habitación en la que se hallaba era cómoda y elegante, funcional y básicamente blanca. Se encontraba en ella porque, precisamente por la ausencia de colores, el tono de sus cabellos y sus ojos destacaba más. Si alguien miraba al interior, su vista caería inmediatamente sobre él.

¿Miraría alguien...?

Invitado

Hacía tiempo que estaba con la duda si comprar o no un esclavo.
No le parecia muy...moral por decirlo de alguna forma, ese regrezo a la barbarie donde se tenían esclavos humanos.
Aunque por otro lado esos chicos eran creados por ese proposito generalmente, aunque tambien se encontraran los esclavos que lo eran por deudas o cosas parecidas.

Caminaba por el amplio pasillo mirando apenas las vitrinas donde los chicos se encontraban, buscaba algo particual, no un chico alegre, jugeton y tan servicial como aprecian todos, se veían demaciado falsos a su parecer. Queria uno mas serio de preferencia, no estaba seguro, probablemente sabría cual al verlo.
Iba con sus dudas cuando se detubo frente a una vitrina donde curiosamente en lugar de estar el chico casi pegado a la vitrina para llamar la atencion de los compradores se encontraba hasta el fondo y con cara de pocos amigos.
Esto en automatico llamo su atencion, deteniendose por primera ves desde que entro frente a la vitrina obserbando al chico detras de esta.
Era lindo, eso no podía negarlo, podría ser un pequeño angel, aunque uno al parecer de mal humor.

Le obserbaba meditabundo, interesado aunque no lo demostrara, su rostro permanecia con su faccion inespresiba y algo fría. Y asi permanecio unos minutos antes de decidirse a hablarle al chico.
-¿cual es tu nombre?-
Pregunto alzando la voz lo sufisiente para que pudiera oirle, esperando su respuesta.
Dependiendo como se comportara tomaria su decicion o no.

Invitado

Levantó la mirada al escuchar una voz. Escuchaba muchas al día, entre el constante ir y venir de los compradores, o de los simples admiradores que se paseaban entre las vitrinas porque no tenían nada más que hacer. Una simple y llana estupidez, porque bien grande era el mundo como para perder el tiempo negociando con vidas ajenas y ejerciendo de déspota.

La voz había caído cerca de allí, y sus ojos azules se abrieron un poco más, con sorpresa, al darse cuenta de que, para variar, alguien preguntaba por él. Un tío joven, seguro que no llegaba ni a los treinta. Hunter había aprendido a calarlos a primera vista. Llevaba el pelo largo, claro y ondulado, y caía elegantemente sobre sus hombros. Los ojos, rojizos. Nunca había visto algo parecido y lo atemorizó un poco. Contrastaban tanto con los suyos, ¿verdad?, azul pálido. Se fijó en que llevaba las uñas pintadas. Dios, casi parecía uno de sus compañeros de cautiverio. A sus ojos estaba claro lo que era: un pijo. Un pijo que se las daba de frío y arrogante porque tenía pasta y se creía que le estaba haciendo un favor dirigiéndole la palabra.

-Mi nombre está en el cartel-siseó, en voz tan baja que supo que no lo había oído. Como tenía un "deber" que cumplir, a riesgo de sufrir un castigo, decidió ser más dócil, y gateó lentamente hasta alcanzar el cristal, colocándose frente al hombre en cuestión-Me llamo Hunter-respondió con voz clara, cortés pero no simpático, manteniendo la mirada moderadamente baja, y omitiendo el "señor" que se suponía debía haber agregado al final de la frase. Simplemente, no le daba la gana. Pero como no era estúpido y sabía de lo que iba el asunto, se comportó. No esbozó una encantadora sonrisa, pero dejó de fruncir el ceño. ¿Qué quería? Salir de allí. Pues ahí tenía una oportunidad.

Invitado

Definitivamente el chico algo tenía de distinto a el resto, su primer respuesta le dejo claro que no tenia buen humor.
Miro el cartel de reojo buscando el nombre, pero antes de ayarlo lo oyo de los labios del menor, asi que volvio a mirarlo.
No cambio su actitud, nos e mostro ofendido ni nada parecido por la "poca cortecia" o respeto, que el menor mostraba. Preferia eso, el señor le hacía sentirse viejo.
-Delko.-
Respondio a secas, supuso debía presentarse tambien.

Era nuevo con eso de los esclavos, asi que no tenía mucha idea de que debía hacer, ademas de que nunca se le había dado mucho el conversar para ver como era el chico. Tendria que improbisar.
-no pareces ser igual que los otros, casi diria que no luces emocionado por salir.-
Comento mientras le obserbaba ahora que el pelinegro estaba mas cerca.
Un angel encerrado, bien podría ser eso, era una imagen interesante para una pintura, debería recordala.
Tenía unos ojos azules tan claros que rayarian en lo blanco con la iluminacion adecuada.
Aun no lograba desifrar su edad, era bajito, al menos en comparacion de el, pero no creía que fuera menor de los 15-16.
Si todo aquello dependiera del fisico, como muchos hacian, ya se lo hubiera llebado sin siquiera hablarle, pero no estaba dispuesto a llevar con el a alguien que no le agradara, despeus de todo compartirian techo y seguramente convivirian bastante, y como no acostumbraba a ello no queria tomar riesgos, no demaciados.

si desaparesco de pronto es que me fui a comer))