- la seda de sus ropas era lo que gobernaba su cuello, su boca era sensual, hinchada por las mordidas de un cliente al que habia tenido que complacer, su cabello caia por su cara y su rostro se veia como siempre, impasible a cualquier sonido, golpeaba la puerta, aunque se ganaria un castigo entraba sin permiso, como era normal la seda daba poca a la imaginacion de cualquiera, su rostro se ladeaba, sus ojos seguian buscando al dueño, mientras que sus dedos por fin hacian libres a los ojos, mostrando el color de los mismos, ademas de su rostro, casi afeminado, para dejar que el tirante de su hombro cayese cuidadosamente-
jefe?