Nana a nadie

El primer lugar al que deseó ir una ves haber llegado a Zados era el cementerio, ya fuera por su estadía en el seminario o por la religión inculcada por sus padres, sólo se sentía cómodo en este lugar y, por supuesto, en las iglesias.
Empezó a rodear el lugar, fijandose en los nombres de las sepulturas y luego repitiendo en voz alta lo que leía.
-Aquí yacen los restos de Solomon de Pointe du lac, aquí los de la familia de Éfesos...-se detenía un instante y luego continuaba con los distintos nombres que descubría en el camino hasta que se percató de que un poco a la derecha de donde él se encontraba había otro chico que al parecer se había quedado mirando a un pájaro que se posaba delicadamente en el ala de un ángel.-

oh..-murmuraba en una leve sonrisa, ya que no acostumbraba a ver gente rondar en el cementerio, bajo de aquella ala acomodando las manos en el borde de los pies del angel, el pájaro ya habia volado al parecer asustado de su repentino movimiento, observaba los ojos de quien estaba en el cementerio, parecia recien llegado- no hay mucha gente en el cementerio - su voz era seria al igual que sus facciones, sus ojos parecian inquisitores mientras se volteaban hacia ver la iglesia gotica y las tumbas, las esculturas de angeles que le atraian sin embargo parecian envolverle en una sumisión especial, en un sueño casi imposible dejando su espalda apoyada para comodar sus brazos en los bolsillos de sus nalgas, su cabello tapaba el ojo derecho para sonreir de lado- Sebastian. Mi nombre es sebastian

Al parecer el pájaro se había asustado, porque había volado un tanto lejos de donde estaba en un comienzo, en el ala de un ángel.
Moses se acercó un poco a este para mirar su rostro, en algunos ángulos solitario, pero su mirada era demasiado triste, incluso impregnaba todo el lugar de su extraño dolor, embriaga el aire, lo saturaba. Moses comenzó a sentirse mareado por lo que trató de clavar la vista en el chico que dejaba pasar una sonrisa por su rostro para luego decir su nombre, Sebastián. No entendía si esto significaba que también debía pronunciar el suyo, se quedó pensativo un instante y cuando por fin se le pasó el mareo habló.
-Moses, me llamo Moses.-

entiendo - sus palabras fueron netas y claras, sencillas y resumidas a su vez, sus ojos observaban al hombre de una forma clara, su seriedad seguia siendo la misma desde el principio sin querer sonreir, dejando las manos en la cintura recuperaba aquel contraposto de sus caderas al estar apoyado en el angel, no digo nada mas y caminó hacia una de las tumbas cercanas, para quitar las flores muertas que yacian sobre la misma, pudiendose leer de forma mas claras las inscripciones, volteaba entre sus manos los petalos de rosa que se volvian casi cenizas a su toque cuando apretaba el puño, desviando su mirada una vez mas a la iglesia gotica y a las figuras de aquellos angeles que parecian observarles y a su vez los testigos claros del tiempo

Las actitudes, movimientos, actos de Sebastián le hacían darse cuenta que no entendía nada de la gente, que necesitaba ser un poco más empático, pero no podía, no todavía, no sentía la "confianza" suficiente como para dar un paso más, no estaba seguro de que fuera no pobre, al menos, no parecía serlo.
Extrañamente Sebastián también se había volteado para leer las inscripciones, cosa que le pareció extraña a Moses, pensaba que sólo él lo hacía, pero reflejar la caducidad del tiempo no servía de nada.
-El tiempo es una ilusión.-Pensó en voz alta sin percatarse de que lo hubieran escuchado.-

y las ilusiones nos transforman como meras marionetas sin poder, más parecemos dueños de las mismas, como un silencio sin fondo - recitaba algunas palabras que habia escrito y que hace tiempo pensaba, sus manos volvian a sus bolsillos y sacaban un cigarrillo, el cual habia sido apagado antes de tiemp por lo que no quedaba mucho para que se etingiera, sonrió con lentitud mientras observó más cercano los movimientos del nuevo, parecia confundido, en su mundo, como alguien que no estuviera acostumbrado a tratar con personas, hecho el humo a la izquierda donde nadie habia, volteandose hacia el cuando deslizaba los dedos por la corbata

Moses sacó un cigarro de su bolsillo, lo encendió y en seguida comenzó a fumar, al igual que Sebastián.
Las palabras de este estaban en lo correcto, las ilusiones nos atrapan, consumen y nos dominan, llegando a ser mucho más fuertes que "sus dueños".-Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son..-Suspiró, le gustaba leer ese monólogo, se sentía reflejado. Aunque Moses ya no tenía ilusión ni algún sueño, prefería mantener los pies en la tierra.
Observó fijamente la formá en la que Sebastián lo miraba mientrás posaba sus dedos en su corbata y le fueron a la mente dos cosas que no pudo reprimir.-En este momento pienso dos cosas:
1.-Que eres atractivo, o lascivo, o coqueto por naturaleza y que no te entiendo.
2.-Que tienes otras intenciones.

hm, pensaria que esta equivocado y que está cometiendo algunos errors al juzgar tan de repente a una persona -sonrio de mdio labio, acomodando sus manos en el bolsillo a pesar de sujetar el tabaco con los labios, sus manos reposaban en aquellos bolsillos ladeaba el rostro mientras hechaba algo de humo por los labios y así mismo por las fosas nasales para dejar una inclinación en su rostro, nunca olvidando su posicion de esclavo caminaba lejos de aquel hombre, para dirigirse a otra figura de un angel que carecia de un ala, volviando a subirse sobre la misma, con las piernas semi-separadas sin dejar de fumar