Hogar, dulce hogar(privado con Athels)

¿Merecía reconocimiento por ser un esclavo?, seguramente en otras condiciones, si es que hubiera sido libre y llegaba a conocer a Alberty, se hubiera enamorado de él, incluso podía llegar a servirle de la manera en que lo estaba haciendo y con las tareas de la casa, además de comportarse muy sumiso cuando estaba a su lado. Pero se sentía obligado a hacerlo, por lo que no podía estar del todo contento.

Alberty le dio el beso que anteriormente el esclavo había pedido con suavidad y delicadeza. Pero desde ese momento no iba a pedir nada más, sólo entregar lo que el otro deseaba.

¿Cómo su dueño podía decir cosas que le resultaban tan crueles de una manera tan cariñosa?, hacian que Athel olvidara el trasfondo de sus palabras mientras se regocijaba en la inmensidad que le provocaban sus ojos.-Sé que estoy en deuda con ud, por lo mismo...sólo tiene que pedir y estaré a sus pies...literalmente.-Dijo con un deje de tristeza en el tono de voz.

No entendía por qué el otro se sentía inseguro, ya que Athel no sería para nadie más que él.-Soy suyo amo...le pertenesco sólo a usted..-Dijo para levantarse del regazo de Alberty.-Ven amo...voy a limpiar tu entrada.-Tendió su mano para que el otro la sostuviera y poder cumplir su cometido.

Alberty era tan tierno y elegante, que el esclavo no quería dañarlo en lo absoluto, pero sus palabras lo herían un poco y le hacían volver a su realidad...pertenecía a otro hombre y debía actuar como tal.

Athel no respondió inmediatamente a la pregunta de Alberty, más bien lo sostuvo y levantó cuando el otro tomó su mano, para luego agarrarlo entre sus brazos y depositarlo con delicadeza en la cama, boca abajo. Luego se sentó a su lado inclinándose un poco para poder ver mejor e introducir su lengua en la entrada de su dueño.

-Así…podría limpiarse una entrada.-Dijo suavemente antes de volver a su cometido, moviendo circularmente su lengua para que no se sintiera incómodo por la situación; se topó con la próstata de su dueño pero no se apartó, quería que el otro estuviera complacido.

-Tranquilo amo…sólo estoy limpiándolo, para que no lo tenga que hacer usted luego.-Aunque el sentido de sus acciones era distinto, ya que quería excitar a Alberty y conseguir que el otro sintiera placer al sentir su lengua dentro.

El miembro de Athel comenzó a reaccionar, y es que el tono de vos con el que su amo hablaba era suficiente para que el esclavo sintiera deseos de tocarlo y recibir un poco de afecto en materia de amores y sexo.

Athel quiso apartarse al instante de su dueño, pero había una fuerza interna que se lo impedía, por lo que siguió agitando su lengua dentro de Alberty, ahora mucho más apasionadamente que cuando comenzó con la simple idea de “limpiarlo”; sus manos se deslizaron hasta la espalda de su amo, acariciándole con suavidad.

-Es hermoso...supongo que nunca me cansaré de decirselo.-

Pensó que tratar de "limpiar" a su amo de esa manera sería de lo más normal, pero se sintió incómodo al verse excitado, con su miembro erecto, por lo que sacó su lengua de Alberty lo más rápido que pudo y se recostó encima de él, apoyando sus manos en la cama. En esta posición el chico neko era rozado por el pene del esclavo.

-Si le molesta...me sentaré a su lado, pero quiero estar dentro suyo de nuevo, quiero poseerlo aunque sea una vez y sentir que en ese momento sólo va a mirarme a mí y, que no va a haber nadie más en su mundo que yo.-

Se inclinó un poco para acariciar la espalda de su dueño con su mejilla, propinandole cortos besos en cada rincón de su piel, que a vistas del esclavo era realmente hermosa; su pelo caía delicadamente pasando sus hombros hasta llegar al cuerpo de Alberty.

Si Alberty decía que podría ser él el único, entonces ya era un comienzo. Aunque claro, Athel no sabía exactamente lo que quería, a veces se sentía encaprichado con su dueño e incluso llegaba a gustarle bastante, pero luego su mente se nublaba y recordaba todo lo que había dejado atrás, llenándose de una nostalgia abrumadora y jurando no volver a enamorarse. Debía escoger pronto que camino tomaría, sino, pensaba que se iba a volver loco pensando en las dos caras de la moneda, todo el tiempo, a cada segundo de su corta existencia como esclavo de Alberty.

La cola de dueño le hizo cosquillas, pero se sentía protegido con ella enroscada; sus palabras lo sonrojaron hasta las orejas, había sido una respuesta demasiado satisfactoria a su pedido, por lo que se sentía feliz.-Lo haré con cuidado para no dañar a quien es mi mundo ahora.- Porque desde que lo compró, había pasado a ocupar todos sus pensamientos, aunque al principio se negara rotundamente a aceptarlos.

Entró con delicadeza en su amo, moviendose lentamente para que se acostumbrara por completo a su intromisión, pero se exasperó pronto, quería tenerlo entre sus brazos gimiendo lo más pronto posible.

¿Amar?...No estaba seguro de sentir algo tan profundo por el otro, pero de lo que si tenía más que confirmado era que estaba enamorado de él; según Athel, la diferencia radicaba en que el amor se expresaba en toda su plenitud luego de un quiebre profundo, en donde las personas se daban cuenta que el otro también era humano, poseía defectos y virtudes como cualquiera, sólo después de asumir esa realidad, Athel podría decir que amaba a Alberty...ahora lo consideraba completamente perfecto.

Empezó a moverse rápidamente, aumentando cada ves más la velocidad y profundidad de sus embestidas, como si quisiera devorarlo, como si deseara tenerlo por completo para sí.

-Lo quiero...-Decía entre gemidos mientras empezaba a masturbarlo, sin dejar de lado las penetraciones.

Athel se corrió segundos después que Alberty; el esclavo jamás había conseguido llegar al orgasmo, por lo que lo creía casi imposible, así que se sintió extrañamente feliz al lograrlo con su dueño, que a pesar de sus palabras, era muy cariñoso y amable con él, le demostraba mucho más con sus actos que con un par de vocablos que se unían al azar.

Salió lentamente y con suavidad de Alberty, evitando que se dañara. De Wessex se sentía avergonzado por haberse corrido dentro de su dueño, por lo que se paró casi al instante, dándose la vuelta para evitar que el otro viera su sonrojo.

-Disculpe...yo...lo limpiaré enseguida.-Dijo y dió algunas vueltas por la casa, tratando de encontrar el baño. Cuando llegó a el, sacó una toalla y la humedeció con agua, para luego dirigirse hasta la habitación y limpiar a Alberty.

Athel le acariciaba la espalda de manera delicada, mientras hablaba aún con vergüenza.-Amo...Es tarde, es mejor que duerma, debe estar cansado.-Dos sesiones continuas de sexo podían agotar a quien fuera.

Limpiaba la entrada de su amo con suavidad y delicadeza, mientras su otra mano se encontraba acariciando su espalda de la misma manera, hasta que el otro sostuvo su mano y dijo que quería dormir.

-Está bien...-Dijo, sacándose los pantalones y pensando que debía haberlo hecho antes del sexo, pero aún tenía un poco de pudor a que lo vieran desnudo. Luego tomó de la mano a Alberty e hizo que este se levantara, para correr la ropa de la cama, de manera que cuando se acostaran, lo hicieran en las sábanas.

Sostuvo a su dueño entre sus brazos y lo acomodó en la amplia cama, para luego recostarse a su lado timidamente, mientras lo observaba...no sabía qué decir, ni como comportarse, pero esperaba estar de esa manera con Alberty mucho tiempo más; esperaba que el otro no se aburriera de él tan fácilmente.

Se acercó un poco más y acarició su cabello hasta que se quedaron dormidos, al poco rato. Esta noche Athelstan por fin podría soñar con amar sin tener miedo.