Segundas partes nunca fueron buenas [PRIVADO]

El ambiente era gris y monótono, a pesar de las estrechuras del bar, que consistía en una pequeña habitación más larga que ancha y con un olor horrible a pis de gato, aquel era uno de los grandes puntos de droga de la Zona 0, conocido por recibir entre sus clientes a importantes figuras del crimen organizado asiático, y luego estaba Lenin Tenenbaum, sentado en la barra del barra, con cara de aburrimiento, jeans y camiseta negra con la inscripción "I´m with a stupid", observando como los restos de un cigarrillo se hundían en los restos de un vaso de leche. Se le había acabado el LSD, y después del viajecito estaba de bajón, apático y más desagradable que de costumbre.
Debido a su indumentaria y su llamativo pelo rojo y blanco, había destacado en el momento de entrar, entre todos aquellos trajes y colores monótonos, en el fondo, era el tío más atractivo de todo aquel maldito local, y aunque le jodía, le encantaba ver las miraditas lujuriosas y aquellos patéticos intentos de acercamiento; pero no precisamente por eso había podido acceder al local, se lo había ganado por derecho propio. En pocos meses, se había convertido en uno de los valores fuertes en el mundo de la droga, en la Zona 0, y más de uno le había hecho cropuestas decentes o indecentes para crear alianzas, pero el narcotraficante las rechazaba todas de manera tajante, por lo que no era poco común que aquella tanda de "hombres de negocios" lo odiaran en su fuero interno, aquel extranjero les estaba quitando el negocio poco a poco, y no se conformaba con nada, pero también era un psicópata y un asesino sin escrúpulos, por lo que preferían dejarlo estar con los dientes crujiendo y la promesa de destrozarlo y bajarlo de su podium en cuanto pudieran.
Y por supuesto, a su lado y abierta, estaba una taquilla de metal que por alguna extraña razón, él mismo parecía haber traído y que destacaba entre el sucio gris y rojo de la decoración, recargada y de escaso gusto, como demostraban los horriblemente mal pintados dragones de la barra. Ni él mismo sabía cómo había conseguido entrarla, a pesar del tamaño del establecimiento (en el que sólo había seis taburetes), y la queja de los parroquianos y el propietario, pero cuando se le metía algo entre ceja y ceja...
Cuando se quiso dar cuenta, estaba solo en el bar, el camarero parecía haberse hartado de verlo apático y se había largado a cazar ratas o cualquier animal no identificado que servían en las raciones, y como única compañía tenía a un hombre aparentemente de negocios, con el traje orinado por la zona de la entrepierna, dos taburetes más allá, roncando como un oso panda. Suspiró y volvió a suspirar, luego, harto de aquel ambiente y sin ganas de pensar, apoyó los brazos y se recostó contra la barra. No habían pasado dos minutos, cuando se dispuso a volver a la taquilla, estaba hasta los huevos del mundo exterior, después de todo, parecía que hoy no tendría clientes, y aunque quería irse a casa y domir durante días, no le apetecía volver a arrastrar la taquilla por media Zona 0.

El ambiente volvió a ser demasiado concurrido para su gusto, el ruido del exterior hacía eco en el interior de su taquilla, y en definitiva, habían vuelto a cortarle el rollo.
Saludo con la cabeza a los presentes y se alejó, con el ruido del metal arrastrándose y los fuertes chirridos del fondo, en cuanto se fué empezaron de nuevo las murmuraciones con toda clase de rumores sobre el narcotraficante.
Sacó el movil del bolsillo trasero de los pantalones, marcando un número de la memoria:
-...Lenin...cinco...minutos...
Colgó, volviendo a guardarlo, sacaba una bolsa negra de plástico y trepaba con agilidad al techo de la taquilla, con las piernas cruzadas y esperando a que lo recogieran, mientras se encendía un cigarro, intentando sin éxito silbar una canción que creía haber oido hace tiempo. Definitivamente hoy estaba demasiado vago para andar, así que esperaba que en la furgoneta de Mike entrara el trasto de algún modo, porque su conductor estaba hasta los huevos de tener que transportar la taquilla con Lenny dentro en la vaca del coche cada vez que al narcotraficante le entraba la genial idea de tomar LSD.
Con el cigarillo en la boca, sacó lo que parecía ser un pollo de goma de la bolsa y empezaba a retorcerle el pescuezo

No se dió cuenta de lo que había pasado hasta que se encontró encima de aquel capó negro. A punto de explotar en una vorágine de gritos sobre Mike y ensañarse con él o intentar cargárselo. Pero aquel capó no era precisamente de la furgoneta de su conductor, y por la sensación de haberse golpeado el cuerpo con una pared de hierro se dió cuenta de que se había comido media taquilla. No tenía que ser un genio para saber que lo habían atropellado, y que lo que notaba resvalando por la cara era sangre.
Bastante más adolorido que de costumbre se incorporó encima del capó y los restos de su taquilla, para ver a aquel tío raro con un arma. Había noticias buenas y noticias malas. Las buenas: al parecer no lo quería muerto, pero le daba igual verlo jodido; las malas: no tenía ni idea de quién carajo era ese tio y que demonios podía querer, pero había algo definitivo: tenía un arma a distancia, y él solo las inyecciones debajo de la camiseta, lo único que podía hacer era ganar tiempo hasta que llegase el conductor, o intentar que el otro se le acercara para poder atacarle cuerpo a cuerpo.
-...¿quién...demonios...eres...y qué...quieres...? -dijo simplemente-...no...no voy ...a ir contigo...-se quedó allí, sentado con una tranquilidad y una fierza inusual-...paso...de hombres...armados...desconocidos..., no sois...mi tipo..., así que...por el...bien...de los...dos...más...vale...que...te largues..y le digas...a tu jefe...que sea...lo que...sea...que quiera...NO...
No recordaba de nada a aquel tío, y estaba seguro que a ninguno de los hombres de Trueblood se le habría ocurrido atropellarlo. De todos modos, juró que haría esfuerzos titánicos y vengarse de él en la primera ocación disponible.

Alzó una ceja cuando el otro le puso el cinturón de seguridad, ¿se peocupaba por eso después de haber conseguido que tuviera la cabeza ensangrentada y dolorida entre tanto golpe, haberlo atropellado y haber hecho que le cachearan de manera poco apropiada?.
-...la camiseta...de hoy..era...la acertada...-susurró, adolorido y burlón.
Era un procecidimiento un poco estúpido, pero aquel ataque en masa y su necesidad de imponer su poder mediante el rito de la dominación, le hacía pensar que debía ser la cabeza de alguna especie de organización de la Zona 0, o un estúpido matón a sueldo contratado por el resto de narcotraficantes, pero por el último comentario de la policía empezaba a dudar un poco.
Haciendo recuento de su vida hasta el momento, y siendo consciente de que seguramente de aquella no salía y que lo más seguro es que aquel tipo lo llevara a un descampado y le disparase a la cabeza, y que encontrasen su cadaver dos semanas después medio descompuesto, no tenía nada que echarse en cara a sí mismo, lo que le daba bastante tranquilidad mental a pesar de la situación difícil en la que se encontraba.
Antes del accidente, toda su vida se había dedicado al estudio en academias, después todo quedó en estar encerrado en una habitación de hospital, a la espera de la próxima píldora para calmar el dolor y terapias de electroshock, siendo consciente de que todas las estadísticas estaban contra él y no sobreviviría la siguiente vez que le abrieran la cabeza. Entre los once y los doce años había perdido paulativamente la memoria y la fase rem y había conocido a Trueblood, y consiguió poder empezar a salir empezaron los asesinatos y los planes de venganza. Tras la última operación, se había ido con él y empezado a estudiar en cualquier universidad como un poseso, rodeado de más sangre, y cuando finalmente estuvo preparado, volvió al hospital armado. Sólo cuando sostuvo la cabeza del jefe de cirujía entre sus manos, rodeado de llamas, supo que el objetivo de su vida estaba cumplido satisfactoriamente, y luego volvió a estar vacío y la relación entre ambos se enfrió por parte del narcotraficante, que no estaba ni enamorado ni dispuesto a pasar por el altar ni elegir la monogamia. Sin duda, la mejor etapa de su vida había pasado en Zados, por fin había podido volver a sentirse realizado de nuevo y dar forma a sus más desacabelladas ideas, tenía a Hayden y había revolucionado, retado y pateado el trasero a media Zona 0. No podía pedir más a la vida.
Su leve sonrisa no se desvaneció ni cuando el otro paró el coche y le cubrió la cabeza.
-...sólo me arrepiento...de no haberos...podido...apretar...las tuercas más..., así que...acaba de...una vez conmigo...no puedo negar...que fue ...divertido mientras duró...-´tras esta declaración de principios, volvió a salir su lado burlón y tocapelotas -...entonces...¿tu..jefe...te dará...una galletita...cuando...me hayas...enterrado...o te pondrá...a cuatro patas...y pidiendo...más..?...creo que...a estas...alturas...tengo derecho...a saberlo..., de todos...modos deberías pasar...por el PCP Centrum a...lo que...queda de drogas...del sexo...no vaya a ser...que te...desgarre...porque...en cuanto...yo esté...caput...volverán los tiempos..flojos...de las...drogas..., esos idiotas...carecen de...mi talento...e inmensa...capacidad de...producción...

Agradeció mentalmente cuando aquella horrible música paró. No podía entender como a alguien le gustaba esa tipo de baladas románticas de mierda. Tropezó y tuvo que ponerse de pie como pudo cuando el otro lo sacó de mala manera del coche, volvieron a echar a andar a lo que parecía el interior de un edificio, que sonaba más como un picadero que como un cuartel de la mafia, a juzgar por las extrañas risitas y curiosos sonidos.
Le parecía que aquellas malditas escaleras se hacían interminables, con el otro nada más que apretando y tirando de su brazo con fuerza, ¿acaso se creía que podría escapar en esas condiciones?, claro que lo intentaría e intentaría joderle todo lo que pudiera, pero no hasta conocer todos los detalles y se le hubiera pasado aquel fuerte dolor de craneo y esa sensación física de doloroso y tedioso cansancio consecuencia del atropello.
Por fin pararon en alguna habitación de aquel edificio y fue empujado hasta lo que parecía un incómodo sofá de diseño, por las extrañas formas que notó bajo su cuerpo, y encima resultaba que aquel tío tenía un perro, por su personalidad alguno de esos perros de apariencia peligrosa:
-...claro...eres el típico...mafioso...chuloputas de...traje...chaqueta caro...y perro peligroso..para...aparentar...pues si...no vas a matarme...ni sacarme...información...más te valdría...atropellar putos...¿sinceramente...crees que...podrás...intimidarme...con tus...estupidos matones...y silencios...?
Parecía que el otro no estaba por la labor de entablar una conversación, así que Lenin se acomodó como pudo, sentándose con la espalda recta, dejando a un lado un repentino dolor y apoyando la cabeza, ensangrentada y arañada por tanto golpe, para atrás, recargándola contra el incómodo y desigual respaldo, suspirando fastidiado.
-...sólo...espero que...todo lo...que tenía...en la cabeza...siga en su...sitio...¿no...me conocías...tanto?...´me has...abierto...los puntos, imbecil...,a diferencia...de todos vosotros...yo no...pienso con...la polla..., así...que mátame...o traeme...de un puta vez...un botiquín...-iba a acabar la frase, cuando sintió convulsiones y no pudo evitar vomitar un chorro de sangre oscura. Menudo día había cogido para meter ácido en su cuerpo, juró que si salía de aquella dejaría los derivados del LSD y el PCP una temporada...aunque sabía que no lo recordaría de todos modos.

Gruñó cuando el otro lo cogió en brazos como un saco de patatas, ahora se juró que si salía de toda aquella mierda comprobaría si sabía conducir o no de un vez, y recorrería toda la Zona 0 para devolverle el favor...o en caso negativo, era un idea excelente pasarlo por delante con la moto. De nuevo sintió que lo lanzaban contra una superficie blanda, en este caso una cama.
Cuando por fin le quitó aquel saco de la cabeza, respiró un poco más tranquilo, al menos podía ver su alrededor, y le sorprendió un poco la cantidad considerable de libros por los suelos, a él le encantaban, pero siempre los acababa perdiendo, normalmente para ese tipo de cosas, Hayden era su ayuda de cámara. Lo miró con todo el odio y la fiereza posible cuando el otro tomó su cabeza, siseando cabreado cuando notaba como rozaba las heridas.
-...¿no...te gusta...mi encantadora...personalidad...?...pues que...te jodan...no haberme...atropellado...y raptado...
Miró con clara desconfianza como el otro se alejaba, y cuando se hubo alejado, alzó la cabeza para ver qué clase de libros leía aquel tipo, si es que la habitación y aquellas posesiones le pertenecían, buscando alguna pista de quién demonios podía ser. Lo sorprendió en ello cuando volvía con un botiquín, esperó a que lo dejara en la cama:
-...desátame...-lo miró a los ojos, calculadoramente-...las esposas...fuera...
Ante cualquier negativa por parte del mafioso se lo dejó bien claro:
-...son 17...trepanaciones sobre...la corteza...cerebral...localizadas...en 48...cortes...con sus respectivas...cicatrices...en un...diámetro...de 35º desde la...operación inicial...para...quitarme...un trozo...de metal...de la...chapa...de una camioneta..., yo soy...cirujano...y tú...no...¿te...hago...un esquema...o me sueltas, ahorramos...ambos...tiempo...y cuando...haya acabado...me las...pones...de nuevo...?...mi cabeza...se sostiene con...alambres...tras...17 operaciones...fallidas..., no creo...que tú lo...hagas mejor...pero vuelve...a tocar mi...cabeza...y te...reviento la cara...a...mordiscos...

Le parecía estar hablando en otro idioma, ¿pero no estaba el otro pasando de él?, ¿quién se creía que era?...o mejor dicho ¿quién era?.
Iba a protestar por su actitud y el hecho de que parecía ir a por su cabeza cuando le metió unos calzoncillos en la boca:
-HIJO DE...-escupió aquella prenda usada y se la lanzó-...ESTÁS MUERTO, ¿ME OYES? MUERTO...TE SACARÉ ESOS ESTÚPIDOS OJOS Y ME LOS COMERÉ...
No estaba con demasiadas fuerzas para una pelea, pero aún así hizo un amago de levantarse o arrancar el cabecero de la cama y tirárselo encima cuando entró aquel hombre extraño.
Lenin se quedó sentado, agazapado, unos instantes, intentando ver acciones de peligro,y mirando con mala cara a Saito ante las presentaciones:
-...yo soy...cirujano..gilipollas...
Y luego aquel hombre cadavérico se le lanzó encima, ignorando los pataleos del narco y clavándole una inyección que el pelirrojo distinguió enseguida: ese cabrón le había puesto anestesia local. El esbirro se apartó de él y Lenny se fijó en como aquel mafioso de mierda estaba a su lado, apoyado tranquilamente en la cabecera, deseándole de manera burlona buenas noches. Usando su capacidad para aguantar drogas, conseguida después de años de yonki, y sabiendo que la insconsciencia era inevitable, escupió al rostro de Saito.
-...¿pero...quién coño...?-antes de haber acabado la frase, Lenin se quedó frito

Se sentía como si tuviera una resaca de campeonato, algo totalmente imposible, ya que el alcohol era lo único nocivo que no se metía en el cuerpo. Había tardado algo más de una hora en despertarse de manera poco lúcida, lo único que podía saber con certeza es que olía a medicamentos y desinfectante (pero del de verdad, como el que usaba cuando estaba de prácticas obligatorias en los hospitales, luego, cuando le tocó operar por su cuenta, se liaba a usar alcohol del barato, lejía o una servilleta para desinfectar su instrumental, y se quedaba tan pancho).
La cama era bastante cómoda y con sábanas oscuras, muy diferentes a las de los hospitales en los que había estado, y al acercar una mano a su cabeza notó la presión de la venda, soltando un insulto en otro idioma.
Confuso y totalmente desonrientado sobre lo que había pasado y el por qué estaba allí, con un martilleo de fondo en el cráneo, que intentó reducir tapándose la cabeza con la almohada, decidió esperar a que su cabeza se mantuviera estable y empezar a pensar en los motivos que le habían llevado hasta esa situación

Se sobresaltó un tanto cuando notó que alguien tironeaba de sus pantalones, técnicamente arrancándole toda la ropa que pillaba, quitándose la almohada de la cabeza en un rápido movimiento para contemplar a aquel hombre de ojos raros y extrañamente azules, con una bata negra.
-...eh...para...¿se...puede...saber...que...haces...? -alzó una ceja ante la mención de "su cama", mirando distraido los restos de su camiseta, que no recordaba haber comprado ni llevado puesta. El tema de la cama y el aspecto del hombre le dió a entender a Lenin por dónde podían ir los tiros, y siendo tan rematadamente promiscuo, llegó a la conclusión de que lo que posiblemente le unía a aquel tío era alguna sesión esporádica de sexo-...oye...no tengo...ni idea...de quién...eres..ni de qué...hago...aquí..., mira...si nos...hemos...acostado...juntos...pues...vale, pero...creo que he...tenido...un accidente -miró un momento los vendajes-...y no...me apetece...otra sesión... , siento...no poder...recordarte...pero no puedo...quedarme...debería...estar trabajando o...haciendo...algo...práctico -hizo un amago de levantarse. Ese era uno de los grandes problemas de Lenin, su memoria era casi nula, y lo peor que se podía hacer era dejarlo dormir, ya que su cerebro se "reiniciaba" y echaba por tierra toda la información anterior, su única forma de recordar algo era por repetición: ver algo día tras día, hora tras hora y minuto tras minuto, hasta que su cerebro consiguiera crear ese patrón, por lo que era algo normal que el narco no fuera capaz de recordar a clientes que iba por el PCP Centrum una vez por semana, y que éstos diesen por hecho que el narco no los recordaba, por muchas veces que le hubieran comprado material.

Entrecerró los ojos, amenazador y aburrido de estar siempre rodeado de aquel tipo de situaciones cuando el otro clavó la navaja e hizo un corte en la cama.
-...¿para..qué...te cargas...tu propia...cama...?...-murmuró, verdaderamente curioso ante los motivos que podía tener la gente para cargarse su lugar de descanso-...las sábanas...eran...bonitas...
Notó relativamente cerca la navaja sobre su hombro, primero despertaba lleno de vendas y ahora un salido sádico quería rajarlo, estaba claro que segiría mejor durmiendo, aquel no era su día, de todos modos.
-...te he dicho...NO...¿...te lo...digo en...mi idioma...?...me importa...una mierda...si nos acostamos..., NO...VAMOS...A FOLLAR...y si...te ataque...en el pasado...-miró la navaja con desdén-...está...claro que...te lo...buscastes..., y ahora...aparta..-lo empujó para atrás con firmeza-...si me has...salvado...y curado... gracias, te deberé...una en el futuro...pero...no vamos...a liarnos...ahora..., tengo...un vendaje en...la cabeza...¿quieres un...esquema?...-comentó con algo de mal humor, cruzándose de brazos y mirando al ventanal, ¿pero quién era ese tío?, ¿es que todos los tipos peligrosos andaban prendados de su cuerpo o qué?

-...aquí...el único...perro...que hay..eres..tú y tu perro...humor...- gruñó, al sentir el golpe sobre la piel desnuda, observó la cámara, intentando separar la cabeza de las sábanas-...imitador...-aquel era uno de sus trucos. Era lo que había cuando tu equipo de operaciones fundamental consistía en un conductor y un hamster, y por ahora había ido relativamente bien, incluso en aquellos momentos que a Lenin se le olvidaba poner cinta a la cámara, que eran unos cuantos.
No se iba a quedar atrás, revolviéndose como un gato panza arriba, se decidió a jugar con el desconocido como pudiera, en este caso, restregando con fuerza la cadera contra la ajena, mientras conseguía apartar la cabeza de las sábanas para empezar a mordisquear el muslo del otro.
-...más valdría...que me soltases,...señor...desconocido...-dijo todo lo caustico que se lo permitía la situación. No le hacía demasiada gracia el tema de que media Zona 0 le viese el culo, pero de todos modos, estaba casi seguro que lo habrían visto en una de las cintas que circulaban por ahi, que ya eran unas cuantas, y eso explicaría de manera bastante exacta por qué cada vez que entraba en un punto de venta de droga todo el mundo le miraba el culo-...vivo...rodeado...de pervertidos...


U: no se me ocurre ná más, porfa, ve más despacio y dame más tiempo pa reaccionar, aunque nos tiremos más, que así no tengo casi material

Por un momento, había esperado que le golpeara la cabeza o le tirara contra el suelo, pero la repentina preocupación del mayor para que estuviera cómodo en los mullidos cojines sólo dejó aún más confuso al narcotraficante, que ya no sabía en que árbol ahorcarse. No es que no lo prefiriese con mucho, pero él otro parecía haber cambiado de actitud.
Se había empezado a preocupar en serio cuando el otro dijo que le robaba los "métodos", eso suponía que se habían conocido con anterioridad, y que posiblemente el encuentro no había salido demasiado bien.
-...entonces....tú...debes ser.."alguien"...¿verdad...?...-murmuró curioso, mirándolo de arriba a abajo. Tenía que admitir que el tío era bastante mono si se quitaba el hecho de que llevaba la palabra "mala leche" escrita en la cara, pero los ojos, a pesar de no tener nada que ver con el color azul de preferencia de Lenin (que era un maniático de mierda con los colores) pero eran bastante curiosos y cambiaban de iluminación. Eso era una novedad, y las novedades le gustaban al narco, aunque no dejaba de preguntarse que haría Hayden y si Mike no le jodería y le daría el testamento en caso de que las cosas salieran mal. Pero lo que debía hacer ahora era preocuparse de él y su integridad física.
Se lo quedó mirando un par de minutos, con los ojos inexpresivos y la cabeza ladeada:
-...no puedes...ofrecerme...nada...-soltó de repente, dejando claro a su manera que no le interesaban los tratos, consciente de que aquella debía ser la única razón por la que siguiera allí.