Noche Debut - continuación (privado)

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Heimdall abrió la puerta algo temeroso e invitó a pasar cordialmente a Yuki, para luego ingresar él al recinto y cerrar la puerta tras de sí.
-Ponte cómodo; espero que sea de tu agrado la habitación – le dijo a Yuki, disimulando seguridad como mejor le salía.
La habitación era amplia y cómoda. Contaba con una cama enorme y tras el respaldo un espejo de grandes dimensiones, igual al que se encontraba en la pared contraria.
Heimdall atravesó la habitación hasta llegar a un amplio mueble y le mostró algunas cosas a Yuki.
-Si quieres consumir algo del Frigo-bar deberás abonarlo aparte y… bueno… – Heimdall le mostró una repisa con varios “juguetes” a la vista – de aquí puedes sacar lo que quieras para hacer más amena la velada. Por cierto, soy estéril, así que no habrá riesgos de embarazos, aunque debo pedirte que padeces de alguna enfermedad de transmisión sexual usemos profilácticos – el pelipúrpura explicaba todo de una manera tan seria que, paradójicamente hacía que se viera más tierno y apetecible… - en fin, cómo quieres que comencemos?

Entro a la habitacion era enorme y estaba bien arreglada, el neko miro a todos lados sin perder devista al pequeño pelipurpura dando vueltas al rededor de el, se senti en la cama y se quito los zapatos ,siempre le eran molestos.

.-No estoy enfermo asique no te preocupes estoy tan sanito como un basito de lechita *le sonrie para luego hacercarse de mane seductora* no me gusta usar jugetes pero si se te ocurre algun juegito, seria genial usarlos *le sonrie acercando su boca a la del pelipurpura* por ahora solo quiero que me muerdas mucho ne? *se lame los labios y le mordisquea suavemente para luego besarle de una manera seductura*

Heimdall correspondió al beso iniciado por Yuki equiparándose al mismo nivel de pasión que el mayor estaba brindándole, poniendo en práctica las enseñanzas de su amo a la hora de complacer a los clientes.
Su corazón latía con fuerza, pues era la primera vez que atendía a alguien y los nervios le jugaban una mala pasada.
De todos modos, Heimdall se las arreglaba para disimular bastante bien dicho nerviosismo, acatando a la orden de Yuki y atrapando por momentos con sus dientes, tratando con mucha suavidad, a los labios inferiores ajenos, para después dejar salir su lengua a acariciarlos e introducirla en la boca contigua, repitiendo este accionar varias veces.
A su vez el pelipúrpura de a poco se iba aventurando y se iba apegando cada vez más al neko, comenzando con leves caricias, por un lado en su hombro y con la otra mano en el pómulo del mayor.