Esperando… (libre)

Ese día como la mayoría de días desde que tiene recuerdos, Kenneth siempre esperaba en su vitrina con una sonrisa amable y tierna tal y como le habían dicho. Debía sonreír cada vez que alguien se le acercara aún si no tuviese ganas de hacerlo, pues quizá sería su futuro amo.

El día empezaba a oscurecer, eso no le gustaba al menor porque le daba mucho miedo pero aún debía continuar en la jaula, felizmente con su mantita al lado, de la cual no se separaba ni un solo instante. Sonreía y sonreía… tratando con ello de llamar la atención y así pudieran comprarlo pero lastimosamente cada intento del menor era inútil. Suspira, tomando la mantita con ambas manos, acercándola a su pecho. Se entristece, llenándosele sus ojos de lágrimas …. estaba a punto de llorar ….pero, en ese instante, un señor, quizá su futuro amo, se acercó para observarlo. Se aclara sus ojos para luego sonreírle tal y como lo hacía con todos aún a pesar de estar muy triste por dentro.

Era un señor muy alto y de cabellos dorados a quien había sonreído a pesar de encontrarse triste. Lo observó curiosamente dándose cuenta que ese señor se le hacía algo conocido, quizá ya había estado en Hanori aunque realmente no estaba seguro.

Sin quitarse la mantita de encima vio como el más alto se agachaba para verlo provocando que el menor se hiciera para atrás apoyando su cuerpo en la cara opuesta; era algo intimidante su presencia a pesar que había correspondido a su sonrisa.

“¿Me escuchas?” fue su pregunta a lo que el menor solo afirmó moviendo la cabeza acercándose nuevamente a donde se encontraba el mayor, al fin y al cabo no le pasaría nada, había el vidrio que los separaba.

El señor no dejaba de sonreírle… tanto que calmó al rubio. Se sentía más tranquilo y es que el contacto con lo que no era su “ambiente” le provocaba cierta ansiedad… ese tipo de sensación entre el miedo y la curiosidad pero debía saber comportarse; el único propósito de estar en ese lugar era para que lo comprasen y para ello debía ser amable y muy sonriente con todo aquel que se le acercase.

-No…no le tengo miedo… es que.- calló; al parecer se había dado cuenta de lo que sentía, tristeza en un principio para luego sentirse con miedo al haber llamado la atención del señor, Kenneth no estaba acostumbrado a ser notado y muchas veces pasaba desapercibido tanto que ya tenía un muy buen tiempo en Hanori.- Lo que sucede es que….no estoy acostumbrado a llamar la atención de los señores que como usted vienen a observar.- sonríe.- discúlpeme … si lo he ofendido.- agacha la mirada.

“No me has ofendido” fueron sus palabras que resonaron una y otra vez en su cabeza. El menor le sonrió mas sabía que la sumisión era su mejor aliado en este tipo de situaciones y debía ser muy respetuoso con el señor que buenamente se había acercado a él. Lo observó tranquilamente cuando le preguntó para inmediatamente después sonrojarse por lo que le dijo. Bajó su mirada.


-Pues… ya llevo algún tiempo aquí… bueno, un muy buen tiempo.- sonríe aún con cierto rubor.-

De la boca del mayor sólo salían elogios para Kenneth, pero… ¿qué había hecho para ganarse ese tipo de halagos?, por más que pensaba le era difícil comprender, es que en realidad en Hanori el menor se consideraba uno más del montón, alguien sin mucha posibilidad de ser adquirido a primeras y eso fue lo que estaba sucediendo desde que lo pusieron en exhibición. Mientras se encontraba absorto en sus ideas, el señor ladeaba su cabeza en busca de algo o quizá alguien para que después de no haber encontrado lo querido le preguntase si le gustaría irse con él.

Kenneth quedó atontado por la propuesta ya que llegó a pensar por un momento que quizá aquel sólo era uno más de los que se asomaban a ver la “mercadería” de Hanori y se iría sin más.


―S..sí….me gustaría― responde con voz trémula, aún no podía asimilar la idea. Suspira apegándose al vidrio que los separaba para finalmente sonreírle con más naturalidad. Dándose cuenta que la presencia del mayor lo había hecho olvidar lo que momentos atrás lo tenía apesadumbrado.

Sonrió gentilmente ante esa reacción y se agachó un poco más. De no haber estado el vidrio, podrían haberse rozado la cara.

- Espérame entonces. Cómo no estimaba llevarme una compra, no hablé con ningún encargado. Ahora mismo voy a buscar a uno y regreso en seguida, ¿de acuerdo?. Desde hoy, ya no estarás en una vitrina.

Se alejó de él lentamente para formalizar la compra, mientras una peculiar sonrisa se dibujaba en su rostro.

- Creo que este pequeño va a servir más de lo que creía para mis planes.

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Mandaré un PM a los admins para decirles que te compro.

Vio desaparecer la figura del mayor entre los escaparates del lugar después de haberle dicho que desde ese día ya no estaría en una vitrina.

Kenneth estaba feliz, por fin llegó el día que saldría de ese lugar…pero…¿su amo sería del todo bueno con él?, eso aún no lo podía saber…mas confiaba en aquella sonrisa que le había dedicado, no sabía muy bien por qué pero aquella expresión le había gustado.

Mientras su señor se encargaba de hacer los tediosos papeleos para llevárselo, el menor tomó su mantita para doblarla en cuatro y poder llevársela, de lo poco que tenía en el lugar, eso era lo que más valía para Kenneth y por ninguna cosa quería dejarlo, pero antes debía consultárselo a su amo.

Espero sentado en una esquina hasta que llegara su señor.

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Okidoki ^^

Viendo como su señor se perdía entre los escaparates, el menor tomó su única pertenencia… aquella cobijita para llevársela consigo.

Al poco tiempo, aquel señor regresó para ayudarlo a salir tendiéndole una mano. Sonrió gentilmente tomándola suavemente mientras que en la otra mano sacaba su mantita.

-Sí… ya todo está listo, mi señor.- responde con la cabeza gacha. Además de su altura su presencia era imponente, causando que el menor se sintiera algo intimidado.

Trató de calmarse ante las palabras de su señor para después de ello esbozar una amplia sonrisa, para que de esa forma piense que ya estaba calmado aunque su mirada expresaba otra cosa. El menor no era bueno mintiendo.

Su señor miró detenidamente lo que planeaba llevarse consigo para quitarle su único tesoro, su mantita.

-Yo….yo…es que…es un recuerdo, mi señor.- le dice, estirando avergonzado sus manos para que se la regresara, no podía irse sin ella; si así lo hiciera se sentiría desprotegido y muy solo.-

Cuando su señor le devolvió la mantita, el menor pudo sentir cierta tranquilidad para que, en un breve tiempo, se sintiera muy intimidado debido al beso que le dio. Sabía que debía acostumbrarse a aquel contacto… a ese tipo de cosas que su amo quisiera hacer con él, al fin y al cabo, el menor era una “cosa”.

Levantó su mirada, observándolo con cierta timidez, la cual se refleja en sus mejillas sonrojadas. Estaba nervioso, ansioso quizá por saber por qué lo hizo…pero…estaba prohibido hacer esas preguntas; podría molestarlo.

―Gra…Gracias…—musita con voz aterciopelada. Sonriéndole al escuchar que irían a su nueva casa…¿cómo sería?...¿su amo viviría solo?... tantas preguntas se le aglomeraban en la cabeza que decidió no pensar más en ellas; sabía cómo debía comportarse y lo haría lo mejor posible pues no deseaba regresar a ese lugar.

Caminó a su lado, acompasando su caminar con el del mayor mientras lo miraba, de rato en rato, tímidamente pero con mucha curiosidad. Si no era cuidadoso, de seguro, su señor lo atrapaba mirándolo.

Hasta que por fin, pudieron salir de la tienda. El menor se regocijaba de alegría al ver todo lo que existía fuera de esas jaulas. Sonreía sin dejar de observar por doquier. Le gustaba tanto.

Su señor se encaminó a un auto muy lindo que estaba aparcado en la entrada. Le abrió la puerta para después llamarlo para que entrase. Kenneth mueve la cabeza como agradecimiento para entrar al auto y sentarse al lado de su amo.

¿Hacer muchas cosas?, pensó el pequeño cuando su amo le comentó, pero, ¿qué harían?. Tenía curiosidad por preguntarle y como si fuese un impulso se atrevió a dirigirle la palabra y preguntarle por ello.

-¿qué haremos?.- inquiere dándose cuenta al instante de lo maleducado que había sido con su señor pues él no debía entrometerse en lo que el mayor desease hacer.- Discúlpeme…no debí preguntarle… en verdad, lo siento mucho.- agacha su cabeza por lo avergonzado que se encontraba.

No se movía cuando el más alto le acomodaba el cinturón de seguridad. Sonríe de oreja a oreja cuando su señor no se enfada por la pregunta… quizá podría hacerle otras más, cosa que quería hacer, pero primero dejaría que respondiera su pregunta. Estando muy deseoso por saber qué más conocería.

-Centro Comercial!!...- repitió gustoso, no conocía mucho…en realidad, nada. Por eso estaba tan contento de haber sido comprado por el mayor, pero cuando le dijo sobre su habitación, lo de compartirla con él; el menor recordó lo que en Hanori le habían enseñado, él debía hacer lo que su amo pedía pero escuchar esa facilidad de decidir por él mismo si quería o no compartirla sólo era muestra de la gran persona que era su señor.

-Gracias por dejarme decidir…pero… me gustaría dormir con usted…- toma su cobijita para estrecharla contra su pecho.- Me da miedo…dormir solo…- se apena, agachando su cabeza. Sus mejillas estaban sonrosadas.

Asintió a su pregunta aún con timidez. Le avergonzaba decirlo pero era mejor confesarlo en ese momento que después, al fin y al cabo, su señor lo conocería mejor que nadie.

-Pues dormía en las rejas…como los demás…pero era una habitación para varios …varios de nosotros.-murmuró esto último muy bajito mientras sus manos no dejaban de jugar con su mantita.

Sentía que la mirada de su amo se posaba en él y eso lo intimidaba un poco…aunque no estaba seguro de que en realidad fuera él a quien estaba mirando, quizá sólo era su imaginación. Alzó su mirada para cerciorarse. Su señor lo miraba fijamente, atrapando su mirada. Sus ojos eran amables tanto que el menor se encandiló con sólo mirarlo, no pudiendo apartar su mirada. Estaba absorto en ellos.

Ladea su rostro cuando lo acaricia para sonrojarse al mismo tiempo. Lo mira con cierta timidez pero ya no tan nervioso. No dejó de corresponder a su mirada, haciendo que ambas quedaran atrapadas por un breve momento siendo tan hermoso para el menor que no tomó atención a su pregunta. Parpadeó atónito mas no pidió que repitiera.

-Uhmmm…¿17?.- contesta al azar pues sabía que el mayor ya sabía su nombre lo único que faltaba saber era su edad. No deja de mirar sus gestos, su linda sonrisa tan enigmática que lo hechizaba.

El silencio empezó a ocupar aquel espacio en el que estaban. Kenneth se preguntaba una y otra vez si sería el momento propicio para preguntarle y saber más cosas de su amo.

-Disculpe…usted…¿cómo se llama?...- agitó la cabeza con gesto de disculpa para inmediatamente después bajar su mirada, la cual se posó en sus manos que jugueteaban entre ellas. Estaba ansioso.