Pantalónes De Cuero Y Un Nuevo Esclavo (LIBRE)

Todavía no tenía muy claro porqué estaba en ese lugar; tampoco es como si necesitara desesperadamente un esclavo, pero si no lo hacía corría el riesgo de seguir escuchando a su padre día sí y día también diciéndole que no iba a aguantar que siguiera pervirtiendo a los suyos. Talos no pervertía a nadie, sólo se divertía un poco con todas las personas que quisieran divertirse con él. ¿Qué había de malo en eso? Según él, nada. Ahora bien, su padre pensaba de otra manera y le había dado hasta dinero extra para llevar acabo la 'compra' del primer juguete de su hijo; porque eso eran los esclavos para Talos, sólo juguetes que no eran capaces de pensar por sí mismos. Completamente aburridos y que no representaban desafío alguno...

Como sea, había llegado a la Corporación Hanori porque, obviamente, sólo tendría un esclavo de primera calidad o no tendría nada en lo absoluto. Caminaba lentamente mientras miraba todas las vitrinas a su disposición. No le encontraba sentido a eso de estar mostrando a los demás como si fueran carne, pero no era nadie para llevarle la contra a tal lugar. Sus facciones estaban serias, pero aún así se podía ver la mueca de fastidio; era claro que prefería estar en cualquier otro lugar y no allí. O por lo menos quería librarse rápidamente de ese asunto.

Suspiró y se detuvo frente a una vitrina. Había un muchacho unos años menor que él enfundado en unos pantalones de cuero bastante interesantes. Enarcó una ceja y lo miró de pies a cabeza. Sí, estaba bien, muy bien. A lo mejor no era un total desperdicio gastar su dinero ahí.

—¿Cómo te llamas y de qué manera crees que podrías serme útil?

"Interesante respuesta" Eso fue lo primero que pensó al escuchar la voz del muchacho frente a él. A lo mejor se había equivocado al creer que los esclavos eran juguetes aburridos; por lo menos éste parecía tener algo de personalidad y si así era, las cosas serían divertidas. Pero hacía falta mucho más que una respuesta atrevida para convencerlo de gastar dinero. Talos no era idiota, sabía que muchos de los que estaban allí no querían estar y hacían cualquier cosa para salir, incluso ser complacientes.

Los seres humanos eran sumamente extraños, quizá por eso era poco sociable. Eran interesantes, pero extraños. Sí, sabía que él no era la persona más normal del mundo, pero lo mantenía en secreto y no dejaba que nadie lo conociera por completo; eso sería demostrar una debilidad que podía ser claramente aprovechada para fines poco claros. Y el asunto es que él debía jugar con los demás y no los demás con él. Era lógico. Los juguetes no tenían porqué sublevarse, no era correcto... Aunque a veces le gustara que lo hicieran.

Sonrió despectivamente y enarcó una ceja. Conversaría un poco más con ese espécimen, debía saber si le servía de alguna manera, por último para joder a su padre.

—¿Crees que con una frase como esa me convencerás de comprarte? Debo decirte que vas por mal camino. No veo nada divertido en ti hasta el momento, nada original. Tienes que convencerme de que vale la pena invertir mi dinero en ti. Así que dime, ¿qué sabes hacer?

Reprimió una carcajada despectiva ante la respuesta. Original sí era, pero también le mostraba algo más: desafío. El muchacho era interesante, eso no podía negarlo, pero quería saber si era lo suficientemente bueno para él. Hace tiempo que no tenía a nadie para domesticar y lo echaba de menos. La sensación de saber que una persona te debía obediencia sólo porque sí, era deliciosa y sumamente atractiva para Talos. Se mordió el labio y enarcó una ceja, jugaría un poco más.

—¿En serio puedes hacer eso? Vale, quiero verlo. Si eres capaz de llevarte un codo a la boca te compraré.

Observaba las reacciones, los movimientos que hacía el muchacho y se sentía aún más complacido. No había cosa que le gustara más que el nerviosismo de los demás, sabía que eso era algo que muy pocas personas podían conseguir y, aunque lo más probable es que el nerviosismo no fuera por él, no dejaba de ser un hecho claro.

La verborrea que le siguió al comentario del codo lo sorprendió. El muchacho debía estar sumamente desesperado para actuar de esa manera, para decir todo eso sin remordimiento alguno. Sí, lo más probable es que lo terminara comprando, pero no lo diría todavía.

—No me interesa recuperar el dinero, lo que me interesa es invertirlo en algo o alguien que valga la pena. No me gustaría comprarte y descubrir que quieres escapar o algo así. Si te compro como esclavo, me servirás, conversarás conmigo y saldremos juntos en algunas ocasiones. Dormirás en mi cama cuando yo así lo quiera, y no me refiero a follar solamente, lo cual obviamente también entra en el contrato. ¿Estás dispuesto a hacer todo eso? Si la respuesta es sí puede que te compre, así que piensa bien lo que responderás.

Soltó un bufido. "Perro guardián mis pelotas". ¿Cómo hacerle entender a ese chico lo que realmente quería? Lo ideal era hablar claro, pero eran tan aburrido que lo evitaba todas las veces que podía. No quería un perro faldero, quería un cómplice, un amigo, amante; alguien que estuviera allí y que le diera la seguridad de que no se marcharía a la primera oportunidad que tuviese.

Ese "sí" le había dejado un mal sabor de boca. Sospechaba que sólo lo decía porque eso era lo que él quería escuchar, no porque fuera cierto. Iba a hablar claro, era lo mejor.

—Quiero lealtad. No quiero que te escapes. Te trataré bien, serás mi igual. No te follaré hasta que me lo pidas, porque así sabré que lo deseas. No serás un objeto, eso lo encuentro denigrante. Tendrás una casa, libertad para ir donde quieras, siempre y cuando no hagas quedar mal por tu comportamiento. No eres ni serás un perro para mí, si quisiera eso me compraría una mascota...

Realmente quería comprar al muchacho, pero había algo que le impedía confiar ciegamente en él. Quizás Talos reaccionaría de la misma forma si estuviese en su lugar. No lo sabía, pero quería tenerlo. Demostrarle a todos que sabía tomar decisiones y que no tenía que arrepentirse por ellas.

—Dime Jounochi, ¿puedo confiar en ti? ¿Confiar que no harás algo que rompa nuestro acuerdo y me deje en ridículo?

Observó las reacciones del muchacho con una sonrisa de medio lado. Pensaba cumplir cada una de las cosas que había dicho, después de todo para eso se compraba un esclavo y no para pasar a llevarlo.

Asintió y le hizo una seña para darle a entender que iría a cerrar la compra. Sería interesante tener un esclavo como Jounochi, seguro que no se aburriría nunca. Claro, también estaba el hecho de que sería constantemente desafiado y eso lograría que Talos apaciguara un poco su comportamiento. Conversó con los que estaban a cargo de la compra, pagó el dinero correspondiente y tomó la muda de ropa con la que el muchacho saldría de allí.

Volvió hasta la vitrina y le indicó a los hombres que lo acompañaban que dejaran salir al muchacho.

—Muy bien, desde ahora me perteneces... O como sea que se diga. Creo que necesitarás más ropa, pero ahora estoy cansado y quiero ir a casa. Mañana saldremos a comprar esas cosas. ¿Estás de acuerdo?

Frunció el ceño cuando miró a las personas que le acompañaban. ¿Por qué motivo tenían que ir? Seguramente les gustaba humillar por última vez a las personas que salían del lugar.

Sabía que a lo mejor estaba sorprendido o a lo mejor era la falta de confianza que tenían. Una confianza que tendrían que luchar por conseguir, en especial por parte de Talos. No le gustaba contar sus cosas, dar explicaciones, que se metieran en su vida, hablar de sí mismo. Esas eran las cosas que más le desagradaban y trataba de evitar a toda costa.

Le hizo una seña a los hombres que los acompañaban para que se fueran. Cuando éstos se fueron,carraspeó y puso su mano sobre el hombro del muchacho para llamar su atención.

—¿Jounochi, estás bien?

Quería dormir. Estaba realmente cansado y añoraba su cama.

—Ven, vamos a casa.

Dicho esto comenzó a caminar, tomando la mano del muchacho, hasta su auto. Allí tendrían tiempo para hablar y esas cosas.

((¿Cierras tú? Yo abro el otro en la casa de Talos.))