[¿Se puede ^^U...?]
En mitad del silencio sepulcral del cementerio, desde la entrada se empezó a oír un pequeño y constante golpeteo, como el de una pelota de tenis golpeando una y otra vez el camino por una mano distraída que la hacía botar como entretenimiento. Y eso era precisamente lo que sucedía: Lea, con cara aburrida pero despierta, acababa de entrar en el cementerio sin saber bien qué hacer.
Y es que ahora que se fijaba, aquel era un lugar verdaderamente raro para queda. ¿Qué tendrían en la cabeza sus compañeros de trabajo al citarlo allí? Era solo un cementerio, sin nada divertido, ni...
El golpeteo de la pelota se detuvo cuando Lea la tomó en la mano en seco. Se paró en mitad del camino y abrió los ojos, sorprendido de no haberse dado cuenta antes.
Era... una broma. Sí. Claro. Por eso se habían estado riendo todo el día y por eso ese compañero que le habían invitado al lugar parecía poco serio para tratarse de una cita. Lea apretó la pelota de tenis en su mano. Demonios, ¡cómo había sido tan tonto! Preso de un repentino berrinche, lanzó esa misma pelota lo más lejos que pudo para deshahogarse... con la mala suerte que lo siguiente que oyó no fue el golpeteo que le indicaría que había vuelto a botar en el suelo, sino un sospechoso sonido de piedra rota.
El corazón se le subió a la garganta. Temiendo lo peor, echó a correr en dirección a unas tumbas más allá, el lugar del que había venido el sonido.
En efecto, nada más llegar ahí, se encontró de frente con una escultura humana medio de pie frente a una lápida... y la otra mitad echa añicos en el suelo. Lea miró esos añicos de piedra en la tierra, luego la estatua que permanecía a salvo, y luego la pelota de tenis unos metros de ahí.
Como un niño pequeño frustrado, dio una patada a los trozos del suelo, que avanzaron un poco sobre la tierra.
-¡Maldita sea! -exclamó.
Si no hubiera estado tan centrado en su pequeño problema, se habría dado cuenta que allí cerca había alguien más.