Viejas amistades (lemon-privado)

-nyaaa.-la piyama le cayó en la cabeza y Alec hizo malabares para no quemarla con su cigarrillo; él no estaba esperando una piyama, sino dormir en cueros, y mucho menos estaba esperando el sofá...sosteniendo la ropa, que le tapaba buena parte del cuerpo se quedó mirando a Abel como si adelante tuviese una atracción de circo...nunca había conocido a nadie que se comportara de esa manera.

-Sangre?...pues la tuya debe ser la más grande del mundo para que yo sangre!.-dijo mientras se miraba el trasero con curiosidad, parecía un idiota.- ah!...eres un presumido...no veo nada...

Dicho lo cual apagó el cigarro en el mismo cenicero que lo hacía Abel, le sonrió mostrando los dientes y fue a ducharse. Estaba extrañado por la conducta del otro, y por un momento se preguntó si no se trataba de una especie de loco...pero mejor era no seguir pensando en eso. Abrió la ducha y relajándose empezó a canturrear la canción en la que había estado trabajando esa semana. Al poco rato, como siempre que cantaba ocurría, se emocionó y haciendo una parodia de concierto empezó a cantar más fuerte, sin darle mucha importancia a que el otro lo escuchara.

Cuando volvió al cuarto estaba ya con la piyama enorme y casi ni se le veía.

-Y què haremos en la fiesta de piyamas?...nos hacemos trenzas o ya me voy a dormir?.-preguntó, mostrando los dientes de nuevo.

-Sí claro…no vayas a manchar la alfombra jajaja.- no se había confundido, Alec era una persona interesante y no tenía miedo de mostrarse como era, le molestaba a veces que la gente lo tratara con tanto respeto que no se atrevieran a tener una charla interesante con él, el alto a veces sólo deseaba ser una persona normal.

El rubio entró al baño y empezó a bañarse, el alto se quedó en su habitación, prendió otro cigarro y después prendió el televisor, se quedó viendo las noticias hasta que algo más captó su atención; la voz era hermosa, y la letra era buena, pero lo que más le sorprendía era que aquella melodía salía de su baño. Le bajó por completo el volumen a su televisor y se pagó a la puerta para escuchar mejor, efectivamente era Alec, ahora entendía más.

Regresó a sentarse cuando escuchó que el menor salía de la ducha y se acercaba a la puerta ya para salir del baño, cuando Alec le preguntó si se harían trenzas o si iría a dormir, el más alto negó suavemente.

-¿Por qué mejor no cantas algo? no creas que te quiero molestar.- lo miró a los ojos para que el otro supiera que hablaba en serio.- tu voz es hermosa…como muy pocas.

Con eso, Abel al fin, fuera o no su intención, logró sacarle al rubio un fuerte rubor en el rostro. Hacía mucho tiempo que nadie más que él mismo se oía cantar, y que un extraño alagara lo que Alec más adoraba de sí mismo (haciendo fuerte competencia con su cuerpo) no pudo menos que avergonzarlo. Pero pronto se repuso, y leyendo en los ojos de el otro que su intención no era burlarse de él, se sentó al borde de la cama.

-Tienes una cámara en el baño o qué?.-preguntó en son de broma.- de acuerdo, cantaré, así en un tiempo podrás presumir de que Alec te dió un concierto privado a capela.

Hubiese sido bueno tener una guitarra, pero a falta de ésta el rubio empezó a cantar tratando de marcar bien el ritmo con su propia voz. Verdad era que no lo hacía nada mal, pero en la mitad de un coro se detuvo y miró a Abel mientras se rascaba la cabeza y se reía.

-Ahí me he quedado ...

Después de preguntarle si tenía una cámara en el baño, Alec accedió a cantar para el mayor, aún con esa actitud altanera, que lejos de molestar al alto, le intrigaba.

El rubio empezó a cantar nuevamente, ahora el otro lo escuchaba mientras seguía fumando tranquilamente, su voz era melodiosa y no necesitaba acompañamiento de nada para cautivar a quien la oyese. Al final el rubio se detuvo, la canción estaba incompleta pero no dejaba de ser hermosa.

-¿Tú la escribiste?- dijo con una sonrisa, tratando de molestar al otro con su tono, pero casi inmediatamente se puso serio.

-¿Tienes banda?

-Claro que yo la escribí!.-se cruzó de brazos, haciendo una mueca de fastidio, pero se relajó al ver que el otro sólo trataba de molestarlo.- y no, no tengo banda...

Esta vez fue Alec el que se puso serio. No le gustaba recordar que lo que hacía en Zados no era ni de lejos lo que él había soñado con hacer. Había llegado hacía dos años con la esperanza de hacerse famoso en poco tiempo; pero, la vida en la isla era cara, y la personalidad de Alec no le permitía quedarse en trabajos malpagados mucho tiempo. Así que a los pocos meses tuvo que recurrir a prostituirse. Al principio era duro, pero tenía sus ventajas. Poco trabajo, dibero suficiente y sobretodo tiempo para dedicarse a su música. Aún así, los contactos escaseaban, y a pesar de sus esfuerzos, el rubio no contaba con una mano amiga que lo elevara al menos al primer escalón de la fama. El resto, pensaba sería cosa sencilla.

Encendió un cigarrillo parsimoniosamente sin dejar de mirar al otro.

-No conozco en la isla...pero...yo sé que es cosa de tiempo

Primero el rubio se mostró molesto por la pregunta de Abel, pero al rato se calmó ya que entendió que sólo había sido una broma, hubiera sido una idiotez pelear sólo por eso; después le dijo que no tenía banda y luego de al parecer reflexionar un poco y prender un cigarro, Alec le dijo que no conocía a nadie en la isla, pero que sólo era cuestión de tiempo.

Esas historias Abel las conocía muy bien, tenía u par de amigos en la industria de la música, productores más que nada, y a veces le hablaban de chicos que llegaban a Zados buscando la fama pero lo único que encontraban era una cachetada del destino, “hace falta más que el talento para hacerse famoso” es decían todos.

-Sabes…tengo un amigo que es productor, hace unos días me comentó que había una banda que buscaba vocalista y creo que eres perfecto, con suerte tal vez aún no hayan encontrado uno, ¿te gustaría que lo llame?- al menos para que Alec hiciera una audición, no era productor, pero hasta un idiota sabía que el chico tenía futuro.

Escuchó a Abel sin perder la expresión seria del rostro, pues quería estar seguro de estar oyendo bien lo que el otro decía. No le parecía una buena broma, utilizar lo que el más alto había oído en el baño para burlarse de él de esa manera. Se levantó de la cama, mirando a Abel fijamente a los ojos, arrebatado como él era, dispuesto a insultarlo y largarse en ese momento...y entonces de alguna manera, lo supo. Algo le dijo que esa persona era lo que hacía dos años estaba esperando. Ni siquiera dudaba ya de su sinceridad; ni siquiera pensó "si es una broma no pierdo nada"...simplemente lo sabía. Son la clase de cosas extrañas que a veces suceden...

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-Abel?

Luego de un largo silencio Alec subió la mirada para ver a su amigo. Parecía que el otro también se había perdido con él en algún lugar de su memoria. Alec le sonrió y pasó unas de sus manos frente a la cara del otro.

-Oyeeee Abeeeeeel.-riéndose.- por qué te has quedado callado?

De pronto Alec lo sacó de sus pensamientos, así era como habían comenzados las cosas entre ellos, cualquiera que los viera en ese momento jamás se imaginaría que su historia había sido así, y ellos jamás se la habían dicho a nadie tampoco, para cuidar la reputación de los dos.

Le sonrió al menor cuando este le pasó la mano al frente para hacerlo reaccionar.

-Perdóname…me he quedado pensando en unas cosas…y es que tu música me aturde.- se rió un poco.- ¿tienes hambre?- le preguntó mientra le revolvía cariñosamente el cabello con la mano y después se paraba.

-Haré que suban algo…¿necesitas que te preste una pijama? como en los viejos tiempos.- dijo bromeando, era algo que simplemente no podía evitar, solía ser bastante serio con las personas, pero con amigos como Alec, era simplemente él mismo y dejaba salir su lado algo juguetón y a veces hasta inmaduro.

-Tú cara aturde y yo no me quejo.-respondió el otro con cara de pocos amigos, aunque era obvio que no lo decía en serio; cuando Abel le preguntó si tenía hambre sus ojos se iluminaron.- sí!! pide un festín que no como nada desde la mañana...

Abel le ofreció una piyama "como en los viejos tiempos" y Alec se dió cuenta de que callados habían estado pensando exactamente en lo mismo. Se levantó de la cama apagando su cigarrillo.

-No gracias, ahora duermo desnudo...pero si te metes entre las colchas en la madrugada te dejo esteril...correcto?

De nuevo una broma. Alec se carcajeó con ganas y tomando al animalito de su amigo en brazos empezó a acariciarlo, feliz de estar ahí esa noche, y de no tener que volver a pasar ninguna otra en la calle.