Heimdall correspondió al beso iniciado por Yuki equiparándose al mismo nivel de pasión que el mayor estaba brindándole, poniendo en práctica las enseñanzas de su amo a la hora de complacer a los clientes.
Su corazón latía con fuerza, pues era la primera vez que atendía a alguien y los nervios le jugaban una mala pasada.
De todos modos, Heimdall se las arreglaba para disimular bastante bien dicho nerviosismo, acatando a la orden de Yuki y atrapando por momentos con sus dientes, tratando con mucha suavidad, a los labios inferiores ajenos, para después dejar salir su lengua a acariciarlos e introducirla en la boca contigua, repitiendo este accionar varias veces.
A su vez el pelipúrpura de a poco se iba aventurando y se iba apegando cada vez más al neko, comenzando con leves caricias, por un lado en su hombro y con la otra mano en el pómulo del mayor.