Tan sólo un préstamo...(Privado)

De camino a casa aún continuaban en silencio pasando por el anterior recorrido entre la tienda de animalitos y el parque, pudiendo tomar el trayecto de regreso a casa.

Yu era de hablar a borbotones pero en ese instante estaba sin aún retomar el hilo de la conversación. Observó a su alrededor percatándose de la cajetilla de cigarrillos. De seguro fumaría, pensó el menor.

―¿te gusta fumar?....— preguntó como para hablar de algo― Sabes!...No sé fumar…pero… me gusta mucho el olor― sonríe, sin dejar de acariciar a Thor―

En el camino sí que estuvieron algo callados, aunque Abel había intentado iniciar una conversación no lo había logrado, después de eso se quedó callado, aunque no pareciera, se apenaba fácilmente y temía decir alguna tontería a veces. Von Bremen estaba del todo concentrado en el camino ya, era una persona bastante responsable y al momento de manejar eso también se veía; volteó para ver a Yu sin entender mucho a qué se refería, hasta que vio su cajetilla de cigarros de nuevo.

-Ah...sí, me gusta fumar.- era extraño que a Kazahaya le gustara el olor, especialmente porque no fumaba, aunque tal vez no fumaba simplemente porque no sabía hacerlo y no por otra razón.- ¿en serio?- rió un poco.- usualmente los no fumadores me dicen que huele mal y que lo apague.- comentó tranquilamente.- ¿entonces no te molesta si fumo?- porque el cigarro ya lo necesitaba, hacía un buen rato que no tenía uno en la boca; mientras hacía esa pregunta, una de sus inquietas manos ya había viajado hasta donde se encontraba la cajetilla, aunque aún esperaba la respuesta, por más que fuera obvia.

-Si quieres te puedo enseñar a fumar...no es tan difícil.- aunque por otro lado siempre le decían que el cigarro hacía daño, tal vez enseñarle a fumar no era una buena idea, ya había dicho una tontería; notó que se acercaban a la residencia del menor y trató de relajarse.

Sabía lo que respondería y es que no era usual ver a no fumadores portar una cajetilla de cigarros. Voltea su rostro en dirección al mayor, pudiendo verlo mejor mientras acariciaba al cerdito.

―En verdad!... amo el olor del cigarro… y es extraño pues debería fumar un poco…pero no es que me guste sentir el tabaco en mi …¿garganta?, sino que el olor me atrae— sonríe por la explicación un tanto extraña de sus gustos— Seeehhh soy tan extraño y complicado… ―se bufa—Claro! fuma con confianza— extendiendo su mano para alcanzarle la cajetilla de cigarros pero el mayor ya le había ganado llegando a rozarlo. Retira su mano rápidamente, cambiando de expresión cuando le dice que podría enseñarle a fumar.

―Enserio?...pero no te burles si me atoro con el humo…— le advierte para darse cuenta que ya habían llegado a su casa.

La entrada estaba abierta, pues había avisado que llegaría con un invitado. Para llegar a la residencia tenían que recorrer un largo camino que estaba rodeado de uno de los jardines el cual tenía parterres de pinos, olmos y frutales. Al terminar el camino, en el centro y delante del lago que tenían, se encontraba la residencia de estilo franco-italiano. La entrada tenía dos escaleras zigzagueantes para terminar en la entrada principal.

El auto se detuvo en la entrada para que en ella este esperando su mayordomo y “nounou”, como el menor le decía. Al detenerse el auto, el cerdito se levantó moviendo sus pequeñas orejitas mientras que miraba por todos lados a través de la ventana. De seguro que reconocía que no era su casa pues saltó hacia su dueño. Yu sonríe.

―Por fin llegamos!...—dice saliendo del auto con la ayuda de su nounou. Lo abraza para después presentarle a su invitado―Te presentó a Abel…— hizo una pausa sin recordar su apellido si es que se lo había dicho, mientras que su mayordomo se reía entre dientes sabiendo lo cuan despistado era el menor. Se acerca a Von Bremen para preguntarle al oído cuál era su apellido. Aclara la garganta―Abel Von Bremen…—sonríe travieso mientras su empleado se presentaba y le mostraba su respeto.

El mayordomo le indicó el camino mientras que el menor se quedó al lado de Abel―Sabes!... —lo llama con un dedo para que se agachara y pudiera hablarle al oído―si me enseñas a fumar tendrás que sobornarlo— bisbisea, señalando a su mayordomo que iba delante de ellos subiendo las escaleras―

Ya iba entendiendo a lo que el menor se refería, aunque seguía pareciéndole bastante extraño que sólo le gustara el olor del tabaco. Kazahaya le pidió que no se burlara de él si se atoraba con el humor, pero el dueño del Melia sonrió un poco con eso, porque él sería incapaz de hacer algo como eso.

-Yo no haría algo como eso.- le explicó para que se estuviera tranquilo.

Llegaron a la propiedad del otro y Abel se sorprendió con lo grande que era, hacía bastante tiempo que estaba viviendo en su suite, así que no había tenido oportunidad de ver muchas de esas gigantescas propiedades, ya que usualmente a él lo visitaban en su casa. Cuando niño, había vivido en un lugar así...pero eso había sido hacía bastante tiempo, tanto que sólo recordaba lo enorme que había sido la mansión, pero no recordaba el aspecto.

Se sintió alegre al ver lo bien que se llevaba el chico con aquellas personas, y que lo querían tanto, siempre era bueno tener a alguien que se preocupara por uno. Rió un poco cuando Yu no supo su apellido y después se lo dijo al mayordomo; como se lo habían enseñado, se presentó muy cortésmente.

Se agachó para escuchar lo que el pequeño le decía.- en ese caso no lo haré, porque no quiero que se molesten conmigo después...ya que dudo que pueda sobornar a alguien que te aprecia tanto.- entró junto con el menor y después de que les ofrecieron un par de cosas y estuvieron sentados, Abel pidió permiso para prender un nuevo cigarro.

-Te quieren mucho aquí...debes de ser una persona muy hermosa por dentro.- soltó sinceramente; en ese momento Thor empezó a volar por todos lados para tratar de conocer la nueva casa, pocas veces había estado en un lugar tan grande.- ¡Thor...! ¡ven aquí! ¡regresa!...discúlpame.- le dijo a Yu antes de pararse para ir tras su mascota.

Se sorprendió por la respuesta de Abel pues no entendía cómo haría para enseñarle a fumar si no sobornaba a su nounou. Enarcó una ceja.

—Entonces…cómo me enseñarás?— frunció los labios con fuerza con gesto aniñado, dejando esa pregunta libre, habían llegado a su casa.

Su mayordomo le ofreció una bebida mientras que al menor le dejaba la cajita de su padre llena de chocolates y un vaso de leche. Antes de retirarse de la habitación, su nounou le dirigió la palabra a Abel para indicarle que el bar se encontraba a su entera disposición. Hizo ademán de retirarse, aunque en realidad estaba muy atento a cualquier llamado de su señor.

—Adelante―le dijo ante su pedido para fumar, para después mirar sus manos mientras jugueteaba con un chocolate.

Empezaba a sentir esa desesperación de encontrar algún tema de conversación pero pese a su esfuerzo no sabía qué decirle. No comprendía por qué ahora no tenía tema de conversación si por lo normal era de los que hablaban a borbotones. Levantó su mirada, sintiéndose cohibido, con la certeza de resultarle aburrido.

“Te quieren mucho aquí...debes de ser una persona muy hermosa por dentro”, fue lo que dijo con su suave voz aterciopelada y ojos amables. El menor enmudeció, lo que quería decirle se quedó en la garganta, no podía articular palabra alguna. Un revoloteo más fuerte que el de las mariposas golpeteaba incansablemente las paredes de su estómago a la vez que su corazón provocaba un sordo golpeteo contra las costillas. El cumplido lo había dejado atónito por un breve momento, aunque para Yu fue muy largo. Cambió su atención, fijándose en lo que estaba sucediendo… el Cerdito se había ido volando para conocer la casa alejándose de su amo, el cual no dejaba de llamarlo aunque fueron inútiles sus intentos.

Abel se levantó para perseguirlo siendo seguido por Yu quien no dejaba de reír por la muy chistosa situación. Recorrieron toda la sala y comedor, al parecer estaba escondido o quizá había ido a investigar lo que tenía la segunda planta.

―No te preocupes, Abel...— le dijo, recorriendo su rostro con la vista. Sabía que estaba preocupado por su mascota― Aún nos falta ver ese lugar— dice señalando hacia su despacho.

Entraron a la habitación de techo alto y de grandes ventanales hacia el oeste. Las paredes estaban revestidas de madera además de haber una estantería llena de libros hacia el este. En medio de la habitación, estaba el escritorio de caoba acompañado de un sillón muy antiguo de cuero y detrás de estos, en el centro de la pared, estaba el cuadro de sus padres rodeado por otras fotos de su pasado.

Yu entró a buscar al pequeño.

Miró un tanto sorprendió a Yu, la verdad no pensaba enseñarle ya, pero no porque no quisiera, si no porque no quería hacer enfadar a las personas que lo cuidaban y no quería quedar mal con ellos demás, sería una falta de respeto, y lo habían tratado demasiado bien.

Con el comentario muy bien intencionado de Abel, el menor pareció haberse quedado mucho, lo cual le preocupó un poco al dueño del Melia, pensando que tal vez sus palabras no habían sido las adecuadas, pero Thor frustró cualquier intento por disculparse; ahora el de cabello lila, se disculpaba por algo más.

Kazahaya reía por la situación, y el alto tenía que admitir que debía de ser graciosa, si no fuera porque el que quedaba mal era él; el dueño de la casa le dijo que no se preocupara, aún había otro lugar para buscar, y sí podía ser, porque el bichito sabía abrir puertas y incluso cerrarlas; asintió solamente y siguió a Yu.

Logró ver algo de aquella habitación, todo estaba bien decorado y le llamaron la atención todos esos libros, a Abel le encantaba leer, y encontrar algún libro escaso siempre era una felicidad para él, parecía que era una muy buena colección de libros; quiso preguntar, pero el cuadro del centro de la pared le llamó más la atención, se preguntaba si serían sus padres.

Thor salió volando de aquella habitación y gracias a sus buenos reflejos, Abel pudo atraparlo antes de que escapara.- lo siento.- hizo una suave reverencia.- no está acostumbrado a ver casa tan grandes.- le comenzó a explicar.- él es muy curioso y mi suite es grande...pero no es una mansión.- el animalito quería seguir volando, pero el ex militar lo tenía bien agarrado.

-Volvamos a la sala.- sugirió.

Al entrar al despacho, Yu no dejó de mirarlo por el rabillo del ojo, sabía que a Abel le había llamado su atención el cuadro de sus padres pero el dueño del Melia no le preguntaría, el menor estaba seguro de ello, no sabía cómo, pero por lo poco que lo había “estudiado” Abel era del tipo de personas que trataba de no importunar con preguntas, al contrario, le gustaba disculparse por todo a pesar que Kazahaya no lo consideraba una ofensa.

Mientras Yu hacia el atisbo de buscar al cerdito, pues en realidad su atención se fijaba en Abel, Thor se escabulló por entre sus piernas para salir volando, felizmente, Abel pudo atraparlo.

El mayor pidió disculpas por lo que había hecho su mascota, a lo que Yu negó gesticulando con las manos, pues no le parecía algo tan relevante como para hacerlo.

—No te preocupes, por favor—

Aceptó con una risa lo de regresar a la sala. Juntó la puerta de su despacho para luego seguirlo. Al llegar a la sala, Yu se dejó caer ágilmente al suelo, de esa forma se sentía más cómodo, para luego entrecruzar las piernas, sin apartar su mirada del mayor.
Aclaró su garganta para hablarle y distraerle, pues de seguro le resultaría aburrido estar al lado de él.

—Ajamm! Así que vives en una suite…― le guiñó el ojo de manera juguetona para que olvidase lo que había hecho su mascota y se sintiera más en confianza— ¿a qué te dedicas, Abel?... no me has contado mucho de ti…― lo acusó gesticulando con las manos.

A él de verdad le parecía una falta de respeto comportarse así en una casa ajena, pero Thor era realmente un animalito muy alegre y curioso, ya veces von Bremen no podía hacer demasiado para detenerle. Él se sentó, aún atrapando a Thor, sobre el sofá y miró a Yu dejarse caer en el piso, sólo sonrió con eso último, suponía que debía de gustarle sentarse así.

Escuchó lo que el dueño de la casa le decía, era verdad que no le había hablado demasiado de él mismo, en realidad ninguno de los dos se habían hablado así, y tampoco era que hubieran preguntado, pero eso era algo normal en el dueño del Melia, no le gustaba preguntar, prefería que la otra persona estuviera a gusto contándole.

-Es cierto eso, lo lamento mucho.- no podían faltar sus típicas disculpas, lo pensó un momento y comenzó a contarle sobre él.- sí vivo en una suite, en el último piso de mi hotel, tal vez lo conozcas, soy el dueño del Melia, en realidad mi familia es dueña, pero el que está en Zados lo administro yo.- eso porque habían muchos Melias por todo el nuevo mundo. Se quedó callado un rato, Kazahaya le había preguntado sobre él, así que aprovechó para hacerse una mejor presentación.- tengo 28 años, no soy casado.- rió un poco al momento de decir eso.- me gusta cocinar pero lo hago muy poco por falta de tiempo y...serví al ejército por un par de años.

Terminó de decir eso y le pareció que era suficiente, si el otro quería saber algo más podrían preguntar, pero por el momento no se le ocurría qué más decir.- ¿qué me dices de ti?

No faltaron nuevamente las disculpas del mayor después de acusarle por no saber nada de él. Yu sonrió nuevamente ante su disculpa.

Abel le explicó que era dueño del Hotel Melia por ello vivía en una suite. Yu hizo memoria y recordó haber escuchado hablar de esa cadena hoteles por sus padres pues en sus viajes de negocios se hospedaban en ellos. Además le dijo otras cosas más, llamando su atención lo de haber servido al ejercito, de seguro, pensó el menor, por ello era algo cortante y distante cuando se conocieron, aunque… quizá así era su carácter.

El menor quería preguntarle muchas cosas más, como por ejemplo ¿por qué no estaba aún casado o con pareja si era una persona muy interesante a pesar de saber tan poco de él? O ¿Eso de que le gustaba cocinar?, consideraba el ejercito y la cocina dos conceptos irreconciliables a primera vista aunque podrían haber excepciones pero el mayor no le dio pie a más, al menos por el momento, ya que le tocaba el turno de presentarse.

―¿yo? ….— señalándose―Yo soy … Yu Kazahaya… — sonríe―tengo 18 años… manejo la empresa Kazahaya… Uhmmm—calló un momento, no sabía qué más decirle, no quería resultarle tan aburrido― Mi sueño es estudiar medicina pero por distintos motivos aún no puedo hacerlo….no tengo familia… ya ves! vivo solo… no tengo amigos, nunca los he tenido y es que no confío mucho….prefiero estar solo, así no te dañan….ya me acostumbré— sonríe con pena—pero…ahora tengo a alguien especial, una persona que me está dando mucha fuerza y se parece tanto a mi que el poco tiempo que nos conocemos nos hemos unido tanto que … no sé que haría si no la tengo al lado― se ruboriza— le confío muchas cosas y siempre me aconseja … me quiere mucho… siempre me lo dice… pero es ahí … justo ahí… cuando soy feliz que…que tengo miedo que me traicione… o me deje de lado…―levanta su mirada para llamar al cerdito y se recueste entre sus piernas cruzadas. Thor vuela hacia él―Te das cuenta!... lo cuan complicado soy—acaricia a Thor— Puedo estar feliz y al rato estar triste… mis emociones viajan más rápido que la velocidad de la luz…― reflexiona, dándose cuenta que eso ya parecía un monólogo— Lo siento! Pero cuando me siento bien, hablo demasiado―murmuró en un susurro.

Escuchaba a Yu hablarle, se había imaginado que el otro era un poco menor, y por su puesto que conocía la empresa Kazayaha; todo parecía ir bien hasta ahí, incluso Abel había pensando que el chico le contaría lo buena que era su vida. El rostro del alto cambió ligeramente al escuchar las cosas que le contaba el menor, sólo algo le alegró, y fue el hecho de que Kazahaya tuviera una persona especial, todos necesitaban una. Soltó suavemente a su mascota para que el pequeño volara hasta el regazo de Yu y pudiera ser acariciado.

-Todos los hombres somos complicados, pero creo que eso es lo interesante. Y no te preocupes, me alegra que te sientas cómodo.- prendió un nuevo cigarro y echó las cenizas en un cenicero que estaba a la mano.- dudo mucho que esa persona te haga algo como eso.- le comentó después de habérselo pensado un rato, en realidad no lo conocía...pero Abel creía que si dejabas ir a alguien que te amaba por lo que eras y sin condiciones, tenías que ser una persona realmente tonta.- no debes pensar en esas cosas.- le aconsejó, porque tener una actitud tan negativa jamás ayudaba en nada.

-¿No tienes familia?- preguntó un poco preocupado, era obvio que las personas que ahí cuidaban de él le querían demasiado y él a ellos, pero seguían sin ser su familia y él sabía muy bien lo que era no tener a sus padres cerca, porque aunque sólo su padre procreador había muerto, su otro padre casi nunca había estado ahí para él; la diferencia era que von Bremen siempre había tenido amigos, a pesar de su forma de ser tan reservada, no solía caerle mal a las personas.

Después de contarle en pocas palabras su complicada manera de ser, Yu no pudo dejar de imaginarse lo qué estaría pensando el mayor…¿le parecería extraño? O quizá, ¿complicado?....¿infantil?, ¿aburrido?..., tantas ideas volaban en su mente que por un momento llegó a arrepentirse por haberse abierto de esa manera con él. Suspira al escuchar su comentario, cambiando completamente de actitud. Ríe.

―Eso es algo que también deseo…y…uhmmm…sí, tienes razón, no debería pensarlo o al menos no debería darle tanta importancia para disfrutar a su lado…tener buenos recuerdos y esas cosas―dijo en una sonrisa no para hacerle ver que estaba cambiando de actitud sino para mentalizarse con ello, quería convencerse a sí mismo que esta vez sí sería feliz.
El menor extiende su mano para alcanzar la mesita al lado del canapé, hizo aquello para no tener que levantarse y molestar de esa forma al pequeño cerdito; alcanza la cajita de chocolate para tomar uno y ponerla a su lado no sin antes hacer ademán de ofrecerle uno al mayor. Escucha su pregunta.

―No…no tengo…pues mis padres eran hijos únicos…y mis abuelos ya eran muy viejitos…ellos murieron unos cuantos años después de que naciera…a los 16 años…mis padres murieron…―suspira para llevarse un poco de chocolate a la boca, lo saborea mientras recordaba que una vez, uno de sus empleados le había dicho que el chocolate reconfortaba las penas―sabes… tenía un hermano gemelo…― dijo esto como un simple comentario.

Le sonrió suavemente a Kazahaya, casi podía adivinar que era de las personas que se ponían tristes fácilmente y que también era de los que necesitaban saber que los demás le apoyaban.- todo va a estar bien...- había aprendido el significado de esa frase mucho tiempo atrás, porque ella siempre le decía eso...era increíble como podía hacer sonreír a alguien tan sereno como Abel con frases tan simples como “mañana saldrá el sol...así que todo va a estar bien”; sonrió un tanto triste al recordar las frases de aliento que ella siempre le daba, incluso hasta el final.

Negó con un suave gesto que hizo con la mano, la verdad que no tenía ganas de dulce porque ya estaba con el cigarro; escuchó lo que el más pequeño le decía sobre su familia, von Bremen había perdido a uno de sus padres, y aunque prácticamente no tenía contacto con su familia entera, al menos aún tenía una.

-Lo lamento...sé lo difícil que es perder a un ser querido...- claro que él lo sabía muy bien, cuando su papá murió, él era muy pequeño y no fue tan duro el golpe, pero cuando la persona que amaba murió...y más aún llevando al fruto de su amor dentro, eso fue algo que lo destrozó, y él sabía bien que una persona no volvía a ser la misma después de pasar por algo así.

-Y...¿qué pasó con él?...- pensó dos veces lo que había preguntando y se puso un tanto nervioso, seguro al chico no le gustaba que le preguntaran de eso.- lo lamento, si no quieres...no tienes que responder.