Perro sin bozal… - Libre.

Uno, dos, tres y cuatro… Cuatro paredes llegaban a encerrarle, ¿quién iba a imaginar que al final acabaría en un lugar igual? Bueno, ¿qué otra cosa podría ser peor? Aun que… Si uno se queda pensando puede que aquello sea lo más terrible que uno podía pensar…
No hacía ni calor ni frío, la temperatura de aquel lugar era totalmente normal, el viento no surcaba en aquel sitio, no podía sentir como el viento llegaba a rozar su rostro y zarandeaba sus rebeldes cabellos, era un lugar frustrante, no podías hacer otra cosa que estar sentado, dormir o simplemente de pie, mirando como las demás “jaulas” estaban otros esclavos, intentando llamar la atención para ser comprados.

¿Quién podría rebajarse tanto hasta ese extremo? Cierto que también querría salir de allí, pero quizá encuentre sus propios medios, no ser comprado… Aun que… Dudaba mucho si alguien quería comprarle, ya que siempre se comportaba de tal manera que a los clientes no acababa de gustarle, sin embargo, después, esto llegaba a sufrirlo mediante castigos, por ejemplo sin comer o cenar…
Pero que importaba…
Tan solo se quedaba de pie, recostando su espalda en la pared de la derecha, con los brazos cruzados y observando el suelo, como si fuera lo más interesante.

Llevaba puesto una simple camisa blanca, cual parecía que fuese un propio camisón, pero claro está que no llevaba pantalones, tan solo su ropa interior, haciendo por obligación, exhibir las piernas y parte de brazos.
Tampoco llegaba a importarle…
La gente pasaba, incluso llegaba a dar golpecitos en el cristal, como si de un animal se tratase, ¿de qué iban?
Aquello lo único que hacía era que se enfadase más, pero resistió y solo apartó el rostro hacía el lado contrario, como si no quisiera saber nada de los de afuera…

Dando un paseo en su Lamborghini; era su coche favorito, color negro brillante, asientos de cuero negro, mullidos, interior iluminado, la velocidad le fascinaba y este automóvil exudaba velocidad por todos lados, todo un modelo aerodinámico, que no cualquiera podría pagar; se detuvo frente a la compañía Hanori, solo por curiosidad vería que había de nuevo en los escaparates.

- Nada nuevo… - al menos nada que llamara su atención, el mismo comportamiento coqueto de los esclavos, se sentía bien que alguien tratara solo de agradarte, pero estaba bastante acostumbrado a esos tratos, no solo de los esclavos, sus socios en la empresa eran igual de ordinarios. Aun así, sin tener nada más que hacer, se paseo por toda la sala observando los escaparates, mostrando poco interés. Entonces vio algo curioso, un esclavo que le daba la espalda al público, eso sí llamo su atención, así que se acerco hasta quedar frente a la vitrina. El muchacho tenía una estructura delicada, estética, claro siendo esclavo debía ser agradable a la vista, además del cabello rubio que brillaba con la luz. Lo mantenía atado en una coleta discreta. Le interesaba ver algo mas además de la espalda del muchacho, así que lo llamo.

- Buenos días, podrías voltearte, deseo admirarte con más detalle.

La gente, al ver aquella actitud gruñeron por lo bajo a la vez que apartaban sus caras del vidrio, cierto que si seguía con esa actitud poco podría hacer, y sus posibilidades de salir de allí eran nulas, pero que se le iba hacer, prefería quedarse allí que antes servir a un hombre, no se rebajaría hasta tal extremo, no como los demás esclavos del lugar, esos sí que eran a vergonzante verlos, observando cómo se movían o simplemente enseñaban, mientras que los clientes “babeaban” ante ello. Una imagen completamente desagradable…

Ignoraba todo lo que pasaba allí fuera, siguió con sus brazos entrelazados mientras que su mirada se fijaba en la pared, sí, aburrido, pero era lo único que podía hacer hasta que decidieran sacarle de allí y llevarle a su “habitación”, si es que se puede llamar eso habitación, un sitio donde solo era una sala, cual habitaba unas dos camas y nada más…
Resopló a la vez que cerraba los ojos, en aquellos momentos sí que prefería quedarse en la sala que estar allí.
Es más, en las “habitaciones” supuestamente tenía que estar su “hermano” aun que… Había escuchado que le iban a comprar…

Tenía poco aguante, mira que dejarse vender… No solo eso, si no que ya no podría “molestarle” más.
Entrecerró su mirar a la vez que deshacía el entrelazar de brazos, llevando su mano diestra sobre su rostro, ocultando mitad de esta misma a la vez que dejaba escapar un suspiro, sin embargo no tardó en cómo le volvían a molestar de nuevo, ¿es qué nunca se cansan o qué?
Giró un poco su rostro, observando a aquel quien osa molestarle, mirándolo por encima del hombro a un chico de cabellos dorados.
Parpadeó al escucharle, ¿ordenes? No precisamente, pero le estaba diciendo que se girase para que le viera mejor. No, que mala suerte tiene el otro.

Solo se encogió de hombros y volvió a su antigua posición, con la mirada delante a la vez que volvía a cruzarse de brazos.
Si veían que no quería saber nada ¿para qué se acercaban? Es lo que no comprendía… Tan solo frunció el ceño y dejó caerse acompañado de la pared, cual iba bajando poco a poco hasta quedar sentado, claramente se había cansado de quedarse todo el rato de pie.
Flexionó las piernas dejando “descansar” sus brazos encima de las rodillas, literalmente lo hacía para “fastidiar” al otro, para que le sea menos posible observarle.

El chico tenía mala actitud eso era obvio, y morbosamente vino a su cabeza la pregunta de cómo era que aun permanecía en la sala de exhibición con los otros esclavos bien portados y no lo habían pasado a Rosen, tal vez si pudiera ver su rostro tendría una idea más clara del porque, pero fuera como fuera, si el esclavo seguía con esa actitud, sin duda no tardaría en llegar a la otra “Tienda”.

Exhalo con parsimonia introduciendo una mano en el bolsillo de su pantalón.

- Es una actitud poco amigable para un esclavo. – dijo en voz alta dirigiéndose al chico, que si bien no le contestaba de cualquier forma lo escucharía. Estaba bien, la renuencia del muchacho solo acrecentaba su interés en el, después de todo a Tenji nunca le habían gustado las cosas fáciles, no era divertido. – Te diré algo que quizás te interese. – sonaba divertido. – Entre más te comportas así, mas me intereso en ti, entonces, suponiendo que este es tu plan rebelde para evitar ser comprado debo decírtelo, no funciona conmigo. Y más entretenido aun, es que la verdad si quiero comprarte lo hare, no importa cómo te comportes tu destino en definitiva no está en tus manos pequeño.

Por desgracia o para bien, Tengi tenía el control ahora, eso le fascinaba aunque podía ser arrogante queriendo tener todo bajo su control, ese era su juego favorito; probaría al esclavo testarudo, después de todo no tenía nada más que hacer.

Mantuvo su postura, observando la pared sin expresión alguna, tan solo como si estuviera aburrido, entrecerró sus parpados, casi adormilado, que aburrido, siempre pasaba lo mismo, alguien que intentaba darle ordenes y que después nunca los hacia.
Que más daba, quizá aquel tipo se haya ido, o tal vez no… Sin embargo, en cuando menos se lo esperó, escuchó de nuevo su voz cual pasó por sus oídos, haciendo que frunciera el ceño por una vez más.

Apretó los dientes a la vez que gruñía por lo bajo, ¿es que no se cansará o qué? Por mucho que digiera no entraría a razones, pero al escucharle mantuvo el ceño fruncido, vale, tenía razón, a pesar de cómo se comportaba uno podría comprarle, pero… ¿Quién le compraría? Tendría que ser alguien “valiente” para que llegue hacer eso…
Sin embargo… ¿Ese tipo le interesaba? ¡Maldita sea! ¿Cómo puede ser? Pero si normalmente a la gente le gusta ese tipo de personas que se entregan a la primera…

Cierto, su destino no estaba entre sus manos, si no las de otros… Pero eso no ocurrirá si lo evitaba…
Arrugó la nariz a la vez que poco a poco iba girando la cabeza en su dirección, hasta que finalmente se encontró con los ojos ajenos, manteniendo el ceño fruncido a la vez que apretaba los dientes.
¿Comprarle? ¡Já! Se reiría de su cara, pero no estaba en momento de reírse, si no que más bien le fastidió el hecho de escuchar esas palabras.

Después de mirarle fugazmente casi fulminante volvió a dirigir su mirada hacia otra dirección, como si estuviera pensando en algo… Pero desde sus labios se dibujó una sonrisa burlona. –Comprarme… Ten valor de hacer eso…- Su sonrisa se cambió a pasar a una más serie, volviéndole a mirar, como si de sus palabras fueran una amenaza, ya veremos como acabaría eso, claro esta que no muy bien…

Ahora solo debía esperar, ¿Qué clase de efecto tendrían sus palabras en el chico rubio? Por lo visto el que él quería que tuvieran. Una sonrisa sardónica se formo con sus labios cuando observo como poco a poco el esclavo comenzaba a voltearse. Era lógico, uno no puede ignorar por mucho tiempo a alguien que le provoca, tal vez algunos de sus comentarios, pero habrá uno, el que toque un área cesible que te hará dar la vuelta y quién sabe, tal vez reaccionar violentamente, todo dependiendo de la situación, otras veces le había pasado algo así.

Pero apartándose de sus reflexiones mentales ahora observo con atención el rostro completo del pequeño rubio. Le clavo la mirada sin reparo, escrutando cada parte de su rostro. Si era hermoso, a pesar de tener ese semblante amenazador, era una criatura completamente agradable a la vista, como todos los esclavos, si no fuera porque el chico tenía esa actitud tan hostil quizás lo habría ignorado. Después de todo, no era como todos los esclavos entonces.

Volteo de nuevo su bello rostro apartándolo de su vista, y poco después escupió esas palabras que provocaron que la sonrisa en el rostro de Tenji se abriera mas, mostrando sus dientes blancos. Valla que era curioso el pequeño, lo estaba retando a comprarlo, como si se tratara de arrojarse de un acantilado, en verdad, no podía esperar que en serio el se intimidara con eso, había visto cosas mucho peores que un esclavo que se creía demasiado rudo.

- ¿Y si decido comprarte que es lo peor que me puede pasar? Si eres tan mal portado tal vez solo te compre por un par de días y te “use” un poco para después devolverte, no tengo problema con eso. – lo dijo de la manera más natural y desinteresada que encontró.

Comprarle, que estupidez, de momento había conseguido que todos aquellos que se interesaron por él saliera de allí corriendo, así que… ¿Por qué no con él? Total, era igual que todos, no era alguien precisamente especial, o quizá… En cierto modo lo era, la primera vez que alguien osaba hablarle de esa manera, curioso… Pero no deja de ser que es lo mismo, el único objetivo de que compren a esclavos es siempre el mismo motivo…
Sin embargo… Por mucho que acaben por comprarle, no se dejaría con fácilmente, es más… ¿Quién dijo que saldría de donde estaba?
Ante ello no pudo evitar sonreír sarcásticamente.

De nuevo, volvió a ignorar a aquel, claro, quizá si le ignora puede que este se canse y decida ir a por otro, total, de seguro que los demás esclavos estarían más que contentos ser utilizados.
Bostezó ligeramente mientras que dejaba recargada su cabeza en la pared, observando esta vez el techo, ¿Cuántas horas llevaba allí dentro? Resopló a la vez que cerraba con cautela sus parpados.

Pero… ¿Otra vez ese, es que no se cansaba o qué? Sin embargo ni le miró, solo abrió sus parpados, frunciendo ligeramente el entrecejo, ¿qué, qué pasaría? Muy simple, una huida, eso pasaría, en cuando uno menos se lo espera saldría corriendo o más bien, ni saldría de donde estaba, así de simple, aun que… Eso de “usar” y luego devolver hizo que cerrar sus manos, formando así puños.
¿¡Cómo que usarle y devolverle!? ¡No era ningún objeto!

En aquellos momento maldijo por lo bajo a aquel hombre, ahora estaba completamente decidido, ni saldría de aquel lugar… Ni pensarlo estaría con alguien igual, ni él ni nadie, detestaba a todos, no podía evitarlo… Todos eran iguales, ninguno cambiaba…
Se mordió el labio inferior en intento de tranquilizarse, cosa que poco daba resultado, mejor ignorarle y pasar de él, y ya esta… Así el otro se cansaría y se iría, solo hay que tener paciencia…

Como buen observador que siempre se había destacado por no dejar pasar nada, miro con satisfacción como el lenguaje físico del chico respondía a sus palabras, aunque se hubiera guardado cualquier comentario. Sus nudillos sobresalieron por la forma en que apretaba sus manos formando puños. Le había molestado en gran manera su comentario, bien lo savia, fue por eso que lo hizo, con ese único fin.

Suspiro liberando tenciones, aunque no parecía estar nada tenso. Por un momento medito lo que había dicho, considerando realmente la idea de comprarle. Si lo hacía de seguro iba a tener que comprar un bozal y una correa camino a casa. La imagen pasando por su cabeza le causo gracia, pero lo más probable es que así fuera.

El trataría de escapar, lo savia. En casa su padre había tenido varios esclavos, algunos menos obedientes que otros, solo recordaba a uno que hubiera intentado hacerlo, y no fue nada difícil para los empleados de seguridad traerlo de vuelta, incluso antes de que saliera de la mansión, y su padre no había sido muy comprensivo con su desobediencia. Sus empleados bien podrían mantener al chico en su lugar.

- Oye, me gustaría saber tu nombre. Si se puede claro. – fingió cortesía pero la última frase pareció más una burla. – No esperaba que le dijera su nombre, podría preguntarlo a cualquier empleado del lugar, pero no podía negarse el placer de molestar aunque sea un poco al muchacho. Ya había comprobado que su sola presencia lo molestaba, y el sonido de su voz lo volvía loco.

Relajó un poco sus manos, deshaciendo aquel puño que había creado tiempo atrás, así, poco a poco se iba tranquilizando, mejor así, si no sería capaz de armar jaleo, aun que… No estaría mal para intentar “asustar” al otro y hacer que se largara de una vez.
Se quedó pensativo ante ello, realmente, no era mala idea, pero hoy no tenía ganas… Bueno, eso mismo dijo una vez y al final armó una…
Un estúpido hombre que intentó hablarle, haciendo comentarios que llegaron a enfadarle hasta tal punto de lanzar todo lo que había en aquella “jaula” contra el cristal.

Claro esta que le detuvieron y castigaron, aun que ya daba igual, total, ¿qué otro castigo sería peor que quedarse allí?
Tan solo suspiró y negó con el rostro, es más… Desde aquel día que digamos no tenía nada por que lanzar, así que normal que también se aburriera.
Dejó de recostar su cabeza en la pared para poder bajarla cansadamente, colocándola esta vez encima de sus brazos, que estos mismos ya hacia encima de su desnudas rodillas.
Oh, por supuesto que con la mirada en dirección contraria, solo mostrando su cabellera dorada y aquella pequeña coleta que sujetaba su cabello.

Abrió sus parpados de la sorpresa, ¿saber su nombre, después de ello, pensaría que se lo diría? Venga ya, estaba muy equivocado si pensaba que se lo diría, y tan equivocado…
Solo se encogió de hombros sin decir palabra alguna, como si ni si quiera sabía su nombre, sin darle importancia a ello.
Aun así, sonrió de manera burlona, ¿de verdad pensaba que…?
Pero no tardó en desaparecer su sonrisa cosa que frunció el ceño, aquel tipo no se cansaba… Bueno que más daba, ¿qué al final le compra? Bueno, pues a hacer los planes que había pensado, así de fácil.

Primero se quedaría allí, sin llegar a mover ningún músculo, y como es de esperar, le obligarán a salir, cosa que aprovechara ante la distracción de todos y salir de allí corriendo, así de fácil y simple, ya ves…
No tenía que pasar nada malo ante sus planes, total, quizá el otro es tan ingenuo que ni si quiera sabrá aquello…
Sonrió para sí mismo ante ello… Ahora solo esperaría, aun que quizá el otro cambie de opinión y por fin le deje.

Como lo esperaba, no hubo respuesta para su pregunta, nada de qué preocuparse, nunca espero recibirla. Saco un cigarrillo de entre los bolsillos de su chaqueta, rebusco el encendedor de plata que siempre llevaba consigo y colocando el cigarrillo en sus labios lo encendió aspirando una corta bocanada. El humo salió rápidamente expulsado por un soplido.

- Muy bien, si no tienes un nombre puedo ponerte uno, el que yo prefiera, es mejor para mí de esa forma. – se había convertido en algo muy entretenido el molestar al pequeño esclavo rubio, después de todo para el no habría consecuencias, era el muchacho quien recibiría el castigo si es que había uno. Todavía no estaba seguro de si hablaba enserio cuando decía que lo compraría, más bien era para enfurecer al menor, pero con sus actitudes rebeldes cada vez le gustaba más, no obstante, claro que podría llegar al punto de comprarlo solo para molestarlo en mayores escalas, no sería la primera vez que hacia algo como eso.

Dejo el cigarrillo encendido en su boca y paso una de sus manos por entre sus rubios cabellos. Dio unos cuantos pasos en dirección a un cenicero que estaba cerca a la vitrina, si bien algo sabia Hanori era como complacer a sus clientes, así que cosas tan practicas como un cenicero no podían faltar en la sala de exhibiciones.

- Te pavoneas mucho acerca de las terribles consecuencias que vendrían sobre mi si osara comprarte o… - decía mientras apagaba el cigarrillo machacándolo contra la arena del cenicero. - …si me diera el lujo de seguir aquí hablando contigo. – rio un poco. – Mejor dicho hablando con la pared. Pero… ¿Qué puede hacer un simple esclavo que además está encerrado dentro de paredes de cristal irrompible? Por lo menos dame más detalles sobre “las terribles consecuencias”. – su tono era irónico. – ¿O es que le debo temer a un pequeño delgado con un camisón? Me vienen otras ideas a la cabeza, muy distintas al miedo debo decir.

Si eso no lo hacía rabiar entonces nada lo haría. Le había preguntado sobre “las consecuencias” y más que como una burla si deseaba conocerlas, solo por curiosidad, la curiosidad de un niño malcriado. Y ya que no esperaba una respuesta, había usado sus propios medios para obtener una muestra. Sonrió ante la idea de que esto se había convertido en una guerra de caracteres. En verdad lo estaba disfrutando y eso le daba ventaja, porque bien savia que todo esto fastidiaba al joven esclavo. Un perro sin bozal, esa definición le quedaba la mar de bien, si esto continuaba tan entretenido como ahora, el se encargaría de entrenarlo, no dudaba que igualmente fuera una experiencia… interesante.

Durante un buen rato no volvió a escuchar la voz de aquel chico, ¡mejor! ¿Se habría ido…? Quiso mirar en dirección contraria, cosa que hizo con cierto disimulo, fue mirando por el techo, hasta llegar al cristal, cual lo observó por el rabillo del ojo, pero para su buena suerte seguía aquel tipo allí, tan solo había prendido el cigarrillo que ahora ya hacía entre los labios contrarios.
Arrugó la nariz inevitablemente a la vez que volvía a deslizar su mirar hacia el otro lado. Aun seguía… Realmente no se cansaba…

Sin embargo, sus palabras hicieron que abriera sus parpados ¿ponerle un nombre, él? ¡Eso sí que no! No estaría dispuesto a que le volvieran a cambiar el nombre, es más, no era ningún animal para que puedan cambiar el nombre a placer.
Frunció por una vez más el ceño mientras que apretaba los dientes, ¿cómo osaba decir aquello? Era alguien que le sacaba de sus casillas, pasó su diestra por sus dorados mechones, llegando a entrelazar sus dedos con estos propios, como si de cualquier forma quisiera tranquilizarse, pero poco llegaba a conseguir, en cierto modo, era el primero que resistía tanto a sus ignorancias o comentarios….
Pero no por eso se dejará vencer rápidamente.

De nuevo pasó el silencio, prefirió no contestar ante lo primero… Para asegurarse de que este seguía al otro lado del cristal, volvió a observarle, percatándose de que aun seguía allí sin ver signos de que estaba cansado de permanecer allí, tan solo llegó a fulminarle con la mirada para después mirar al frente de su “jaula”, manteniendo sus piernas flexionadas al mismo tiempo que sus brazos ya hacían apoyados en las mismas.

Pero por una vez más escuchó su irritable voz, como siempre, no le miraba, es más intentó hacer que no le escuchaba, pero… ¿Le estaba provocando ante semejantes palabras? Rápidamente apretó sus manos, dejando que se vieran sus nudillos, apretó los dientes seguidos de fruncir el ceño, si quería provocarle lo estaba consiguiendo, pero lo que le daba más rabia era que tenía razón, no podía hacer nada si estaba encerrado entre aquellos cristales…
Parpadeó al escucharle, ¿quería más detalles de las consecuencias? Ante ello no pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa sarcástica en sus labios, pues si que ese chico era curioso….
Aun así, aquella sonrisa desapareció tal y como vino al escuchar lo siguiente, ¿¡”Delgado con camisón”!?

Aquello hizo que le mirara, pero esta vez de manera diferente, con un semblante más serio que antiguamente, e incluso agachó un poco la cabeza, como si fuera un animal a punto de abalanzarse encima de su presa.
Pero en vez de ello llegó a mirar a su alrededor, nada… No tenía nada… Así que llegó a levantarse de donde estaba.

Caminando con cierta lentitud hacia un rincón, ahora que recordaba…. Aguardó entre las sabanas blancas de allí un pequeño objeto redondo, quizá estaría bien “jugar” un ratito con aquel tipo.
Sonrió de manera extraña mientras que la rebuscaba ansiosamente, echando a un lado aquellas sabanas, haciendo que se esparcieran por la sala sin llegar a importarle, y allí estaba… Una pequeña esfera del tamaño de su palma, era pesada, y precisamente no estaba hecha de plástico, si no de un material mucho más potente y resistente.

La mantuvo entre su mano derecha sonrió satisfecho al encontrarla, se giró sobre sus propios talones a observar al otro, haciendo que algún que otro mechón de sus cabellos llegara a cubrirle el ojo izquierdo, solo mostrando el derecho, dándole una imagen tétrica, mientras que en su mano ya hacía aquella pelota pesante.
-¿Quieres jugar?- Preguntó sarcásticamente mostrándole la pelota y ladeando la cabeza, manteniendo aquella extraña sonrisa en sus labios.

Maravillosamente el esclavo caía en sus trampas, se estaba enojando, y por la forma en que se tensaba su estilizado cuerpecillo parecía que de un momento a otro saltaría a hacer lo que fuera que iba a hacer. Tenji ganaba aires de grandeza y de cierta forma se sentía ansioso, como un chiquillo con una vara que pica el lomo de una fiera salvaje para ver que tan grande da la mordida, solo que Tenji, a pesar de su comportamiento, había dejado de ser un niño hacia bastante tiempo, y si savia perfectamente lo que hacía, pero consideraba muy poco, si es que lo consideraba, cualquiera de las consecuencias que trajeran estos juegos. Lo moralmente adecuado sería dejar al esclavo en paz, después de todo el ya era lo bastante infeliz, eso no tenía ni que preguntárselo para saberlo, sin embargo esa no era una opción, significaría detener su entretenimiento.

Su sonrisa se ensancho apenas alcanzo a ver el rostro irritado del rubio, le causaba una extraña satisfacción. Mirándolo ladeo la cabeza como si le preguntara “que sucedía” aunque más bien lo estaba retando a hacer algo, a que con sus acciones contestara su pregunta. Lo miro moverse de un lado a otro, a su cabeza llego la idea de compararlo con un león enjaulado como los que exhiben en los circos o en los zoológicos, rio por la sola idea de pensar en lo que haría el pequeño si se enterara de estas divagaciones.

Emitió un largo y profundo bostezo, el esclavo rebuscaba entre las sabanas que había dentro de la vitrina, al parecer tenia “algo interesante” que mostrarle, o algo con que arrojarle que sería lo más probable. Arqueo una ceja cuando lo vio parado de frente, con esa expresión inocente pero que fácilmente causaría escalofríos a cualquier otro, bueno no a él, para el rubio solo significaba que algo realmente “bueno” se avecinaba.

- ¿Quieres jugar entonces? – volteo en otra dirección apartando la vista del esclavo. – No lo sé… - dijo colocando una mano en la barbilla con el gesto pensativo. – Te has portado mal – alejo la mano de su barbilla haciendo un movimiento abierto. – Jugaremos si me dices tu nombre, o ahora mismo te nombro de otra forma. – agudizó la vista mirándolo con autosuficiencia y su sonrisa sardónica.

Esperó su respuesta, y una vez mostrada mantuvo aquella sonrisa sobre sus labios, incluso se podría decir que se ensanchó más que antes…. Jugar…. Sí, jugar a sus juegos… Lo bueno es que el otro no sabía de que estaba hecha aquella pelota, ¿de dónde la sacó? La encontró en su habitación, quizá debería de ser de algún esclavo que habitaba antes allí, pero que ahora, seguramente, se habrá vendido como todos los demás.

Al pesarle la pelota decidió agarrarla entre sus dos manos, pero claro está que sin mostrar cómo le pesaba, no quería levantar sospechas… Es más… Sabía que uno podía entrar dentro de la vitrina, lo había visto en más de uno, así que será mucho más fácil poder “jugar” un ratito a la pelota, será muy divertido…
Rió por lo bajito, solo más pensar en su plan… su plan sería lo siguiente; Hacer que aquel tipo entrara en allí dentro, al querer jugar con la pelota le golpearía con ella y le escondería entre las sabanas, a escondidas intentaría cambiarse la ropa de aquel chico por la suya y así poder salir, un plan que no podía fallar….

Pero… A pesar de ello… No le gustaba mucho la idea de llegar a golpearle… Aun que… En cierto modo se lo merece, se lo merece por haberle enfadado y enrabiado más de una vez, pero estaba claro que no llegaría a golpear con tanta fuerza… Y solo esperaba que uno de los guardianes de Hanori no pasen por allí, que entonces sí que no podría hacer nada… No podría hacer su plan…
Aquello le fastidio… Incluso su sonrisa desapareció por un momento, pero rápido volvió al escuchar al otro, no tenía que levantar sospechas…

¿Qué se había portado mal? Aquello hizo que su sonrisa sea algo más forzada, pero no dejaba de ser que algo siniestra y realmente extraña.
¿Aun seguía con lo del nombre…? Llegó a sujetar la pelota con más fuerza pero sin que llegue a notarse, hundiendo sus dedos en el objeto, sintiendo lo frío que estaba.
Pero asintió. –Mí nombre es… Niloc.- Mintió, no le daría su verdadero nombre, así que seguirá con su pequeño engaño, puede que funcione su plan… Y eso hacía que sonreía extrañadamente más, satisfecho con sus pensamientos.

El pequeño no era tan listo como aparentaba si de verdad creía que su muy reciente interés en jugar con él pasaría por alto cualquier sospecha, en especial después de todos los comentarios ofensivos que el rubio mayor había hecho al muchacho y simplemente viendo su gesto, su sonrisa maliciosa. El esclavo era bello de eso no había duda, pero por alguna razón esa rara expresión de malicia y astucia lo hacían ver a un mejor a los ojos de Tenji.

¿Niloc e? no estaba seguro si decía la verdad, aunque por el momento se conformaría con eso. De lo que si estaba seguro es de que el pequeño lo quería dentro de la “jaula”, en su territorio donde el “Rubio bocón” no tendría la protección del cristal irrompible del cual le había presumido antes. Eso Tenji lo savia perfectamente, si entraba estaría expuesto a cualquier cosa que el travieso esclavo quisiera hacerle. La adrenalina recorrió su cuerpo, dos hoyuelos se formaron a cada lado de su boca. Si se había tirado de paracaídas, participado en peleas callejeras, jugado arrancones en su deportivo y hecho cientos de piruetas peligrosas con su motocicleta entonces ¿Por qué no? Meterse a la celda de un esclavo con malas intenciones no podía ser más peligroso que todas esas cosas y si lo era entonces estaría probando un deporte extremo totalmente nuevo.

Llamo al encargado para que abriera la jaula, no sin antes darle una indicación en voz baja para que “Niloc” no lo pudiera escuchar, si le hacía algo no importaba mucho, pero había una cosa que no permitiría y era verlo escapar. El encargado abrió la puerta y lo dejo pasar, pero justo cuando estuvo completamente dentro la volvió a cerrar por fuera. Si bien lo parecía, no era en realidad la cosa más estúpida que hubiera hecho, pero si, era algo muy tonto de su parte, ahora estaban atrapados los 2. Avanzo unos cuantos pasos más, quedando de frente al esclavo y sonriéndole como solía hacerlo.

- ¿Entonces? ¿ No querías jugar?

Sonrió más al escuchar como llegaba a llamar a encargado de allí, no estaba del todo seguro pero… Ya podía sentir como el aire refrescante de afuera se iban directos a sus pulmones, pero no podía cantar victoria, de momento, primero tendría que asegurarse de que el otro entrara y que su plan salga bien si no….
Sin embargo, al ver como aquel rubio le susurraba algo al encargado su sonrisa desapareció de golpe, ¿qué le estará diciendo…?

Apretó los dientes, no, no podía estropear su plan, ¡Eso no! Sin embargo, sonrió de nuevo, pero esta vez forzadamente al ver como el otro pasaba a su pequeña “jaula” haciendo que le mirase de arriba abajo, aun así, no dudó en mirar hacia la puerta, cual abrió sus parpados más de la cuenta, ¡no! ¡Va a cerrar la puerta!
Y así pasó…. La puerta se cerró de un portazo… No puede ser…. Su plan… ¡Maldición!
Miró al otro con el ceño fruncido mientras que apretaba los dientes, pero rápidamente se tranquilizo, claro…. Había otro plan….

Así que no cunda el pánico tan pronto… Al escucharle le miró de nuevo y extendió la “pelota” hacia él, pero sin dejar que la cogiera. –Juéguenos.- Afirmó sonriente, pero antes de actuar retrocedió dos pasos, para después mirar a su alrededor, observando que no haya nadie mirándoles, perfecto, ahora podría “jugar” sin peligro alguno.
-Bien…- Susurró para sí a la vez que alzaba el objeto y llegaba a lanzársela con todas sus fuerzas, sin dar aviso al otro, al principio tendría que golpearle ya que no se esperaría que pesara tanto, pero… Lo malo sería si el otro es bueno de reflejos y bueno en músculos…

Tan solo esperó a que el objeto impactara contra el estomago o cabeza del otro para poder dejarlo inconsciente y proseguir con su segundo plan, que sería dejarle inconsciente, llamar a un encargado y decirle que se desmayó sin más, entonces abrirán la puerta, y en cuando el otro cargue con el rubio inconsciente aprovecharía para salir corriendo, ¡este no tenía que fallar!
Era un plan casi perfecto, solo esperaba que el golpe funcionara….

Observo la mirada del esclavo cuando el encargado cerró la puerta, no le agrado nada, lo cual reafirmo sus sospechas de que lo que él quería era escapar. Bien, había frustrado su intento, aunque solo por el momento, aun no podía cantar victoria, no si apenas comenzaba el juego, la pregunta ahora era ¿De qué trataba? Parecía algo sencillo, jugar con la pelota a atrapar, un buen disfraz para sus verdaderos planes, pero lo que el pequeño no savia era que Tenji jamás bajaba la guardia, el savia lo que pasaba a su alrededor, se necesita vivir así para protegerte a ti mismo si eres el hijo del presidente de una compañía multimillonaria y su heredero, ahora dueño. Entonces Tenji tenía practica en lo de protegerse de las malas intenciones de otros.

- Para eso entre. – dijo contestándole. Fuera lo que fuera que iba a hacer le causaba satisfacción, pues la sonrisa no se borraba del rostro del esclavo, tanto que le hizo pensar que recibiría su merecido por hablador.

Entonces sin previo aviso le arrojo la pelota, apenas pudo detenerla con la mano derecha antes de que llegara a su rostro, fue entonces que se percato de lo pesada que era y otro factor que se lo indico fue el punzante dolor en la palma que comenzaba a palpitar. Bueno, esto le había costado su osadía, una mano rota, no esperaba menos, tenía que darle crédito al pequeño, resulto ser muy astuto, o el muy idiota.

- Jm… - sonreía clavándole la mirada en los ojos al esclavo, a pesar de las punzadas que le daba la mano. Con la izquierda quito la pelota para revisar su mano acalambrada. La movió, bien, no estaba rota después de todo, solo muy magullada y de seguro se pondría amoratada y se hincharía en poco tiempo. – Sigues portándote mal con tu amo… esto amerita un castigo. – el tono de su voz fue siniestro, aunque la sonrisa no desapareció de su boca. Avanzo a paso apresurado para llegar con el esclavo, que por supuesto trato de escapar, no se dejaría atrapar tan fácilmente. Pero Tenji ahora estaba algo enojado y ya no quería jugar más con “Niloc” o bueno, sería él quien jugara, el menor seria el juguete. Antes de que escapara le dio en el estomago con la mano izquierda en donde aun tenia la bola, lo cual hizo que el golpe tuviera un mayor impacto. Aprovechando su golpe coloco al esclavo contra la pared poniendo su rodilla entre las piernas y agarrándole las muñecas con la mano derecha, por supuesto que arrojo la pelota metálica lo más lejos que pudo, no quería otro incidente. Acerco su rostro a la mejilla izquierda del chico, más cerca de su oído.

- Si lo magullo lo compro, no hay de otra, ¿Es una pena verdad? - no le había dado tan fuerte, solo quería sacarle el aire, así podría manejarlo mejor, considerando que ya no podía mover una mano. – ¿Te dolió? – pregunta boba, lo que el quiso decir es: “¿Te dolió mas de lo que debería?”

El objeto rodante no fue aparar en donde quería… Ya que el otro le detuvo con su mano, pero se fijó en la expresión del otro, le había hecho daño, un progreso…. Sonrió maliciosamente, al menos había conseguido algo, pero…. Ahora el objeto lo poseía el otro y no sucedió lo que quería…
Aquello hizo que frunciera el ceño, maldición… Tendría que quitarle la pelota… Pero al principio se le quedó mirando, observando cómo movía su mano, oh… ¿Se lo había roto?
Bueno… Puede que se lo merezca….

Pero ante aquella sonrisa del otro hizo que se sorprendiera, ¿Y eso… A qué venía, no le dolía? Apretó los dientes al mismo tiempo que se encogía un tanto, hasta que… Sus palabras pasaron por sus oídos, ¿cómo que su amo, desde cuándo? Arrugó la nariz al mismo tiempo que apretaba los dientes, para después abrir sus labios para poder replicar aquello, sin embargo, antes de decir nada observó como se le acercaba, cosa que intentó irse hacia otro lado, intentando a la vez mantener las distancia e incluso retrocedió.

No sirvió de nada… Notó un fuerte dolor recorrió su estomago, haciendo que se inclinara hacia delante por ello, abriendo sus parpados más de la cuenta, aquello le había dolido sin dudar alguna, más con aquella dichosa “pelota”.
Se quejó ante ello y en cuando menos se lo esperó ya hacia contra la pared, “preso” de las manos del contrario.
Mientras recuperaba el aliento que llegó a faltarle alzó un tanto su rostro, contemplando con arrogancia al otro a la vez que intentaba mover sus manos para apartarle de allí, no quería tenerlo de tan de cerca…

Sin evitarlo escuchó aquellas palabras, haciendo que frunciera el ceño, sin más se removió bruscamente, supuestamente, con la mano que sostenía sus muñecas estaba dañada, bien, pues no sería tan difícil apartarle…
Así que siguió removiéndose, haciendo fuerza a sus brazos, se podría decir que el dolor de estomago no había cesado pero tampoco quería quedarse de tan cerca del otro.
Movió su pierna derecha, a pesar de que este ya tenga su rodilla entre ambas, quería alcanzarle para al menos poder golpear y soltarse de él, y como era de costumbre, no saldría así de fácil de allí, estaba claro que eso no quedaría así….

Bueno no se esperaba menos, el chico no paraba de removerse para salir de su cautiverio, cautiverio que el infringía y ahora por su expresión estaba más molesto que antes. Tanto movimiento cercenaba su mano, le dolía como los mil demonios, pero si lo soltaba… no, soltarlo no era una opción, no tenía el ánimo ni tampoco las manos suficientes como para ir por el de nuevo, así que movió su pierna para hacerlo perder el equilibrio y conseguir tumbarlo en el suelo. Utilizando su peso sobre el cuerpo del menor evito que se soltara, pero como ya savia y lo tenía demasiado claro, el chico era testarudo a morir, así que no iba a parar de removerse y patalear hasta que lo soltara, pero he ahí el problema, el no lo soltaría. Aparto su mano lastimada y se apoyó con el codo, lo que más le molesto fue el pensar en el melodrama que armarían sus consejeros cuando lo vieran con una mano vendada mañana en la oficina, de seguro lo reprenderían creyendo que tuvo otra pelea callejera, solían armar mucho revuelo por tonterías de esas. Pero cuando él les dijera la verdad… que se metió a la jaula de un esclavo lindo pero rabioso que le arrojo una pelota metálica mega pesada y que casi le rompe la mano… entonces si estaríamos hablando de histeria colectiva entre todos esos ancianos aburridos del comité.

- Escucha. – intento hablarle pero seguía removiéndose debajo, tal vez, en otra situación más… erótica tal vez, esto no sería tan desagradable, pero ahora no era algo muy cómodo. – Escúchame bien. – alzó la voz. – No importa cuánto te muevas, cuanto grites o cuanto patalees, ya lo he decidido, te voy a llevar conmigo. ¿Y quieres saber porque? Por esto… - dijo mostrándole la mano herida. – así que la culpa no es de nadie más que tuya y hagas lo que hagas saldrás de aquí conmigo, aunque te suelte ahora, mandare a los encargados para que te atrapen. Una cosa importante, voy a mandar a que te aten y te pongan un bozal y eso es algo más que tu provocas con tu fiera actitud, pero no, no te preocupes, no cambies, me gustas así. – su sonrisa amplia brillo cuando dijo estas últimas palabras, ahora lo disfrutaba de nuevo, tanto como cuando estaba afuera diciéndole todas esas cosas que savia lo molestarían. Ahora estaba adentro, diciéndole cosas aun mas molestas y encima de él, esto era un nuevo nivel de peligro.

- Deja de moverte.- inútil, no lo haría solo porque él lo dice. Entonces algo turbio navego por su cabeza, una idea muy mala, pero daba igual, era audaz, algunos más lo consideraban idiota, de cualquier manera no descartaría la idea. Se acomodo como pudo para que el chico quedara mejor inmovilizado, no era mucho pero le permitía maniobrar mejor la situación. Acerco su rostro a la cara furiosa del rubio, más aun, sus labios. Una idea peligrosa sin duda, tal vez lo mordería o le arrancaría la lengua, pero era su esclavo después de todo, en algún momento lo haría, que mejor momento que este, mientras forcejeaban en una vitrina. Unió sus labios con los del chico, su descontento no se hizo esperar, pero aun así lo forzó a abrir la boca y permitirle a su lengua entrar invadiendo su espacio, saboreando una boca que tenia la completa seguridad nadie había probado.

Si seguía moviéndose de esa manera puede que consiga su propia libertad, es más, aquella mano herida del otro no podría resistir mucho ante esos movimientos, cosa que lo conseguirá, pero tampoco quería cantar victoria, y estaba muy claro… No dejaría que el otro saliera así sin más, eso no quedaría así… ¡Ni hablar! No permitiría que el otro saliera así porque sí, le había dicho cosas que le habían sacado de quicio y ahora esto, realmente, haberle lastimado la mano le resultaba poco a estar alturas…
Sin embargo, en cuando menos se lo esperó se encontró contra el suelo, ante tal impacto se quejó, cerrando por unos breves segundos sus parpados para después abrirlos.

Al hacerlo se encontró con el otro ya encima suyo ¿pero qué…? Por una vez más se removió pero esta vez debajo del otro. -¡Aparta!- Le gritó, se podría decir que le ordenó a que se quitara de encima de él, pataleó al mismo tiempo que sus manos, ya libres, se dirigieron hacía el pecho del otro, empujándole con la poca fuerza que poseía, mientras que iba apretando los dientes a la vez que el ceño ya hacía fruncido.
Se enfadaba cada vez más y el hecho de su plan se iba esfumando más, ¡maldición! Su plan, todo estaba saliendo, claro, no se esperaba aquello del otro, y ahora… Se encontraba contra el suelo y encima aquel tipejo…

Le daba rabia… Su plan no surgió como él esperaba…. Aquello hacia que se enfadara más haciendo un poco más de fuerza contra el otro, una vez que le escuchó hablar no le importó, para nada, pero en cuando alzó la voz se le quedó mirando, pero sin dejar de hacer lo que estaba haciendo… ¿Qué, le llevará con él? ¡Eso es imposible! Pero en cuando le mostró la mano dañada le miró en aquel momento hubiera estado bien volverle a dañar, pero la retiró antes de que pudiera hacer nada, lastima….
Se le quedó mirando sorprendido para después volver a la misma faceta de antes, ¿cómo que le aten y un bozal? ¡Que no era ningún animal!

¿Qué no cambiara? En aquel momento le entraron unas ganas enormes de poder llegar a ser distinto, podría pero no quería, le era difícil pensar el hecho de entregarse tan fácilmente, solo más pensarlo se ponía histérico.
Aun así sus movimientos no cesaron, intentando que se alejara de él a la vez que sus piernas ya se movían en intento de retirarle.
Es más, por mucho que el otro le ordenara no se detendría, aun así, el otro hizo algo más de “presión” a su cuerpo, haciendo que sus movimientos fueran menos efectivos.

Abrió sus parpados de la impresión, sorpresa… Sus labios… Sus labios estaban ajuntados con los del otro, haciendo un entrelazar de ambos, pero a pesar de ello frunció el entrecejo e intentó sacudir el rostro, pero nada… Incluso notó como sus propios labios eran forzados para abrirse, cosa que no duró mucho, se abrieron y sentía como la lengua curiosa del otro iba de un lado a otro, notando como su propia lengua llegaba a rozar contra la del otro, aquello hizo que cerrara sus parpados con fuerza, pero….
En cuando menos se lo esperó cerró los labios, haciendo que sus dientes atraparan aquella lengua del otro, mordiéndole con cierta fuerza, así seguro que aprenderá a no “meterse en donde no le llaman”

Se lo había imaginado, quizás porque en algún momento fue algo que el mismo hizo, solo que lo que no había pensado era en lo mucho que dolía. Su lengua atrapada entre los dientes del esclavo lo hizo quejarse y si no quería perderla de una mordida debía actuar rápido, ¡ya!, no le daría el placer de hacerle más daño. Con su mano sana agarro la mandíbula del esclavo aplicándole presión en las mejillas para forzarla a abrirse, solo un poco, lo suficiente para deslizar la lengua fuera de su boca…

Listo, que alivio, movió su lengua dentro de la boca para desentumirla y enseguida escupió un poco de sangre, no le había dañado mucho pero aun así le hizo sangrar un poco. Después le saco la lengua como si se burlara. Emitió un profundo suspiro de decepción antes de comenzar a hablar.

- Ni siquiera valió la pena, besas bastante mal, ¿Qué no se supone que es algo que te ensenen aquí? – de la nada se le regreso la sonrisa a la cara, tenía pensado algo. – Me dolió la mordida, ahora me toca a mí morderte. – inclino la cabeza de manera que el cuello del menor le fuera accesible. Abrió la boca acercando sus dientes al cuello y dio una leve mordida, no muy fuerte.

- Caballero. – se escucho la voz del encargado atreves del cristal. Tenji levanto el rostro y volteo a ver al hombre que lo llamaba. Valla momento para llegar el del sujeto, ser más oportuno lo mataría. – Caballero no puede hacer esa clase de cosas antes de comprar al esclavo. – el rubio lo miro despreciativamente, como si se tratara de un ser inferior, un simple lacayo de Hanori. Se levanto para ponerse de pie, completamente erguido se sacudió el pantalón del traje y paso una mano por sus rubios mechones. Avanzo tranquilamente hasta la puerta y le indico al encargado abrirla.

- Aquí está mi tarjeta de crédito, de cualquier manera comprare a este esclavo, así que apresúrate, mi tiempo es valioso, necesitaré que lo aten, es muy rebelde y no quiero que escape. – no intento dar ninguna explicación no tenia porque, en cambio trataba al hombre con arrogancia y prepotencia, solía comportarse igual con la mayoría de las personas. El empleado se alejo con la tarjeta en mano esta vez dejando la puerta abierta. El rubio dio un vistazo al esclavo. – ¿Te gustaría salir por aquí no? – sus hoyuelos no tardaron en aparecer. La puerta se cerró al ser empujada por la mano de Tenji quien se recargo de espaldas a la puerta y cruzo los brazos. – No creo que sea posible.

Mantuvo su mandíbula cerrada, pero sin llegar a apretar, tan solo lo suficiente para que llegara a aprender una “lección”, pero poco duró ese acto, ya que el otro ya intentaba deshacerse de aquel agarre cosa que consiguió en cuando le apretó de sus mejillas, obligándole a abrir los dientes nuevamente.
Y así, la lengua del otro se deslizó hacia donde le pertenecía, ¿le hizo daño? Bueno, nadie le ordenó nada de eso… Es más, que se aguante, por haber hecho ese acto tan repentino.
En cuando le soltó, condujo su brazo diestro sobre sus labios, limpiándose de aquello tan “repugnante”

Oh… Se fijó como había escupido sangre, pues si que le hizo daño… Tan solo mantuvo el entrecejo fruncido, pero arqueó la ceja en cuando el otro le sacó la lengua en forma de burla, ¿no aprendía la lección o qué? En aquel momento no estaría mal haber hecho la misma acción anterior, pero prefirió no hacerlo es más… La gente, la gente de los alrededores se les quedaba mirando, como si estuvieran en un circo…
Aquello le molestó más, echó la cabeza hacia atrás para poder contemplar a las personas que allí se encontraban, dedicándoles una mirada furtiva a cada uno de ellos, mientras que el otro ya hacia hablando, cosa que llegaba a ignorar.

Pero en escuchó sus últimas palabras volvió a su posición para intentar detenerle antes de tiempo, no ocurrió así, el mordisco se lo llevó, cosa que se quejó ante ello y se encogió un tanto.
Aun así, una vez le llamo la atención, haciendo que el otro se detuviera.
Ante las palabras del encargado sonrió victorioso ante ello, había “ganado” este asalto, ya que el otro le ordenó que se detuviera.
Mantuvo aquella sonrisa burlona en sus labios, se podría decir que se estaba burlando del otro ya que le llamaron la atención, es más, después de lo sucedido no creía que le acabara comprando, así que ganó…

¡Bien, libre! En cuando el otro se apartó no tardó en ponerse sentado en donde estaba, observando al encargado para después al otro, cual volvió a burlarse del rubio con su sonrisa, le restregaría aquello… Aparte, con la cara que el otro puso, estaba claro que le había fastidiado…
Rió por lo bajo mientras que se cruzaba de brazos, pero en cuando observó que se dirigía hacia la salida rápidamente se levantó, ahora… Era su oportunidad, ¡ahora o nunca!
Esperó con ciertas ansias que el otro abriera la puerta, pero ante las palabras del rubio se le quedó mirando con sus parpados abiertos.

No se lo podía creer… ¿Realmente…? Aquello hizo que arrugara la nariz y enseñara lo dientes, ¿cómo puede ser y como que atarlo?
Pero rápidamente volvió en sí, la puerta, ¡estaba abierta! Aun así, las palabras del otro hicieron que acelerara su paso, sin embargo… No le dio tiempo…. Las puerta se cerró, cosa que una vez al lado de ella la golpeó suavemente con sus puños mientras que colocaba la cabeza en esta misma, llegando a ocultar su mirar por su cabello mientras que apretaba en sigilo los dientes.

Rabia… ¡Maldito sea! Era su oportunidad… Y ahora… -¡Pagarás por esto!- Le gritó desde el otro lado de la puerta mirándole desde las espalda y rápidamente se apartó de allí, dirigiéndose hacía donde estaba el objeto rodante, la “pelota”
No saldría de allí…. Agarró la pelota pesadamente mientras que observaba con furia a aquel tipo que tanto llegaba a odiar.

Muy poco le importaban las miradas furtivas y morbosas de la gente, para el eran ratas nada mas intentando alimentarse de la vergüenza y los rumores. Por supuesto que no planeaba acostarse con el pequeño esclavo ahí mismo, simplemente lo torturaba un poco, más bien luchaban para ver quien torturaba a quien. Y aunque había salido herido se sentía victorioso, el estaba afuera y conseguía lo que quería, su esclavo estaba dentro muriéndose de la rabia y sin poder hacer nada, eso era precisamente lo que más le molestaba, savia perfectamente que punto debía tocar para enfurecerlo; él era un esclavo lo savia y savia lo que eso implicaba, pero no le gustaba nada, aunque igual no podía hacer absolutamente nada. La frustración es algo muy pesado y difícil de sufrir. Tenji lo había hecho quedar como el espectáculo principal de un circo, era de esperarse su comportamiento.

Los golpes en la puerta hicieron vibrar el cristal, Tenji pudo sentirlo claramente pues estaba recargado en el. Solo hizo un sonido con la boca, ¿Acaso jamás se rendía? No, y por eso había sido una buena compra. Al instante llego el encargado de antes apresurado, se veía agitado, nervioso y venía acompañado por otros 4 tipos enormes.

- Discúlpeme señor Chikara, antes no lo conocí, es un honor tenerlo con nosotros. – dijo entregándole la tarjeta de crédito. El sujeto hablaba rápido, exaltado y parecía torpe en su manera de expresarse. Lo savia, habían comprobado sus datos con la tarjeta y ahora lamian sus suelas como perros hambrientos, nada nuevo. – Sr. Chikara ¿Está seguro de querer a este esclavo? Tiene una muy mala actitud, es desobediente, no sigue las órdenes, tenemos muchos otros mejores, podemos mostrárselos personalmente si lo desea. – ¿mejores? Si claro, o más caros, solo los veía revolotear como mosquitos chupasangre a su alrededor que deseaban dejarlo seco. No le importaba el dinero, no le importaba el precio que debía pagar, pero si lo iba a hacer, seria por algo de su interés, así que no tenía intensiones de continuar observando más esclavos.

- ¿La transacción está hecha? – hablo fríamente, ignorando todo el parloteo del empleado, quien lo miro perplejo y apenas atino a mover la cabeza para contestarle afirmativamente. – Entonces no necesito nada mas, ese es el esclavo que me interesa.

- Enseguida se lo entregaremos Sr. – le dio la orden a los otros trabajadores que se dispusieron a entrar en la vitrina para atar al pequeño esclavo.

- A por cierto, tengan cuidado con esa pelota que tiene en las manos, al pequeño le gusta jugar rudo. – les avisó antes de que entraran y se quedo hablando con el encargado, más bien el hablaba, Tenji lo ignoraba.

Desde dentro de la vitrina pudo observar como el encargo volvía allí, pero no solo… Sin embargo, pudo visualizar el frotar de aquellas manos arrugadas, ante ello se podría decir que le estaban intento convencer de que no le compraran, ¡estupendo! Preferiría mil veces quedarse allí para toda su vida que ir detrás del otro, ¡eso no! No quería ser el esclavo de nadie y menos de alguien como ese, de un sujeto que llegaba a sacarle de sus propias casillas.
Apretó los dientes sin evitarlo, manteniendo aquella pesada pelota entre sus dos manos, sosteniéndola con firmeza incluso llegó a apretarla con sus finos dedos, conteniéndose la rabia de ello.

Le había quitado la oportunidad de poder salir… Aquello no quedaría así, ¡claro que no! Como bien había dicho antes, lo pagará, y bien caro…
Sin embargo, notaba como las miradas ajenas se posaban en ellos, cosa que deslizó por unos segundos sus pupilas a ellos, observándoles por el rabillo del ojo…. ¿Qué, de nuevo mirando? Frunció más el ceño, hasta tal punto de no poder más, se estaba poniendo nervioso… Era la primera vez que le sucedía aquello… No tenía planes algunos… No sabía qué hacer… ¿O sí?
Como bien había escuchado le mandaron a atar… Pero… Con el objeto en mano… Puede que salga victorioso…
Vamos... Que tendría que amar un “numerito”

Resopló ante ello, pero puede que funcione… ¿Cierto? Pero…. Ahora observó como tres de los encargados se adentraban, mientras que uno de ellos se quedaba hablando con el otro, arrugó la nariz mientras que retrocedía a medida que esos tres se le iban acercando.
Tenía el objeto rodante entre sus manos, así que podría defenderse…
Uno de ellos se le acercó de frente, cosa que la reacción que hizo fue elevar la pelota como podía, para poderla lanzársela, pero antes de ello sintió como le quitaban el objeto de las manos.
Miró hacía atrás percatándose de que uno de esos hombres se lo había quitado, y ahora aprovecharon a que estaba distraído a agarrarle de las ñecas.

Como era de esperar no se quedaría quieto, así que intentó quitarse a esos hombres… Nulo, no funcionó su estrategia, y ahora se veía atado de muñecas, cual se situaban detrás de su espalda, para que le sea imposible moverse e incluso de pies para que no llegara a salir corriendo.
Gruñó por lo bajo ante ello mientras que hacía fuerza para soltarse, a pesar de ello, miró al rubio, su culpa…. ¡Todo era su culpa!
Le observó con rabia, ira…

Volteo cuando estuvo seguro de que su compra estaba “empacada” y lista para llevar. Lo miraba enardecido, con odio puro ardiendo en sus ojos celestes. Sabía que en esos momentos era la persona a quien más odiaba, por humillarlo así. Sinceramente no le importaba si lo odiaba o lo apreciaba, él mismo nunca mostraba sentimientos de afecto a otras personas y no esperaba recibirlos. Le era indiferente toda esa basura sobre el amor, la comprensión y el respeto a los demás, tonterías, su respeto lo tendría quien lo mereciera, y a quien quisiera dárselo, no podían esperar más de él.

Tenji saco el teléfono celular de su bolsillo y le marco al chofer para que trajera el auto y viniera a ayudarlo con las pertenencias que el encargado le había entregado para el rubio, solo 2 cambios de ropa, bueno más tarde le pediría al mayordomo que mandara comprar algo de ropa para el esclavo. 2 de los tipos que habían atado al pequeño rubio lo pusieron frente al joven empresario quien apenas cerraba su teléfono.

- Si no te portaras tan mal ahora podrías moverte con mayor libertad. – le dijo tranquilamente en un tono que decía la típica frase de una madre: “Ahora piensa en lo que has hecho”. Aunque por supuesto usaba ese tono para burlarse de él.

El encargado observo al esclavo con desprecio para luego colocarle un collar en el cuello con una correa que le ofreció a Tenji en las manos. El rubio ladeo la cabeza mirando a su esclavo, tomo la correa y se acerco un poco tentando su suerte.

- Si continuas apretando la mandíbula de esa manera te romperás un diente. – sonrió satisfecho de al fin haber conseguido lo que quería, tenía el control completo de nuevo, cosa que disfrutaba demasiado. El chofer llego apresurado pero sin perder el porte elegante que su uniforme le daba, tomo las pertenencias del esclavo, le avisó a su jefe que el auto los esperaba y se adelanto para estar allá antes. Tenji ignoro de nuevo lo que los encargados balbuceaban para despedirlo pero antes de marcharse miro al rubio por última vez, quería preguntarle si savia lo humillante que sería caminar atado siendo tirado de una correa frente a todos los morbosos que invadían la sala de muestras. No era necesario preguntar nada, simplemente comenzó a caminar, lo cual tenso la correa y obligo al esclavo a caminar. Constantemente se tensaba por la renuencia del menor a avanzar, eso hasta que llegaron al auto y el chofer abrió la puerta para Tenji, quien obligo al chico a entrar antes que el, le dio unas instrucciones al chofer y se subió al coche.

Se removió bruscamente en intento de llegar a desatarse las manos, pero poco conseguía, le habían colocado aquellos estúpidos grilletes, cosa que eran aun más resistentes que una simple cuerda, pero igualmente, al tener los brazos atrás en su espalda le hacía imposible poder moverlas lo mismo le pasaba con los pies, otros grilletes se situaban en los tobillos, dándole un pequeño alcance de poder caminar, pero no correr… ¿Y de qué le serbia si no podía correr?
Gruñó por una vez más, deslizando su mirada hacia un lado, percatándose de la pelota, se la quedó mirando, quería cogerla… Pero le sería muy complicado de hacerlo…
Sin embargo, antes de poder hacer nada, uno de los encargados la llegó a coger, se podría decir que no le pesaba mucho debido a la masa corporal que tenía aquel.

Miró a aquel tipo, casi fulminándole con la mirada, aquel objeto era suyo, no tenía por qué tocarlo, pero de igual modo, el tipo solo le dijo a otro que se la llevara de allí, ahora se quedó sin objeto…
Arrugó la nariz al mismo tiempo que deslizaba sus pupilas hacia el otro rubio, en donde observó como llegaba a marcar ciertos números, poco le dio importancia, aun así, ahora se encontró frente al él, mirándole con la mayor rabia que podría sentir, es más… Esas palabras, hicieron que las aganas de derribarle fueran mayores.

Sin embargo… No tardó en sentir como algo frío e incomodo se posaba sobre su cuello, haciendo que, alarmado, mirase hacía ello, ¿!qué un collar!? Y por si fuera poco conjunto a una correa…
Miró al culpable de haberle puesto ese objeto con la misma expresión que el otro le miraba, desprecio.
Apretó los dientes por una vez para después fijarse en como llegaba a cercarse más a él, no estaría mal golpear… Pero quizá… Miró a su alrededor, no, habían muchos encargados… Chasqueó la lengua a la vez hacia un pequeño gesto de cabeza, intentando quitarse aquel collar, sabía que era inútil, pero por intentar que no quede…

Se quedó quieto mientras que el otro caminaba, hasta cierto punto que la correa se tensó obligándole a caminar a paso lento pero resistentes, sabía que la gente de allí les miraba curiosos, pero ahora poco importaba eso, si no lo que tenía delante, aquel rubio….
Es más, su caminar, era algo torpe por culpa de aquellos grilletes en los tobillos, aun así, no tardaron en llegar al auto, observándolo con desdén, al principio se resistió a entrar, negando e incluso retrocediendo como podía, pero en cuando le obligó gruñó mientras que fue sentado en uno de los asientos del vehículo.
Deslizó su mirada hacia otro lado, manteniendo el entrecejo fruncido y bien alejado del otro, a pesar que la dichosa cadena les “unía”