Los hombres se dieron cuenta de que algo andaba mal cuando empezaron a haber más mujeres presidentas que hombres, estas parecían tener el control de todo, y los hombres poco a poco se iban alejando de la educación, cosa que los alejaba aún más de la posibilidad de conseguir buenos puestos políticos y ayudar en el desarrollo del mundo. Pero antes de que pasara tal catástrofe, los hombres reaccionaron, y entraron en guerra con las mujeres.
El resultado de la absurda guerra fue la destrucción del planeta tierra; las mujeres, al ver que las condiciones del planeta habían cambiado, lo abandonaron, y lo mismo hicieron los hombres, llegando a un planeta muy parecido a la tierra, que ya había sido estudiado antes de la guerra. Quedaban ya pocos hombres, pero habían sido inteligentes y habían sabido proteger a las mejores mentes de entre ellos, ya no había mujeres con quienes procrearse, así que empezaron a hacer experimentos para poder lograr tener los hijos entre ellos.
Después de muchos años de intentarlo, por fin pudieron hacer que los hombres pudieran concebir un hijo, a partir de uno con el que lo lograron crearon muchos iguales, pero con aspectos diferentes, que al principio sólo servían para evitar la extinción; pero poco a poco los fueron degradando y los convirtieron en casi esclavos. Su sorpresa fue enorme cuando se dieron cuenta de que los hijos que tenían entre un humano normal y uno creado, podían tener cualquiera de los dos “sexos” el del padre o el de la “madre”; poco a poco estos nuevos niños se integraron en la sociedad, rompiendo con la barrera que había entre los humanos y las creaciones; los científicos al darse cuenta de lo que tenían en manos, no sólo empezaron a crear humanos que pudiera concebir, sino también humanos que hicieran el papel del “hombre”, para cubrir las nuevas demandas. Así mismo, no faltaron modificaciones genéticas mayores un tanto bizarras, por lo que es posible ver hombres gato, perro, etc.
Hoy en día, la sociedad reconoce como iguales tanto a hombres como a hombres-procreadores, pues es imposible distinguir entre un humano original de sangre pura y a aquellos cuyos genes contengan rastros de las primeras creaciones hombres-procreadores. Sin embargo, la esclavitud se mantiene en cierto grado: aún existen empresas como HANORI, que crean esclavos netamente de laboratorio, distinguidos por un chip en la espina (imposible de quitar).