El sol naranja del atardecer recubría el océano tornándolo en un color dorado y brillante; este era uno de los pocos días libres que desidia pasar fuera de la florería o lejos de sus preciados libros y no había mejor lugar que la playa, tan tranquila y naturalmente hermosa, en especial tranquila ahora que los calurosos días de verano se habían ido y los chiquillos y turistas junto con ellos. Incluso ahora Ryusei se sentía satisfecho de haber elegido venir a este sitio que justo en ese instante le brindaba toda su belleza. Cerró los ojos tratando de guardar esa imagen en lo mas profundo de su ser. Cuando los volvió a abrir miro a su alrededor, no estaba solo, en la playa no muy lejos de el se miraba la figura encorvada de otro chico que se aferraba a algo que no podía distinguir, sintiendo curiosidad bajo de la zona rocosa en la que se encontraba y camino por la arena hasta el encuentro del joven con orejas blancas.
- Hola, te sientes bien? Este es un lugar y tiempo muy hermoso como para que estés triste.
Le sonrío amablemente, inclinado para estar a su altura cara con cara.