Una moto nueva, 30 mil $...matarte en ella...no tiene precio

Ese día se levantó y después de cumplir con sus distintas reglas de aseo y alimentación, se dirigió al centro comercial pensando en comprar una motocicleta nueva, no era de los que coleccionaban eso pero tenía tres autos y dos motos, así que quería que estuvieran iguales, además...aunque no era de coleccionar, admitía que le encantaban las motos, y cada nueva adquisición era casi un nuevo hijo para él.

Se acomodó los lentes antes de darle una nueva calada al cigarro, la idea de comprar estaba resultando divertida, claro que se trataba de un vehículo y no de ropa...dios, cómo odiaba tener que comprar ropa, por eso cuando lo hacía compraba mucha y luego esperaba no tener que volver a pisar una de esas tiendas. Botó el cigarro que tenía porque ya se había terminado y sacó otro de su cigarrera inmediatamente, pero cuando quiso prenderlo el encendedor no le respondió.

-Maldita porquería de marca...a qué maldita hora se te ocurre quedarte sin gas...- dijo a regañadientes mientras tenía ganas de estrellar el encendedor contra el piso y pisarlo, pero para no hacer un espectáculo, se dirigió a la primera persona que pasaba a su lado.- disculpa, ¿tienes fuego?- preguntó con el cigarro ya en la boca.

Había salido del local con la intención de pasear un poco por el centro comercial. A esas horas no había casi ningún cliente en el local y para quedarse el día encerrado en su habitación, decidió salir para tomar el aire.Tardó poco en llegar al centro comercial y una vez en él, decidió dar una vuelta para ver por encima las tiendas, no es que necesitase algo en particular, pero siempre había alguna cosa que le llamaba la atención en los escaparates y se paraba unos minutos para contemplarla.
Se encaminó a la parte del centro comercial dedicada a las tiendas de ropa, ocio y cosas de ese estilo, que eran las que más frecuentaba él. Caminaba tan sumido en sus pensamientos que cuando sintió como una voz masculina le hablaba se sobresaltó y alzó rápidamente la mirada para encontrarse a un hombre unos años mayor que él, o eso era lo que parecía a primera vista. Tardó en asimilar la pregunta unos segundos e iba a decir que no, cuando recordó que llevaba dos o tres paquetes de cerillas en sus bolsillos con publicidad del porstíbulo.
-Claro, tome.-le tendió el paquete de cerillas con su inconfundible sonrisa coqueta y sin importarme nada que la caja tuviese el logo del prostíbulo.

Miró el paquete que le extendía el más bajo...cerillas, no recordaba la última vez que había usado una de esas, pero al demonio, la tomó, sacó una y la encendió para prender su cigarro, ahora sí pudo relajarse...¿por qué decían que el cigarro hacía daño?; una vez sintió el humo en sus pulmones miró al de cabello más largo, qué bonito era.

-Gracias...- le devolvió aquella sonrisa coqueta y miró el logo de la cajetilla...claro que lo conocía muy bien, lo raro sería que no lo conociera; rió para sus adentros, ¿había encontrado diversión?- ¿me creerías que me acabas de salvar la vida?, y como lo hiciste y estoy en deuda contigo, creo que debo de invitarte a comer algo.- era una lástima que su pequeña no estuviera por ahí...o eso sería divertido desde el comienzo.- o a lo que quieras, ¿qué dices?- cambió un poco su tono de voz, haciéndolo más sensual al mismo tiempo que le devolvía el paquete de cerillas.

Después de que el mayor aceptase el paquete, Yuki se quedo observándolo sin pena alguna. En verdad parecía que estaba observando como encendía el cigarro pero en vez de ver algo tan simple como eso, él prefirió analizar de arriba a abajo al hombre que tenía delante y sonrió suavemente, era un hombre muy atractivo.
-De nada. -esboza una nueva sonrisa, esta vez encantdora y ríe suavemente al escucharle decir que le había salvado la vida.-Entonces me alegro de haber pasado por aquí y haber llevado una caja de cerillas. Un hombre tan guapo no puede morir tan joven. -comenta como si nada, jugando con uno de los largos mechones que caían a uno de los lados de su rostro.-Creo que acepto su invitación, aunque claro ya que es usted el que invita puede elegir lo que podemos hacer... -dice con un tono de voz inocente, aunque la mirada con que miraba al mayor no tenía nada de inocente como su voz.-Por cierto, soy Yuki, un placer conocerle. -se presenta al recordar que antes no lo había hecho.

Sonrió halagado cuando el más bajo le dijo que un hombre guapo no podía morir tan joven, claro que el siempre decía que era muy bien parecido, pero ayudaba bastante a su ya de por su gran ego cuando se lo recordaban. Pudo darse cuenta del juego del de cabello morado, no era la primera vez que alguien le miraba de esa manera tan provocadora, sólo que aquel desconocido era más rápido de lo que el narcotraficante se había imaginado.

-Bueno...- le respondió con un tono de voz bastante sensual, tono que no usaba demasiadas veces con extraños.- te dije que te invitaría a comer...pero si no tienes apetito...podemos ir a algún otro lado, un lugar más privado.- sonrió pícaramente.- me llamo Gabriel Dantes, y por favor, el placer es mío.- placer iba a tener al verlo desnudo al menos; su nueva moto podía esperar.

-Y tú eres precioso.- agregó después de decir su nombre.

Hundió las manos en los bolsillos de su fina chaqueta y volvió a observar al mayor y luego dirigió su mirada a las personas que había a su alrededor, a esas horas no es que hubiera mucho movimiento por el centro comercial.
-Creo que es una buena idea, ¿te apetece ir a algún lugar en especial?. -preguntó con una pícara sonrisa, al notar el tono de voz con el que le hablaba y su sonrisa. Él había pensado en ir al prostíbulo, pero claro si el otro proponía algún sitio mejor él no iba a decir nada al respecto.-Oh, muchas gracias Gabriel por el cumplido .-esbozó una sonrisa coqueta, acercándose más al hombre y sin perder la sonrisa.

De hecho sí tenía un par de mejores lugares en mente, y uno en especial daba vueltas por su cabeza, uno donde su princesa le estaría esperando pacientemente en la habitación, claro que podían pasar muchas cosas antes de llegar allá; le hizo una señal al más bajo para que caminara a su lado.

-Seguro que no es la primera vez que te lo dicen.- botó las cenizas y se volvió a llevar su preciado cigarro a la boca.- sí, tengo un lugar en mente.- comentó traviesamente mientras caminaba hacia el estacionamiento. No tardaron demasiado en llegar a donde se encontraba el auto del administrador de Rozen y abrió las puertas para que pudieran entrar; una vez adentro encendió el auto y trató de jugar un poco con su acompañante.

-¿Nunca te han dicho que es peligroso irte con un desconocido?- porque Gabriel representaba todos los peligros posibles, o al menos casi todos.

Ante la seña del mayor, Yuki echó a andar a su lado, sin saber hacia donde iban a ir. Sacó las manos de los bolsillos para apretar un poco más la goma que ataba sus largos cabellos y sonrío divertido ante el comentario de Gabriel, tenía toda la razón, todos los hombres con los que había estado había dicho lo mismo.
-No estás equivocado, más de una vez me lo han dicho.-río entre dientes, le había hecho gracia el asunto.- ¿Y sé puede saber cual es ese lugar? .-inquirió curioso, volviendo la cabeza hacia el mayor para mirarle. Después de andar unos minutos llegaron al estacionamiento y cuando abrió las puertas del auto, entró rápidamente, acomodándose en el asiento del copiloto. Ante el comentario de Gabriel, ladeó la cabeza haca él y tardó unos instantes en responder.-Uhm...Puede que si me lo dijeran, pero si se el nombre del desconocido ya no es tan desconocido, ¿no? .-dijo, sonriendo de lado, pensando si estaba de broma o tenía un transfondo sus palabras.

Yuki parecía tener un ego tan grande como el de Dantes ya que admitió que le habían dicho ya varias veces que era precioso, no había duda que el de cabello largo sabía lo que tenía; le preguntó a dónde iban pero el alto sólo sonrió un poco y negó suavemente.

-Te gusta arruinar las sorpresas ¿no?- no dijo más, no pensaba decirle a dónde iban y la principal razón era porque aún estaba terminando de decidirse.

Se rió un rato por lo que le dijo Yuki y después apagó su cigarro, lo miró y le sonrió un tanto malignamente, asustarlo tal vez no iba a ser tan fácil como con otros.

-Tal vez...pero, ¿cómo sabes que te dije mi verdadero nombre?- prendió un nuevo cigarro con el encendedor del auto y lo miró de reojo.- ¿fumas?- ahora le sonrió más inocentemente.

Frunció los labios ligeramente al ver que no le contestaba, sino que le respondió con una evasiva cuando le preguntó a donde iban, pero lo dejó estar y sonrió de nuevo, divertido al escucharle decir que era una sorpresa, pues eso lo único que hacía era que aumentara la curiosidad de Yuki.
-Entonces si es una sorpresa no preguntaré nada más.-dijo para después acomodarse mejor en los mullidos asientos del auto. Volvió la mirada a él, justo al tiepo de captar una mirada un tanto diferente a las anteriores que había visto en esos ojos, pero lo pasó por alto de momento.-Buena pregunta...Tendré que confiar que así es y me dijiste tu verdadero nombre.-Se pasó una mano por uno de los mechones que colgaban sobre su rostro mientras veía como prendía otro cigarro, asintiendo después al oir la pregunta del mayor.-Suelo fumar de vez en cuando.

Se volvió a reír, no había duda de que era un chico muy confiado, tal vez porque ya había visto demasiadas cosas...o tal vez porque no había visto ninguna. Le dio uno de sus cigarros para que lo prendiera con el encendedor del auto.

-¿Fumas cuando estás nervioso?- bueno, no había funcionado...o el chico era más inteligente que él o era muy temerario, pero ya qué importaba, mientras que tuviera buen cuerpo eso era lo de menos ¿no?- sí lo es.- dijo refiriéndose a lo de su nombre, no le gustaba dar un nombre falso.

-Dime...¿te gustan las serpientes?

Sonrío ligeramente al oir reir al mayor y miró después por la ventana, sin ver nada que le llamase la atención en particular. Volvió la vist hacia Gabriel cuando le tiende uno de sus cigarros y lo prende con el encendedor que llevaba el auto, llevándoselo a la boca después para darle una calada.
-Cuando estoy nervioso, cuando no tengo nada mejor que hacer... -dice, sin dejar en claro si era exactamente la primera opción. Aunque claro, desde hacía varios años él había dejado de encontrarse nervioso con los hombres.-Entonces no me equivoqué.-sonrió y volvió a darle una calada al cigarro.-Pues la verdad es que no me gustan mucho...¿Por qué la pregunta?

-Por nada en especial.- respondió tranquilamente mientras ya se podía ver su propiedad; se detuvo frente a una gran reja y en un tablero apretó una combinación para poder entrar, el lugar de verdad era bastante grande y el jardín simplemente hermoso, aunque Dantes no era muy aficionado de la jardinería, a su serpiente le gustaba tener tanto especio donde “jugar”. Había nieve aún, pero ya no era tanta como antes...y se empezaba a sentir un poco más de calor.

Manejó sólo un poco más para llegar hasta la casa y se estacionó frente a la mansión, abrió las puertas del auto y le dijo al menor que bajara. Una vez dentro, como siempre lo saludaron muchos sirvientes, pero Gabriel les hizo poco caso, se preocupó más en indicarle el camino hasta su habitación a Yuki.

-Por aquí.- abrió la puerta de su habitación e inmediatamente después de que el de cabello largo entró, la serpiente lo rodeó y se subió en él.- tranquila mi amor...no le hagas daño.- le sonrió a Yuki.- ella es mi princesa...la mejor mascota-compañera que un hombre pueda tener.- no había duda de que los gustos del narcotraficante eran extraños, pero en realidad la serpiente era bastante práctica.

Asintió sin decir nada más y se mantuvo callado, observando como a lo lejos se podía divisar una mansion grande y un jardin precioso y muy bien cuidado. Pegó la mirada a la ventana, obserando maravillado la mansión, era la primera vez que veía una tan de cerca y no pudo evitar esconder su curiosidad y asombro. Cuando aparcó Gabriel y abrió las puertas del auto, bajó rápidamente y se acercó de nuevo al mayor, sin apartar la vista de la fachada.
-Es muy hermosa .-le comenta, volviendo la vista hacia él. Entró junto a él a la mansión y se quedó de nuevo perplejo ante los muebles y demás cosas que había en el interior, sin prestar mucha atención a los sirvientes que había a su alrededor y sin abir la boca siguió hasta el lugar donde le llevaba Gabriel.
Entró a la habitación y ni tiempo le dió para observarla cuando sintió como algo le rodeaba y trepaba por él. Se puso bastante tenso al sentir a la serpiente en su cuerpo y se quedó plantado donde estaba, volviendo la mirada hacia el mayor, comprendiendo ahora el porque de la pregunta de antes.- ¿Podrías decirle que se aparte...? .-dice, intentando que la voz no saliera entrecortada.

(Sigue aquí)