When angels scream [Libre]

No había sido mucho... no al menos de momento.

De momento sólo había sido el fuerte sonido de una puerta abierta de una patada y el brutal impacto de sus bracitos contra el frío y duro suelo de la Sala de Castigos. Había sido esa misma puerta cerrandose con una sutileza fuera de lugar, el 'click' del seguro entrelazado con el sonido de su respiración alterada, quizás por el miedo, quizás porque aún se estaba recuperando del golpe. Y los lentos pasos de su agresor, el modo como había sentido miles de pinchazos de vértigo en el pecho fruto del miedo e, incosncientemente, se había acurrucado contra la pared más próxima, mirando con ojos aterrados al hombre.

─¿Q-Quién eres...? ¿Qué quieres?

Hasta el momento no había sido mucho por lo que había pasado, pero Cherry sabía que en cualquier instante eso podía cambiar. Y eso era lo que más miedo le daba.

A veces no entendía por qué se portaban mal, sabían que iban a castigarlos y lo más seguro era que también sabían que ahí no tenían piedad por ninguno, ¿entonces por qué les gustaba tanto la sala de castigos? Venía casi molesto, por un problema que había tenido con un embarque de drogas, ahora seguro tendría que comprar a muchas personas y matar a muchas otras; después de quitarle el seguro a la puerta la abrió de una patada y sus ojos se dirigieron rápidamente hacia el chico que estaba sentado en el sueño, totalmente temeroso. Los ojos de Dantes eran fríos y no daban ni siquiera aliento de intentar escapar, porque sólo con la mirada decía que era lo mejor quedarse quieto siempre.

-¿Esa es manera de hablar?- aunque se encontraba un poco alterado, como siempre su voz salió a tono normal, sin ser un grito pero si siendo muy grave y con un tono algo fuerte.- esclavo idiota...¿qué no sabes en dónde estás?- volteó a ver atrás de él para asegurarse de que su mascota iba atrás, y así era...de pronto la princesa apareció y escabulléndose entre las piernas del administrador de Rozen, se acercó aún más que su dueño al chico.

-No te muevas, es venenosa y estamos de mal humor.

Cherry contempló horrorizado el avance parsimonioso de la serpiente y sintió como ese vértigo ascendía a su garganta por momentos. Le aterraban las serpientes.

Dirigió los ojos suplicantes al hombre. No conseguía entender qué había hecho mal... ¿había dicho algo que no debía? ¿Había hecho algo inapropiado? Todo era tan confuso...

─L-Lo siento... ─dijo, agachando la cabeza y cerrando los ojos con fuerza. La voz le temblaba por momentos.

De reojo vio el suave avanzar de la serpiente y obedeció, quedándose pegado a la pared y procurando no mover demasiado el pecho al respirar, aunque le costaba una barbaridad por esa sensación de que el aire escaseaba entre esas cuatro paredes.

Mantuvo la mirada agachada al hablar.

─¿V-Va a hacerme daño...?

Al menos el crío ese había tenido el tino de pedir disculpas, pero lo siguiente que dijo sin duda sorprendió a Dantes, seguramente no sabía dónde ni con quién estaba, si hacía semejante pregunta.

-No bebé...vamos a sentarnos a comer galletas y a tomar el té.- le dijo entre burlón y molesto, por el hecho de tener que decir lo que era obvio; sacó un cigarro, lo prendió y comenzó a botar el humo en dirección al menor. Miró el pequeño lugar, definitivamente no le gustaba para nada, así que decidió llevárselo de ahí, sin ningún reparó lo tomó del cabello y comenzó a jalar de este para hacer que el chico caminara y lo siguiera.

-Vamos a jugar un rato con él, preciosa.- le dijo a su mascota que iba ahora un poco más adelante que su dueño.

Así lo llevó hasta su oficina, un lugar más elegante y donde habían pasado los peores días de sus vidas ya varios esclavos, ahí por fin lo soltó, lanzándolo hacia el centro de la habitación totalmente alfombrada.

(Me avisas si este está muy agresivo)