Limpieza de primavera (lemon)

Si había una habitación que le gustaba, ese era su biblioteca. Paredes que imitaban una madera lustrosa, estantes llenos de libros cada uno más interesante del otro, una suave alfombra roja y un sillón comodísimo cerca de la chimenea eran los accesorios perfectos para el cuarto que Jun tenía como preferido. Más lejos, y casi en un rincón, un enorme escritorio de roble que le recordaba que ni en casa podía olvidar el trabajo. Aún así, la bella vista que tenía hacia sus jardines desde ese lugar compensaba un poco el tener que dedicarse a otros aún en la privacidad de su hogar.

Se había pasado toda la tarde ordenando algunas cosas ahí dentro. No le gustaba que nadie más lo hiciera, pues era su refugio privado y hasta a Tetsu le daba algo de pena interrumpir al menor cuando se encerraba ahí. Habiendo terminado ya de clasificar algunos libros recién comprados miró hacia el escritorio con algo de pereza...hacía bastante tiempo que no ordenaba los cajones, pensó, y de seguro los papeles acumulados pedía a gritos una revisión. Suspirando, se sentó en la silla de cuero y empezó a revisar...trabajo, trabajo, trabajo...todo lo tiró a la papelera a su lado.

De pronto, una carta sobresalió del montón...Jun no podía recordar el remitente, así que la abrió. Lo primero que cayó de ella fue una foto; en ella, una base militar de enormes proporciones resaltaba y muy pequeño, a los lejos, una persona...el moreno se detuvo analizando el rostro que no iba a volver a ver, al menos en persona...nunca había sido muy cercanos, y sin embargo, fue la invitación de esa persona lo que había cambiado radicalmente su vida hacía ya muchos años...
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La base militar en donde uno de sus amigos de la infancia era general había solcitado un pedido grande de esclavos. Con el pedido, una invitación a pasar unos días en la base y resolver las cuestiones referentes a la compra ahí mismo había llegado. Jun, que en esa época gozaba de una libertad absoluta de sus actos, pensó que no era una mala idea...no se trataba de un resort, pero sería un cambio en la rutina del día a día...

Fue recibido por el mismísimo genral, quien se afanaba en mostrarle las instalaciones. Jun paseaba distraído, pues no sentía una curiosidad especial por asuntos militares...cuando alguien llamó su atención. Se trataba de un chico de cabello negro, algo mayor que él al parecer...y que lo miraba fijamente...

-Quién es?.-preguntó con un susurro y un movimiento de cabeza a su guía

-Tetsu?.-respondió el otro, sin darle mucha importancia.-sólo es mi esclavo...se te hace conocido?...es de Hanori, tal vez hayas supervisado la serie...

-Tal vez...-murmuró Jun...pero sentía que era algo más que eso...y no podía quiatarse la mirada del otro de la cabeza...

Buscaba a Jun por toda la casa con una sonrisa en los labios, en la mente del hombre de cabello largo, lo dos estaban jugando una versión extraña del juego de las escondidas; lo buscó por todos lados hasta que uno de los sirvientes le dijo que Hanori se había encerrado en la biblioteca, la sonrisa del alto desapareció casi por completo de sus labios y fue hasta aquel lugar.

Quiso tocar…pero le daba algo de pena molestar a Jun en esos momentos, incluso Tetsu entendía que su amo necesitaba momentos a solas, aunque el esclavo lo único que deseaba era estar cada segundo que pasara al lado de su dueño. Se sentó en el suelo y apoyó su cabeza y cuerpo en la puerta de la biblioteca…quería entrar.

Aunque Jun a veces se cansara con él o se molesta con él…Tetsu jamás se cansaba, lo amaba tanto como lo amó la primera vez que lo vio, esos días eran buenos…pensó, pero jamás fue realmente feliz hasta que conoció a su príncipe.

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Estaba limpiando su arma tranquilamente, metido en sus cosas ya alejado de los demás, no porque él lo quisiera así, sino porque los demás simplemente no se le acercaban demasiado, muchos menos querían socializar con él. Ahí le tenían miedo…se referían a él como un demonio, un ser despiadado al que sólo le gustaba matar, y no estaban muy equivocados, porque cuando soltaban a Tetsu en el campo de batalla, era para que no quedara rastro de vida ahí…en esos momentos el soldado no distinguía entre compañeros ni enemigos.

Levantó el rostro y miró al invitado que estaba al lado de su “amo”…en ese momento sintió que por fin había encontrado la felicidad, había visto un ángel, su destino. Le sonrió a Jun y cuando éste y el general se alejaron un poco más, Tetsu dejó su arma a un lado y fue detrás de ellos, con cuidado de no ser notado.

Se escondía no por temor a que su dueño se enfadara con él, sino porque quería ver al ángel actuar de manera normal. En el caminó logró escuchar su nombre y apellido, los gravó en su mente…porque aunque Hanori aún no lo sabía, su destino era estar juntos.

Cuando sus ojos chocaron con los de Tetsu retiró la mirada instantaneamente. Se sentía avergonzado, ya que no estaba acostumbrado a esa clase de cercanía con los esclavos. Su trauma era tan grande que incluso había mandado a construir en Hanori una especie de cubículos transparentes en donde exhibirlos. No soportaba tenerlos cerca y tan sólo el pensar en un contacto le era francamente desagradable.

-Deberías entrenar mejor a tus animales.-le comentó al general, sin tener idea de que el mencionado "animal" iba tras ellos.- me ha sostenido la mirada

-No soy tan estricto con él...la verdad es que da un poco de miedo.- se rió, colocando una mano amistosamente sobre el hombro de Jun.- además el pobre no tiene idea de que aborreces a tus propias creaciones Jun...

-Que sea el dueño de Hanori no me hace el creador de...- se calló, fastidiado, pues no encontraba nada bueno que decir.- oh, vete al diablo...

Su amigo rió de buena gana mientras seguían caminando. Luego de una media hora de paseo más llegaron al área de habitaciones. El general había reservado para el moreno una correspondiente a los altos mandos, y entregándole la tarjeta para abrirla se retiró, prometiendo que se volverían a ver en la cena. Eso jamás sucedería.

Jun, por cortesía, esperó a que el otro desapareciera por el pasillo para tratar de abrir su cuarto. Pero apenas introdujo la tarjeta en la ranura un sonido le hizo detenerse.

-¿Quién anda ahí?

Iba detrás de los otros dos y por supuesto que estaba escuchando todo lo que estos dos hablaban, pero en realidad no le importaba; muchas personas creían que Tetsu era algo lento para entender las cosas, pero no podían estar más equivocados, el esclavo tal vez era el más inteligente de todos los que ahí se encontraban y el más conciente de la realidad…pero por su poca comunicación todos creía que tenía algún problema, eso y que solía ver las cosas de manera distinta…él simplemente no se complicaba.

Cuando el general se retiró, Tetsu hizo un poco de ruido antes de salir de su escondite como avisándole al otro que estaba ahí; cuando vio a Hanori de cerca sonrió nuevamente, era mucho más hermoso así…aunque su mirada reflejaba un poco de miedo…¿hacia él?

-Hola, me llamo Tetsu- dijo con una amable sonrisa adornando su usualmente inexpresivo rostro; se acercó un poco más al menor, pero la única reacción de este fue echarse un poco para atrás y mirarlo con más miedo que antes.

-…No te haré daño…yo jamás haría algo así, por favor no me tengas miedo príncipe- dijo un tanto triste, por la simple idea de que el otro lo rechazara, pero no iba a rendirse tan fácilmente…ellos habían nacido para estar juntos.

-Entremos a tu habitación, debes de estar incómodo aquí...o si quieres podemos dar un paseo- par cualquiera eso habría sonado raro, pero no para Tetsu...él simplemente quería ver las cosas de otra manera.

Por algún motivo no le sorprendió ver a Tetsu ahí. Desde que habían cruzado miradas, el más bajo se imaginaba que las cosas iban a llegar más lejos. Era una especie de premonición, como si aquella persona fuera a jugar un rol fundamental en su vida.

-Eres un atrevido, a mí que me importa como te llames?...

A pesar de sentirse totalmente cohibido, Jun decidió que tenía que ganar algo de aplomo. Si había algo que le fastidiaba sobre manera era que notaran su debilidad...o su miedo. Pero en esta ocasión no sólo era el miedo a los esclavos lo que le hacía retroceder, sino un no se qué de angustia. Los ojos de Tetsu y su sonrisa se le clavaban en el alma...jamás lo habían mirado de esa manera...era agradablemente incómodo.

A sus palabras, el mayor había respondido con una nueva sonrisa y con una invitación a dar un paseo. Jun terminó de indignarse...

-Pero...¿estás loco?...déjame en paz o hablaré con tu amo!.-dijo, mientras abría nerviosamente la puerta de su cuarto.

Nunca supo si Tetsu le hubiese obedecido o no. De pronto una gran explosión remeció todo el edificio, provocando que el más bajo se fuera de bruces. Por suerte, Tetsu lo atrapó en el aire, evitándole una dolorosa caída. Jun enrojeció. Levantando la mirada, y por alguna razón sin safarse del abrazo, miró al esclavo a los ojos.

-Qué fue eso?

No importaba cómo lo mirara o qué le dijera el menor, Tetsu no quitaría esa sonrisa de felicidad que traía en el rostro y que la gente ya se había resignado a no ver. El mayor estaba feliz de haber encontrado a su príncipe, y nada le iba a quitar esa sonrisa del rostro. Cogió a Hanori cuando este cayó a sus brazos y lo miró a los ojos cuando éste le preguntó qué había sido eso.

-Un ataque príncipe…- le sonrió al mismo tiempo que empezaban a sonar las alarmas, el sonido era fuerte y desesperante -entra a tu habitación…yo te voy a proteger- abrió la puerta de la habitación con la tarjeta que descuidadamente Jun había dejado en la puerta e hizo entrar al más bajo.

Salió de ahí rápidamente, mientras avanzaba veía a todos esos soldados asustados… “gallinas” pensaba…no se merecían estar en medio de algo tan hermoso como la guerra; el demonio les daba algo de tranquilidad, teniendo a alguien como él no podían perder, o al menos ese pensamiento era el único que les daba esperanza.

El hombre cogió sus armas y mató a quien se le puso en frente, de vez en cuando deshaciéndose de algunos compañeros, pero no le importaba…ellos sabían que no debían de interferir. Su “amo” se cubrió tras él…típico, pensaba…pero en realidad no le importaba demasiado…pelear…era otra cosa que lo hacía feliz.

Más de una hora después la situación estaba controlada, Tetsu y el general estaban cerca de la habitación de Jun, iban a ir a verlo pero el esclavo cogió una de las armas de los enemigos.

-Lo siento…pero he encontrado un nuevo amor- sin esperar más le disparó -fuiste divertido…- se encargó de que las evidencias apuntaran a los enemigos y fue a buscar al menor.

Fue la hora más larga de su vida. Las explosiones, los gritos, el sonido de las armas no se detenían y Jun, sentado en un rincón y fumando un cigarrillo con manos temblorsas ocasionalmente, tenía la vista clavada en la puerta, esperando que en cualquier momento un enemigo entrara y lo acribillara sin más trámites. Estaba aterrado.

Y sin emabrgo, algo le decía que esa no era la tarde de su muerte. Tetsu lo había dicho. "Yo te voy a proteger". Las palabras del esclavo zumbaban en su cabeza incallables, infundiéndole un álito de esperanza. Por su puesto que, en ese momento de terror no se puso a analizar porque algo como eso lo reconfortaba. Simplemente se aferraba a la promesa con uñas y dientes. él se encargaría; el lo protegería.

Al fin, todo sonido cesó. Luego de esperar unos segundos Jun se puso de pie y se atrevió a dejar la habitación. Al menos en ese área no habían llegado los enemigos, así que nos e encontró con ningún cadáver que le trastornara los sentidos. Cauteloso, empezó a caminar, hasta encontrarse con un teniente que le había sido presentado esa misma mañana. El hombre le ayudó a llegar hasta el comedor militar, donde los altos mandos se estaban reuniendo para hacer un recuento de las bajas. El moreno permaneció ahí en silencio, horrorrizado por la cantidad de muertos, que aumentaban a cada momento. Pero la noticia de que su amigo el general pertenecía a la fila de cadáveres fue lo que realmente le removió las entrañas. Hacía sólo una hora que habían quedado en cenar juntos esa noche.

El general era el único muerto de "importancia", así que la conversación circuló en torno a quien iba a realizar los diferentes trámites que se requerían. Fue entonces cuando el teniente que le había llevado hasta ahí miró a Jun y le dirigió la palabra.

-Señor Hanori, conoce usted algún heredero del general?

-No...no le quedaba familia...-respondió el chico atropeyadamente, pues la pregunta le había cogido de sorprea.

-Eso pensé...dígame, ¿Hay alguna posibilidad de que usted pueda encargarse de los trámites del esclavo?...la ley dice que pasa a ser de su propiedad previo pago al estado...nos gustaría que tramitara su reventa al ejército...

Jun volvía a su habitación bastante pensativo. Había acordado llevarse a Tetsu con él a Zados y registrarlo en Hanori rápidamente, para luego venderlo al ejército. Pero la idea le incomodaba. Llevarse a Tetsu significaba pasar con él a solas al menos veinticuatro horas, pues su avión particular estaba del otro lado del mundo siendo usado por sus socios, ya que pensó que no iba a necesitarlo hasta dentro de unos días. Encima. el ataque hacía imposible que siguiera hospedándose en la base. Iba a tener que irse a un hotel, con el esclavo. Con el mismo esclavo que por algun motivo misterioso estaba en ese momento esperándolo en la puerta de su habitación. Jun lo miró de reojo y abrió la puerta en silencio.

-Pasa...tenemos que hablar

En el tiempo que Jun no había estado hablando con los soldados sobre Tetsu y la compra, éste había estado en la habitación del menor revisándolo todo, no era algo que hiciera normalmente, pero tratándose de Hanori era algo que no podía evitar. Después de haber revisado las maletas del chico y haber descubierto todo lo que podía descubrir, al notar que su príncipe no llegaba, lo guardó todo cuidadosamente, tanto que Jun jamás sabría que habían revisado todas sus cosas una por una, pero Tetsu tenía planeado decírselo.

Salió de la habitación y se paró en la puerta mientras esperaba al invitado, quería verlo ya…¿por qué tardaba? tal vez debía ir a buscarlo…sabía que estaba bien, si no fuera así él lo habría sentido. Sonrió feliz cuando lo vio aparecerse y entrar a su habitación inmediatamente diciéndole que tenían que hablar, lo siguió sin replicar y ambos entraron a la habitación del más bajo.

-Te estaba esperando- le comentó para informarlo -¿de qué deseas hablar príncipe? ¿ya nos vamos…?- seguía con aquella sonrisa, una sonrisa que hasta era tierna…el que lo viera sonreír así jamás pensaría que era uno de los más despiadados asesinos.

Jun volteó a ver a Tetsu con una expresión de sopresa dibujada en su rostro. ¿Cómo era que el esclavo sabía, efectivamente, que se iban? El más bajo sacudió la cabeza inconscientemente, tratando de no hacerse ideas de que era lo que podía estar pasando. Seguramente, pensó, el esclavo ya estaba informado de la muerte de su amo y lo más lógico claro era que el dueño de Hanori, ya que se encontraba precisamente ahí, fuera el que se encargara de él.

-Sí, nos vamos.-repitió el más bajo, mientras se sentaba en la cama y empezaba a buscar un número en su celular.- pasarás la noche conmigo en un hotel cerca de aquí, luego iremos a mi empresa a registrarte...si todo sale bien en una semana estarás de vuelta...-Jun encontró el número que buscaba y lo retuvo en la pantalla, aún sin marcar.- si tienes algo que quieras llevarte búscalo ahora...y nos vemos en 15 minutos en la entrada de la base...

Terminó de hablar y luego de marcar el número del hotel le hizo a Tetsu un gesto con la mano para que terminara de irse. Quería reservar una suite de dos habitaciones y una limusina que pasaría por ellos...logró hacer el primer trámite, y al colgar y levantar la mirada se dió cuenta que el hombre seguía ahí.

-Pero, q¿ué haces que no te mueves?...

Escuchó cuando Jun reservaba la habitación en el hotel, después con la misma sonrisa de hacía un rato se acercó al otro. Había entendido que Jun tenía pensando devolverlo ahí, pero él no iba a regresar...si se lo decía ahí, seguro que Hanori haría problema, sería más fácil en el hotel.

-Porque todo lo que me interesa ya lo tengo...- refiriéndose a sus armas -¿por qué mejor no me hablas un poco de ti?- se sentó en la cama como si esa habitación fuera la suya, Tetsu no se sentía un esclavo...ni de Jun ni de nadie, y el que tratara de doblegarlo iba a tener un feo final...cualquiera que no fuera Hanori.

-Tienes una linda ropa interior- después de decir eso sonrió un poco mientras recordaba toda la ropa que había visto en las maletas -y además tienes muy buen gusto...me gustaría que eligieras mi ropa, porque yo soy bastante malo con eso...- se quedó esperando a que Jun le hablara de él.

Sus ojos se pasearon por el cinturón del esclavo, dándose cuenta por primera vez de las armas...¿Qué tan inteligente era de su parte llevarse a ese personaje armado? Aunque por otro lado, la idea de pedirle a Tetsu que dejara sus armas no le parecía muy segura. Dejó pasar el detalle. Lo que no iba a dejar pasar era que el otro se comportara como si estuviera en su casa. A penas el más alto se sentó a su lado Jun volteó el rostro disgustado, pero incapaz de pedirle que se parara...el general había tenido razón al decir que ese hombre inspiraba miedo...

-Mi ropa interior...?.-el comentario hizo que el más bajo volteara a verlo nuevamente, esta vez, con un fuerte rubor en las mejillas. Su primer pensamiento había sido que se había paseado por el cuartel los últimos minutos con la ropa descompuesta, pero luego vió sus maletas sobre la cama y comprendió que el otro las había revisado.- ¡Por qué has urgado en mis cosas?!... demonios..!

Jun no era de decir malas palabras, pero Tetsu lo estaba haciendo llegar a su límite; se puso de pie y abriendo la ventana encendió un cigarro mientras llamaba a la limosina que debería recogerlos en unos minutos...luego, en parte para no aburrirrse y en parte para que el tipo se quedara contento, empezó a hablar.

-Tengo 20 años...vivo solo y...-aspiró el cigarrillo con fuerza, clavándole los ojos al otro.- soy tu amo...no creas que seré como el anterior, que te dejaba hacer lo que quisieras...te lo digo de una vez, Tetsu.-era la primera vez que lo llamaba por su nombre.- los esclavos no me agradan ni un poco...

Jun parecía molesto porque Tetsu había estado revisando sus cosas, el mayor ya suponía que el otro iba a reaccionar así, pero le causó bastante gracia la actitud de su “amo”. Cuando lo vio prender el cigarro quiso ir detrás de él y quitárselo, eso era algo que no le gustaba…pero podría aprender a vivir con eso si no lo hacía demasiado.

-Pero el tabaco sí que te agrada ¿no?- preguntó tranquilamente mientras le quitaba el cigarro aún con una tierna sonrisa en los labios y se dedicaba a apagarlo -qué bueno que vives solo, porque soy bastante celoso…es un defecto de fábrica-

Pensó en lo que le había dicho Jun, él ahora era su amo y no le agradaban los esclavos…¿cómo era eso posible? él tenía que agradarle, al menos él.

-¿No te agrado?- preguntó ahora ya un poco preocupado, si su destino era estar juntos…¿ por qué no le agradaba a Hanori? Por lo otro, Jun podía decirle miles de veces que era su amo y que tenía que obedecer, pero Tetsu no lo veía así…él no era un esclavo, aunque sabía que había nacido con esa condición, algo en él le decía que las cosas no eran así. Obedecería a Jun…sí, pero no porque este fuera su esclavo, lo obedecería porque era lo que quería hacer.

Ya era el colmo. Tetsu se le acercó y le quitó el cigarro de la boca, apagándolo inmediatamente. Jun al principio se había quedado sin habla, muy sorprendido para reaccionar mal, pues jamás en su vida había visto que un esclavo se atreviera a comportarse así. Sin embargo no tardó en recuperarse. Estaba a punto de caerle a insultos al más alto y largarse de ahí solo, cuando el hombre le preguntó si no le agradaba. Y con la pregunta, vino una mirada tan espeluznantemente tierna que al dueño de Hanori se le quedaron los insultos en la garganta. Sí, Tetsu era un fresco, pero desde hacía rato se desvivía en muestras de amabilidad; y él en cambio se había dedicado a tratarlo con la punta del zapato. La conciencia de Jun empezó a dar su opinión sobre el asunto, y el más bajo tuvo que terminar de reconocer que se estaba portando como un cretino...era un esclavo el que había asesinado a su padre, no todos. Tendría un poco más de paciencia, después de todo, sólo sería un día...luego lo dejaría en Hanori y pasaría a ser el problema de otro.

-...no, dije que...no me agradan los esclavos...en general...-murmuró como disculpa; era lo mejor que podía hacer.- pero no me apagues los cigarros...eso sí es molesto...-cerró los ojos y respiró hondo.- bajemos de una vez, la limosina debe estar esperando ya...

Sin esperar respuesta bajó al primer piso donde ya lo esperaban sus anfitriones para despedirse, junto a algunos curiosos que iban a ver como el demonio los dejaba. Jun estrechó algunas manos y subió al auto seguido de Tetsu, a quien se le dió el asiento del copiloto, por lo que no tuvo oportunidad de hablar con Jun camino al hotel. Al llegar as u destino el dueño de Hanori hizo subir sus maletas inmediatmente y luego se sentó a fumar en la sala común de la suite, ya más traquilo y mirando a Tetsu con curiosidad.

-Ni siquiera has traido ropa...¿Con qué piensas dormir?

Jun lo pensó bien y le dijo, en otras palabras, que no tenía nada contra él, sólo no le agradaban los esclavos en general, eso hizo que el mayor sonriera feliz, Jun no lo sabía pero lo único que había hecho era darle más esperanzas al esclavo.

-Es que eso te hará daño príncipe- dijo refiriéndose al cigarro -además, no se ve bien que alguien tan hermoso y delicado como tú esté fumando- la intención de Tetsu era hacerle desistir a su nuevo amo del cigarro, pero jamás iba a lograrlo.

Bajó con Hanori y no se despidió de nadie, aunque tampoco nadie se despidió de él, porque todos pensaban que él era casi un robot…y en respecto a todos ellos era cierto, no le importaban.

Ya en la habitación del hotel, su dueño se sentó a fumar tranquilo mientras lo miraba, y aunque al más alto no le gustaba, iba a tener que dejarlo pasar esa vez, porque Jun ya le había dicho que era molesto que le quitara el cigarro.

-Con lo que tú me des- sonrió tranquilamente, si Jun iba a quedarse con él iba a tener que comprarle ropa que no fuera militar -no te preocupes…usaré lo que me des porque tienes buen gusto-

Jun suspiró y apagando el cigarro en el cenicero más cercano tomó el teléfono para pedir algo de ropa de la tienda del hotel. No se daba cuenta, pero Tetsu estaba doblegando su voluntad. El hecho de que el más bajo de preocupara de un detalla como la opa indicaba que estaba otrogándole al esclavo un status de persona que hacñia mucho tiempo estaba lejos de sus concepciones.

Por el teléfono, la recepcionista de la tienda le hizo un claro detalle de los artículos en venta. Toda la ropa era de la más alta calidad, pero a Hanori eso no le preocupaba, pues tenía tanto dinero que gastarlo era lo de menos. Finalmente se decidió por unas piyamas de satén negro, unos jeans oscuros, una camisa blanca y una casaca negra, además de ropa interior. Eso tenía al otro hombre cubierto hasta su llegada al laboratorio.

-Subirán todo en un rato.-dijo, colgando el teléfono.- si algo no te gusta lo mandas a cambiar...o bajas a escoger, me da igual.- el chico se levantó algo cansado.- voy a darme un baño...entrente como puedas...ya pronto estarás de regreso...

Cone so último creía consolar al esclavo un poco. Después de todo, el creía que estaba de lo más bien en el cuartel.

Para llegar al cuarto de baño primero tuvo que entrar a la que sería su habitación esa noche. Luego, dejó su ropa a un lado y desnudo empezó a buscar lo que vestiría luego. Una vez que sus prendas estuvieron a la vista ordenadamente en la cama, se sentó al raz del jacuzzi a esperar a que este se llenara, lo que no tardó mucho. Jun se sumergió en el agua con suspiro de alivio, ya que buena falta le hacía un baño relajante.

Tetsu escuchaba atento a Jun, le iba a decir que lo que sea que haya pedido para él iba a gustarle, pero el menor le dijo algo más que captó su atención; quería responderle pero lo mejor iba a ser acorralarlo en el baño. Dejó que su dueño se fuera y esperó pacientemente por la ropa, una vez que la subieron se cambió en la misma sala y se arregló un poco el cabello… “tal vez debería cortarlo” pero rápidamente desistió de esa idea.

Llegó a la habitación de Hanori y vio la ropa perfectamente ordenada sobre la cama, eso le arrancó una sonrisa; caminó hacia el baño y abrió la puerta, Jun la había dejado sin seguro, seguro no se esperaba que Tetsu entrara mientras él estaba ahí…y sin tocar.

-Príncipe- dijo mientras entraba como si eso no estuviera mal -me dijiste que pronto estaría de vuelta, pero yo me voy a quedar contigo- le sonrió mientras miraba su hermoso cuerpo y sus ojos notaban las cicatrices de Jun, pero de sus labios no salió nada con respecto a eso, hasta Tetsu sabía cuando no abrir su bocota -¿te ayudo con la espalda?-

Después de decir eso hizo ademán de acercarse a Jun para ayudarle a lavarse la espalda.

-Kyaaa!.-el corazón de Jun dió un brinco a la par de su cuerpo, que sumergió hasta la barbilla en la bañera en parte por pudor, pues nadie lo veía desnudo desde que aprendió a cambiarse sólo, y en parte por verguenza; por algo era que usaba esos guantes largos...aunque no fuera especialmente vanidoso, no le gustaba que los demás viesen los defectos de su cuerpo.

-Qué haces aquí?...-murmuró con los labios casi rozando el agua, su rostro para ese entonces había tomado un color granate brillante, como si hubiese estado asolenadose por horas; el esclavo le dijo que pretendía quedarse con él, pero dadas las circunstancias el comentario pasó a segundo plano por el momento.- que no podías esperarte para eso?...

En vez de responder Tetsu se ofreció a lavarle la espalda, mientras se le acercaba; de ser posible, Jun hubiese escapado por el desague, pero por más pequeño que fuese no llegaba a caber. Salirse de la bañera tampoco estaba en discusión, así que asintió levemente y dejó que el esclavo se sentara en el borde de la bañera y empezara a jabonarle la espalda. El más bajo se estremeció por el contacto...miraba su propio reflejo en el agua cristalina...

-Esa ropa te queda bien...-desde que el otro había entrado saltaba a la vista; la ropa de civil le asentaba...por primera vez Hanori pensó que tenía frente a él a un hombre bastante guapo.

Le causaba algo de gracia la actitud de su príncipe, aunque claro no sabía que este no quería que vieran sus cicatrices, Tetsu no era una persona que se fijara demasiado en esas cosas, y sí él tuviera cicatrices no le importaría demasiado mostrarlas.

Se acercó a Jun y se sentó al borde de la bañera, llevó sus manos hasta la espalda del menor y comenzó a enjabonarla con bastante cuidado, como si se tratara de un príncipe de verdad el que estaba a su lado.

-No…no podía, es que además quería verte- respondió bastante tranquilo mientras que sus suaves movimientos sólo le causaban placer al más pequeño. No se miró cuando Jun le hizo el cumplido, no le importaba cómo se viera…siempre y cuando le gustaba a Hanori.

-Gracias, es que tienes muy buen gusto- le recordó, y después se inclinó un poco para hablarle al oído -tú te ves bien sin ropa…-

El casi masaje que Tetsu le hacía había logrado relajarlo un poco, pero se sentía culpable; la vista de sus brazos le recordaba por qué había renegado de la casta de los esclavos para siempre...y sin embargo...ahí estaba, disfrutando de un tacto que hacía unas horas el sólo pensamiento le causaba escalofríos...

Tetsu no podía tener idea del debate moral por el que estaba pasando Jun. Su odio a los esclavos se debatía con la buena impresión que había tenido del más alto desde el principio; el recuerdo de su padre, con sus ganas de dejar todo atrás y empezar de nuevo...y su cuerpo, estaba sintiendo un no sé qué erótico, que le llevaba imaginarse ciertas situaciones con el hombre que tenía a las espaldas que era mejor no mencionar...después de todo, a sus veinte años aún era virgen y...bueno, ciertas necesidades no podían simplemente obviarse

-Ya es suficiente...-dijo de pronto, sin haber perdido el sonrojo y sin mirar a Tetsu en lo más mínimo.- tu debes...yo...ah...es hora de dormir...

El chico rogaba porque Tetsu lo obedeciera. Que se fuese rápido...o no respondía de sus actos.

El sonrojo en Jun era simplemente encantador, eso pensaba el ex soldado; sonrió un poco cuando el más bajo le dijo que ya era hora de dormir, era conciente de que había logrado ponerlo nervioso con lo último que había dicho, pero no pensaba abandonar la batalla con tanta facilidad.

-Pero es muy temprano…- le dijo suavemente al oído para después besarle el cuello -¿no prefieres que te haga unos masajes…? para que duermas bien…- Tetsu sabía hacer muchas cosas, y era algo que desconocían todos sus compañeros en la base, él no sólo servía para disparar…aunque jamás había fallado un solo tiro; algo que el esclavo jamás había mencionado, era que a él lo habían creado para venderlo como domestico…pero al verlo a los ojos pensaron que algo había salido mal, por eso él tenía aptitudes para muchas cosas.

-¿Te ayudo a secarte?- le preguntó sin despegar demasiado sus labios del cuello del más bajo, y sus manos seguían acariciando el cuerpo de este.

Apenas Tetsu besó su cuello, Jun ya no pensabaen nada en absoluto. Tenía la mente en blanco total, pues estaba francamente en shock. El otro parecía muy satisfecho, e incluso se ofreció a ayudarlo a secarse...el más bajo ya no estaba pensando. Sólo tuvo que voltearse un poco para responderle con una soberana cachetada que hizo eco por todo el cuarto de baño.

-Vete...-susurró, mirandolo con sus ojos que ardían entre destellos negors y rojos.- vete!!

Jun no esperó a que el otro reaccionara. Pasó a su lado lo más rápido que pudo y se cubrió con una toalla, apoyándose contra la pared helada. Se moría de miedo. Se moría de miedo de que Tetsu se quedara. Cerró los ojos, los brazos entrelazados en el pecho para sostener la toalla y mordiéndose los labios esperaba a que el otro dejara el lugar...el hotel si era posible...

En el fondo sabía que lo que lo estaba aterrorrizando de esa manera era su propia debilidad.

Tenía que admitir que esa cachetada lo había agarrado por sorpresa, cuando Jun le gritó que se fuera lo miró un rato…pensando qué hacer, no quería irse pero ya había irritado bastante al otro, aunque esa no había sido su intención. Se paró y se acomodó un poco la ropa, después salió sin decirle nada a Hanori.

Una vez fuera del baño se acarició la mejilla, no porque le doliera…casi ni había sentido el golpes, se acarició por lo que esa cachetada había significado…y no se dio cuenta pero hasta le había gustado un poco que Jun se molestara con él y le golpeara; sonrió para si y se sentó en la cama esperando a que el menor saliera del baño, en algún momento iba a tener que hacerlo.

Mientras esperaba se entretuvo viendo la televisión, no le llamaba demasiado la atención nada, por lo que cambiaba sin detenerse los canales, hasta que encontró un especial sobre armas y se quedó viéndolo como un pequeño que veía el comercial de un juguete nuevo.

Cuando Tetsu dejó el lugar, Jun se dejó resbalar por la pared hasta quedarse sentado en el suelo. Podría decirse que sentía una especie de alivio...pero era algo más complicado que eso. Si bien su seguridad se veía reestablecida, al abrir los ojos y verse solo en ese lugar se produjo en él una nostalgia que no sabía que tenía empozada.

Estaba completamente solo. No solo en ese cuarto de baño, sino en su vida. Y él era el que propiciaba esa soledad; él el que no dejaba que nadie se acercara a él lo suficiente como para dañarlo, pero tampoco para conocerlo. Hanori se abrazó las rodillas...¿Por qué había reaccionado tan mal?...simple, porque él deseaba mucho más que Tetsu ese contacto...

Aguzó el oído. Al parecer el otro seguía en la habitación, pues habían prendido el televisor. Jun entonces recordó que su ropa estaba fuera...y además, no podía quedarse en el baño para siempre. Bien envuelto en la toalla caminó hasta el umbral de la puerta y se apoyó en éste, observando al esclavo unos segundos sin que éste lo notara.

-Tetsu...pásame mi ropa...por favor...

Hbaía dicho por favor, y hablado en el tono más amable que conocía. No pensaba pedir disculpas, pero sí quería demostrar que estaba arrepentido.

Como Jun no hizo ruido y Tetsu estaba bastante concentrado en la televisión, no notó cuando el menor se quedó viéndolo, pero no se sorprendió cuando escuchó la voz de Hanori pidiéndole amablemente su ropa, sabía que el más bajo iba a tener que salir en algún momento.

Cogió la vestimenta del menor y con una sonrisa en los labios se paró para acercarse y dársela, olvidando por un momento la televisión.

-Aquí tienes, ¿necesitas ayuda poniéndotela?- le preguntó aún son su amable sonrisa en los labios.

No necesitaba que Jun se disculpara con él, porque no había hecho nada malo…y hasta le había gustado. No esperó a que Hanori le contestara, no se podía arriesgar a que lo mandara a callar o lo echara de la habitación, se daba cuenta que tal vez iba a tener que esforzarse un poco más con su nuevo amo, pero no pensaba rendirse.

-¿Sabes Jun? te ves bastante lindo cuando estás furioso, y se sintió bien cuando me golpeaste-

-Estás loco....

Jun sintió que enrojecía, así que inmediatamente caminó hasta la cama y dejando la ropa sobra ésta se quitó la toalla de encima y empezó a vestirse. Sólo se trataba de una piyama de viaje de dos piezas, bastante cómoda, así que no iba a tardar mucho. Mientras lo hacía miraba al esclavo de reojo, atento a que no fuera a hacer algún movimiento sospechoso.

-¿A qué clase de persona...-empezó a decir de pronto, abrochando la camisa del piyama.- puede gustarle que la golpee...?.-se dió media vuelta y miró a Tetsu a los ojos, ya sin tanto miedo y mas bien con curosidad.- eres extraño... de verdad te hicieron en Hanori?...Voy a buscar los detalles de ese experimento...

Por que algo tenía que haber salido mal!...pero eso era justamente lo que Jun encontraba atractivo en Tetsu; era diferente a los esclavos sumisos y medio idiotas que se hacían en su empresa...se sentó en la cama sin dejar de observar a Tetsu.

-Dime, no te entristeza la muerte de tu amo?...¿No quieres volver a tu base pronto? Oí que te gusta la guerra...