Moses escuchó tranquilamente las palabras del chico, al principio también le había preocupado, por eso entendía su reacción, pero al final ya no podían hacer nada, ni siquiera llorar sobre la leche derramada, las cosas ya estaban hechas y no se podía volver atrás.
La situación le complicaba un poco, el reconocer una relación amorosa con su esclavo, que conocía hace apenas unas cuantas horas era algo a lo que no se podía ni debía arriesgar, pero trató de no preocuparse por eso, sólo deseaba esperar y que las cosas pasaran como estaba previsto.
Trató de calmar a Aruan abrazandolo y le cerró la boca con un beso largo y profundo, le quería, no iba a hacer nada estúpido para perderlo, incluso si eso incluía que fueran tres y no dos.
-No digas tonterias, si puedes. Aruan, mírame.-Esperó a que el chico posara su mirada directamente en sus ojos y luego continuó.-No te preocupes, mañana iremos a comprar las pastillas y veremos en el transcurso de los días que es lo que sucede. Ahora descansa, ven.-Le estiró la mano.-Agárrala.
Primero abrió la cama, luego tomó en brazos a Aruan, lo recostó allí y lo cobijó paternalmente, dandole un beso en la frente.-No te preocupes ahora, duerme..-Moses se acostó a su lado.