Al menos el crío ese había tenido el tino de pedir disculpas, pero lo siguiente que dijo sin duda sorprendió a Dantes, seguramente no sabía dónde ni con quién estaba, si hacía semejante pregunta.
-No bebé...vamos a sentarnos a comer galletas y a tomar el té.- le dijo entre burlón y molesto, por el hecho de tener que decir lo que era obvio; sacó un cigarro, lo prendió y comenzó a botar el humo en dirección al menor. Miró el pequeño lugar, definitivamente no le gustaba para nada, así que decidió llevárselo de ahí, sin ningún reparó lo tomó del cabello y comenzó a jalar de este para hacer que el chico caminara y lo siguiera.
-Vamos a jugar un rato con él, preciosa.- le dijo a su mascota que iba ahora un poco más adelante que su dueño.
Así lo llevó hasta su oficina, un lugar más elegante y donde habían pasado los peores días de sus vidas ya varios esclavos, ahí por fin lo soltó, lanzándolo hacia el centro de la habitación totalmente alfombrada.
(Me avisas si este está muy agresivo)