Departamento de Ryusei [lemon-Paul]

- Entonces tuve suerte… - sonrío melancólico apoyando su cabeza en su mano mientras miraba a Paul comer. Las paginas del libro que había mencionado le daban vueltas en la cabeza, en esos momentos deseaba ser tan osado como aquel protagonista, aunque su final no hubiera sido el mas feliz, su vida había tenido las experiencias mas excitantes. Pero no quería lastimar a Paul, al menos no más de lo que ya lo habían lastimado. – Paul…yo… si no fuera tu amo aun así harías lo que te enseñaron… conmigo? – se río de sus palabras que sin pensar había pronunciado.

Ese muchacho frente a el tenia una enorme capacidad para poder su cerebro en blanco y bloquear su mente en solo cuestion de segundos.

Ahora se encontraba con los nervios de punta, claro que le gustaria mostrarle a su amo todo lo aprendido durante amor en la corporacion pero, no dejaba de sentirse un copleto pervertido.

-Si el amo desea le complaceria completamente en todos los sentidos.

Aunque despues de su respuesta se pateo mentalmente no pensaba que las palabras salieran solas de sus labios sin quererlo.

Después de escuchar la respuesta de su esclavo, Ryusei que ahora mantenía su mirada en el plato de fideos la levanto clavándola directo en los ojos de Paul. No esperaba una respuesta a esa pregunta tan intimidante, pero escuchar decirle eso a Paul confundió completamente sus sentidos. Ahora un calor intenso se removía en sus entrañas y los latidos tan agitados de su corazón hacían que sintiera ganas de poner una mano en su pecho para detenerlo. – Jeje, si me gustaría… - esa frase salio de su boca sin pensarlo. – Pero no estas obligado a nada…- dijo bajando la mirada nuevamente, tratando de ocultar la pena que ahora sentía.

Con algo de temor que pronto fue remplazada por una tremenda necesidad de contacto... Paul se levanto de su silla y lentamente se dirigio donde su amo, giro la silla donde este estaba Ryuser hasta dejarlo frente a el aun sentado; se arrodillo frente a su amo y le miro fijamente.

Acercandose aun mas el mayos se atrevio a posar su boca sobre los delicados y finos labios del pequeño, solo un rose, solo un instante.

-Yo hare todo lo que el amo Ryusei me pida... solo necesita ordenarlo- poso sus manos sobre la peuqeña cintura del contrario y espero ansioso la respuesta.

Había permanecido con la mirada baja, pero sintiendo el movimiento en la mesa rápidamente giro la cabeza para mirar a Paul que se le acercaba, no movió un músculo hasta que el mayor termino de girar la silla. La respiración del chico se cortó al sentir los labios calidos y suaves del esclavo, no podía mirarlo más, esos ojos azules le quemaban la piel. Aparto la vista volteando a su lado derecho, sentía las grandes manos de Paul en su cintura, estaba ardiendo, el quería esas manso en todo su cuerpo, pero como era que podía pensar en eso? Se aferro a Paul abrasándolo y se oculto en su pecho como un niño pequeño.

- No puedo pedírtelo si tú no quieres, yo no puedo utilizarte como si fueras un objeto… Dime que quieres Paul. – se aferro con mas fuerza al mayor sintiendo un terrible desespero en su pecho.

El mas joven sintió la lengua del mayor recorrer la cavidad de su boca, el sabor de ese beso pasional no se comparaba con ningún otro que hubiera tenido el placer de disfrutar, este estaba lleno de deseo. Ryusei delineaba los músculos de la bien formada espalda de Paul por debajo de la camisa, apreciando con sus frágiles dedos su figura masculina. Se separo del beso para tomar un poco de aire y con el rostro enrojecido y los ojos entrecerrados miro a su esclavo, pero ya no sintió pena o culpabilidad, porque claramente en los ojos de Paul se mostraba el deseo que el chico le infundaba, no estaba siendo obligado por nadie, el quería estar ahí y eso lo reconfortaba mucho.

[Perdona la tardansa ^^u]

Los brazos protectores de Paul lo envolvieron atrayéndolo hacia el, una nueva gama de escalofríos recorrió su columna estando tan cerca del mayor, se preguntaba internamente si el podría estar escuchando los latidos de su corazón. El beso de su esclavo se impacto contra sus labios de improvisto y el no pudo mas que saborear aquella lengua que lo invadía sin inhibiciones. A pesar de que no quería separase de aquellos hábiles labios, Paul lo aparto para comenzar a hablar. La pregunta que el muchacho le hizo le provoco un sonrojo aun mayor, pero aun así, con los labios temblando le respondió.

- Yo… podríamos ir a mi recamara? – pregunto sin poder mirarlo a los ojos, aforrándose a su camisa.

Su cuerpo flotaba en brazos de Paul, lo sostenía con tal delicadeza, como si fuera una frágil pieza de cristal que podría romperse en cualquier momento, pero demostraba su creciente deseo rozando su muslo mientras avanzaban, el tacto entre sus cuerpos mantenía al muchacho en un estado de ardor, admirando el fino rostro de su esclavo. Estando sobre la cama aun sentado en las fuertes piernas de Paul, sintió como su boca era abierta por la ávida lengua, que comenzaba una fascinante exploración, saboreo los dientes y labios de su esclavo, dejándose llevar por el calor creciente en su cuerpo. Las manos de Paul le quemaban deliciosamente sobre la pálida piel debajo de la camisa. Envuelto en estas emociones, se separo de los labios de Paul y comenzó a besar su cuello, llenándolo de la tibieza de su boca.

Se apoyo sobre el pecho del esclavo sintiendo su desnudes que calidamente era cubierta por los brazos de Paul. Su piel sintió el deseo de unirse a la de Paul, así que lo asalto con un beso y levanto su camisa para descubrir aquella dermis nívea. Se deleito con la visión de ese cuerpo hermoso y a continuación rodeo su cuello con sus brazos para besarlo apasionadamente.

Estaba completamente excitado, la boca de Paul recorriendo su cuerpo le resultaba una deliciosa tortura, sentía perfectamente cara caricia, cada rose, cada beso. Hecho su cabeza hacia atrás con los labios entrecerrados que esbozaban leves gemidos casi imperceptibles que no podía retener por culpa de la boca traviesa de su esclavo. No supo que responder ante el comentario del mayor, sintió un cosquilleo en el estomago y siguió dejando que el se deleitara cuanto quisiera con su sabor, en esos momentos Ryusei se sentía mas esclavo que amo, Paul podía hacer lo que quisiera consigo.

Por efecto reflejo se mordió el labio inferior cuando sintió la mano del ojiazul en su entrepierna. Aunque la tela de su ropa interior impedía el contacto directo, el muchacho se estremecía por las agradables caricias que el mayor le proporcionaba; mantenía sus brazos alrededor del cuello del esclavo con los ojos entrecerrados y respirando un tanto agitado, jadeando en el oído del mayor.

Escucho la petición de su esclavo y no vacilo en responder con la vos entrecortada.

- Ha - aa - si… - quería tener ese cuerpo sobre el suyo, cubriéndolo con su calor.

Con sumo cuidado fue depositado en la suavidad de la cama; el chico pudo apreciar el rostro y pecho de su esclavo una ves estuvo bajo el. Saboreaba con deleite el cuerpo de su amo besándolo y proporcionándole incitantes caricias.

En el pecho Ryusei podía sentir la lengua húmeda delineando sus rosados pezones. Se llevo la mano al rostro cubriendo sus ojos para tratar de resistir la excitación de su cuerpo. Se llevó un dedo a la boca y lo mordió.

- Paul… - deliraba dulcemente.

Paul comenzaba a intensificar sus carisias, sus besos, los pezones de Ryusei recibían el castigo; un agradable castigo que estaba mas que dispuesto a disfrutar.

De repente sintió como se quedaba desnudo completamente, a la vista de su querido esclavo. Estuvo indeciso entre míralo a la cara o no; se sentía muy avergonzado, pero igual lo hizo, aun con el dedo en su boca volteo a ver los hermosos ojos azules de Paul, los cuales se posaban sobre su cuerpo desnudo. No se atrevió a decir nada, simplemente dejo que el le mirara cuanto quisiera.

Las palabras de Paul lo hicieron muy feliz. Lo abrazo del cuello para recibir su beso, y pronto sintió como las palmas del mayor invadían sus glúteos y dirigiéndolo en un movimiento que provocaba el rose de su sexo. Con las nuevas palabras del esclavo, este dejo caer su calido aliento sobre los labios del peliplateado, cuyo miembro se mantenía endurecido y firme.

El muchacho no pudo evitar soltar un gemido sonoro sintiendo el cuerpo del esclavo entre su entrepierna.

- Ha – ha – ha – así - ha. – casi lo podía sentir penetrando en su interior, y como deseaba aquello. S aferro a el introduciendo su lengua en su boca, besándolo con pasión y deseo.