Al final le pusieron en la sala de ventas, este estaba… ¿Cabreado?...Sí, lo estaba, pues el separarle de su hermano no le gustó ni un pelo. Aunque ya sabía que tarde o temprano le separarían, pero aun así no quería…De la propia rabia golpeó con fuerza el cristal en donde estaba, apretó su puño. Miró a su alrededor, mejor era calmarse, ¿Pero cómo?
Finalmente se tranquilizó, pensando en otras cosas. Mantenía su cabeza apoyada en el cristal, mirando toda la gente que entraba en la tienda, aquello era tan aburrido… Suspiró. Miraba con atención la gente que entraba, puede que al fin y al cabo una de esas personas fuera su amo, pero no parecía ser el caso, pues toda la gente que entraba salía, sin comprar a nadie, aunque algún que otro esclavo sí que era comprado, que suerte tenían esos…Pues no tenían que estar ahí encerrados…
Al cabo de bastante rato observó como un joven de cabellos violetas largos que se adentraba a la tienda, mirando cada esclavo con atención, le perseguía con la mirada, observando cada gesto y paso que hacía, ¿Por qué ese interés en saber lo que hacía ese joven?, si al fin y al cabo seguro que no le compraría, como hacían todos que entraban en esa tiendo, mucho mirar pero poco comprar…