Un lobo encerrado en su jaula (PRIVADO con Talos)

Parecía que habían pasado siglos desde que había sido libre, aunque él podía jurar que sólo hacía un par de semanas que estaba en aquella vitrina. Los demás esclavos hacían gestos provocativos y usaban mil tácticas para llamar la atención, pero Inu era más que consciente de que saber utilizar un rifle de asalto no era ni por asomo lo que los compradores querían en un esclavo. Así que llevaba días sin abrir la boca a otro persona que no fueran los cuidadores que le habían asignados, y se dedicaba a quedarse sentado con las piernas cruzadas en aquella cama que había en mitad de la vitrina, enteramente blanca, con aquella molesta, ceñida y provocativa ropa también blanca, y mover su cola tranquilamente de un lado para otro.
Al menos tenía que admitir que tenía mucho mejor aspecto que después de cualquier misión, pero agradecía mentalmente que los compradores pasaran de largo, odiaba a aquellos hombres que se acercaban hasta su vitrina para decirle cosas extrañas o sucias, y al parecer ese era mayormente su público.
Más le valía acostrumbrarse pronto, porque quizás nunca saliera de allí de nuevo...

No es que fuese demasiado ambicioso y quisiera tener muchísimos esclavos para su deleite, para nada, era sólo que a veces las cosas con Jounochi eran muy tensas y Talos necesitaba tener alrededor una persona que supiera ser un tercio adecuado entre ambos. Claro, también estaba el hecho de que siempre le gustaron los tríos y pensaba que las decisiones tenían que ser de tres. Por eso se dirigía nuevamente a la Corporación Hanori en busca de un nuevo esclavo.

Entró y paseó por las vitrinas en busca de alguien que llamara su atención. Se detuvo frente a una ventana que dejaba ver a un muchacho unos cuantos años menor que él y que Jou y con una linda cola blanca. Nunca le habían llamado la atención las mascotas o los hombres que tenían características similares a éstas, pero la actitud del muchacho definitivamente era apreciable. No estaba, como todos, moviéndose para que alguien lo comprara, parecía más bien esperar a que alguien se acercara a él no por su físico sino por algo más.

Tocó la ventana y pensó en algo para decir. No quería un simple hola y mucho menos una propuesta de cama. Suspiró y decidió abrir la boca y dejar que las palabras salieran solas.

—Dime, ¿quieres salir de aquí sólo para servir a alguien o consideras que todos somos iguales y merecemos un trato justo?

No esperaba tener posibles compradores nuevos aquel día, ya que su inactividad y su intento de pasar desapercibido echaban para atrás a la mayoría, y aún no era la hora usual en la que se pasaban los compradores "veteranos" de su vitrina a molestarlo.
Su cola se tensó un poco ante la visión de aquel hombre castaño que se había parado enfrente de él, y sus ojos seguían interesados su mano cuando golpeó la vitrina. Odiaba aquella sensación de nerviosismo que se extendía por su estómago, podía enfrentarse a mil enemigos con las manos desnudas y sabiendo que tenía la muerte detrás, pero le daba algo de miedo la idea de compartir cama con otra persona que no fuera su fallecido creador, y definitivamente tenía pánico interno al sexo.
Tragó saliva ante la pregunta del mayor, sin entender a qué se refería y por qué decía todo aquello:

-...no puedo elegir ni decidir, señor, no tengo voluntad ni sentimientos para ello -contestó de manera tranquila, con la voz algo ronca por su escaso uso -cualquiera de los otros esclavos estaría encantado de poder complaceros y responder libremente, pero esa posibilidad está fuera de los límites de mis habilidades -inclinó ligeramente la cabeza, de manera educada, a modo de disculpa- "Él" decidirá todo a partir de ahora y lo sustituirá.

Nunca estuvo entre sus planes comprar un esclavo completamente sumiso. A Talos le gustaba el enfrentamiento y los desafíos, aunque para eso ya tenía a Jounochi. Miró fijamente al muchacho frente a él y sopesó sus opciones. Era claro que su otro esclavo pondría el grito el cielo si lo veía llegar con alguien más, pero era su decisión. Tenía que analizar los pros y los contras de tener a alguien que le dieran el amén en todo; sí, sería interesante y bastante placentero, pero a lo mejor llegaría un momento en cual se aburriría y no había nada que Talos odiara más que desperdiciar dinero.

La verdad es que no quería alguien que lo sirviera. Él era independiente y odiaba tener a alguien que le hiciera todo. Quería alguien que le ayudara con Jou y que también le otorgara la tranquilidad necesaria en ciertos aspectos; alguien con quien conversar y que se metiera en su cama sin poner peros. Volvió a mirar al muchacho tras la ventana y soltó un suspiro. Había llamado su atención y se veía bastante adecuado, pero no sabía si las cosas funcionarían si tenía ese nivel de sumisión. ¿Eso quería decir que si Talos le decía "salta", él sólo preguntaría "qué tan alto"? A cualquier otra persona le habría gustado la situación, pero Talos todavía no sabía qué pensar al respecto.

Decidió hablar un poco más con el muchacho antes de tomar una determinación.

—Mira, no quiero a alguien que me diga que sí a todo. Respetaré todas las cosas que pienses y quieras. Acá no será una relación de amo-esclavo, sino que seremos compañeros... Sí, eso es lo que busco: alguien que me acompañe y con quien pueda conversar. Tengo otro esclavo más en casa y él conoce mis reglas. Nada de obligar a hacer algo que no quieras, no te follaré hasta que me lo pidas, podrás salir siempre que quieras, siempre y cuando no me dejes en vergüenza y dormirás conmigo cuando así yo lo quiera, sólo dormir.

Se llevó una mano a la nuca y bufó. Sabía que sus reglas eran extrañas para cualquier esclavo, pero así era. Talos no quería un perrito faldero, quería personas que fueran influyentes en su vida. Amigos. Y si la única manera de obtenerlos era comprándolos, lo haría.

—¿Estás de acuerdo?

Bajó un poco la cabeza, analizando la situación:
- me gustaría aceptar...pero creo...que no está siendo del todo sincero, señor, aunque yo tampoco. Por lo que dice, ya tiene un compañero, tan independiente como usted, y que posiblemente le dé más de un quebradero de cabeza...-bajó los ojos con humildad, intentando no ofenderlo- si quisiera...lo mismo...se habría parado en otra vitrina, y si no lo ha hecho, es que busca alguien con un carácter más equilibrado...en cuanto a mí, tampoco soy del todo sincero- comentó, mientras agarraba la cadena que unía el collar de perro al cabecero de la cama, hasta el momento oculta por su cuerpo, al parecer como medida de prevención y contención, y se la mostraba a Talos- mi nombre es Inu, soy el último prototipo creado por el genetista A. BlackHammer a través del mapa celular de un lobo, un modelo certificado -dijo con ojos serenos, intentando dejar claro que su condicion le hacía algo más peligroso que un neko creado a partir de un simple gato- para ser el perfecto mercenario, destinado a tareas de recuperación de rehenes y la protección de personas, por lo que no tengo ninguna educación previa como los esclavos de Hanori y no sé nada acerca de cómo complacer a mi amo en la cama... por eso les doy miedo...

Movió la cola blanca de un lado para otro, inquieto y con la garganta algo dolorida, se sentía como si estuviera demostrando toda su vida en pocos minutos, y sabía que quizás no podía ofrecer todo lo que tenían y buscaba la gente en los esclavos de Hanori:
- Si finalmente decide comprarme después de saberlo todo... puedo prometerle fidelidad absoluta, obediencia y compañía; conversación sobre los temas que conozco a través de mi amo anterior: genética, armamento y jazz; sólo dormir a su lado cuando usted lo requiera, mediar del mejor modo posible sus discusiones, ser una tumba para sus secretos y protegerle, destrozar y descuartizar a todo aquello que se interponga en tus planes...aún a costa de dejarme la vida en el intento.

Sonrió de manera imperceptible cuando escuchó las cosas que decía el muchacho. Al final le había dado exactamente lo que Talos quería: alguien con pensamientos propios. Tenía razón en muchas cosas. Él no quería a alguien totalmente independiente, para eso tenía a Jounochi; quería amigos, personas que le enseñaran a ser sociable y que le demostraran que no había nada de malo en confiar en los demás. Y sobre el peligro... Desde pequeño a Talos le llamó la atención el peligro, nunca supo porqué, pero buscaba toda instancia que pudiera hacer que su corazón se acelerara y que la adrenalina recorriera su cuerpo, entonces, ¿qué mejor que tener alguien que pudiera provocarle eso siempre?

—Tienes razón. No quiero a alguien que sea completamente independiente, pero tampoco quiero que no me rebatas cuando no estés de acuerdo conmigo en algo. No creo en la sumisión absoluta y me decepcionaría muchísimo si ése fuera tu caso.

Carraspeó y se llevó la mano a la barbilla. Gracias a todas las cosas que el chico lobo había dicho, Talos quería comprarlo, pero al mismo tiempo quería se fuera voluntariamente con él. Dejó escapar un suspiro cuando escuchó lo referente a la cama, ¿por qué los esclavos estaban tan obsesionados con eso? Seguramente era por la cantidad de propuestas indecentes que recibían por día, pero él creía no tener la apariencia de un pervertido como para que lo encasillaran de esa manera.

—No me importa si no sabes cómo complacer a alguien en la cama. No te busco exclusivamente por eso. Además, prefiero que sea así y yo enseñarte a que tengas experiencia de antes. Y sin importar eso, ya te dije que no te forzaré a nada que no quieras, no es mi estilo.

Sus ojos brillaron cuando escuchó jazz. No evitó la sonrisa que se formó en sus labios. Al fin podría conversar con alguien sobre su música preferida, a lo mejor podría tocarle un poco, si eso era lo que quería. Lo miró fijamente mientras la sonrisa se borraba de sus labios. Lo quería, era definitivo.

—Quiero comprarte, Inu. ¿Quieres que lo haga?

Parecía que el castaño era su única posibilidad de salir bien parado de allí: no podía ejercer más como mercenario, y si permanecía más tiempo allí, acabaría siendo comprado por cualquiera para acostarse con él o posiblemente acabara en Rozen. Y ambas opciones le ponían la cola de punta y le parecían algo humillantes para un esclavo creado por BlackHammer. Aunque no le acababa de gustar aquel "no te busco exclusivamente para eso", la idea de no ser forzado que le prometía le agradaba bastante; sabía lo que les pasaba a los hombres que los mercenarios cogían como "botines de guerra" y lo gustaba la idea de que le acabase pasando algo parecido ahora que él era el "botín de guerra" en Hanori. Así que asintió cuando el otro le preguntó si deseaba ser comprado:
-Sí, por favor...yo..intentaré rebatirle, pero debido a mi...forma de ser...no espere milagros...y...preferiría...-dijo aquello haciendo un gran esfuerzo que le parecía sobrehumano, sorprendido por lo extraño que sonaba aquel verbo en su boca, de nuevo intentando no ofenderle-...preferiría...no tener ningún tipo de contacto...sexual...por favor-murmuró ésto último con una nota de temor en la voz. Sabía que se encontraría mejor cuando saliera de allí y viera esa perspectiva desde lejos, al menos aquel hombre desconocido, aunque le hacía preguntas extrañas y difíciles no parecía uno de aquellos hombres pervertidos que solían molestarlo.

Estaba jodido. Seguramente el molestar tanto a los esclavos de su padre tenía ahora como repercusión que le tocara otro esclavo que no quería nada de índole sexual. ¿Por qué no podía encontrar a alguien que lo miraba y simplemente quisiera meterse en sus pantalones? Suspiró y supo que se ganaría el cielo en algún momento por su dedicación a los esclavos reprimidos. Y los pervertidos de Hanori le debían la vida, les estaba sacando de encima a esos que no querían siquiera que los tocaran. ¿Debería comenzar a pensar en la posibilidad de ir a un prostíbulo? Estaba hasta los huevos de pajearse todas las noches, lo que Talos quería era estar con alguien...

Movió la cabeza repetidas veces para alejar esos pensamientos de su mente y volvió a mirar al joven frente a él. "Qué mierda... Si así es, así será". Asintió y le hizo un gesto para que esperara. Debía ir a hablar con las personas encargadas. Sabía que su padre le enviaría una no muy agradable nota reclamándole por el dinero que había gastado en tan poco tiempo, pero no se podían quejar; por algo le habían abierto una cuenta propia con suficiente efectivo para hacer lo que quisiese durante muchísimo tiempo.

Pagó y regresó a la vitrina donde estaba Inu. Definitivamente iría a alguna parte de desahogar su frustración sexual una vez que regresaran a casa.

—Bien, ya eres mío... o sea, mi esclavo y eso. ¿Quieres ir directamente a casa o prefieres comprar vestimenta primero?

((Tienen completamente frustrado a mi pobre Talos))

Observó como el desconocido se alejaba, parecía algo frustrado, pero no acababa de entender por qué. Dejó que unos temerosos cuidadores le quitaran las cadenas y por fin le devolvieron la mochila con la que le habían traido y su chaqueta militar, que abrazó un momento con cariño, aún la tenía agarrada cuando volvió el que ahora sería su amo.
Su cola se movió a los lados, alegre de verle, y se paró en seco al ver que parecía aún más frustrado.

-Tengo ropa propia en la mochila, espero que no le moleste que me la lleve y conserve la chaqueta y el collar, pero si quiere que lleve algún tipo de prenda especial lo haré - se situó a su lado, mirándolo curioso de arriba a abajo,por fin desde fuera de la vitrina; su actual amo era más alto que su creador, y también más joven y atractivo, pero también tenía el pelo castaño y como el anterior, parecía que tampoco se peinaba, volvió a mover la cola, agradecido ante ese detalle- bajaron..bajaron mi precio por ser de segunda mano, pero aún estoy en plenas condiciones -murmuró disculpándose, sin pensar en otro motivo de frustración que no fuera el económico -haré lo que sea para compensar la transacción económica, amo...pero ahora que por contrato le pertenezco, también le pertenecen mis objetos personales -miró al suelo con una enigmática sonrisa y tiró un poco de las costuras del forro del grueso y acolchado cuello de su chaqueta militar, sacando un sobre marrón de aspecto viejo y aplastado - llevaba siempre bastante dinero encima para sobornos en el campo enemigo o como rescate en caso de que tomaran como prisionero a uno de los nuestros, no servirá para cubrir el desembolso, pero cubrirá parte de los gastos hasta que se le ocurra una manera en la que pueda recuperar su inversión...

Dió un paso hacia atrás, mirándolo con sus ojos amarillos y siempre tranquilos, con las manos detrás de la espalda, en la típica postura militar de aquel que está esperando nuevas órdenes:
-por mi parte podemos irnos a su casa si así lo desea...

No seguiría pensando en sus deseos. Tenía la capacidad de olvidar lo que quería para trabajar en preparar el camino que fuese necesario hasta obtenerlo. Todas las cosas que Talos hacía o decía eran con un fin específico, nada era al azar. Hacía tiempo que no utilizaba eso, pero no le haría mal volver a emplearlo dadas las circunstancias. No era una manipulación propiamente tal, sólo era mover los hilos para obtener beneficios que le correspondían por derecho. ¿Qué había de malo en ello? No violaría a nadie, solamente sería lo bastante deseable como para que olvidaran sus malditas represiones y quisieran estar con él.

—Puedes conservar lo que quieras y prefiero ir de compras otro día.

No es que quisiera ser parco con el muchacho, pero todavía estaba un poco cabreado. ¿Por qué los demás podían tener esclavos sexuales y él no? Hizo un pequeño puchero sin siquiera darse cuenta, pero enseguida lo borró para prestar atención a lo que le decía Inu. ¿Acaso creía que estaba enojado por haber pagado tanto dinero por él? Increíble. Y lo más increíble pasó cuando el joven sacó un sobre. ¿Dinero? La frustración empezaba a ceder para darle paso al enojo. No necesitaba dinero y tampoco pretendía que le reembolsaran algo que había adquirido por voluntad propia.

—Inu, no. No quiero que me reembolses nada. Ese dinero es tuyo y así seguirá siendo. Será mejor que nos vayamos a casa.

Quería estirar la mano y tomársela a Inu para guiarlo hasta su auto, pero soltando un bufido decidió mejor no hacerlo, no quería traumar a nadie. "Condenada suerte de mierda". En lugar de eso, lo tomó por la muñeca y tiró suavemente de él. Sentía que las cosas serían realmente complejas a partir de ese momento.

((¿Cierras tú?))

Había hecho algo mal, pero no sabía el qué, si no estaba frustrado por el dinero ¿en qué consistía aquel enfado?.
Notó como tiraba de él, algo enfadado, y durante un momento estuvo tentado a preguntarle el motivo, pero el montón de compradores y gente que lo miraban curioso pudo con él y sin querer sujetó fuertemente su brazo, pegándose un poco al cuerpo de Talos y murmurando un tímido "lo siento" por el contacto. Estaba perdiendo autoridad y prestigio de guardaespaldas por momentos, pero no iba a desperdiciar una posible protección en aquellos momentos, no antes de que estuvieran bien lejos de Hanori. Ya tendría tiempo de poner en práctica sus habilidades.
Suspiró agradecido cuando por fin estuvo dentro del coche y su nuevo amo hubo arrancado.

[POST CERRADO]