¿Encerrado nuevamente?

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El cabello cubría sus ojos inservibles mientras sus labios separados ampliamente jadeaban largo y caliente el nombre de quien lo mancillaba con tanto fulgor. Sus piernas tomaron la apertura necesaria para acogerlo, a la vez que sus tobillos se ajustaron al cuerpo del chico, sujetándolo, jalándolo para que se clavara profundo en su cuerpo y lo hiciera llorar tanto de placer como de dolor.

Su rostro se mecía de un costado al otro, cuando ya no podía soportar más la calor, llevando hasta su boca una mano y morder así los nudillos con reticencia de gritar.

Lo deseaba, lo deseaba tanto que dejaría hacerse por el chico, sin preguntas ni reparos, entregándose por completo aún sin conocerlo por más de unas cuantas horas.

Y es que sus cuerpos parecían acoplarse con tanta facilidad, como si hubiesen sido hechos para ajustarse el uno al otro - Ahm... má....s..... - la lengua apareció deslizándose por el labio superior. Mientras las rojas mejillas presentaban una imagen apetecible para Jasper.

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Sus pestañas permanecían entreabiertas pese al placer, observando con sublime deleite el rostro del can; Era sencillamente erótico. Esas lágrimas surcando sus pómulos encendidos en un fuerte carmín y esas muecas de placer que mostraba... Jadeó al escuchar su petición y el poco sentido común que le quedaba se vio banalmente irrumpido.

Ya no podía más.

- A-ah... - Su cadera ya no tendía a razones, su movimiento se hizo enfermizo, rápido. Ya prácticamente no retrocedía, únicamente empujaba. Empujaba hacia ése calor que le rodeaba, ése que parecía enroscarse en su ya extasiado miembro buscando un lugar dónde poder descargarse. Pero dentro. Tenía que ser más adentro... Con más fuerza.

Volvió a ahogar un profundo gemido y sus manos soltaron súbitamente las delgadas piernas de su compañero para rozarle el vientre, el estomago... Y llegó a su objetivo. No fue delicado, pues el placer le hacia temblar y contraerse en si mismo. Pero rodeó el pene del albino con ambas manos y mientras empujaba se aseguraba de que ése órgano se veía también apretado por la atención de sus dedos, y frotado por la de sus palmas.

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Muy distante de ser agresivo, aquellas caricias bruscas le llenaban de gozo tanto el cuerpo como el alma, no lo podía ver, pero la imagen que se hacía del otro era algo sublime, imaginarlo sudoroso sobre él, con su cuerpo marcado y piel suave, no sabía si era blanco, moreno o negro, pero era algo superficial que poco y nada importaba a él.

Sonrió curvando su columna al sentir como el otro se enterraba en su cuerpo dejándolo sin aliento, prohibiéndole poder seguir pensando, pues aquellas punzadas eran tan agudas, tan precisas que derretían su piel hasta fundirse con la suya.

- Ahhhh... - gimió y se sobresaltó - Aahhh.... - un poco más fuerte, el miembro del otro había chocado contra su próstata inundándolo de bienestar, provocando que su líquido preseminal inundara las cavidades de la erección rodeada de los dedos ajenos, resumara ya a orgasmo.

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Su cuerpo entero de manera inconsciente y aún sin detener las embestidas se fue agachando hasta el punto que su torso sudoroso rozó tenuemente aquel camisón que el otro aún traía puesto. Aún y así, empapado por la transpiración de ambos cuerpos en fricción. Volvió a retorcerse, fruto del placer sentido en ése simple roce.

Había logrado llegar al punto más codiciado, los gemidos del otro se lo habían indicado. Sus piernas se movieron, buscando acortar esa inexistente distancia; Más. Quería más.

Retorció sus dedos entre aquello que seguía sujetando, ahora húmedos, sus yemas trazaron formas más suaves entorno a ése grosor. La humedad ayudaba a que sus gestos fueran más suaves, pero esas manos seguían actuando con la brusquedad abrumadora que le provocaba el placer.

- N...No puedo máaah...s... – Sus gemidos se tornaban cada vez más fuertes y el temor morboso de ser descubierto le incitó de un modo que ni él mismo imaginaba.

Empujó, una sola vez; Rápido y fuerte. Y... Volvió a llegar, al punto dónde deseaba venirse. Entre temblores una de sus manos soltó el órgano de sus atenciones y se agarró a las sábanas, sacando la fuerza necesaria para permanecer allí clavado mientras unas sensaciones electrizantes le recorrían la espina dorsal.

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- Ahh... ahh....ahhh..ahhh... - la respiración casi nula provocada por aquellas atenciones tan profundas, lo habían llevado al abismo de casi desdoblarse, sintiéndose fuera de su cuerpo y con aquella embestida todo su cuerpo se remeció con rudeza, obligándolo a regresar.

La piel de Jasper lo perdían en un mar de dichas y sabores, aromas que nunca olvidaría, sabía que ese era a quién deseaba, a quién pertenecería, pues a pesar de que otro lo tomara, siempre en su memoria estaría presente el otro, sólo si pensaba en él podría estar con otro.

Todo su cuerpo ardía internamente como si ya nada hubiese más que la muerte. Sacudió su cuerpo haciando que la espina dorsal se remeciera como lo hace una serpiente al enroscarse, no obstante, sólo se sostenía del chico mientras su semilla salpicaba ambos cuerpos en forma de chorritos de esperma caliente - AHHHA.... - alzó el cuerpo para pegarse al otro sintiendo mucha más calor que antes y caer exhausto entre las sábanas revolviéndose quejumbroso a punto de quedar sin aire - ahhh.... -

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Lo había corroborado; Aquellos gemidos podían llegar a volverle loco. Era sencillamente excitante el escuchar cómo el otro emitía aquellos sonidos. Sonidos que él infundaba. Que él mismo, que su cuerpo, creaba.

Aquella mano anteriormente llevada al lecho se contrajo más entre las sabanas. Allí dentro todo era cálido. Se sentía apretado, caliente, suave. Movió la cintura. Hacia delante y hacia atrás, fue un pequeño vaivén que terminó por acabar lo iniciado.

Tras una profunda sacudida y un gruñido que afloro desde su pecho, su orgasmo fue evidente. Su semen inundo el recto del albino, pudiendo notar cómo esa cavidad se llenaba de ... De él. Más, no se retiró aun. Su cintura, pese a estar ya exhausto proseguía moviéndose muy suavemente, asegurándose con ello que todo lo que expulsaba se quedaba dentro.

Suspiró largamente cuando sintió una calidez que humedecía tanto esos dedos enroscados en el miembro del otro cómo su propio abdomen. Sonrió entre su propio éxtasis, comprendiendo que el otro también había llegado.

- H-hund... - Le llamó, tembloroso aún por aquella sensación que paralizaba sus sentidos y mientras tanto, se fue retirando poco a poco del cuerpo que había poseído. La primera vez. No tan sólo para si mismo... También de él. De su compañero.

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Lentamente movía su cuerpo cansado, falto de aire como de energía, sentía la semilla del otro resbalar por entre sus piernas caliente, relajándolo.

Una vez que Jasper se alejara de él sintió como el frío aire surcaba su piel erizándola ante el contacto que pareció ser rudo con él. Arrugó la nariz mientras jadeaba tratando de respirar mejor.

Su cuerpo por primera vez había recibido a alguien, había sido algo doloroso pero no por ello menos placentero.

El aroma de ambos fundido parecía delicioso. Sacaba su lengua como si con ella pudiese coger parte de esta esencia en el aire y la deslizara por su boca saboreándola con gracia, aquella lengua se mecía rítmicamente por los labios - Jas... Jasper... -

Las manos se movían por entre las sábanas buscando al muchacho que le proporcionara tan candor, trataba de acercarlo, sentirlo nuevamente, hacer tangible lo que sentía, tenerlo pegado a su cuerpo para saber que no era sólo un sueño.

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Su respiración aún se encontraba claramente afectada y por ello, los jadeos, por su parte, seguían constantes. Igual pasaba con sus latidos, que desbocados, parecía que el corazón se le fuera a salir del pecho en cualquier momento.

Sus fuerzas no aguantaron por mucho más, así que con tanta delicadeza como fue posible, se colocó sobre el albino una vez hubo retirado la mano del sexo del otro. Estaba húmeda, llena de esa esencia transparente.

Se llevó esa palma a la altura de los labios y olisqueó esa esencia con agrado mientras observaba como el otro se relamía, provocando a ruborizarse. Un poco más cerca, hizo que esa mano le rozase los labios y acto seguido, lamió la semilla del otro. Lamida que le acompañó otra, y otra... Y así hasta prácticamente, terminar por retirar a lametones aquella dulce esencia que había embriagado sus sentidos.

El llamado del otro le hizo volver su mirada a ése sudoroso rostro y seguidamente apoyó las manos sobre las sabanas, a los respectivos lados de aquella cabeza que descansaba sobre el colchón.

- Lo siento... Te quité la única pertenencia... – Pese a su disculpa, su voz no sonó en ningún momento arrepentida. Lo había deseado, en cierto modo. Alzó con cierto deje perezoso la cabeza y con el mentón, retiró plateado cabello que cubría la sudorosa frente del otro. -... Pero te la volvería a quitar cien veces más. – Ahora sus labios trazaron un suave caminó; Comenzó por la cúspide de la cabeza y descendió hasta que su boca se apoyó con suavidad sobre aquel vendaje que cubría la ciega vista de su compañero. Repartiendo débiles y constantes besos a toda la zona que esa tela cubría.

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-Mh...-su cuerpo se escarapeló por las acciones del otro, se mostraba algo menos tímido con él que con el resto del mundo. No tenía idea de por qué confiaba en alguien que a penas conocía, que no veía pero... que simplemente lo cautivaba con el tintineo de su voz y la presencia de su aura alrededor.

Atrapó sus labios sin besarlo y tiró de ellos un poco para succionarlos y pegarse al cuerpo del otro, logrando que palpara su desnudez, enredándose con el otro para girar en la cama hasta quedar sentado sobre la pelvis de aquel.

Movía su cuerpo delgado mientras sus cabellos lacios caían como plata recién pulida por los costados de su rostro, con las vendas cubriendo parcialmente su rostro. Alzó el cuerpo - No habría escogido a nadie más que a ti... - sus labios notablemente hinchados por el orgasmo reciente y sus mejillas cargadas en sonrojo mostró a la vez que sus dedos palpaban lentamente su propio torso cubierto y lentamente cogió la tela que lo abrigaba para alzarla por su tórax dejando al aire sus pezones erectos.

Una vez que la prenda cayó a un costado, se inclinó sobre su compañero para acurrucarse sobre su cuerpo como si fuera un cachorrito. Comenzando a lamer su piel como si estuviese pidiendo disculpas por no poder ser más que un simple esclavo sin derecho a nada.

La pequeña y húmeda lengua se enroscaba en los pezones del otro erizándolas y volviendo a sentir que su corazón saltaba con fuerza.

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Intentó controlarse, pero el peso del can sobre su propia pelvis le hizo soltar un gemido que disimulo exhalando un suspiro. Si seguía así, seguramente necesitaría una segunda ronda de su cuerpo. De él.

Iba a hablar, juró hacerlo, pero una extraña fuerza le empujó a guardar silencio y observar cómo el cuerpo contrario se desnudaba, mostrándole sus delgadas líneas, su blanca piel... Y aquellas marcas que estaban plasmadas en ella. Su rostro ahora era sin duda, aún más apetecible que antes... Intentó controlarse.

Al notarle nuevamente encima sonrió y llevó los brazos hacia la ahora desnuda espalda de su acompañante. Aun que, en vez de rodearle, sus dedos inspeccionaron con calma la forma de sus omoplatos y descendieron en línea recta para definir con los mismos su columna vertebral. Todo en una prolongada caricia.

El calor humano. Su aroma. Era cómo entrar en un letargo del que deseaba no salir. Pero pronto, aquel que yacia sobre su desnudez comenzó a ... Volvió a gemir, ahora por lo bajo, pero de manera más contundente.

- E-es...espera...- Su cabeza ahora apuntaba hacia el techo, pero su mirada permanecía oculta tras los párpados, intentando por todos los medios el no excitarse de nuevo, aunque aquello parecía ser realmente complicado. Su piel se erizaba con el sólo contacto del cuerpo que permanecía sobre él, y sus sentidos perdían voluntad ante las lamidas.

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Capricho era lo que tenía, capricho por sentir su semilla deambular por su boca, lengua, deslizarse lenta por su cavidad hasta llegar a la glotis y descender tibia por su interior, así mismo como lo había llenado por la parte baja.

El delgado cuerpo resbaló como mantequilla por el cuerpo bajo suyo mientras sus piernas se habrían paso por las del chico que lo sostenía, hasta que su mentón chocó con algo contundente, el otro volvía a endurecerse y el peligris sonreía sin cavilación alguna ante lo que no podía ver, más... su aroma lo embriagaba casi por completo, pues la esencia de Jasper se concentraba en aquella parte.

Trémula lengua surcó el labio superior a la vez que sus dígitos masajeaban constantemente los testículos ajenos, provocándoles llenarse de... aquello que deseaba beber.

El pulgar de la mano derecha, junto con el índice viajaron por el tronco que se endurecía hasta llegar a la cima y allí posarse para moverse en lentos círculos. Hund palpaba el prepucio del otro. Deslizando lentamente los pliegues de delicada piel por el tronco resumante en deseo por cobijo del muchacho ciego.

Una vez que sintió la voz quebrantada de Jasper, supo que le estaba gustando y sintió la necesidad de probarlo, por lo que se inclinó con la lengua afuera en busca de tomar aquella caliente parte del cuerpo ajeno, posando la erección en sus labios para darle un sutil beso que supo a deseo.

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Deseo, eso era lo único que podía sentir, y a su vez, lo que el otro le proporcionaba de manera indirecta, mediante caricias. Y por más que intentó no excitarse... Era humano.

De nuevo el músculo que yacía entre sus piernas se endureció. Dio un pequeño respingo ante el inesperado tacto de las manos del albino sobre su sexualidad. Aquello volvía a estar preparado. Aquellos dedos parecian expertos, sabiéndo que punto tocar, dónde agarrar...

Gruñó quedamente, ansioso, con deseo. Si seguía con esos roces no haría falta mucho más para terminar viniéndose.

Se arqueó sobre si mismo, haciéndolo con tal brusquedad que incluso los huesos de su espalda chasquearon ante el movimiento. Más. Ahora quería más. Movió sin espera la cintura hacia delante, tratando de provocar que esas suaves palmas rozasen más de él, que recorriesen aún más aquello que nuevamente estaba tan duro cómo el que más.

- A.-aaah..! – Abrió de par en par los labios, dejando escapar un prolongado grito en un vano intento por contener la excitación. Y después, su cuerpo se retorció al tiempo que sus piernas se estiraban en el lecho para volver a flectarse, buscando cómo liberarse de aquella necesidad de embestir, empujar. De expulsar su deseo.

El caliente aliento del otro en su pierna le hizo desfallecer.

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Una lamida, luego la próxima, sonrió alzando el rostro para escuchar su voz, tan dulce y agradable, le gustaba tenerlo así, sumiso y trémulo entre sus dedos.

Cogió con cuidado el prepucio y succionó lo suficiente para hacerse de su líquido preseminal, dejando que la lengua luego rodeara el orificio por donde brotaba aquel manjar.

Con actitud que rozaba la promiscuidad se servía de aquel a quien quería. Bajando por su erección con la caliente lengua, mientras los dientes rozaban las enervaduras de las venas que sobresalían por los contornos de aquella erección.

Hundió la nariz entre los vellos púbicos del otro y allí anidó sus mejillas, para frotarlas gustoso como si con ello se le fuera la vida. Suspiró haciendo que el aliento caliente abrigara los testículos hinchados mientras sus dedos aún los mantenían ocupados.

En ningún momento se acercó a su entrada, pues no era su propósito mancillar a quien le servía, Hund sólo deseaba darle alegría.

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A cada movimiento de esa suave lengua, su cuerpo entero se mecía, buscando la liberación de la tortuosa condena que sufría por culpa de aquella húmeda que, libremente, se paseaba por dónde gustaba.

- A-aah... Ng... – Se obligó a enterrar los dientes en su labio inferior, intentando callarse, procurando por todos los medios apaciguar el sublime deseo de gritar. El miedo a ser descubiertos aún era excitante, pero conforme pasaban los minutos, más alto era el riesgo; Pues tarde o temprano, vendría alguien con la cena.

Hinchado y húmedo, así sentía ahora su virilidad. La notaba más grande que normalmente y más excitado que hasta nunca. Inimaginable hasta ahora era el placer que el otro le estaba dando, notando, incluso, cómo la parte interna de su muslos se tensaba, se erizaba.

Una de esas manos que antes vagaron por la contextura de su espalda, sin saber bien cómo, fue a parar sobre la cabeza de su amante, enredando sus dedos por aquellas finas hebras, y empujándole hacia dónde él necesitaba de su atención.

- A-ah... Allí... -

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Nuevamente sus labios rozaron el glande, haciendo a un lado el prepucio para besar la carne caliente, aquella anatomía que punzaba con cada latir mientras las venas del chico se llenaban del rojo líquido que lo embebía en vida.

Sonrió con las mejillas caldeadas al momento de deslizar su lengua por la punta y sentir aquel sabor propio del líquido que antecede al otro más lechoso. Su boca saboreó la esencia de aquel ser tan deseado y tragó.

Momentos después sintió los dedos peinar sus hebras de cabello y él mismo hundió la erección que lo apuntaba para succionarlo con delicia y así masajearlo con la lengua en forma circular para sentir como el pene se endurecía más y más - Nhhh... -

Se deshacía al sentirlo tan entregado, como deseaba poder ver su rostro aunque fuese por una fracción de segundo, sólo le quedaba oírlo y beber cada gota que brotase del chico.

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Una vez más su propio deseo le hizo mover las piernas, desacomodando las sabanas y arrugándolas al paso que sus desnudos pies se frotaban contra esa superficie.

Lo volvía hacer. Esa lengua volvía a torturarlo. Le dolía. Su erección estaba llegando a un punto que ni él mismo sospechaba que existía. Cada caricia proporcionada por la aterciopelada humedad de esa lengua le hacia crecer. Hinchado, lo sentía completamente hinchado, incluso, palpitante.

-D...Dios... - Súbitamente apoyó la mano libre sobre el colchón y jaló con fuerza de las sabanas, medio cubriéndose su extasiado rostro. Su pecho aceleró los movimientos, arriba, abajo, arriba... Y volvió a arquearse. Lleno de placer. Por fin sentía en plenitud la envergadura de la boca contraria. –Aah...-

Aquel líquido que bien era sabido que se utilizaba para lubricar estaba ya soltando cantidades más elevadas. Estaba rozando el orgasmo, tan sólo necesitaba un poco más.

Su mano se cerró en un puño y por lo tanto, agarró con más fuerza aquel cabello que, lacio, se enredaba en las formas que ofrecía su mano. Pero no empujó, de acortar distancias se encargó su cintura, que, deseosa, comenzó un firme vaivén. Sintiendo entonces la escalofriante sensación de notar claramente cómo la punta desprotegida de su glande rozaba sin miramientos el paladar del otro y de vez en cuando, con movimientos más certeros, éste apuntaba hacia su garganta.

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Sus mejillas azoradas por lo que provocaba el otro en su interior. Podía sentir el delicioso líquido que le proporcionaba. Muy distante de parecerle repugnante, lo bebía con ansias pues era lo que el deseaba desde hace bastante...

Su lengua produjo un chasquido cuando el glande se deslizó de la pequeña cavidad que lo mantenía en cautiverio para que Hund pudiese relamer todo el contorno de la erección, aseando al muchacho y nuevamente hundir aquel delicioso mástil en sus fauces.

Las fosas nasales se hinchaban intentando enfriar su cuerpo a la vez que sus dedos se movían lentamente al igual que con un deje de posesión, exprimiendo desde la base hasta la misma punta, como si lo incitara a derramarse.

La mano contraria hacía lo suyo en la parte baja, rozando los vellos púbicos de Jasper, masajeando los duros testículos ya hinchados y preparados para vertir la semilla que el otro anhelaba.

Su corazón chocaba con tal fuerza contra la caja toráxica que casi le impedía mantenerse calmo, haciendo esfuerzo sobre humano para no morderlo hacía que el prepucio rozara su paladar y luego lo deslizaba con energía por el resto del miembro alzado contra suyo.

Sonido húmedo, quejumbroso por parte del otro, simulando aullidos el peligris intentaba succionar aquel delicioso obsequio que tenía consigo.

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Tantas atenciones en su zona baja le hacían contraerse, entero, por completo. Sus piernas dejaron de moverse con tanto frenesí, aunque de vez en cuando y depende que movimiento de la lengua del otro, volvían a estirarse. Y si estaban estiradas; Las encogía.

Aquella cavidad era excesivamente húmeda y hacia que su propio glande no tuviese problemas a la hora de deslizarse por ésta; Sensual pista dónde su sexo patinaba, se mojaba, y disfrutaba. De atrás hacia delante, con un ritmo marcado por sus caderas.

-A-ah... M-me... –Apretó los párpados, jurando incluso sentir cierta humedad bajo estos. ¿Tanto era el placer que incluso estaba derramando lágrimas?. Se maldijo. Era débil. Era débil ante ése delgado cuerpo, esas fracciones delicadas... Se estaba volviendo débil a ése que se entregaba por primera vez a él. Sólo a él.

Emitió un sonido más prolongado que el resto. Sus testículos ya no soportaban la carga que estaban acumulando y su pene, por otro lado estaba tan duro que pese a los masajes de la otra lengua; Dolía.

Empujó la cadera una última vez y la mano que permanecía en el cabello del otro presionó su nuca, acercándole más a él.

Se derritió en ésa boca cómo un helado al calor. Su semilla salió disparada mientras que de su boca no salía otro sonido que no fuera el grito de gloria que le había provocado el éxtasis.

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Como si fuera un infante, recogió lo que había salpicado fuera de su boca y luego llevó sus labios hasta aquel miembro que a pesar de haber expulsado el torrente de orgasmo, aún seguía alzado.

Succionó con energía extrayendo todo el contenido con una sonrisa de triunfo mientras su cuerpo permanecía tan sudoroso como si hubiese sido nuevamente mancillado, lo excitaba de sobremanera saberse aceptado por aquel que tenía consigo, ya no se sentía tan basura, que nadie lo comprara, que nadie se fijara en él por ser tan diferente de lo deseado por los con poder de adquisición.

Sus ojos aún sellados derramaban lágrimas de felicidad que se mezclaron al sudor del otro muchacho cuando el peligris se frotó contra su ingle en muecas de cariño.

Trémulo su cuerpo se frotó contra Jasper intentando que el aroma de éste permaneciera para siempre consigo - . . . - no sabía si hablar... no sabía si callar, prefería escuchar su melodiosa voz al gritar.

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Poco a poco ése ronco gemido se fue apagando y pese a eso, su respiración seguía agitada y su pulso totalmente desbocado. Su mano perdió fuerza y por ello se deslizó desde su nuca hacia una de sus mejillas, dónde sus dedos se recrearon en superficiales caricias.

Esos gestos, más allá del cariño le infundaban deseos de volver a poseerlo. Pero haciendo caso omiso al deseo prosiguió a sentarse sobre aquellas sábanas húmedecidas por el sudor y declinó con cuidado su cuerpo entero hacia delante.

Aún temblaba por el placer, lo que hizo que sus gestos fueran torpes, tal vez incluso demasiado suaves. Pasó las manos por aquellos hombros delgados y expuestos a la temperatura caldeada de la habitación y con sumo cuidado le hizo alzarse.

Tan buen punto quedaron alineados el uno con el otro, sus manos rodearon esa delgada figura y lo apretó contra su pecho, aún con los efectos del orgasmo, pues su piel seguía erizada y sus constantes, aún alteradas.

- ... - No sabía siquiera que decir, pero sus manos no perdieron decisión, seguían enroscadas en aquel también húmedo cuerpo. Arropándole en cierto modo.

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Sumiso se dejó hacer, sintiéndose aceptado.

Sonrió al notar como su piel se erizaba cuando el otro lo rozaba con la punta de los dedos, mas no dijo mayor comentario, estaba tan agradado en esos brazos. Comenzaba a pensar que estar vivo no era tan malo.

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- Quédate... - Susurró, por lo bajo. Sus manos dejaron las caricias para abrazarle ahora posesivamente y no esperando que el otro respondiera, enterró la cara conra el espacio que le ofrecia la obertura del cuello/hombro contrario. - ..Por siempre.-

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Sus labios a penas se separaron como para responder, sin embargo, las últimas palabras de aquel lo hicieron quedar sin respuesta.

Suspiró largo y se enredó con el otro besando su torso - ¿Me aceptas así? - refiriéndose a su condición, no deseaba ser un peso para él.

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- Te deseo así. - Murmuró y su abrazo se tornó más suave. Estaba ya cansado. Nadie había venido a irrumpir, seguramente, se habrían olvidado de ésa habitación. Mejor.

Tiró suavemente de su pequeña posesión y ahora ambos quedaron correctamente estirados sobre el lecho. Repartió besos por su frente, bajó por sus mejillas, pero nunca llegó a rozar sus labios.

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Su piel parecía adherirse a la del otro, complacido y tranquilo, con el corazón desbordado de tanto latir. Sentía como el chico lo besaba calmado. Estiró los labios y buscó los contrarios - . . . - su voz no parecía desear interrumpir aquel momento.

Una vez que un beso llenó el ambiente del sonido húmedo de ambas lenguas entrelazarse, el peligris se sintió invadido por el cansancio y poco a poco se adormeció en los brazos del chico que acababa de recibir por gusto, sin que lo hubiesen mandado u obligado a yacer junto a él.

Enredó sus delgados brazos en el cuerpo de Jasper y suspiró apasible, rendido después de sentirse por un par de segundos libre.

» Nuevamente en venta
» Nuevamente tras un vitral...(priv)