Cambios... //Lemon- Heimdall//

Llegando al residencial se detuvo frente a un gran edificio de unos 10 pisos, y entró hacia el parqueo subterráneo, Estacionando su motocicleta en un muro donde se leía claramente en amarillo radiante "Reservado".

Bajó de la moto, dirigiéndose hacia Heimdall, y suavemente le quitó el casco dejándolo en uno de los manubrios del vehículo. Tomando una mano del menor para que bajara también.

"Por si alguna vez regresas solo hasta acá, éste es el edificio 19 de la zona residencial, mi apartamento es el nº 8 del piso 5... memorízalo esa es tu casa de ahora en más".
Dijo estas palabras avanzando hasta el edificio y luego a los ascensores, esperando que alguno llegara al subterráneo.

El viaje a Heimdall se le pasó rapidísimo. Se había entretenido todo el rato mirando para todos lados observando los demás vehículos y a la gente que transitaba por la calle a esas horas de la noche.
Eventualmente, al llegar a la zona residencial, Su amo se metió en un estacionamiento subterráneo de un edificio y aparcó la motocicleta en uno de los espacios reservados.
Fue despojado de su casco e invitado a bajar de la moto, una vez estacionada, tomando Heimdall la mano de Ryuuji y ayudándose así a no caerse cuando descendió.
A continuación, le fue informada la dirección de lo que ahora sería su nuevo hogar… quién sabe si transitorio o por tiempo prolongado… después de todo, el pelipúrpura, si bien no se acostumbraba, en realidad era que se rehusaba a confiar ciegamente en Ryuuji… no iba a caer en lo mismo por segunda vez… “para ellos somos simples objetos” su cabeza repetía ese pensamiento una y otra vez, no dejándolo tranquilo.
Tras la explicación, el esclavo siguió a su amo hasta los ascensores, y esperaron pacientes hasta que uno llegase para poder subir al apartamento.

Observaba de reojo a Heimdall mientras ambos esperaban cualquiera de los ascensores. Aunque no pudo escudriñarle mucho con el ángulo que tenía, y que además ya habia un ascensor abierto, pudo distinguir como el semblante del menor cambiaba como si quisiese convencerse de algo.

Entrando al ascensor solo los dos, sacó las manos de los bolsillos de la chaqueta, donde las tenia previamente, para pulsar el numero correspondiente, y enseguida palmandose el pantalon de jeans negros ajustados que llevaba, dar con las llaves del departamento. Les da una vuelta en su dedo indice y vuelve a meter sus manos a los bolsillos de aquella chaqueta, sin embargo, esta vez se arrodilla de nuevo, sacando una mano para tomar suavemente el mentón de Heimdall.

"Se que no es el lugar pero, quería hacerte saber que espero que me digas las inquietudes que tengas... sé directo conmigo, no importa lo que sea... si llegas a odiarme dimelo a la cara, si no te gusta algo que haga, en cualquiera que sea el momento, lugar y hora, dimelo Heimdall, porque solo así sabré como remediar las cosas..."
Luego de tales palabras solo le resta acercar su rostro nuevamente al del muchacho pero, el beso recae en su frente esta vez.

Irguiéndose nuevamente justo cuando las puertas del ascensor se abren mostrando el piso 5 sale de allí tomando suavemente la mano del pelipurpura, encaminándose por el largo pasillo derecho, donde a unas pocas puertas se detiene y saca la llave, con la que solo un suave "clic" abre aquella cerradura doble, entrando por fin a "casa".

Se retira la chaqueta no más llegar a la estancia y dirige su vista hacia su acompañante con una pequeña sonrisa.
"Bienvenido..."
Dice con una cálida voz, y una mirada mas que amable y llevadera, de aquellas miradas que decian y prometian mucho con solo recibirlas.

Se introdujeron al ascensor y Heimdall esperó en silencio mientras iban subiendo hasta el quinto piso, donde se encontraba el departamento que sería su nuevo hogar mas su amo decidió quebrar esa ausencia de ruido una vez agachado frente al menor, tomándole el mentón… fue entonces que Ryuuji le dijo a su nueva adquisición un conjunto de palabras que terminaron por confundir aún más la mente del pelipúrpura, quien todavía se debatía entre si confiar o no plenamente en dichas oraciones, sumadas a todo lo que habían venido charlando desde que se encontraron en Rozen hasta aquí.
Tras lo dicho, el mayor depositó un beso en la frente ajena, de un Heimdall confundido, dubitativo y nervioso, en cuya cabeza quedaron las ideas que las palabras anteriores le generaban.
Mientras iba ingresando al apartamento no pudo evitar imaginarse de repente sonriente junto a Ryuuji, como si fuesen esos tiempos en que su anterior amo era afectivo, cuando era consentido y mimado, cuando Heimdall era feliz al lado de alguien a quien servir e idolatrar… alguien a… quién amar… NO... No… Heimdall sabía, era conciente que la cabeza le hacía malas pasadas en vista de lo sucedido recientemente, era muy probable que sus sentimientos le hiciesen bromas por estar necesitado de afecto, en vista del descuido de su antiguo dueño…
Qué mas daba… si su nuevo amo iba a defraudarlo o no, el tiempo lo diría… tampoco iba a poder ser feliz de nuevo Heimdall si no se daba la oportunidad él mismo.
Finalmente, habiendo tardado en reaccionar ante la bienvenida de Ryuuji, el ojirrojo dibujó en su rostro una sonrisa… la primera desde hacía ya varios días, cambiándole totalmente el rostro, haciéndolo mucho más encantador.
-Gracias – contestó con un tono, si bien no más alegre, menos apagado que el que venía empleando.

Por ver esa sonrisa en el muchacho la misma se amplió, volviéndose una sumamente tierna y diferente en la cara del mayor. Se acercó a Heimdall de nueva cuenta, se arrodilló lentamente y le miró aun con esa sonrisa matadora. Abrazándolo tímidamente ésta vez, fue un calido contacto, pero ligero ya que Ryuu no quería que su pareja se incomodara con aquello, siendo que no le conocia, pero él pensaba romper esos límites.

Luego de unos cortos segundos de estar juntos volvió a incorporarse viendo al chico.
"Se que será algo incómodo, pero tengo algunas reglas... si no las cumples no me molestare en absoluto, siempre y cuando tengas una muy buena razón para no haberlas cumplido... son pocas y negociables, así que no habrá mucho problema, verdad?"
Dijo paseandose por la estancia hasta acomodarse en un sillón ancho pero de una sola persona, color gris profundo y verde alegre como la mayoria de adornos en esa primera parte del departamento, que siquiera pareciese que se hubiese mudado apenas un mes.

Su voz sonaba amable y llevadera como cuando le dio la bienvenida, al parecer en aquella casa fuera de la vista de los demás, aquella persona era un hombre distinto y hasta mas agradable.
Se quedó viendo un rato hacia Heimdall procurando ver que entendiera lo que le decia para proseguir a decirle los terminos.

"Primero, hay dos habitaciones, y por eso no te obligaré a dormir conmigo, pero cuando quieras la puerta de mi habitación estará abierta... segundo, siendo que vayas a esta, tengo una maleta negra y en leopardo en el armario... si quieres saber que tiene pregúntamelo, pero no la habras, ni porque me esté muriendo..."
hizo una pausa para no tensar el ambiente, ya que hablaba con voz muy seria.

"Tercera, cada quien limpia lo que ensucia, y última, deberas cocinar... debido a que a mi no me sale nada decente, lo mejor que sé preparar es jugo instantáneo..."
Susurró lo ultimo con algo de pena y llevando su vista a la ventana con un muy pequeño puchero.

"Espero haya quedado claro... alguna opinión o comentario al respecto?"
Inquirió volviéndo a tomar aquel sembalnte serio pero a la vez amable que Heimdall comensaría a ver mas a menudo.

En respuesta a su sonrisa, el semblante de Ryuuji cambió a uno que hasta el momento Heimdall no había visto: se lo vio más protector, cariñoso… e incluso más atractivo. Lo vio acercarse y arrodillarse frente a él, sin quitarle su mirada rubí de encima y luego fue abrazado… se sintió protegido, si bien muy a su pesar, le agradó, mas, aún algo desconfiado disfrutó de ese abrazo que no duró mucho.
Cuando su amo se incorporó, Heimdall otra vez no dejó de seguirlo con la mirada mientras, el otro le explicaba las reglas a seguir dentro de su departamento.
Ni bien Ryuuji se sentó, el pelipúrpura calló en la cuneta de que no le había dado ni un vistazo a el establecimiento, así que, escuchando atentamente aprovechó para, desde donde estaba, examinar su alrededor.
Tras terminada la explicación, caminó dudoso, acortando la distancia entre ambos, hasta quedar frente a frente con Ryuuji, quien seguía sentado.
-He entendido todo Ryuuji… Con gusto le cocinaré cuando lo desee, pues me encanta hacerlo, y si quiere puedo prepararle deliciosos postres, ya que la repostería es mi especialidad – comentaba sumiso ahora desviando la mirada, como con nervios acerca de lo que iba a preguntar – en cuanto a lo de las habitaciones… a mí me da lo mismo dormir donde a usted le parezca conveniente, así que dejaré eso a su criterio, y con respecto a la maleta… me quedó claro que no debo acercarme a ella así que no lo haré. – se quedó en silencio unos instantes y se sonrojó levemente en víspera a lo que para Heimdall sería un instante incómodo, debido a su inquietud que estaba por manifestar – solo quisiera que me contestase algo, señor… usted se porta muy bien conmigo y en el poco tiempo en que lo conozco me ha caído muy bien pero… hay algo que simplemente me tiene incómodo…es decir… por qué ese interés en mí, por qué llegar a Rozen con la simple idea de comprarme, pero alegando que si hubiese otros medios por los cuales conseguirme los hubiese aprovechado?… a lo que apunto, señor, es a que… - el sonrojo aumentó – lo que me hace sentirme incómodo es que… no entiendo el por qué tanto interés hacia conmigo… ni siquiera me conoce… solo lleva horas de haberme comprado… y cuando dijo que solo me quería para usted… - su tono de voz iba disminuyendo – habían pasado minutos desde nuestro encuentro… y por como lo dijo no me sonó a fines lujuriosos… al menos no exclusivamente - verá… mi anterior amo también me trató muy bien y me consintió pero… de un momento a otro decidió regresarme a Rozen… - su voz comenzó a quebrarse – quisiera… disculparme con usted pero la experiencia con mi dueño anterior me hace desconfiar – algunas lágrimas cayeron contorneando las mejillas de Heimdall, mientras le regresaba ese sentimiento de traición y tristeza hacia con su antiguo propietario. – Lo siento, mis disculpas… no debería comentarle esto – se limpió con la manga sus lágrimas.

Lo primero que hizo Ryuu fue suavizar su vista al tener cerca a Heimdall. Le escuchó con oido atento y paciente hasta el final. Mantuvo una sonrisa serena hasta que vio aquellas lárimas...
Un pequeño suspiro casi audible salió de sus labios, y acercandose a Heimdall, acarició sus mejillas, limpiandole las lagrimas de paso.
"No te disculpes, tarde o temprano me lo ibas a decir... aunque yo eso lo sabia"

Hizo una pausa y volvió a suspirar algo incómodo, sin embargo se acercó a Heimdall, en seguida le plantó un suave beso en la frente, y estirando su mano un poco mas allá, tomó una carpeta que había estado todo el rato en la mesa central de la estancia.
"Por favor, no te vayas a enojar, aunque supongo que también te lo debí haber dicho, mejor temprano que tarde..."
Tomando algo de distancia, ya que le hablaba de cerca al muchacho, abrió la carpeta mostrandole infinidad de hojas que esta traía. sacó unas en específico y mostrandoselas a Heimdall... Estas paginas tenían la foto de heimdall encerrada en un marcador rojo, y mas abajo breve informacion de él.

"No quise elegir a alguien de hanori o Rozen del cual solo viera la cara, y le pedi a las compañias una reseña de los chicos que tenian en venta, asi que no es totalmente cierto que no te conozco..."
Su voz era seria pero traía un deje de pesar, como si creyera que hubiese hecho mal al "investigarle" por asi decirlo, no obstante prosiguió.

"Cuando vi tu informacion y la razon por la que te habian devuelto no me cuadró y quise conocerte, pero una vez te vi de cerca..."
suavemente deslizó una de sus manos hacia el cabello de Heimdall. "..Una vez que te vi...fue algo tan extraño y pensé... que debia tenerte conmigo..."
Dijo en un suave susurro... quiso hacerse de los labios del menor denuevo pero tuvo que morderse la lengua, suspirar y sentarse correctamente en aquel sillón.

"Disculpame si no he usado los métodos más convencionales, pero sentí que una persona con la cual voy a pasar toda o casi toda mi vida era importante conocerla, aunque fuese por fuera primero... me comprendes verdad?"
Preguntó suavemente mientras cerraba la carpeta, la dejaba en su sitió y se acomodaba en el sillón por enésima vez.

"Viendolo asi sería como que ya te habia elegido antes de entrar a Rozen..."
Finalizó volviendo a su mirada amable, serena y una sonrisa pequeña pero cargada de cariño.

Heimdall quedó algo perplejo por toda la explicación que su dueño le dio y aún más al ver sus fotos y la breve descripción propia que se exhibía junto a las imágenes. No tenía idea de que a los potenciales clientes se les proporcionaba catálogos con reseñas de los esclavos en venta.
A decir verdad se sintió algo invadido, como quien hurga donde no le corresponde, aún así, el hecho de que su amo no lo hubiese elegido por simple azar lo tranquilizaba un poco. De alguna manera le daba un poco de confianza en que todo el discurso de Ryuuji era verás, con respecto a que sí lo quería a él y que no le hubiese dicho eso a cualquiera que hubiese elegido en el momento de comprar, si no hubiese conseguido un catálogo.
Así que optó por sonreír, aunque la resaca de las lágrimas opacaba dicho gesto.
-Honestamente… me deja algo tranquilo saber que no me ha elegido por simple azar en el mismo instante en que se acercó a la compañía – comentó con un tono que denotaba alivio – me encargaré de que o se arrepienta de haberme adquirido, señor – finalizo manteniendo la sonrisa.

Sonrió al instante que Heimdall lo hizo, aquel gesto era como un detonante para su misma sonrisa, la verdad le habia inquietado lo que el chico pensara de lo que habia hecho pero una vez que escuchó aquello, quiso suspirar aliviado. Pasó sus manos por las mejillas del menor y estiró sus dedos por el flequillo púrpura y lo peinó hacia atrás dejando expuesta la frente de su pequeño, admirando su rostro a sus anchas.
"Gracias, oir eso me hace sentir muy bien"

Dicho esto no pudo reprimirse más y le robó un sutil beso, corto, ya que queria mostrarle mas cosas a Heimdall. Una vez tomada la distancia le sonrio levemente para entonces ponerse de pie.
"Vamos a los cuartos quiero mostrarte algo"
Estiró su mano hacia Heimdall, para cuando la tomase dirigirse hacia el pasillo aun lado de la estancia... lo conduciría hasta las habitaciones.

En cuanto el mayor le devolvió la sonrisa, se dejó acariciar por su amo, cerrando levemente los ojos, con un gesto relajado ante el contacto. Volvió a abrirlos de par en par cuando se percató que los labios ajenos acariciaban los propios.
Otra vez se hizo presente el sonrojo en las mejillas del menor, adornando un gesto tímido, sumiso e inocentemente avergonzado... un irónicamente agradable escalofrío había recorrido todo su cuerpo en cuanto Ryuuji le beso… se sintió bien…
Ante la proposición de su dueño, sin mirarle a los ojos por lo apenado que estaba, aunque su rubor lo delataba, lo tomó de la mano y se dirigió junto a él al cuarto, sintiéndose algo curioso por lo que fuese a mostrarle Ryuuji.
Después de atravesar el pasillo llegaron a la habitación, la cual Heimdall examinó lo más a fondo que sus ojos le permitieron. Era bastante amplia y a la vez acogedora.

Abrió la puerta más cercana a la zona donde habían estado y mostrando una habitación amplia, limpia y ordenada, entró de la mano de Heimdall.
"Espero que te guste, esta será tu habitación"
Dijo con el tono de voz amable de siempre y soltándose suavemente de la mano del muchacho se acercó al armario, y deslizó la puerta ya que resultaba corrediza.

Entonces volteó hacia el pelipúrpura dejándole ver el interior del armario, una parte con todo tipo de ropa enganchada prolijamente y al lado una especia de cómoda dentro del armario, con cajones y un espejo en la pared de encima, en la mesa que creaban los cajones había desde perfumes y un par de portaretratos hasta un pequeño florero con unas rosas.
"Como te había elegido previamente, preparé esta habitación para tu llegada, como entramos en invierno hay un par de abrigos y ropa fria, procuré que no te faltara nada mientras estuvieses conmigo"
Explicó tranquilamente y al final le profirió la muy conocida sonrisa, esperando cualquier comentario del muchacho para saber si le habia agradado el detalle.

Y otra vez la perplejidad… Heimdall se quedó atónito al enterarse de que Su amo le había preparado todo esto a él para su legada. De verdad que era un buen gesto.
Se aventuró a caminar dentro de la habitación, mirando para todos lados.
Le resultaba ilógico todo esto… cómo podía un libre tomarse tantas molestias hacia con un esclavo… cómo podía ser que justo ese libre lo hubiese elegido a él… se merecerá de verdad Heimdall todo esto… estará a la altura…
Infinidad de preguntas pasaban por su cabeza en este instante y su corazón le latía muy rápido por la emoción.
Se acercó hasta el armario y comenzó a examinar con detenimiento todo su contenido, pudiendo apreciar un muy variado y, a su criterio, lindo guardarropas destinado al menor, además.
-Dios… - A Heimdall se le complicaba el habla – esto… significa mucho… - comentó tartamudeante – de… de verdad le agradezco… - tras lo dicho, el pelipúrpura se atrevió a acortar la distancia entre él y su amo y cuando estuvo lo suficientemente cerca lo envolvió en sus brazos, con fuerza, recargando el flanco de su cara en el pecho del mayor, disfrutando de aquél abrazo cargado de cariño y aprecio hacia Ryuuji.

Complacido observó como Heimdall veia todo con grandes ojos, se setia satisfecho y tantos años buscando habían dado frutos, tenía a una personita maravillosa haciendole compañia y para él no habría nada mejor desde ese entonces.

Se sorprendió un poco al ver que el muchacho le abrazaba y con una sonrisa aun más amplia le devolvió el gesto, acariciando sus cabellos suavemente.
"No agradezcas, esto es poco comparado con lo mucho que vas a hacer por mí..."
Dijo en un leve susurro, alzando el menton del chico para que le viera. Entonces, de un momento a otro hizo un gesto como si algún detalle se le hubiera olvidado y pasó su vista por la habitación una vez más, viendo una vez lo que se le había pasado por alto.

"ven, hay otra sorpresa"
Le dijo antes de tomar nuevamente su mano, acercarse a una mesita al lado de un mueble de lectura y tomas la caja que allí reposaba.
se sentó en el mueble y la abrió, desde afuera se veía a leguas que era un teléfono móvil.
"Como te dejaré salir a donde quieras y cuando quieras, tendrás que tener esto contigo, asi si sucede algo o yo salgo, pueda hacertelo saber..."
Le explicó mostrandole el aparato aun en la caja, y sonriendo ante la cara de sorpresa que de seguro colocaría su niño.

Lo que le dijo su dueño mientras le acariciaba en medio de ese emotivo abrazo lo dejó algo intrigado, de todos modos no le hizo mucho caso, se estaba dedicando a disfrutar de ese abrazo tan lleno de cariño… añoraba volver a sentir el calor de alguien al ser envuelto por los brazos del mismo, esa sensación de protección que su antiguo amo en algún momento le dio.
De un momento a otro y sin previo aviso, Ryuuji optó por terminar con el abrazo, actuando como si hubiese olvidado un detalle, lo cual Heimdall constató a continuación siendo que el mayor le comentó que aún había más por ver.
Cómo podría haber más… ya era demasiado… Heimdall estaba complacido por como su amo le estaba tratando… ya casi parecía que los roles se estaban invirtiendo, siendo que el que recibía todas las atenciones y consentimientos era el ojirrojo.
Lo acompañó hasta una mesita en la cual había una caja. Era un teléfono móvil… Y otra vez el corazón de Heimdall dio un vuelco. Era como un sueño hecho realidad, no por tener un celular, si no por lo que su amo le dijo. Ya estaba si esto era otro engaño como el de Zeth ya no le importaba, más allá de los objetos que había recibido… por alguna razón sentía que Ryuuji era diferente… no entendía muy bien por qué pero no le importaba, solo o sabía… Su amo le estaba dando muchísima libertad y a su vez le causaba sensaciones que fomentaban confianza… se sentía mu feliz al respecto.
Se atrevió a tomar la caja en sus manos y la abrió para contemplar el cellar, si bien estaba absorto en sus pensamientos.
Tras varios segundos de silencio, Heimdall reaccionó y miró a los ojos a su amo…
-Muchas… gracias… por todo… - expresó con una amplia sonrisa, no pudiendo creer todavía el recibimiento que Ryuuji había preparado para su nuevo esclavo.

Sus ojos no se apartaron de la hermosa cara toda llena de sorpresa con la que Heimdall veía el aparato, quizás lo que conllevaba dicho objeto, más que él en sí, pero no pasó por alto, sus facciones suavizadas y las perlas rojas que tenía por ojos sin apartarse del móil.

Pero aquella mirada no siguió tanto timepo allí y Ryuu se vio con aquellos ojos encima, y un agradecimiento del cual se sintió feliz.
"Aceptaré solo este agradecimiento"
Expresó embozando una leve sonrisa mientras se acercaba una vez mas al muchacho y depositaba el siguiente de muchos besos en los labios de este.

Irguió su cuerpo, levantandose con la vista aun en Heimdall, con intenciones de volver a hablarle.
"Deseas tomar un baño? yo tengo algo de hambre, bajare y cuando estés listo me harias un gran favor si me cocinas algo"

Hablaba suavemente sin dejar de estar cerca de Heimdall y mirarle a los ojos mientras le hacía saber estas cosas, auqnue al ultimo instante, se inclinó un tanto hacia el chico.
"Por cierto... que soy??"
Pregunto, tenia curiosidad en saber si el pelipurpura aun le consideraba su amo, o en cambio, su compañero.

Se le erizó la piel al contacto de ambas cavidades bucales sintiendo otra vez esa agradable sensación que ya había experimentado y a la cual estaba más habituado, siendo que no era la primera vez que Ryuuji le daba un beso.
Ante la primera pregunta, el menor respondió:
-De acuerdo, me bañaré rápido y después le cocinaré… como usted lo prefiera, no quisiera que pasara hambre, además, estoy ansioso por demostrarle mi agradecimiento, y ya que se me da bien el arte culinaria, le prepararé un delicioso platillo para que sepa cuando aprecio lo que hace por mí. – finalizó empleando ahora un tono muy feliz… diferente al de hace ya un largo rato en Rozen cuando recién se conocían.
Realmente el mayor había sabido animar a Heimdall, y él se sentía muy bien al respecto.
-Qué es? Usted para mí? – arqueó las cejas, algo perplejo por la pregunta – bueno… etto… usted es mi amo, jeje, tiene papeles que lo constatan… pero, a riesgo de sonar al pretencioso, y muy conciente de que no debería por mi estatus social – comentaba Heimdall en tono algo bromista, ya más en confianza con el mayor – usted ya dio con la talla y de hecho creo que debería buscar una más grande – bromeó citando la frase que su amo le había dicho en Rozen, sin entender que la respuesta que buscaba Ryuuji era otra.
-Sería tan amable de enseñarme dónde está el baño? – Heimdall no dejaba de sonreír encantadoramente.

Aquel tono de felicidad con el que Heimdall le hablaba de vuelta hizo que su corazon sintiera un frescor de alivio. Sonrió reiterada vez ante la primera respuesta de su pequeño, le agradaba que tuviera ese entuciasmo mientras estuviese a su alrededor.

Elevó una mano y acaricio el cabello purpura del otro ante el segundo comentario.
"buscaré una extra grande... pero que quede entendido que no eres mío por que te compré, puede parecer así para la sociedad, sin embargo aquí entre nos... eres mi acompañante, mi soporte, quien estará aquí cuando me vaya a caer, en fin.. quien me dará lo que me faltaba, Heimdall"

Había sido un tanto emotivo, pero no escatimaría en cariño cuando le hablara al chico, tampoco en el trato, nunca descendería su afecto hacia ese pelipurpura.

"Por aquí, te lo mostraré..."
Respondió luego de dar un suspiro mudo e incorporarse, recto como estaba para dirigirse hasta la puerta que conducía al pasillo, e ir hacia ptra al fondo, no muy lejos de la habitación del ojirojo y de la suya, la cual acababn de pasar.

"Este es... tiene todo lo necesario y esta puerta de aqui mi habitación, puedes curiosearla si quieres, yo iré a la sala a entretenerme mientras te aseas..."
Mencionó saltandose varias detalles en el protocolo, y luego de ver una afirmativa, salió del pasillo a paso tranquilo, debatiendose en, si leer un libro o ver Tv.

-Pues me da mucho gusto que me haya elegido para desempeñar tal tarea… significa mucho para mí que confíe de esa manera en mí así que haré todo lo posible por no defraudarlo – comentó con gran alegría al tiempo que se acomodaba los cabellos con la mano, volviéndole el flequillo a taparle su ojo derecho después del movimiento.
Tras terminada esa charla, su amo procedió a indicarle dónde se encontraba el baño.
Se encontró con un lindo recinto con las paredes llenas de azulejos que describían un motivo agradable el cual aprovechó a examinar con su mirada mientras no dejaba de prestarle atención a lo que Ryuuji decía.
-De acuerdo, Ryuuji, de inmediato me bañaré para así luego poder cocinarle algún platillo que sea de su agrado. Finalizó y esperó a que el mayor se retirara para poder quitarse sus ropas.
Ya desnudo y con la ducha abierta se introdujo y el agua comenzó a recorrer la lampiña piel.
Heimdall disfrutaba muchísimo de la ducha, no por el simple hecho de estar bañándose, si no porque lo estaba haciendo en su nuevo hogar y porque sabía que la salir lo esperaba alguien que le dedicaba muchísimo cariño, y eso le encantaba.

De sus labios se vio una sonrisa más hacia Heimdall y le dejó bañarse a gusto mientras él iba a la sala. Decidió esperarle leyendo, algo pero al divisar su laptop en la esquina del comedor se sentó alli, comenzando a escribír algunas líneas de lo que se suponía era su próxima nueva publicanción pero no adelantó mucho que digamos, ya que el mayor ocupó su mente en otros pensamientos, y la mayoría giraban en torno a cierto peli-púpura que tomaba un baño a unos metros de él.

Suspiró y cerró el computador yendo a sentarse en el sofá amplio de la estancia, tomando un libro y continuando la lectura de éste.
Al parecer aquel libro lo había logrado distraer un poco pero se notaba lo inquieto, quizás, que estaba, ya que cada tanto y cierto tiempo cambiaba su posición.

En menos de 10 minutos, había pasado de tener los pies en loto encima del sofa, a colocarse sentado de cabeza sobre este y por último, luego de unas poses un tanto menos fuera de lo normal, terminó acostado a lo largo del sofá con los talones y la nuca sobre los posa-brazos, y el libro sobre la mesa, ya que se había encandilado más por la TV.

En los próximos minutos cambió de canal tras canal tras canal, hasta quedarse absorto en un programa llamado, algo así como Mithbusters, tan atento y algo más tranquilo esta vez, que no notó cuando el chico ya había terminado su baño y estaba ya encaminandose a la sala.

Tardó un rato dentro de la ducha, aprovechando para lavarse bien todo el cuerpo hasta que al final cerró la canilla y corrió la cortina para después ambular desnudo por el baño en busca de una toalla, la misma que uso al momento para secarse la cabeza y el resto del cuerpo, terminando esta cubriéndole toda la parte inferior de su cuerpo, atada a s cintura.
Al llegar a su habitación dejó caer la toalla en el suelo y desnudo caminó hasta el placard, abrió sus puertas se puso a buscar a ver qué ponerse.
Tras unos minutos se decidió por un pijama de raso, de color rojo, compuesto por una camisa y un pantalón, los cuales le quedaban algo holgados, después de todo era muy probable que después de la cena se fuesen a acostar así que de antemano se puso ropa de dormir… se fijó previamente en la ropa y notó que la tela estaba freezada así que iba a estar abrigado.
-Ya acabé de bañarme – dijo en tono alegre y entusiasmado – su cabello aún estaba húmedo y lo hacía ver aún más encantador que de costumbre – Si me indica dónde está la cocina comenzaré de inmediato con los preparativos para la cena.

Al oír la vocecita del menor se incorporó en el sillón, dejando el televisor silenciado.
Le miró por unos segundos, notando que, a su vista, se veía sumamente adorable vestido de rojo, aunque descocnocía el motivo, solo pudo pensárselo unos segundos ya que se levantó para acercarse a Heimdall y guiarlo a la cocina.

Ésta estaba a un lado del comedor, separada con una pared y una puerta corrediza que Ryuu prefería mantener abierta.
"No es tan amplia pero supongo que se te hará cómodo... en los cajones altos solo hay cristalería, así que todo lo demás se encuentra abajo y a la mano..."
Dijo caminando entre la cocina, si bien había dicho que no era amplia, quizás se equivocaba un poco ya que facilmente podían caber 5 personas allí sin molestia.

A continuación le mostro el lugar de cada serie de objetos, cual era la despensa y el refigerador era muy obvio, así que lo pasó por alto.
Se encaminó hacia la puerta y se cruzó de brazos recargandose de un lado.
"Podrás solo?"

Aunque era una pregunta retórica, le dio curiosidad que aquel muchacho estuviera tan confiado de su aptitud culinaria. No le subestimaba pero como era de un tamaño menudo, bien podría dar fé del dicho "las apariencias engañan", así que decidió permanecer allí y ver que tal lo hacía, quizás con la esperanza de aprender un par de cosas también.

Se dejó llevar por su amo hasta la cocina, atravesando la estancia de la mano de Ryuuji.
Al atravesar la puerta corrediza se ubicó en el centro del recinto, examinando como de costumbre con sus ojos a la vez que escuchaba lo que su dueño tenía para decir, poniendo atención en todas las indicaciones que le daba.
Sin duda era relativamente amplia la cocina a pesar de que Ryuuji decía lo contrario, y por lo que veía conforme el mayor le iba mostrando la ubicación de los elementos y demás, era que estaba muy bien equipada… algo irónico siendo que a su amo no se le da bien el arte culinaria.
-Sí, claro, señor… siempre me ha llamado la atención la cocina así que en Rozen me las arreglé para poder conocer al respecto… a ver qué tenemos aquí… - dijo esto último para sí mismo mientras revisaba las provisiones que había en la cocina a fin de elegir las más aptas para preparar un rico platillo.
Procedió entonces a sacar del freezer de la heladera algunos trozos de carne y a continuación vertió una cuantiosa cantidad de pan rallado en un pote que sacó de la alacena.
El menor trabajaba organizadamente en la cocina teniendo cuidado de ensuciar lo menos posible.
Resultaba gracioso ver a Heimdall por momentos tener que esforzarse para alcanzar algunas cosas que estaban un poco alto pero así y todo el pelipúrpura se las arreglaba bastante bien.
Se concentraba bastante en lo que hacía, es más, en determinado momento dejó de prestarle atención a si su amo seguía observándole.
Prendió el horno y cortó un tomate sobre una tabla… luego vertió algo de leche y algunas yemas de huevo en otro pote y, tras batirlo, empapó los trozos de carne dentro del mismo y a continuación los pasó por el pan rayado reiteradas veces…
Recién cuando metió ambos trozos de carne al horno, sacó de la heladera un poco de queso y cortó dos pedazos cuantiosos.
Mientras el platillo se cocía lavó los utensilios que ya no estaba manipulando y al cabo de un rato sacó del horno los dos pedazos de carne rebozados, les colocó el queso encima, y sobre el mismo unas rodajas de tomate, y volvió a colocarlos en el horno. Volteó entonces para percatarse de que su amo seguía observándolo.
-Con su permiso, prepararé la mesa… espero le agraden las milanesas a la napolitana, las hago al horno para que no sean tan fuertes al hígado… por cierto… espero no le moleste pero he preparado una porción extra para mí… si no le importa me gustaría acompañarlo en la cena – finalizó otra vez ruborizado.

Paseaba su vista sin perder mínimo detalle del pelipúrpura. no objetó nada y le dejó ser mientras iba y venía por la cocina bajo su atenta y nada escueta mirada.

A simple vista se podía decifrar lo fácil que aquel muchacho se desenvolvía en la cocina. sabiendo los ingredientes y aplicaciones exactas para cada cosa, y más que nada, poder verlo le traía algo de satisfacción al mayor, aunque a veces se removía inquieto en su esquina cuando observaba que Heimdall forcejeaba por atrapar algunos elementos. Pero se las arreglaba solas al final y eso le arrancaba otra sonrisa.

Al parecer Heimdall era más independiente de lo que en alguna perspectiva pudiese parecer, y sin embargo no era frágil, por poco que pareciese en un rápido vistazo, pero ya vería todas sus facetas, no se alarmaría por encontrarlas, no juzgaría tan buen libro por su linda e inocente portada.

Heimdall le atrapó sonriendo en vilo, pero no podía negar aquella sonrisa, y el menor la merecía asi que la amplió cuando tuvo la mirada del muchacho sobre él.
"Adelante, te ayudo.."
Contestó por fin moviendose, pero antes escuchó al pelipúrpura comentar que habia preparado algo para él lo cual le extrañó.

"Pensabas que iba a comer solo? Preferiría que me acompañases cada ves que podamos... incluso si tengo trabajo" Esbozó una sonrisa mas hacia el muchacho. "Quiero que comamos juntos la mayoría de las comidas que prepares, Heimdall... De acuerdo?"
Inquiriendo volviendo a movilizarse, esta vez, hasta tomar un par de individuales de un cajón alto y dos platos seguido de aquello.

Se acercó al menor y se los entregó para que comenzase con aquello y el tomaba lo demás, vasos, cubiertos, entre otros, para completar la mesa.

Escuchó la respuesta del mayor y esbozó una sonrisa tanto de alivio y satisfacción como de gratitud hacia Ryuuji, por dejarle compartir la cena así como las comidas venideras.
-Gracias… es usted muy amable al dejarme acompañarlo – comentó mientras tomaba los individuales y los platos para salir de la cocina y colocarlos sobre la mesa.
Del horno salía ya aroma a carne con queso fundido, lo que le indicaba al menor que ya era hora de apagar el horno así que ni bien acomodó las cosas regresó a la cocina, cruzándose con su amo que llevaba cubiertos y vasos en la mano.
Sacó del horno la placa que contenía las dos milanesas y las sirvió en una fuente. Ambas porciones eran bastante grandes y abundantes así que de seguro ambos se llenarían.
Aprovechó de momento para sacar de la heladera una botella de agua y la tomó con la mano que no sostenía la fuente, para luego regresar donde el mayor, una vez apagado el horno.
Dejó sobre la mesa la fuente y la botella.
-Se le ofrece algo más o ya puedo sentarme? – preguntó sonriente

Llegando al comedor, apostó los vasos junto a los platos, de forma muy pulcra y luego los cubiertos, sobre unas servilletas de tela que también había llevado consigo.
Observó que el ojirojo se las arreglaba entre las milanesas y el agua, pero cuando iba a acercarse y tenderle ayuda éste llegaba junto a él, que bien no se había sentado en la mesa, para esperarle.

"No hagas el papel de pequeño mozo..."
Espetó suavemente con una sonrisa más, acariciando los cabellos de Heimdall.
"Cenemos..."
Le invitó, al pasarse por detrás del pelipúrpura, halar su silla para que tomara asiento , y subsecuentemente acomodó aquella silla contra la mesa y fue hasta la propia.

"Gracias por esto Heimdall"
Agradeció, (valga la redundancia) con una suave exhalación, casi parecida a un suspiro suave, mientras tomaba los cubiertos y cortaba un trozo de aquella carne, seguido de un gesto nada disimulado de pura satisfacción y sosiego, que se vio en el rostro de Ryuu al probar tan exquisita comida.