Cambios... //Lemon- Heimdall//

Cerró los ojos cuando el mayor le acarició los cabellos, sin borrársele esa encantadora sonrisa.
Se sonrojó levemente al ver que su amo lo invitaba a sentarse. Aún le costaba creer que el mayor lo consentía de aquella manera. Su primer amo, si bien era muy permisivo y también lo trataba bien hasta cierto momento, sin duda era una persona mucho más fría y distante que Ryuuji. Por eso era que le llamaba la atención tantos buenos tratos, no estaba tan acostumbrado a ellos.
Tras sentarse en la silla no le quitó los ojos de encima a su amo quien se ubicó frente Heimdall.
-Es un placer para mí cocinarle, Ryuuji, es lo menos que puedo hacer…después de todo es usted el que me está consintiendo, jeje – comentó algo nervioso y sonrojado.
-Con permiso – procedió a servirse una porción de carne, mas no probó bocado. Estaba esperando a que Ryuuji diese su opinión acerca de la comida. En verdad le interesaba que fuese de su agrado.
-Espero lo considere sabroso, lo hice con muchas ganas para usted.

"Mejor que en cualquier restaurante..."
Expresó aun saboreando aquella porción, con los ojos cerrados y la misma grata expresión aun, que no tardó más que unos segundo en cambiarla, en una amplia, hermosa sonrisa de su parte, alzando una mano, colocándo una seña de "perfecto" a su manera, con el índice y pulgar juntos y los demás dedos alzados.

Cortó un trozo algo mas considerable, atrayendolo a su plato, para degustarlo con toda el hambre que tenía, no obstante, no descuidaba el dar rápidas y ágiles miradas hacia Heimdall.

En ese momento tan pacífico y hogareño, la mente de Ryuu era un vainvén de ideas, las futuras, las pasadas; el sosiego que sentía junto al menor, era irremplazables...
"Y espero más de estos momentos" -aquel pensamiento le hizo irremediablemente sonreír a sus anchas mientras se llevaba un bocado siguiente a los labios, dando otra mirada al menor y una ultima a su plato, ya que pronto terminaría, debido a que era de rápido comer.

-Qué bueno que le agrade – exclamo con mucho entusiasmo y llenándose de felicidad, más que la que ya estaba experimentando desde que había llegado al lugar.
La cena transcurrió envolviendo a ambos en un ambiente muy agradable, en el cual se cruzaban miradas en todo momento, tanto de Ryuuji hacia Heimdall como en viceversa. Por momentos cuando el menor daba con la vista de su amo se sonrojaba y desviaba inmediatamente su vista hacia donde fuese, generalmente hacia su plato.
Se sentía muy a gusto comiendo en compañía de nuevo, mas esta vez era distinto… esta vez había algo diferente en Ryuuji, algo que Zeth no supo darle a Heimdall, no es que él no fue afectivo con el ojirrojo, sin embargo a Heimdall, en su momento, le pesaba la distancia que el otro mantenía… distancia que ahora sentía casi nula entre él y su actual amo.
Eventualmente y tras tomar un vaso de agua y servirle después de ofrecerle a su dueño, Heimdall quedó satisfecho, habiendo dejado un poco de su porción en el plato, ya que el pelivioleta no era de comer mucho.
Se quedó estático dejando bajar la comida observando como terminaba de comer el mayor.
Ya cuando ambos hubieron terminado…
-Se le ofrece algo más? – se dignó a preguntar

Había aceptado aquel vaso de agua que le caería lo justo, y así terminaron cada quien su porción, cuando escuchó a Heimdall nuevamente, y hablando en términos directos, aquella vocecita le agradaba, para el era la mejor de las voces que hasta el momento habia escuchado, por que era la que le dirigía alguien con afecto y sinceridad.

Entrelazó sus manos y las situó debajo de su barbilla, mientras veía la habitación con aires meditabusndos, en lo que convenía una buena respuesta, y pasaba la lengua por los contornos interiores de su boca...

"A tí... se puede?"
Expresó con un deje de coquetería, que se dio el lujo de mostrar, auqnue aquello era entre sincero y juguetón, ya que aunque el mayor quisiese a Heimdall para pura compañía, no podía negarse a que el pequeño le atraía bastante, no era para menos.

"Es una broma"
Se apresuró a decir con una agradable sonrisa.- "levantemos la mesa y vayamos a dormir, debes estar cansado..." continuó bajando la mirada de Heimdall hacia el plato vacío de su cena, colocando los utensilios que ocupó encima de este para dirigirse a la cocina sin esperar al menor, pareciese que llevaba prisa pero la verdad queria despejar su mente de lo que había pensado hace unos minutos... para él quedaba estricto el roce de doble sentido hacia el menor, y era un memorandum que se debía meter a la cabeza.

Por un momento el corazón de Heidmll se aceleró acompañando una cara de suma perplejidad ante la respuesta de su amo… varias sensaciones se dieron en todo su se, y muchas cosas le comenzaron a revolotear en la mente…
No sabía si ponerse incómodo o entusiasmarse por aquella respuesta. Era muy evidente que entre ambos había algo, tal vez simple atracción física, más allá de, claro, el hecho de que son amo y esclavo y sin mencionar la comodidad que le inspira la compañía de Ryuuji, no olvidar tampoco las miradas incesantes y sumisas, los sonrojos…
Muchas cosas, incertidumbres, expectativas, dudas, todas se lanzaron a bombardear la mente del menor tan rápido que tardó en reaccionar en el hecho que su amo le había jugado una broma…
No fue una broma para Heimdall, y su cerebro maquinó de inmediato que Ryuuji tampoco había querido hacer un chiste… Heimdall es algo iluso… pero no tanto. Por ese mismo motivo fue que se puso bastante nervioso… no sabía como iba a continuar la noche ahora que se iba a acostar y le daba a un poco de nervios.
Muy sonrojado procedió a juntar la mesa con la ayuda de su amo, evitando a toda costa la mirada del mismo, no habiendo dicho nada al respecto del comentario de su amo.
Al rato terminó de lavar lo que había quedado sucio y dejó muy ordenada la cocina.
-Ya está todo listo, señor…

El cambio de actitud no le había pasado inadvertido. Heimdall habia captado que al principio y nunca quiso decir una broma con aquel comentario, no del todo, y por tanto quizás ahora estaría un tanto incómodo por aquello; se dió tres bofetadas mentales por haber soltado tal impulsividad, pero ¿qué podía hacer ya?

Mientras el menor lavó las vajillas, él se ocupó de dejar la mesa como estaba, con el único adorno central, en colores que armonizaban con el resto de la estancia, y limpiando los individuales, situándolos donde correspondía.

Heimdall habia evitado sus miradas, y él mismo no hizo mucho por incordiarle más, ya que en aquella situación, el otro podría bien interpretar cualquier cosa con algún sentido contrario, mas Ryuu desconocía que esto no era así y él mismo no estaba incómodo sino nervioso también como lo estaba el menor.

Y hablando del pelipúrpura, ya le había vuelto a dirigir la palabra, solo que ahora volvía a usar el tildado "señor" reiterada vez.

"Puedes llamarme de tú, auqnue supongo que aun no está esa confianza "
concluyó encogiendose un poco en donde estaba, recargado levemente en la mesa del comedor viendo a Heimdall.
"No te gustaría dormir conmigo esta noche?"
Aunque se había maldecido por la incoherencia que habia dicho antes terminó por sugerirle aquello ahora al ojirojo pero enseguida volvió a corregirse, mientras se rascaba suavemente un brazo, en un ademán muy juvenil de nervios.

"A-aunque, si prefieres dormir en tu habitación para acostumbrarte y demás.. no hay ningún problema..."
Aseguró mirándole fijamente. A primera impresión no se diría que el mayor estuviese para nada nervioso, pero si lo estaba y mucho.

Simplemente asintió al primer comentario de su amo, para darle a entender que estaba de acuerdo con tratarlo de “tu”.
Por dos segundos, el ambiente tenso pareció desaparecer, hasta que las nuevas palabras evocadas por Ryuuji le hicieron poner nervioso a Heimdall por segunda vez.
El mayor le acabada de ofrecer dormir con él…
De inmediato su amo se auto corrigió intentando que su propuesta pasara inadvertida, mas esto fue inevitable.
Heimdall tardó unos instantes en asimilar la proposición… no estaba seguro de querer dormir en la misma cama con su dueño, no es porque no quisiese pero le resultaba algo incómodo siendo su primer noche ahí.
Sin embargo sus impulsos pudieron más que sus criterios y buenos modales a la h hora de responder.
-Me encantaría – respondió algo efusivamente, interrumpiendo al quien le comentaba que no había problema si no quería. – cómo usted lo prefiera… - comenzó, ahora siendo él el que de algún modo intentaba excusarse por tan notoriamente impulsiva respuesta.

La ligera sospecha de que hubiese vuelto a incomodar al pelipúrpura le remordió la conciencia. Estaba tomándole tanta confianza tan pronto, y auqnue se conocía y sabía que era así o más atento con la mayoría de las personas /siempre que tuviese un arma lejos/, pero le extrañó mucho que hacia Heimdall estuviese una llamarada, un sentimiento diferente, quizás porque esperaba que alejara la soledad de su lado, pero creer que lo estuviese logrando tan pronto... se le hacía nuevo e impactante, hasta un punto que no sabía si iba por buen camino con el muchacho o no.

Respiró hondo al escuchar la inciativa de parte del ojirojo y se le escapó una pequeña sonrisa de júbilo y alivio. Hizo una pequeña señal con una de sus manos, para que le compañase, cruzó el pasillo y fue directo a la puerta de su habitacion abriendola para que Heimdall pasase.

"Veo que fuiste precavido y te vestiste con una pijama... si quieres lavarte los dientes o algo mas puedes hacerlo ahora, y luego usaré yo el baño"
Comentó esto mientras se quedaba en medio de la espaciosa habitación, igual a la de Heimdall en tamaño pero algo mas sencilla; una cama con sus mesas de noche, una con una hermosa pero sencilla lampara, fijada a la pared, y un reloj plateado. En la otra unas fotos y un libro.

Lo siguiente que se veía era una puerta corrediza, que no sobresalía mucho de la pared, perteneciente al armario. Por último un escritorio con tan solo una laptop, un porta-lapices y un mini calendario.

Todo se veía sencillo desde alli, lo unico contrastante eran las sábanas y paredes con detalles en color durazno.

"Bien?"
Inquirió con una última mirada directa al oji rojo, para entonces acercarse al armario dejando ver la misma estructura que el de Heimdall, a diferencia de la ya mencionada maleta, resguardada en un rincón de este. Ryuu abrió cajones y hurgaba en la ropa, esperando alguna palabra de parte de su acompañante.

Los nervios del menor iban en aumento mientras más cerca se encontraba de la habitación de su amo. Dos grandes sentimientos se disputaban por tomar la delantera en la mente de Heimdall: incomodidad versus deseo… sí, sentía una fuerte necesidad de cariño, su anterior amo, previo a decidirse a revenderlo a Rozen no lo había tratado de la mejor manera, lo tenía muy descuidado y falto de afecto, y eso le pesaba mucho al menor, ya que amaba a su viejo dueño.
De todos modos ahora estaba lleno de incertidumbre costándole mucho tratar de dejar de lado aquellos sentimientos para darle espacio en su vida a un nuevo propietario, quien parecía tratarlo por demás de bien y consentirlo mucho.
-Claro… iré a asearme antes de acostarme, con permiso – comentó en tono algo angelical, así como le salía naturalmente y sonriendo,; por momentos se olvidaba de la incertidumbre pues el ambiente era muy agradable y ameno, si bien de a ratos recordaba la contraposición a dicha sensación.
Aprovechó entonces para dirigirse hasta el baño y, una vez en él, no comenzó de inmediato con su aseo… se quedó unos instantes, mirándose al espejo del lavabo, tratando de relajarse y de acomodar sus ideas… en vista de que esto no daba resultado, resignado, procedió a cepillarse los dientes, enjuagar su boca y lavarse la cara. Para luego salir del baño al reencuentro con aquel ser que tantas sensaciones le provocaba.
-Ya estoy listo, Ryuuji

Tomo asiento en una de las esquinas de la cama, luego de oir la hermosa voz del pelivioleta y verlo irse. se recostó solo unos segundos, pero luego echó un suspiro y se incorporó, colocandose entonces de pie.
"Será mejor que no pierda tiempo" -Pensó mientras echó un vistazo a la puerta de la habitación. Suponía que el menor no tardaría y entonces debería evitar pasar mucho timepo en la habitacion, ya que tenia el presentimiento aun, de que esto le incomodaría a Heimdall.

Tomó una toalla extra y el pantalon de su pijama de un cajón del armario y dejandola sobre la cama, tomó el borde de su camisa y se la fue quitando. Usaba una franela mas ligera debajo, de color blanco que también se resolvio a despojar de su cuerpo y a devolverlas dobladas al cajón de donde habian salido en la mañana.

En el momento que fue a tomar la toalla Heimdall habia vuelto, anunciandole que ya estaba listo. Una ligera sorpresa le provoco su llegada, ya que había estimado que tardase un poco mas, pero luego se relajó y colocó una pequeña sonrisa en su rostro.
"De acuerdo, ahora es mi turno..."

Pasó por el lado del menor no sin antes proferirle una caricia en el cabello. Salió, cerrando la puerta tras si y se adentró en el baño.
Como no era su costumbre tardar mucho, solo se duchó y cepillo los dientes en un tiempo ridiculamente corto... 15 minutos apenas.

Salió del baño con el pelo algo húmedo y con solo el pantalon de su pijama, color negro con la imagen de una huella de la patita de un perro en la parte trasera, color azul cielo que le hacia ver el trasero algo gracioso, pero era precisamente para dormir, así que no había problema.

"Estoy de vuelta"
Comentó meintras entraba y guardaba el pantalon drecto al armario, para luego enfocar al muchacho, que ya habia ocupado la cama, y sonreirle.

Al reaparecer desde el baño Heimdall se encontró con su amo semidesnudo lo cual le provocó un leve escalofrío que recorrió todo su cuerpo entumeciéndolo y poniéndole la piel de gallina.
Le devolvió la sonrisa y lo observó dirigirse, ahora siendo su turno, al baño para asearse, al tiempo que recibió una tierna caricia. Cerró levemente los ojos como un minino que disfruta de un mimoso cariño y no le despegó la mirada de encima hasta que el mayor abandonó la habitación.
Heimdall se encontraba muy impaciente por la espera… qué hacer… no sabía si era educado ir acostándose o esperar a que su amo le diese permiso… a su vez sus nervios aumentaban, estaba a solo minutos de compartir la cama con su amo y algo le decía que no solamente iban a dormir en ella. Las actitudes que ambos se regalaban el uno al otro eran demasiado obvias, eso bien había aprendido a distinguir el pelipúrpura durante su trabajo en el prostíbulo.
Ambuló un rato por la habitación todavía sin saber qué hacer examinando nuevamente con la vista, en busca de algo que lo distrajese…
Ya que el intento fue en vano decidió finalmente acostarse en la cama: corrió las sábanas y se introdujo dentro tímidamente, aún no muy seguro de si era correcto hacerlo o no.
Solo unos minutos pasaron desde entonces hasta que Ryuuji reapareció en el recinto con su pantalón del pijama puesto, y con sus cabellos húmedos.
Otra vez se sonrojó el esclavo, esperando que no le molestase a Ryuuji que ya se hubiese acostado.
-Ya me metí en la cama, espero no te moleste – comentó tímidamente esperando que no le desagrade al mayor su atrevimiento.

Movió su cabeza suavemente mientras se acercaba a la cama. El gesto era un obvio "no" ya que en lo mínimo le imprtaba compartir su cama y menos con tan hermoso pelipurpura.

Casi sin mover la cama abruptamente, de deslizó entre las cobijas, quedando solo unos centímetros cerca del ojirojo. Se apoyó de uno de sus codos, acostandose de perfil, con la vista fija en Heimdall.

Le miró solo unos minutos, no le importaba que el menor se diera cuenta, solo sentía grandes ganas de fijarse en el ahora mas de cerca, mas directo... Meterse en la cabeza que era suyo, y solo faltaba que el menor lo reconociese, de otra forma.

Suspiró y se acomodó boca abajo con la cara hacia el lado contrario de donde estaba el pelipúrpura. No apuraría las cosas, pasaría cuando tuviese que pasar, aunque su cuerpo pidiera a gritos, y necesitase 15 duchas frias diarias, y quería que el menor lo supiese.

Movió su rostro hacia Heimdall viendolo una vez mas y entonces se levanto solo un poco.
"Apagare la luz ahora, pero antes.. quiero hacerte saber que esta noche si no quieres no te tocaré... sinceramente tengo todas las ganas de hacerlo, pero sé que tienes tus sentimientos asi que cuando sientas que me puedes dejar dar ese paso, espero tengas la confianza de decirlo... o en otro caso mostrarlo"

Terminó su pequeño discurso con una pequeña sonrisa y luego se giró hacia la luz... murmuró un muy ligero pero amable "Buenas noches2 y se dispuso a acostarse.
Aun tubiera ganas, debia controlarse, debia darle una beuna imagen al meor, y debia ser un pilar, para soportar el tormento que le causaba esperar, aunque sentir la cama mullirse a su lado ironicamente le reconfortaba mas que perturbarle.

Heimdall no le quitó la vista de encima a su amo mientras este se metía en la cama a su lado. Su corazón latía algo acelerado por el momento que estaba viviendo y este ritmo se incrementó cuando observó como Ryuuji le examinaba detenidamente con la mirada.
Aún sin nada para decir, sintiéndose abrumado por la otra presencia tan cercana a la propia, siguió mirándolo, como hipnotizado, hasta que su dueño se dio la vuelta y le dio la espalda.
Pensando que todo acabaría ahí, Heimdall inhaló para decir “hasta mañana” pero las palabras no le salieron ya que de antemano Ryuuji volvió a hablarle.
Las palabras evocadas conmovieron al pelipúrpura. Tal honestidad lo tomó por sorpresa, le resultaba casi ilógico que su amo fuese tan sincero con él, como si… como si no fuese un esclavo… se sintió tras lo dicho muy relajado de repente, como si ya no hubiese barreras entre él y su dueño… como si de un momento para otro hubiese asumido dónde estaba, con quién estaba y por qué estaba allí… estaba en la casa de su nuevo amo, en su cama porque él querái estar ahí… sí, ÉL QUERÍA… era su decisión… por ese instante, y más cuando Ryuuji le dio a elegir si dejarse o no tocar, se sintió libre, una sensación bastante extraña a decir verdad, pero él no quería ser libre… quería ser esclavo de Ryuuji, eso era todo en su mente ahora, estaba cómo perteneciéndole y no quería que eso cambie.
Tras haber asimilado todo lo que su amo le había dicho, en el rostro del menor se dibujó una sonrisa, tan hermosamente encantadora y llena de comprensión y agradecimiento.
En vista de que su amo procedía a apagar la luz, Heimdall estiró el brazo y lo detuvo, y una vez que el mayor volvió a mirarle, le dijo…
-Yo te pertenezco, Ryuuji… y estoy muy cómodo así… siento que mi deber hacia contigo es hacerte feliz... – Heimdall frenaba por momentos buscando las palabras adecuadas – Y también siento que si tú lo eres yo lo seré… por ende… no solo por ti… si no también por mí... quisiera… - un notorio sonrojo adornó un gesto adorable y algo tímido en la cara del esclavo – quisiera que des el paso… de hecho… me encantaría…

De solo escuchar aquella respuesta, la suave forma en que le detuvo antes de que apagase la luz y esa disposición, se acercó de una forma algo impulsiva, pero calculada hasta el pelipúrpura y antes que nada le estrechó en un abrazo.

Sus manos se quedaron reposadas en la espalda del menor, sin embargo una se fue a su nuca y alli alzo un poco el rostro de Heimdall, acercando sus labios, proporcionandole un dulce beso, el primero de muchos.

Tomo un poco de distancia solo para susurrarle na bella dedicatoria.
"Gracias.. ya me haz hecho más feliz de lo que esperaba... Gracias Heimdall"
Luego de esto volvió a besarle incontables veces, acariciando de forma ligera pero a la vez experta, el cuerpo del ojirojo.

Vio al mayor acercársele y eso no le molestó en lo más mínimo, de hecho todo el nerviosismo había desaparecido y había sido reemplazado por mucha tranquilidad y seguridad, las cuales eran brindadas por su amo.
La mano que envolvió su nuca le hizo acercarse a la boca ajena para luego recibir un agradable beso que le transmitió mucha ternura y afecto… de más está decir que no le molestó en lo más mínimo responder.
Al separarse sus bocas y al escuchar el susurro del otro respondió:
-Pues ese es mi propósito y motivo de felicidad… - dijo también susurrando y aventurándose para acariciar con su mano el pecho de Ryuuji – así que mientras usted sea feliz yo lo seré… no me lo agradezcas.
Los besos se repitieron varias veces acompañados también por caricias tanto del amo al esclavo como del esclavo al amo. Mientras ambas lenguas jugueteaban juntas, el pelipúrpura aprovechaba para apegarse todavía más a su amo, terminando ahora abrazados y el menos acariciando la espalda del otro, aún sin dejar de besarse.

Una pequeña sonrisa fue lo unico que se vio en su rostro, es noche disfrutaria, y no seria la unica, tenía el agradable presentimiento que Heimdall traeria mucha vida a su existir, y de alegría ni se diga.

Las caricias del menor le fueron más que agradables y las correspondio gustosas... pero hubo un punto de todo el coqueteo en que la luz de la habitacion sobraba, así que suavemente se separó de los labios del pequeño y se giró rapidamente hasta el interruptor.

No tardó nada y cuando estuvo devuelta, cara a cara con Heimdall le susurró un cariñoso "Disfrutemos" labios contra labios. Les volvió a reclamar con ansias mientras sus manos viajaban entre la espalda del menor pero ahora se dedicaban a subir la parte superior del pijama, que en poco tiempo se dispondría a retirar completo.

"Seduceme"
Pidió en un susurro anhelante, cuando sus labios se dedicaron al cuello del pelipúrpura esta vez.

El pelipúrpura sonrió ante la propuesta que el otro le hizo tras apagar la luz, además de que le resultó placenteramente erótico el roce de labios que acompañó a la palabra.
Entendió de inmediato que Ryuuji intentaba despojarlo de la parte superior del pijama cuando sintió las manos de él rozando directamente sobre su tersa piel.
Otra sonrisa fue esbozada por Heimdall tras la “orden”, mas esta tenía un toque de travesura implícito, el cual se dejó ver claramente, ahora que los ojos de ambos se habían adaptado a la oscuridad de la habitación.
Con un gesto libidinoso en su rostro, deshaciéndose de todo índice de inocencia habido y por haber, hábilmente, el pelipúrpura cruzó su pierna sobre las de Ryuuji y ejerció fuerza con la misma para que su amo quedase boca a arriba, pudiendo así el menor sentarse sobre su amo que fue en ese momento en cuanto su cuello dejó de recibir traviesos besos.
A continuación alzó los brazos y terminó por deshacerse él de la parte superior de su pijama. Sentía debajo de sí la erección de Ryuuji y eso le gustaba.
Vistiendo solo el pantalón de raso, Heimdall comenzó con caricias por todo el pecho y abdomen de su dueño, al tiempo que procuraba frotarse sobre la entrepierna ajena, valiéndose de todas sus habilidades adquiridas en el prostíbulo.
Al cabo de unos minutos se recostó sobre Ryuuji y acercó su boca hasta la oreja contraria, sin cesar con las caricias, y lamió el lóbulo para luego preguntar:
-Cómo lo hago? – buscando la aprobación de su amo.

Había visto como el rostro del menor cambiaba, pero no le sorprendió, no de inmediato, ya que suponía la experiencia que debía de tener.
Se sorprendió al ver lo bien que Heimdall se desenvolvía con las caricias, habia cambiado las posiciones y le seducía tal como le había pedido.

No contuvo el gusto reflejado en su rostro, mas bien sonrio y relamió sus labios expresamente para que el ojirojo observara, gustara y supiera que aquello le caía como anillo al dedo.

Sin quedarse atras acaricio con sus manos los bordes del pantalon del pijama, con los largos dedos de sus manos les caderas del pelipúpura y con sus pulgares el comienzo de su pelvis.

"exquisito"
Habia sido su escueta respuesta ante la curiosidad de su esclavo, con una voz profunda, exitada en extremo, y quiso más.
"Te dejaré las riendas esta noche... la proxima no sere tan permisivo"
Murmuró con una grave voz, demasiado erotica, no concordaba con la afable expresion que momentos atrás tenia, ahora, justo como el menor su rostro era pura lujuria.

La respuesta le satisfació mucho a Heimdall, a la vez que sentía las manos de su amo ansiosamente cercanas al elástico de su pantalón, colándose los dedos por debajo y palpando la pelbis del niño y su cintura.
-Me parece bien… haré que no se arrepienta – finalizó aquel susurro con otra lamida al lóbulo.
Entonces se arrodilló con las piernas abiertas, una a cada lado de las caderas de Ryuuji y tomó las manos del mayor entre las propias y a la vez que hacía que estas bajasen las empujó contra el elástico del pantalón, por lo que ambas se metieron debajo del mismo, y alcanzaron a sentir la erección del esclavo.
Una vez hecho eso Heimdall soltó las manos de Ryuuji para que estas hiciesen a su antojo debajo de su pijama y con una de sus manos libres comenzó a frotar e miembro erecto de su dueño, amenazando varias veces con meterlas debajo del pantalón mas no haciéndolo con el fin de poner impaciente al peligris.

Sin demorarse, el pelipurpura tomo cartas en el asunto, sabiendo bien que hacer. Al sentir sus manos sobre aquella zona, en sus labios una sonrisa ladina, pequeña pero significante y un susurro languido se dejaron ver y oir respectivamente.

Acaricio la erección del menor, palpaba como si tocase alo valioso, y degustara con sus manos lo que tenia entre estas, le daba caricias pequeñas pero profundas, ávidas.
Un bailecillo de jadeos fue lo que soltó al ser victima de la mini-tortura de Heimdall... Aunque le gustaba bastante, era un as en esa materia.

"Sigues asi y no me quedara paciencia para dejarte el resto"
Susurró aun con la quepeña sonrisa ladina, curveandose, en un mohín erotico en su cara.

Una de sus manos fue hasta el cabello del menor, desde su nuca, atrayendolo para otro beso esta vez algo demandante, sin desequilibrar las lujosas y lujuriosas caricias al miembro de Heimdall.

Sintió las manos de su amo apoderarse finalmente de sus genitales, los cuales eran palpados de una manera delicadamente deliciosa y excitante.
Sus ojos se entrecerraban y ligeros suspiros que demostraban goce salían de la boca del pelipúrpura, rompiendo así el silencio de la habitación junto con las disimuladas exhalaciones del mayor.
Ante su comentario, el menor volvió a sonreír con un aire de travesura muy notorio, mas no dijo nada al respecto pues cuando se disponía a contestar las manos de su dueño lo atrajeron para que ambas bocas se junten en un beso fogoso y apasionado, que a su vez le demostraba a Heimdall que su amo estaba algo impaciente, mientras nuevamente la manos ajenas alcanzaban el pene del más chico.
Tras finalizar el beso el ojirrojo se dispuso a atender al cuello de Ryuuji, besando y lamiendo provocativamente y dejándole al otro, por momentos sentir su respiración en el oído.
Y así fue como comenzó a deslizarse, sin dejar los besos y caricias, por el pecho del peligris, deteniéndose en sus pezones, los cuales succionaba y lamía con avidez, sintiendo ahora la erección ajena a la altura de su abdomen.
Continuó bajando hasta encontrarse cara a cara con dicha erección, aunque esta estaba cubierta por el pantalón de dormir.
Heimdall se quedó ahí, recargando su cabeza en su mano, la cual se apoyaba en la cama mediante el codo, entre las piernas de Ryuuji, acariciando sus genitales por sobre la ropa como quien acaricia a una mascota, a modo de provocarlo e impacientarlo, mientras le dedicaba una mirada que también estaba desbordada de lujuria.
-Con permiso – dijo en voz baja mas no llegando a ser un susurro; timbre de voz que sonó morbosamente inocente.
Acto seguido tomó el elástico del pijama de Ryuuji y jaló de él junto con sus interiores. Tuvo que moverse para poder desnudarlo completamente, pero al deshacerse de las prendas regresó a su posición anterior y se dispuso ahora a continuar acariciándole el miembro como antes, solo que esta vez de piel a piel, envolviéndolo con su mano por momentos y retrayéndole el prepucio.
Continuó así unos minutos hasta que las ganas le pudieron a él y le propinó al pene una lamida que recorrió desde la base hasta la punta para luego comenzar a succionar hábilmente, subiendo y bajando, a un ritmo lento y placentero, con sus ojos cerrados y disfrutando de aquel apetitoso miembro que estaba teniendo el honor de probar, mientras ayudaba a la felación con su mano, con el fin de brindarle más placer, envolviendo entre sus labios lo más que podía a toda la extensión del peligris, y jugando con su lengua, haciendo círculos, rodeando el falo y el tronco de manera aleatoria.

De manera maestra el pelipúrpura le repartía y profería caricias dignas de lo que antes habia sido, profesión que el mayor no dejaría pasar a Heimdall nueva vez, por su bien y por la integridad fisica de quien se atreviese a tocar lo que era suyo.

Cuando el menor bajó a su pecho, se decidió a hacerle la vida mas facil levantando un poco su torso, apoyandose de sus codos. Lo estaba colmando de un placer único, pero compartible, ya que Ryuu podía acariciar a sus anchas al menor, y así hizo con sus cabellos, cuello y comienzo de la espalda de este, solo hasta que bajase a su entrepierna, donde solo pudo acariciar su hermosa e inocente (para nada) carita, mientras veía con una sonrisa libidinosa por demás como el menor, en esa pose aparentemente inocente, estaba entre sus piernas, ligeramente flexionadas.

Fue cerrando lentamente sus ojos mientras ladeaba el rostro cuando el menor habló, su sonrisa se anchó un poco y sus piernas se movieron ayudando a Heimdall con su tarea. Momentos después era victima de otra oleada de sus profundas y exprertas caricias, no queria creer que su precioso ojirojo supiera mejor del tema que él, con la corta edad que tenia, pero eso lo averiguaría en minutos.

"Suficiente"
Susurró directo y demandante, tomandao al menor por los costados de su cuerpo, levantandolo con nada de esfuerzo dejandole de pies sobre el, con sus piernas a cada lado.
"Perdon pero no aguanto"
Dijo bajando el pantalon de la pijama del menor, deshaciendose de esta en nada de tiempo y regresando a besar su pelvis... ya habia esperado mucho, ahora lo haría suyo.

La determinación de su amo de dar por terminada la felación lo tomó por sorpresa, ya que el menor estaba muy concentrado en su que hacer, tanto que se asombró cuando fue tomado por su dueño y fue alzado, dejando fuera de su alcance al tan delicioso y preciado miembro que estaba chupando.
Quedó de pie, con ambas extremidades inferiores una a cada lado del cuerpo del mayor y de inmediato fue despojado del pantalón e interiores quedando ahora totalmente desnudo igual que su amo, quien se excusó por no poder aguantarse las ganas de apoderarse de lo que era suyo.
-Adelante… disfruta a tus anchas… - respondió el pelipúrpura empleando un tono por demás de seductor, que contrastaba muchísimo con su voz aniñada e inocente.
Se limitó a cerrar sus ojos y dejarse hacer, solo acariciando con sus manos la cabeza de Ryuuji, quien se encontraba atendiéndole la pelvis al esclavo.

Solo con una mirada, y un escueto mohín, una sonrisa, se apoderó entonces sin demoras ni preambulos atrapó la erección del pelipúrpura en su boca. Deslizaba sus labios y lengua con muy leves caricias, solo queria devolverle el placer, no hacerlo llegar a un climax adelantado... a ese llegarían juntos o harían el intento.

Sus manos acariciaban la espalda baja del muchacho y la otra el pecho. Quería negarse a pensar que Heimdall no necesitaría preparacion, pero de todos modos lo haria, paso por paso como si aquello no fuera un echo. De modo que la mano mas cerca de la boca de menor se movilizo, palpandola ligeramente y tentando sus dedos hacia dentro, pero sin forzarlos.

A continuación, Ryuuji se apoderó de la erección de Heimdall con su boca, provocándole al menor un gran estremecimiento que recorrió todo su cuerpo al tiempo que su miembro, el cual, si bien no grande, tampoco pequeño, mas bien acorde a los estándares por la edad que tiene, era envuelto por los labios de su amo, quienes le propinaban una felación placentera y tranquila, al tiempo que se deleitaba con las caricias en su espalda baja y en su pecho.
Todo ese conjunto de sensaciones maravillosas le robaron a Heimdall un breve y apagado gemido.
Después, la mano que acariciaba el pecho del menor comenzó a subir, sin perder el contacto con la piel del niño hasta que alcanzó sus labios y los acarició suavemente. En vista de esto, Heimdall abrió levemente, dándole paso a los dedos ajenos a jugar con su lengua, humedeciendo bien y disfrutando mientras tanto el tan placentero “beso” que estaba recibiendo en su pene.