Cambios... //Lemon- Heimdall//

Enseguida notó que sus dedos se humedecieron, Heimdall había comenzado a lamerlos, con gusto y deseo en su boca, mientras la propia se ocupaba del miembro del ojirrojo.

Ya que no era tan profunda la caricia, solo una pequeña probadita de lo que vendría luego, Ryuu lo dejo hasta allí, tomando entonces las caderas del menor con una de sus manos mientras la otra se separaba de los finos labios de Heimdall, movilizandose ni lenta ni perezosa hasta su entrada.

"Baja..."
Ordeno con una profunda voz lujuriosa, mientras con la mano en la cadera del muchacho hacia una leve presión, esperando que se arrodillase, o quedase, como se decía algo mas vulgarmente, en cuatro patas, sobre el. Cualquier forma para el estaba bien siempre y cuando el placer no se viese cortado.

Los dedos ajenos se alejaron de su boca y los miró cómo se iban dirigiendo lentamente hacia donde su entrada.
A su vez, se sintió jalado por su amo con la otra mano, en simultaneo a una orden la cual Heimdall no tuvo ningún problema en acatar.
Lentamente fue bajando, blandiendo su erección ya húmeda después de las lamidas y chupadas de Ryuuji hasta quedar apoyado en sus rodillas y manos, a ambos lados del cuerpo del mayor, quien se encontraba recostado debajo de su esclavo.
Heimdall sintió los dedos de su amo intentando “corromper” sus entrañas, hecho que le robó otro gemido y no pudo contenerse a la hora de juntar sus labios con los del peligris, en un beso muy fogoso y lleno de pasión, con el cual ahogó otro gemido más, que se produjo en cuanto los dedos comenzaron a entrar, deslizándose por el esfínter.

Aquellos gemidos que dejó escapar su preciosa victima... corrección, pareja, junto con la posición y aquel rostro al cual había descubierto que no podía contenerse, le hicieron casi perder los estribos, que mantenía bien sujetos para no penetrar de una buena vez el cuerpo de Heimdall.

Y con un movimiento, un solo y armonizado, fue repsondiendo el beso e ingresando dos dedos a la vez, queriendo probar la resistencia del pelipúrpura a la penetracion previa, a ver que tanto podria contener.

Solo los movió un largo rato, todo loq ue duró el beso antes de separarlo de si, y tomarle el menton con una mano mientras la otra se delizaba fuera del muchacho.
"Espero estes listo porque yo me muero de ganas"

Sentencio mientras se movía, sentandose sobre aquella cama, tomando las caderas de Heimdall mientras lo dejaba justo encima de su erección y le miraba con el rostro ardiendo y anhelando.

"cuando quieras"
Fue lo último que le susurró dandole la ultima pizca de la libertad que le habia dado anteriormente para llevar él el ritmo en aquella noche... y sonriendo ante esto, para tratar de contenerse y no hacerlo el sino esperar al menor, llevarlo a su ritmo, y no apurar las cosas.

Sentía los dedos de su amo juguetear con su entrada, mientras el menor ahogaba sus gemiditos en la boca ajena, totalmente prisionero del placer que estaba disfrutando. Fue tomado del mentón y le dedicó una mirada que encendía, a la vez que escuchó la demanda de quien la evocaba.
Se limitó a asentir con la cabeza con una sonrisa seductora, mientras acompañaba a los movimientos del mayor, quien se sentó en la cama y tomó a su esclavo por la cintura, posicionándolo de manera que el ano del más pequeño quede sobre la punta de la erección ajena.
Ante le visto bueno de Ryuuji, el pelipúrpura , con la mano que no usaba para sostenerse del cuello del mayor, terminó de acomodar el miembro entre sus nalgas y a continuación procedió a sentarse. Le dedicó un gesto sublime a la vista, con sus ojos cerrados, y su boca entreabierta, víctima de un maravilloso goce que contrastaba con el típico dolor al cual el menor ya estaba acostumbrado y también disfrutaba.

Tuvo enteramente que contener el aliendo y entonces respirar hondo, sintiendo como a cada centimetro que el menor bajaba le iba quemando por asi decirlo.
Era una unica sensacion de la cual el peligris disfrutaba a sus anchas por lo visto en su rostro, una expresión de total placer, al igual que la hermosa vision que daba el menor.

Como supuso, el menor no sentiría algun dolor y el que sentiria sería bien leve, o eso pensaba el.
Sin contenerlo, tomo sus caderas con algo de presión, y comenzó a mover al menor, con un deslizar algo lento, pero el ritmo rápido lo llevaría Heimdall, el solo gruñiría gemidos ante el placer provocado.

Al cabo de unos segundos, siendo que Heimdall, debido a su experiencia ya no le era tan necesario acostumbrarse a la presencia del pene de Ryuuji dentro de sí, el mayor comenzó a mover al uke tomándolo de las caderas. El ritmo era algo lento, mas estaba bien para empezar… después de todo, tenían lo que quedaba de la noche para disfrutarla a sus anchas, y eso es lo que Heidmall quería, ya que se la estaba pasando de maravilla con su amo, más allá del hecho de complacerlo, como había dicho anteriormente, la felicidad de su amo era la felicidad propia… lo cual sumándole al placer y goce que el coito implica, hacían a la experiencia más hermosa que lo que hubiese sido un encuentro sexual común y corriente.
Ejerció algo depresión sobre el pecho de Ryuuji y lo empujó hasta que quedó nuevamente recostado en la cama, De esta manera Heimdal pudo terminar de sentarse sobre la pelvis del otro, y por ende terminó de entrar por completo el pene.
Fue entonces cuando el pelipúrpura se inclinó para alcanzar los pezones del mayor y mientras los lamía de manera aleatoria, besando y succionando, por momentos mordiendo traviesamente, se movía hábilmente, llevando ahora un ritmo más dinámico en el que la erección alcanzaba más profundidad acorde a las embestidas.

Maginifco le quedaba corto a la situacion que en esos momentos tenia cabida. El mayor olvido rapidamente todo a su alrededor como la vez anterior, solo eran el y Heimdall en un bals erotico que más placer no podia traerles... ¿O sí?

Se dejó empujar, dejó que el ojirrojo llevase las riendas, ya no necesitaba poner limites o nuevas posiciones, simplemente ya todo estaba pusto en marcha ahora era solo dejarlo ir. Disfrutar el placer.

Su pecho fue atendido, las penetraciones aumentadas y profundizadas, a la vez que sus manos, impacientes y errantes se posaron en el cabello de hermoso color púrpura, entrelazando y apretando un poco sus dedos en torno a este, jadeos salendo de sus labios, su pecho subiendo y bajando al mismo ritmo que las caderas del menor.

Los dedos del mayor se entrelazaban con los cabellos de Heimdall, mientras el chico continuaba moviéndose, a su entero gusto y satisfacción, disfrutando de los golpes s la próstata que el pene le brindaba con cada bajada.
De momento se irguió tomó las manos de Ryuuji par aponerlas sobre su propio pene, erecto y empapado en líquido preseminal.
Luego se tiró para atrás y con sus ojos cerrados se recargó con su brazo estirado sobre una de las piernas de su dueño.
Y así, con sus ojos cerrados, disfrutando de las manos de su amo, comenzó a moverse todavía más rápido, ahora gimiendo por cada vez que su pene entraba, con la cara apuntando hacia el techo de la habitación.
-Ahh… nnhh… nnnhhh… aaahh… te quiero… nnnhhh… me encanta… nnnhhh

La neuva posicion y la iniciativa del menor solo le hacían estremecer y gruñir, lo cual era su "desenfrenado gemir".
La verdad estaba menos cuerdo y su cabeza ya no era una sola pieza, el placer que provocaba aquel muchacho era inexplicable y mejor que cualquier placer que le hubiera proferido alguna persona anteriormente, este era diferente y vaya que lo era.

Intento calamr su respiración pero hasta las manos le temblaban y estaba desconcentrado, aunque hacía su esfuerzo por acariciar correctamente el miembro del menor.

Enseguida los gemidos de Heimdall afloraron... era el colmo, aquella cancioncita erotica, ese te quiero, podía pedir mas?
Ciertamente todo en ese momento no podia estar mas en orbita... excluyendo su mente, que volaba desbordada en ideas y deseos, todos con el ojirrojo.

Heimdall notaba las caricias algo nerviosas de su dueño, lo cual le aumentaban el ego… como si se percatase de que Ryuuji se estaba volviendo loco a causa del que hacer del pequeño.
De todos modos no le dedicó mucha atención a eso, pues él por su parte también estaba gozando de lo lindo, hecho también fomentado por los “gruñidos” de su amo, lo cuales lo excitaban de sobremanera.
Lejos de finalizar el acto, Heimdall volvió a tomar los brazos del mayor y jaló hacia sí para que este se sentase, y a continuación el pelipúrpura se reclinó y terminó él acostado con Ryuuji encima, por un momento, mientras se acomodaban, las envestidas habían cesado, mas no era lo que Heimdall quería, solo que quería experimentar el coito al modo de Ryuuji ya que hasta el momento venía siendo el esclavo quien se encargaba de dirigir el acto.
Ansioso por continuar dijo, empleando un tono de voz muy agitado en el cual se notaba la “necesidad” de seguir, dijo…
-Continúa por favor… me encanta sentirte dentro de mí… no te detengas…

Ciertamente el pelipúrpura le volvía loco. Era un arma de seducción y si bien podía con el placer, las nuevas acciones de Heimdall le hacían dudar aquello.
Ya no se sorprendió de que el menor cambiase nuevamente de posición, esta vez le pasaba controles y quería que fuese a su ritmo.

Una sonrisa macabra, llena de lujuria y satisfacción se le formó en la cara por lo que esta se tornó de un modo que dejaba entrever que se volvía a sentir el seme en la situación.
Antes de moverse, torturó un poco al ojirrojo, acariciando todo su cuerpo, todo, sin obviar rincón, nada de la piel del muchacho bajos sus manos o en cambio sus labios. Entonces luego de pasar una mano a sus anchas por la pelvis del menor, recordó cierto detalle que había leido con mucha anterioridad...
"Es estéril" - este pensamiento lejos de alegrarlo, o inclusive incomodarlo solo hizo devolverlo al acto, ya que no era el momento para colocarse pensativo, luego tendría más timepo para volver a pensar en aquello.

Y con un pequeño movimiento, una lenta y tortuosa embestida, fue la primera a dar paso a las demás.
Muy a su pesar, su ritmo era algo salvaje, lujurioso, demandante y terriblemente profundo... porque él era un hombre que pensaba que podría obtener siempre más, sin llegar a ser tacaño. No del todo.

Abrazó al menor completamente como hace un buen tiempo quiso, mientras marcaba el ritmo, fortuito y sin compás. A veces eran rápidas embestidas pero superficiales, a veces eran profundas y otras tantas eran lentas y profundas.

Heimdall se percató inmediatamente de cómo la cara de su amo había comenzado a demostrar muchísimo morbo y lujuria, incluso más que antes, tal vez satisfecho por tomar él ahora las riendas en el acto.
Se dejó acariciar un rato, sintiendo primero las manos y luego los labios ajenos frotar todo su cuerpo cubierto por una fina capa de sudor que adornaba la tersa piel del menor con un brillo extra. Lo cual lo volvía mucho más atractivo.
De momento las embestidas comenzaron de nuevo, siendo la primera la más tortuosa y lenta de las siguientes.
El ritmo era my irregular, por momentos calmado y suave y por otros más bien frenético y agresivo, o más bien contrastando, lentas y profundas, o rápidas y esporádicas.
Todo esto volvía loco a Heimdall, quien desvariaba por el placer se le estaba siendo brindado.
Mientras tanto correspondió al abrazo de su dueño, y continuó gimiendo conforme las embestidas se daban.
-Nhh.. ahh… AHH… nnhhhaa… AAHH… NNHHH… que bien… ahh… se sientehh… nnnhhh… me encantah… - como pudo articuló esas palabras en un pseudo gemido-susurro, no solo para comunicarle lo bien que la estaba pasando a Ryuuji, si no también aprovechando para provocarle con ese tono tan demandante.

Continuaba pasando sus anchas manos por las espalda del menor, arrastrando las perlas de sudor de paso, siendo conciente de que ya las embestidas no eran irregulares sino frenéticas y tortuosas, y cómo el miembro del menor palpitaba atendiendo a sus palabras mientras se frotaba contra su abdomen, sentimiento que hacía al mayor gruñir en extasis.

Había oido, no escuchado, las palabras de su ojirrojo, ya que la mente la tenia en alguna luna de saturno, por el placer, pero si quiso responderle, de modo que besando unas veces más su cuello, dejando pequeñas marquitas de adorno por ahi y pro aca, se acercó a los labios del pelipúrpura y los succionó a modo de beso, incontables veces dejándolos mas húmedos de lo que pudiesen estar.

Sus acciones iban más allá de lo requerido y lo único que pudo interrumpirlas fue el delicioso centelleo de placer que se acumulaba, recorria sus testiculos e invadía la punta de su miembro, pero no quería llegar al límite aun... queria tener un rato más a Heimdall gimiéndole en el oido, provocándolo, queria más de él y sentía que si se venía ahora pediría mas, pero el menor estaría considerablemente cansado como para satisfacerle.

El miembro de Heimdall rozaba reiteradas veces el abdomen del mayor, provocándole al pelipúrpura un divino placer, el cual era acompañado por el goce que le proporcionaba el pene al entrar y salir, golpeando su próstata y estimulando todas sus paredes internas así como su esfínter, el cual dejaba pasar libremente una y otra vez aquel miembro en vista de la humedad producto del coito.
Los besos en su cuello le robaban una tanda extra de gemidos, sumados a los que la penetración le sacaba; sin percatarse de que su cuello estaba siendo marcado por los juguetones chupetones de Ryuuji; hasta que estos fueron acallados por la boca del mayor que atrapó los labios del esclavo y comenzó a besaros reiteradas veces, humedeciéndolos.
Heimdall gemía sin control al oído de su amo, quien lo tenía abrazado por la espalda mientras le propinaba besos. Como podía el menor se aferraba a Ryuuji y trataba de resistirse a lo inevitable: el clímax se aproximaba… todo era un conjunto de sensaciones que sobrepasaban los límites que el pequeño podía soportar sin acabar por tener un orgasmo, mas no quería que esto sucediese pues la experiencia que estaba teniendo lugar era, a criterio de Heimdall, maravillosa, y por ende, no quería que esta acabase… de todos modos fue inevitable…
-Nnnhh… ahh… nnnahhh… NNAAHHH… AAAHHHH AAAAAHHH – en el medio de las envestidas, el pelipúrpura ya no pudo soportarlo más y terminó por soltar una abundante carga de semen en el abdomen de Ryuuji, a causa del divino orgasmo que estaba teniendo.

El ardor, la inmensidad de sensaciones, los alaridos y fricciones de Heimdall contra sí, el palpitar de las paredes internas del pelipúrpura, esa caliente esencia cayendo en su abdomen, ciertamente le estaban llevando por un sueño delicioso, un sueño que solo tendrá con su pequeño.

Se dio el lujo de aguantar unos minutos mas pero al final, tuvo que cederle paso al placer exhuberal de su cuerpo y liberar la presión que sus testiculos hacían, por el aguante que hace minutos tenia... todo aquello para que su semilla inundara el interior del ojirojo, y sus gruñidos los oídos del mismo.

Como ultima instancia, lamió desde el mentón a la sien de Heimdall, el rico sudor que el mismo produjo, y luego continuo besándolo; con la mente aun nublada y su sexo junto al de Heimdall, lo único que podía pensar eran "te amo's" y "te quiero's" que no dudaba en decirle al menor, mimándolo, sin despegarlo de su piel, quería sentirlo y aun así ese acto no se fuese a repetir otra vez esa noche, quería tenerlo cerca, ya no le podría dejar ir... La hermosa criatura que sostenía en brazos le pertenecía, y cuidado quien lo dañase o arrebatase de su lado.

Las embestidas del mayor continuaron por unos momentos más… prolongando así el éxtasis que estaba experimentando con su dueño y, eventualmente robándole un gemido que ya se inclinaba a ser alarido en vista de la calidez de la esencia del seme que acarició las paredes internas de Heimdall, contribuyendo a un plus de placer que el ojirrojo demostró con un fuerte estremecimiento que acompaño a sus sonidos y gesticulaciones.
La lengua contraria delimitó un camino desde su mentón hasta su sien, haciéndose Ryuuji con parte de la fina capa de transpiración que cubría la cara del esclavo… ante dicha lamida, el menor cerró sus ojos, y, aún disfrutando la “resaca” del clímax se quedó estático, casi inerte, exhausto y vencido por aquella explosión de placer, totalmente a merced de su amo, entregado a él, y disfrutando del trato que le daban.
Su cuerpo volvió a estremecerse cuando sintió a la hombría del mayor salir de sus entrañas y como pudo alzó sus brazos para rodear el cuello contrario, casi colgándose del mismo, siendo que ya casi no le quedaban fuerzas, sintiendo a la vez cómo la esencia de Ryuuji comenzaba a escurrir muy de a poco por entre sus nalgas.
Se sentía tan a gusto en los brazos de su amo, tan protegido nuevamente, se sentía propiamente “de Ryuuji”. Le encantaba estar tan en contacto con el mayor, disfrutando de aquel prolongado abrazo adornado con besos, estos colmados de ternura y acompañados también por divinas palabras que conmovían a Heimdall.
-Ryuuji… - comenzó en un tono que demostró su fatiga – tú no me abandonarías, verdad?

Tomó su tiempo en responderle al pelipúrpura. Había estado esperando una pregunta así, pero quizás no había pensado en la respuesta mas larga, aunque algo le decía que era el momento de pensarla.
"No te voy a abandonar. Y no quiero que lo pienses, esa no es una posibilidad... definitivamente no te dejaré, grábatelo como quepa en tu mentecita"
En ese instante no reprimió el deseo de besar aquella frente aun algo sudada de su amante.
"Soy mas tuyo que tú mío... y no creo que sea tan difícil amarme"
Mencionó por ultimo, aunque con la voz cansada, con un aire de carisma y jovialidad mientras apretaba contra sí gentilmente el cuerpo desnudo y tibio de Heimdall.

"Créeme, ya no te puedo dejar ir... soy muy posesivo, más con las cosas que en verdad amo"
Este ultimo susurró salió de sus labios mientras acomodaba su cuerpo de perfil sobre el del ojirrojo, así no le aplastaba y podía disfrutar el dormir muy apegado a él toda la noche, aunque quizás en unas horas su cuerpo le reclamara volver a tomar a ese chico, pero eso quedaría ya en una segunda instancia, por el momento lo que distaba era disfrutar.



//Disculpa la demora Tomás, ^^U//

Se quedó callado esperando la respuesta… reflexionando también en si había hecho bien en preguntar aquello, ya que a decir verdad, y hablando muy francamente, a Heimdall le aterraba la idea de ser abandonado de nuevo y por ende, le daba algo de escalofríos el pensar que la contestación no fuese negativa.
Al rato sus temores se desvanecieron ante una respuesta por demás de satisfactoria para el pequeño, que estuvo acompañada por un beso en la frente lleno de ternura, sintiéndose el menor todavía más protegido.
Escuchaba atento cada palabra y cada vez más creía que esta vez había encontrado al indicado, más bien que el indicado lo había encontrado a él; su amo, a juzgar por sus palabras, parecía no querer separarse del niño jamás, y eso lo llenaba de tranquilidad.
Sin darse cuenta, en vista de que el mayor lo aprisionaba contra sí, sintiendo la calidez que el cuerpo ajeno emanaba, Heimdall se aferró con más fuerza al cuerpo de su amo.
Las últimas palabras del mismo lo conmovieron, y no pudo evitar ocultar su semblante en el torso del mayor, el cual acariciaba con su mano, una vez que ambos estuvieron acostados enfrentados…
- Confío en ti… - dijo en un susurro, mientras sus ojos se iban cerrando de a poco, acurrucado contra el cuerpo del otro.

Aquel susurró del pelipúrpura le había dejado un tanto pensativo, pero en buena medida. Pensaba en lo fácil que le habia resultado enamorarse de él, porque aunque no quisiera aceptarlo, por no demostrar debilidad siendo un asesino... Sí, se había enamorado de aquel ojirrojo.

Y pensaba en lo bueno que podria ser permanecer junto a el un largo tiempo a pesar de la diferencia de edades, y antes que un capricho o un gusto, era un compromiso.
"Te amará a pesar de todo..."

Solo eso le bastaba, era suficiente por ahora. Sentirse asi ya era demasiado, así que no había problem.
Se acomodo junto a Hiemdall para dejarle dormir junto a el. Al menos descansar un rato por que luego su cuerpo pediria mas, y no habia problema con el menor, que aunque le molestase pensarlo, estaba acostumbrado.

Y nueva vez se quedó pensativo en si había echo lo correco, darle un hogar a una criatura tan bella. Claro, eso era lo correcto, sacarlo del mal camino que se estaba labrando... Dejó un beso último en sus cabellos y recostó su cabeza de la almohada, abrazando a su pequeña posesión.
Lo amaba, pese a todo, lo amaba.

Finalmente, envuelto en aquella ternura que le proporcionaba todo aquel entorno conformado por Ryuuji abrazándolo protectoramente, ambos desnudos, habiendo tenido relaciones… ese acto que los unió en algo más que una experiencia placentera para ambos, cayó vencido por la fatiga en un profundo sueño.
Cuando volvió a abrir los ojos la habitación se encontraba en penumbras ya que la luz de los primeros rayos solares se filtraba por la ventana que estaba tapada por una cortina. Se percató también de que había dormido muy profundamente ya que su postura no se había modificado de cómo había quedado la noche anterior, y se veía que su amo también estaba bajo un sueño muy pesado ya que también se había mantenido inmóvil.
Mediante movimientos lentos y suaves, Heimdall se separó de Ryuuji sin despertarlo y, sigilosamente, tomó su ropa interior y pijama para luego ponérselos.
Se dirigió al baño y se lavó los dientes y la cara. Procuraba hacer todo con la menor cuota de ruido posible para no despertar a su amo.
Una vez que terminó, se dirigió nuevamente hasta donde Ryuuji y se quedó unos instantes observándolo dormir, recordando lo que había vivido la noche anterior y reflexionando acerca de lo rápido que el peligrís se había ganado un lugar en el corazón del pequeño.
Tras uso minutos decidió que sería un bonito detalle despertarle con el desayuno servido así que sin pensarlo dos veces se dirigió hasta la cocina a ver qué podía prepararle de rico.
Al rato regresó a la habitación con una bandeja plateada; que había encontrado mientras revolvía las alacenas; sobre la cual se encontraban varias cosas dispersas: no sabía qué le gustaba desayunar a su amo así que decidió preparar varias cosas; una taza abundante de café se encontraba al lado de otra que solo contenía agua caliente y un saquito de té sobre un platito el cual la tapaba. También dispuso prolijamente una canasta con tostadas y en dos platos pequeños un poco de manteca y mermelada, respectivamente, cada uno acompañado por una espatulita de acero, lo mismo que las tazas con una cuchara pequeña.
Algo apenado por el momento se acercó con la bandeja sostenida con ambas manos hasta al lado de la cama…
-R… Ryuuji… - lo llamó tímidamente en un susurró, el cual no estaba seguro de que el otro había oído.

Tan profundamente dormido quedó, quizás por el estupor que le provoco aquella noche junto al ojirrojo, o el solo hecho de haber dormido junto al calor de una personita que comenzaba a llenarle la vida de color y vistocidad, que no se despertó en toda la noche, como creía que su cuerpo le jugaría la pasada.

A lo mas lejos, sintió solo el frío dejado por la ausencia de Heimdall a su lado en la cama, pero no despertó hasta oír un murmullo en la cocina, el sonido de cajones cerrado suavemente y pasos de pies descalzos por ahí y por allá y solo le llegó a la mente su pequeño.

Cuando llegó a abrir los ojos el menor ya estaba abriendo la puerta y se acercó a el, susurrándole suavemente su nombre. Quiso suspirar por lo sensual que había oído aquello, pero solo fue por lo pervertida que estaba su mente.
Se incorporó enseguida pero con algo de pereza, mientras acomodaba sus músculos con un movimiento de hombros y espalda.

"Buenos días. Ah, no te hubieras molestado"
Comentó al ver aquella bandeja con demasiadas cosas ricas sobre ella. Era un gesto demasiado bueno, dudaba en merecérselo pero igual haría que el peli púrpura comiese con el.
"Ven, acompáñame... "
Sonrió un poco mientras se acomodaba y tomaba la bandeja firmemente para esperar que Heimdall subiese a la cama y él cuidaba de no derramar nada, ya que ese era un perfecto desayuno.

Vio a su amo incorporarse sobre la cama y desperezarse, mientras aún sostenía la bandeja en mano… Sentía que algo había cambiado esa noche, su forma de ver a Ryuuji era distinta a la inicial. Se sentía a gusto con él, sea lo que fuese que estuviesen haciendo, hasta incluso verlo acomodarse en la cama le causaba “ternura” por llamarlo de alguna manera a aquel nuevo sentimiento.
Cuando el mayor despertó y reaccionó de manera positiva ante el desayuno, Heimdall se sintió alagado y esbozó una hermosa sonrisa colmada de inocencia y felicidad, y aceptó encantado el compartir el desayuno con él, limitándose a no decir nada, y a asentir con la cabeza a la vez que un bello color rosado teñía sus mejillas.
Se acomodó en la cama sin dejar de mirar a Ryuuji ni un segundo, como si su presencia lo hipnotizase, para después volver su vista hacia la bandeja…
Estaba indeciso, no quería tocar nada que su amo pudiese llegar a querer. Es que, a decir verdad, no consideró una posibilidad que Ryuuji lo invitara a desayunar con él, por lo que tal vez las cantidades que había manejado no eran las más adecuadas.
-Bueno… gracias… - dijo una vez acomodado con la bandeja enfrente – Tú elije primero lo que quieras, y yo luego tomaré de lo otro, sí? Propuso tímidamente esperando a que el mayor tomase una de las infusiones para poder Heimdall así proceder con la otra.

Mientras el peli púrpura subía a la cama, él se encargo de que quedara entre sus piernas, tranquila y cómodamente ubicado allí donde él podría abrazarle y hacerle cuanto se le antojase.
Mientras escuchaba a Heimdall, veía lo que había preparado con mas fijeza, no perdiéndole ni un detalle, era la segunda comida que le preparaba el ojirrojo, y cada una era mas especial que la anterior para el mayor.

"Tengo una mejor idea..."
Argumentó rozando su mejilla contra la del pelipúrpura y tomando una tostada, colocándole una mitad de manteca y la otra de mermelada.

"Seria divertido ver que tal sabe, y como estamos probando cosas nuevas..."
Dijo con un tono jugueton y una sonrisa mientras le daba una mordida a aquella tostada, procurando que ninguna migaja cayese sobre el menor, y luego probarlo abrazó a Heimdall y coloco la tostada frente a sus labios.
"¿Quieres probarlo también?"

Se ubicó entre las piernas de su amo, algo apenado por el hecho de que el mayor aún continuaba desnudo y le daba cosa rozarle en aquella zona tan sensible.
Se sentía bien estar tan acogido por Ryuuji, era como un mundo de mariposas alborotándole el estómago, una bella sensación que solo se daba en compañía de quienes realmente apreciaba de manera especial.
Siguió con la mirada todos los movimientos ajenos y no se perdió de ningún detalle. Observó atento cómo el mayor untaba la tostada y le daba una mordida cuidando de no ensuciarle.
El contacto de su mejilla con la contigua le provocaba mucha ternura y no podía evitar exhibir una sonrisa de oreja a oreja, obviamente sin mencionar el leve tono rosado adornando sus pómulos.
-Claro, con mucho gusto – respondió de manera algo eufórica, y procedió a acomodarse, teniendo cuidado de no tirar la bandeja, irguiendo un poco más su cuerpo y abriendo su boca a la vez que un aniñado “aaah” era evocado a la espera de la tostada que de antemano el pelipúrpura supuso le daría el mayor en la boca.
De momento, Heimdall guardó silencio súbitamente y se puso bastante colorado, ya que en el acomodo rozó la entrepierna del otro y le dio algo de pena.

Su pequeño pelipurpura acomodo su cuerpo entorno a sus piernas al él mencionar lo de la tostada, y claro que no perdía visión de cada toque en aquella bella cara, se colocaba más precioso aun estando sonrojado, y parecía volver a sonreír con entusiasmo.

Solo el pequeño detalle de que se había apegado más a el cuando se hubo acomodado, pero el roce en nada le había molestado, y como si no hubiese pasado y obviando el echo de que la acción había sido mas provocativa de la cuenta, acercó un poco más la tostada a los labios de Heimdall.

"Comerás? que sucede?"
preguntó haciéndose como el que no sabia nada, pero era totalmente visible que se estaba aguantando sus ganas por dentro. Besó la mejilla del menor haciendo un ligero roce con sus labios en aquella rosada piel para volverle a hablar mas susurrado aun.
"Si sucedió algo fuera de tu consentimiento no te preocupes, no fue nada que me disgustara, ¿vas a probar la tostada o tengo que comérmela yo?"
Aunque lo ultimo lo había dicho con un volumen más alto, todo aquello lo había dicho con una maliciosa sonrisa en sus labios, vaya a saber quien el por qué.