Cambios... //Lemon- Heimdall//

No contestó a la pregunta del mayor, la cual tenía una respuesta por demás de obvia que el menor no quiso evocar por simple pudor y timidez, aquella que le era provocada por la figura imponente que significaba Ryuuji para el pelipúrpura.
El roce de los labios en su mejilla lo estremeció, y dicho escalofrío se hizo notar en su cuerpo ya que, si no fuese porque estaban cubiertos por las mangas del pijama, sus brazos hubiesen exhibido la piel erizada.
Quería negarse totalmente que aquella sensación que percibió al acomodarse le había gustado pero a su pesar le era imposible, pues el roce le había excitado, no solo el que se produjo con la entrepierna del mayor si no que al acompañarlo con los labios ajenos en su mejilla, el menor no pudo evitar experimentar una erección, aunque esta pasaba desapercibida entre los pliegues del pijama.
El sonrojo aumentó todavía más ante las últimas palabras de su dueño.
-Etto… no ha sucedido nada… es solo que… - se aventuró por un momento a decir algo que probablemente lo hubiese ridiculizado así que se calló en seco - … probaré la tostada – finalizó para darle una mordida, intentando que no se notase su vergüenza por la situación vivida – está rica – dijo aniñadamente, sonriendo y cerrando ambos ojos a la vez que arqueaba ambas cejas.

El simple echo de que las acciones del ojirojo le provocaban y antojaban mas que cualquier dulce o bocado suculento estaba por volverle loco, sin quitar que él se hacia el fuerte, porque sino el meno estaba entre sus brazos pero de otra forma un tanto mas....

Dejo esa frase al aire en su pensamiento cuando el menor se dirigió a él, diciendo que provaria un bocado, espero a que lo hiciera y luego correspondió aquella sonrisa, percatándose de algunas migajas en los labios y mejillas de menor. Puso la tostada en una esquina y tomo el mentón de Heimdall elevándolo hacia su rostro, y luego su mismo rostro descender hasta sus labios.

"Aquí..."
Le susurró al menor con una sonrisa en los labios, prosiguió a cerrar los ojos y lamer aquellos pequeños labios suavemente para luego besarlos, sin poder contenerse del todo. No, no solo lamerlos le bastaría, y mucho menos besarlo, ya que había comenzado a tocar el cuerpo del pelipurpura, a hundir su mano en su cabello posteriormente de haberle acariciado el cuello... pero debía controlarse, estaban desayunando.

"Perdoname."
Murmuró contra aquella sonrosada boca, apretando por ultima vez sus labios hacia ella, en un ultimo beso para entonces tomar la tostada y darle una gran y furiosa mordida. siempre procurando hacerlo sin ensuciar al menor, seguramente Heimdall ya hubiere notado que tenia media erección que controlar, pero para el no seria problema, lo que le mortificaba era si el menor pudiese con la propia.
"Ya me portare bien... "
Susurró juguetonamente con una pequeña sonrisa, pero no quitó los ojos de la bandeja, ya que si miraba al menor una vez mas, colapsaría y debería poseerlo nuevamente.

Una vez aprobado por el paladar del menor el sabor de la tostada, fue sorprendido por una acción efectuada por Ryuuji que le hizo aumentar la temperatura hasta más no poder: Las pequeñas migajas que circundaban los labios y alrededores en la cara del pequeño fueron barridas por la lengua de su amo, prolongándose dicho accionar hasta acabar ambos inmersos en un profundo y apasionado beso. Ryuuji mantenía aprisionadas ambas bocas y Heimdall no hacía más que dejarse llevar respondiendo al jugueteo de la lengua ajena de manera excitante y demandante… y para qué negarse, el pudor le impedía recomenzar el juego que hacía horas había tenido lugar en aquella misma habitación pero ya que su amo había tomado la iniciativa, el pelipúrpura no tenía ninguna intención de detenerse.
Por desgracia, aquel maravilloso instante fue detenido, no por él, si no por su amo.
Heimdall tardó un instante en reaccionar, se quedó estático con los ojos cerrados y sus labios fruncidos, como esperando más de ese beso que ya había llegado a su fin con un último contacto entre ambos labios y unas palabras de disculpa, las cuales, a criterio de Heimdall, habían sido por demás de infundadas.
Para ese momento, al esclavo le resultaban muy obvias las ganas que el peligrís tenía de poseerlo nuevamente, y también, ilógico seguir reprimiéndose él las propias de dejarse poseer como lo había hecho en la ocasión anterior.
Su erección empujaba sus interiores con fuerza y, aunque el pijama le quedase holgado, ahora se notaba una pequeña protuberancia que delataba la excitación.
Inundado por el morbo que la situación suponía, Heimdall se rehusó a detenerse a pesar de las disculpas del mayor y sacó a relucir esa faceta suya que solo mostraba en los momentos de mucha temperatura, ya no siendo el niñito sumiso y tímido que realmente es, si no ese pequeño fogoso y desinhibido que había demostrado ser horas atrás.
Así como estaba se acomodó e intencionalmente rozó su trasero con la hombría de Ryuuji, la cual ya se encontraba en camino hacia una erección plena. Se apegó lo más que pudo al cuerpo de su amo y con un tono de voz, morbosamente aniñado y falsamente inocente le preguntó, en un gesto que era entre seductor y levemente indignado…
-Por qué te detienes? – finalizó la frase formando con sus labios una trompita que acompañaba a un gesto burlón que parodiaba a la ofensa.

Estaba mas que claro que su disculpa había sido un objeto algo impertinente en aquella situación, mas, sin embargo quería disfrutar un desayuno "normal" con Heimdall, aunque tuviese que reprimir el salvaje deseo que comenzaba a surgir, por tenerle de nuevo, y no distinguía si era por que el menor le prendía la vena pederasta que no creía tener o simplemente porque la noche que había pasado se sintió demasiado bien al tener en sus brazos ese pequeño cuerpo.

Sea una de todas esas razones igual le bastaban recursos para contenerse, no obstante sentía que su querido pelipurpura no iba a rezagarse, y temía haber provocado ya una erección en su cuerpecito. Cosa misma que le fue confirmada minutos luego cuando reprimió un sorpresivo gemido que iba a salir ronco de su boca cuando el ojirrojo se acomodó de forma abrasadora hacia el, rozando su miembro, incitándole a seguir con acciones y dichos.

"S-se enfriara el rico desayuno que me has hecho..."
Alegó procurando mantener la compostura, posando una mano tranquilamente en el cabello suave y violáseo del menor , acariciándolo con extremada tranquilidad, quizás por el hecho de que quería que esa tranquilidad pasase a su cuerpo, el cual estaba comenzando a acalorarse.

"Ademas"
Se asomó a su oído sutilmente, abrió la boca dejando escapar una leve bija de aliento que golpeo la parte trasera de aquella oreja mientras próximamente luego, saco su lengua para relamer sus labios y de paso rozar el contorno de piel de la hélice.
"Si te vuelvo a poseer no voy a ser amable, y mucho menos me limitaré como lo hice hace horas... aquello fue por amor esto mas bien... será por deseo, mi precioso tesoro"
Le susurró con la voz ronca pero suave, colmada del calor que sentía en ese momento tan erógeno, sintiéndose un poco mal por las ideas de subyugar de las maneras que a su mente llegaban a su esclavo.

Demasiadas ideas eróticas, demasiadas posturas y un pelipurpura demasiado irresistible, solo rogaba al cielo que Heimdall recapacitara y le devolviera la cordura, entonces estaba dispuesto a bañarse con un cubo de hielo si el ojirrojo afirmaba y decía que podría detenerse... aunque sinceramente algo en los ojos de aquel chiquillo le decían que diría todo lo contrario.

Heimdall sonrió de lado. Le daba satisfacción saberse tan deseado por su amo, si bien dicho sentimiento era recíproco.
-Ya veo – dijo luego de la excusa de Ryuuji, la cual era el desayuno. Hubiese continuado tranquilamente con su técnica de seducción si no fuese por la posterior advertencia del mayor.
Aquellas palabras inundaron de morbo al pequeño pelipúrpura, quien no hizo más que quedarse atento escuchando las palabras ajenas, imaginándose lo que pasaría si continuaba provocándolo.
-Como tú lo prefieras – comenzó el pequeño empleando su tono habitual de niño ingenuo y tierno, más al mismo se le añadió una pizca de picardía que no hizo más que provocar descaradamente al prójimo, quien fue víctima de un nuevo roce por parte del trasero del menor, ya que volvió a acomodarse y adrede se frotó contra Ryuuji.
La actuación del pelipúrpura era impecable. Sabía perfectamente cómo seducir a alguien y las cosas le funcionaban todavía mejor si no lo hacía por compromiso, como lo hubo hecho alguna vez durante el tiempo que trabajó en el prostíbulo.
-De hecho… - continuó mientras fingía picazón en el hombro, y se rascaba, dejando así caer su pijama hacia un lado y dejándole descubierto de manera sugerente el hombro y el brazo hasta el codo, así como parte de su pecho y una de sus tetillas. –…preferiría terminar de desayunar si no te molesta – El menor sabía perfectamente que sus acciones eran por demás de provocativas y no podía evitar esbozar una sonrisa de lado que delataba su faceta traviesa y lujuriosa, además ya no se molestaba en disimular su erección que presionaba con fuerza contra su ropa y se hacía notar con una pequeña protuberancia entre sus piernas.
Concluida la frase volteo nuevamente a la vez que volvía a frotarse contra al entrepierna ajena y fulminó con la mirada a Ryuuji… una mirada que desbordaba deseo.
-Ya luego, si no es molestia tomaré un baño. Aunque creo que ambos deberíamos asearnos en vista de lo que hicimos anoche, no crees?.
Finalizó y esperó paciente a la respuesta de su amo.
A criterio del menor, había sido bastante obvio en cuanto a la insinuación que le había hecho al peligrís… y esperaba que él supiese interpretarla y accediese a bañarse con el menor.
Si bien a Heimdall le daba algo de nerviosismo en vista de que su amo le había advertido que no sería tan compasivo, en este momento estaba cegado por el deseo que le inspiraba el mayor… deseo que solo una persona pudo despertarle alguna vez y que hoy en día prefería dejar en el pasado. No, alto… no era momento de pensar en Zeth, no ahora, pero… qué significa esto? A caso Ryuuji podía equiparar a Zeth en cuanto a los sentimientos que inspiraba en el esclavo? A caso con tan poco tiempo de haber conocido a su nuevo amo, Heimdall comenzaba a experimentar sensaciones similares a las que tenía con su anterior dueño? A caso… se estaba enamorando de Ryuuji? Siendo honesto con sí mismo, no estaba seguro de lo que estaba ocurriendo con todo ese manojo de ideas que bombardeaban sin piedad su conciencia… mas dejaría eso para después. Ahora estaba decidido a complacer a quien tenía enfrente, ya que en este momento, por muy extraño que le resultase en vista al poco tiempo que llevan conviviendo, lo más importante en su lista de prioridades era hacer feliz a Ryuuji y por ende ser feliz él… y si eso significaba mantener con el otro relacione sexuales y desbordar su sistema nervioso con estímulos en exceso placenteros, como lo habían hecho la noche pasada… estaba no solamente dispuesto, si no que encantado de hacerlo.

Deliberadamente sus pensamientos habían ido a parar en las poses mas salvajes para poseer a su pelipurpura, y si no hubiese sido porque este lo sacó de sus pensamientos y en parte, porque su rostro se mantenía fijo con la vista sostenida en un punto estratégico de la bandeja con comida, hubiese mostrado la mas pervertida, sádica e incitante de las expresiones.

Heimdall se acomodaba y le hablaba de terminar el desayuno, eso lo trajo totalmente de vuelta a la realidad, llevando enseguida su vista hacia el contrario cuando este se la devolvía pero cargada en deseo, era un punto a favor.
Ya había dicho aquello del baño y sinceramente no era una mala idea, pero el mayor no pensaba en limpiar su piel... sino mas bien la del menor....

Dejó de cavilar en su propia mente y pasó a las acciones, llevando rauda y sin pudor una mano por sobre el hombro del menor pasando a su pecho, acariciando allí mientras se acercó y besó su mejilla. Delineo la areola de la tetilla expuesta de su pelipúrpura para luego bajar directamente al pequeño bultito y masagearlo breve pero firmemente.
Para este entonces sus labios habían recorrido todo el lienzo izquierdo de la clara piel de Heimdall, parando en sus labios, mordisqueandolos un poco.

"¿Deseas otra tostada?"
Con voz ronca pero suave como era de esperarse, el mayor adorno estas palabras en el oido de su ojirrojo, estando como si no le hubiese tocado en lo minimo hace segundos, y como si hubiese sido magia el mayor tenia ahora una tostada con una ligera capa de mantequilla frente a los labios del ojirrojo. La provocación había sido un pequeño souvenir para que Heimdall supiese lo que le esperaba en el baño, y más encima de esto, que tuviese claro que no era el único que podía seducir y dejar a medias... él también sabia jugar sus cartas.

Se dejó acariciar por su amo, primero por el hombro, siguiendo la mano ajena por su pecho, acompañando la acción con un beso en la mejilla del pelipúrpura , finalizando el recorrido entre sus piernas, donde le fue propinado al menos breve masaje que le dejó a Ryuuji constatar que Heimdall estaba muy excitado. A su vez, el peligrís había aprovechado para repartir besos y palpar con sus labios por todo el hombro descubierto del niño, hecho que inevitablemente le erizó la piel, lo cual se agravó cuando finalmente el recorrido de aquella boca fue a parar a la ajena, besando y mordisqueando levemente.
A continuación, Ryuuji le ofreció otra tostada, como si hace segundos no hubiese provocado deliberadamente a su morboso esclavo, cuya temperatura corporal había ascendido considerablemente, junto con su ritmo cardíaco y de respiración, el cual ahora era levemente más agitado.
De todos modos Heimdall no iba a ceder, y no iba a dejarse vencer por las insinuaciones que su amo le hacía, aunque, siendo franco, le resultaba algo difícil perseverar ante el método de seducción tan drástico del mayor.
-Solo una mas – respondió inmutable, fingiendo total tranquilidad, aunque sus suspiros delataban la impaciencia y ganas de dejarse hacer por el otro.
Atrapó entre sus labios la tostada y se la comió, tomándose su tiempo para masticar y tragar el trozo de pan, ya que se lo había introducido en la boca, entero, de una sola vez.
Por el momento la tensión pareció aminorarse mientras en silencio el menor se tomaba la infusión que había preparado para desayunar, hasta que eventualmente él mismo decidió que había bebido suficiente, aunque la taza estaba por la mitad, hecho que demostraba la ansiedad por ir a bañarse. A todo esto, el pequeño en ningún momento dejó de fingir incomodidad y continuaba frotándose contra Ryuuji, por ende, cada vez se sentía más excitado.
-Ya acabé. Te molesta si procedo a bañarme? – preguntó gentilmente, aunque su tono de voz denotó un pequeño timbre que sonaba a complicidad, como invitando a Ryuuji a terminar él también de desayunar y disponer ambos de la ducha.

Al parecer Heimdall demostraba fortaleza, luego de su misnusculo plan de seducción, siguió firme y solo demostró leves signos de excitación, pero no tenía que demostrarlos para que Ryuuji supiese que estaba más que colmado y suplicante de atención... por dentro, ya que el pelipurpura, corrección, sú pelipurpura era un poco más fuerte de lo que esperó.

Dio un suspiro, el único de pocos que había soltado hasta ese entonces y tomó una tostada sola, comiéndosela en dos mordidas mientras su pequeño bebía de aquella taza, dejándola aun lado y a su disposición, tomó de ella suavemente procediendo a quitar la bandeja de sobre Heimdall y asentía para que se fuese con toda libertad.

"Está bien, estaré limpiando esto en la cocina.. "
Susurró sueavemente y en el mismo tono de complicidad que el ojirojo.
cuando este estuvo de pie el también, así como si nada, sin pudor ni temor, se acerco a la puerta de la habitación, volteando hacia su pequeño y curvear sus labios donjuanescamente.
"Recomiendo la ducha, hay agua caliente y es mas espaciosa..."
Luego de este insinuante comentario desapareció por la puerta hasta la cocina, comenzando a disponer las cosas en su lugar, esperando que Heimdall ocupase el baño y asi él hacer su jugada.

Ante la aprobación de su amo, Heimdall se dispuso a levantarse para dirigirse a la ducha, disimulando de manera magistral la excitación que le invadía en ese momento.
El solo hecho de imaginarse la situación que ansiaba ocurriese y apostaba ocurriría le causaba un aumento considerable en su temperatura así como pulsaciones y bastante nerviosismo y expectativas.
Se encaminó hacia el baño cuando Ryuuju volvió a hablarle con un gesto bastante atractivo y seductor, deshaciéndose de cualquier tipo de pudor, o al menos ocultándolo excelentemente, y provocándole al menor un leve sonrojo que adornaron sus tersas mejillas.
Escuchó la sugerencia del peligrís y asintió con su cabeza al tiempo que sus nervios le causaron un escalofrío que le recorrió toda la espalda. A decir verdad, le daba algo de pesar permitir que Ryuuji lavase los platos mientras el procedía a asearse pero se consolaba pensando que el mayor era el que se había ofrecido y seguramente contribuía a su estrategia para que ambos terminen en el baño.
Sin mas que decir, cada uno siguió por su camino, el mayor hacia la cocina y el menor hacia la ducha, como se le había sido sugerido.
Muy inquieto y ansioso se quitó sus ropas y apresuradamente, tras abrir el grifo se introdujo.
Tomó el jabón e intentó asearse, más la incertidumbre y la ansiedad no le dejaban reaccionar mas que para deslizar lo por su barriga haciendo movimientos circulares. Sabía que eventualmente su amo vendría y se metería a bañar con él, las insinuaciones habían sido demasiado obvias, por lo que Heimdall estaba cada vez más impaciente y expectante.

Anhelaba estar allí adentro con su pequeño en el baño, pero tenia que hacerlo desearlo, claro, mas de lo que ya lo deseaba y él mismo sobretodo.

Echaba miradas fugaces a las puertas del baño pero Heimdall estaba ya aseandose, solo esperaba terminar rapido con los trastos para acompañarle.

Y no tuvo que ansiar mucho ya que en menos de lo que espero ya tenia todo limpio y acomodado, pudiendo asi salirse de la cocina, con paso lento para no parecer desesperado y se aproximó, silvando una dulce melodía mientras revisaba si había toallas limpias y etc... solo haciendo tiempo para hacer que el deseo de su pelipurpura creciera e hirviera y le rogase entrar con él.

Todo era parte del coqueteo, al fin y al cabo ambos sabian jugar estratégica y perfectamente este juego.
"Si había agua caliente ¿no?"
Susurró cerca de la regadera con voz grave, buscando unas cosas que tenía guardadas por aquí y por allá, "instrumentos de persuación" como él los nombraba.

A final de cuentas no pudo aguantarse mucho más tiempo y antes de que Heimdall dijese nada ya él estaba inmiscuyéndose dentro de la ducha tomando los costados del cuerpo del ojirojo, habiendo dejado sus "instrumentos" en una repisa cerca donde sus manos pudiesen tomarlos sin molestia.

Seguía absorto en sus pensamientos mientras frotaba el jabón contra su barriga… recordándose una y otra vez cuánto le excitaba su amo, y sobre todo al demostrar sentirse tan libre y desenvuelto como para ir a lavar los platos exhibiendo aquella deslumbrante denudes que tanto cautivaba al pelipúrpura.
Sus pensamientos seguían trayéndole a su mente la imagen de aquél esbelto cuerpo dirigiéndose a la cocina con total despreocupación, y citaban por momentos los recuerdos de cuando, la noche anterior el mayor lo había hecho suyo por primera vez desde que se conocían.
Su cabeza maquinaba ideas sin cesar, revoloteándole al menor la expresión de su amo "Si te vuelvo a poseer no voy a ser amable, y mucho menos me limitaré como lo hice hace horas... aquello fue por amor esto mas bien... será por deseo, mi precioso tesoro".
Dicha oración le inspiraba tanto deseo como incertidumbre e inseguridad. Cómo la había pasado anoche con Ryuuji había sido hermoso mas ahora no sabía que esperar, si bien apostaba a que sería una experiencia maravillosa, el hecho de que el mayor le hubiese advertido que el encuentro entre ellos sería más… “apasionado”, por decirlo de alguna manera, le generaba un mar de nervios.
De momento sus pulsaciones aumentaron considerablemente al percatarse de que el mayor había ingresado al baño, silbando lo más despreocupadamente.
Se apresuró entonces a dejar el jabón en su lugar y se quedó quieto estático en la ducha esperando a ver qué haría Ryuuji.
Lo escuchó revolver algunas cosas en los cajones y preguntarle acerca del agua caliente.
-Ehm… sí, sí… - respondió apresuradamente, intentando disimulas sin éxito sus nervios.
De momento, Heimdall se exaltó. Por alguna razón no pudo evitarlo, si bien sabía que eventualmente esto sucedería.
Cuando quiso reaccionar las manos de Ryuuji ya lo habían tomado por los flancos del cuerpo para posteriormente apegarlo al ajeno.
Fueron dos o tres segundos de descarga desmesurada de adrenalina hasta que el menor pudo asimilar el contacto; después se aferró con sus manitas a las del mayor, que lo envolvían por la cintura, y se apegó él mismo más contra su cuerpo, cerrando los ojos y disfrutando del roce, dispuesto a dejarse hacer como su amo quisiese.

Justo sintió como el cuerpo del menor respondía y se relajaba lentamente, adaptándose a su presencia y acomodándose a lo que viniese por delante, cosa que Ryuuji esperaba no con ansias, sino con desesperación, le dio paso a otra cosa mas: planear bien sus jugadas de ahora en más.
Ahora que estaban a solo minutos, quizás segundos de iniciar algo más... profundo, no solo por el acto sexual y todo lo demás, sino por que Ryuuji estaba mentalmente preparado para contarle algunas cosas a Heimdall y dejar todos sus sentimientos recaer sobre él.

Ya apegados, tomó el primer movimiento y se arrodilló a la altura del menor, aun apegado a el, llevando una mano a analizar mediante su tacto la condición de la entrepierna del ojirrojo, demás anatomía que quisiese tocar y sus labios, una tras otra, mientras le hablaba al oído, palabras que quería que Heimdall las escuchase relajado.

"No soy muy bueno con las palabras, pero necesito contarte. Quizás no te guste lo que oigas, quizás quieras irte y volver a intentar, encontrar otra persona más... limpia, apta... para ti... pero aun así quiero decirlo, quiero que te guste todo de mi, como a mi me gusta todo de ti."
Lento pero seguro el tono de su voz, grave, susurrante, decidida, se anidaba en las hélices, llegando a la campanilla en los oídos de su pequeño caramelo, al cual ya le dejaría saber todo lo que debía saber, que aun no sabia; todo mientras las pequeñas caricias no cesaban.

"Quiero que esto funcione como debe ser, a las claras, así que te guste a no, lo diré y luego te haré mas que mío... de nuevo y todas las veces necesarias para que lo que te diré solo llegue al fondo de tu mente y allí se quede, y no vuelve a salir...
Heimdall yo... soy un asesino..."
Dijo con los ojos cerrados por el peso que constaba para él revelar aquel secreto, mientras sus manos esta ves presionaban contra la erección apremiante del pelipurpura frente a él, al cual dejó y dio la vuelta, aun con los ojos cerrados, procediendo a besar, enredando sus dedos en ese suave cabello de radiante color.
Luego del beso, y aun arrodillado en la bañera, con el agua caliente calándole los poros a ambos, tomó las nalgas de Heimdall y sin retraimiento o duda alguna lo zarpó en su miembro que para las francas ya estaba como mástil esperando una buena cavidad, perfecta como la de su pequeño para arremeter allí.

El mayor no se retractaba de su pasado, los pasos que había dado y hasta donde había llegado. Quería vivir decidido, no como un cobarde, y no había echo ni una sola muerte injusta o sucia, cada alma a la cual mataba tenia plenas justificaciones o un muy oscuro pasado que no le hiciera remordimiento en las noches turbias cuando su mente le hacia malas pasadas.

Y más aun sobre todas las cosas, ahora que quería alguien a su lado no iba a vivir una mentira reacia a que esa persona descubriera huellas de su trabajo por la casa, la cual con esfuerzo sobre humano estaba deslindada de su oficio, y era el nidito de amor que el esperaba ver todas las mañanas luego de despertar con un apasionado beso de buenos días.
A pesar de todo, no era un sueño imposible, solo esperaba que el cuerpo que se encontraba gimiendo, por una u otra razón sobre él, entendiese el camino que él había escogido y no le hiciese cambiar de parecer, tampoco esperaba que le apoyara, solo que lo amase... y el mayor creía con toda su fuerza que su esclavo, no... su Heimdall, podía hacerlo, como estaba comenzando, y Ryuuji esperaba que así siguiese.

Con el ritmo de las embestidas siendo frenético, se levantó y postrando la espalda de su amante contra la pared destinada para el acto, pues estaba justo al lado de las repisas, a la cual llevo una mano y tomo una pequeña bola, la cual, luego de acomodar abiertamente las piernas de Heimdall introdujo entre una embestida y otra en su interior, y esta justo recibir el calor comenzó a vibrar sin control, ya que el calor era mucho y eso... eso era perfecto.

Una vez más relajado, se quedó inerte esperando a que Ryuuji tomara la iniciativa y fue al cabo de unos instantes, que se percató de que detrás de él, el mayor se arrodillaba para quedar a su altura.
Con sus ojos aún cerrados sentía cómo era acariciado y explorado por todo su cuerpo por la mano del adulto, teniendo especial atención en su miembro, el cual comenzaba a engrosarse debido al nivel de excitación que le causaba tanto el roce como de quien provenía.
De momento, Ryuuji comenzó a hablarle al oído.
Heimdall se desconcertó y se extrañó un poco debido a las palabras que el mayor evocaba., hecho por el cual abrió los ojos, sin poder dirigirle la mirada ya que el otro estaba detrás de él, siendo que, si hubiese sido el caso contrario, los ojos del ojirrojo le hubiesen transmitido lo poco que entendía acerca de lo que el peligrís estaba hablando.
A medida que el discurso avanzaba, Heimdall entendía cada vez menos. Por su cabeza circulaban miles y miles de ideas de lo que pudiese llegar a ser aquello que estuviesen a punto de confesarle, mas las infinitas hipótesis eran una tan improbable como la otra, y de ninguna manera el pequeño se esperaba lo que el mayor terminó por decirle al pronunciar la última oración.
“…soy un asesino…”
Esa última palabra retumbó en la mente de Heimdall y le provocó un escalofrío que recorrió todo su cuerpo y le causó un ligero estremecimiento, a pesar de que el agua cálida lo empapaba, a la vez que abrió ambos ojos como platos; preso por el asombro.
Sin previo aviso, el mayor le dio vuelta y le plantó un fogoso beso al cual el ojirrojo tardó en responder, debido a que el movimiento rápido lo había tomado tan desprevenido como la confesión que acababan de hacerle. Se sentía extrañado y algo alborotado por toda la situación, la cual lo abrumaba. “Ryuuji un asesino? No, no puede ser… a caso… a caso ira a asesinarme a mí? No, imposible, Heimdall no seas tonto…” se decía a sí mismo mientras trataba de responder al beso, aunque no muy concentrado en ello… “…pero… es tan amable y tan protector… cómo puede ser? Será en realidad una máscara? Se mostrará tan tierno y bondadoso pero será en realidad un asesino despiadado? No entiendo como…”
-AAAAAAHHHH!
El grito del pelipúrpura retumbó en todo el baño. Ryuuji le había introducido su miembro con total rudeza y sin reparo alguno en que el agua aumenta considerablemente la fricción.
Heimdall gemía y gritaba sin control mientras cerraba sus ojos con fuerza, intentando resistirse al salvaje ritmo que su amo le imponía.
De un momento a otro se encontraba contra la pared sostenido por Ryuuji y cayendo con todo su peso sobre la erección de él, apretando los dientes con fuerza para que no se notara tanto que no estaba disfrutando la rudeza con la cual su amo le estaba tratando en este momento, de cual cuyo cuello se aferró con muchísimo esfuerzo y comenzó a ahogar estridentes alaridos en el hombro ajeno una vez introducido ese “Algo” que Heimdall no alcanzó a distinguir qué era, que le causaba una extraña sensación… si bien factiblemente la hubiese disfrutado si hubiesen sido otras las circunstancias, no era el caso.

/Off: OMFG...../


Estaba seguro que Heimdall estaría asombrado y más por tal confesión, de la cual quería retractarse, quizás había sido adelantada. Pero ya lo dicho, dicho estaba y así las cosas quedarían, luego de que tomase a su pelipúrpura sabría las consecuencias de sus palabras, y aunque sonase egoísta, si el menor quería irse de su lado le daría la libertad y el sustento para hacerlo, dejándole sus posesiones, cualquier bien monetario que pudiese sumarle al sustento del menor y quizás algo más.

Le dolía un infierno pensar así mientras hacia el amor con Heimdall, ya que su mente comenzaba a consternares también por el evento posterior y a dejar el placer de lado, eso haría mas duradero el dolor del ojirojo y de paso el suyo.
Tomó una bocanada sempiterna de aire, arremetiendo con la mente en blanco esta vez en aquel orificio, mientras escuchaba los alaridos de su amante, enternecido y más lleno de placer que una flor pululando.

"Ssshh pequeño, aguanta un poco mas."
La ternura que salió de sus labios era reflejo de la cuasi tristeza que comenzaba a sentir, la incertidumbre de no saber si le hacía más daño a Heimdall de lo que pensaba, le mataba hacerle eso, pero una vez mas determino que así seria mejor.

Acariciaba el rostro de Heimdall, sus mejillas, su cuello sus cabellos mojados, todo bajo sus manos mientras seguía un ritmo salvaje y sin ritmo como era característico de él, sintiendo el parpadeo en su ingle, de la vibración que provocaba el artefacto dentro de Heimdall.
Sabiéndose cerca él en su climax, llevó una mano afuera de nuevo, toqueteando el estante, tomando un anillo de este, con su respectivo controlcito. Dejando este último en su izquierda, coloco sobre el miembro de su pelipúrpura tal anillito, sin apartar su mano, la cual dios una lenta estimación luego de a ver dejado la artimaña en el órgano.

La argolla comenzó a vibrar también, tan pronto como el mayor tocó el botón "mágico", antojándose seguir él también acariciando aquel miembro, sabiendo que así tan rápido como el se extasiaría, lo haría el menor.

Ya prácticamente habiendo perdido noción de lo que sucedía, el pequeño gemía sin control preso por el dolor y aquella sensación pseudo placentera que le estaban causando tanto el aparato que había sido introducido dentro de su ano como el miembro de Ryuuji.
Debido a la experiencia adquirida en el prostíbulo, Heimdall ya estaba acostumbrado a este tipo de coito, pero algo hacía que este caso en particular le doliese más que los otros, no refiriéndose al sentimiento de dolor propiamente dicho, si no que le dolía en el alma y en el corazón.
Todos los momentos que había pasado junto a su amo hasta este habían sido amenos y placenteros. El peligrís se había mostrado como una persona protectora y cariñosa, tanto que Heimdall estaba ya dispuesto a darse una oportunidad para encariñarse con él pero… de un momento a otro, se enteró de la profesión del mayor y sin siquiera haberle dado tiempo de asimilarlo comenzó a sodomizarlo cual objeto inerte.
Así se sentía Heimdall en este instante, el mayor prácticamente hacía caso omiso al dolor del pelipúrpura y arremetía con fuerza. Sentía que se le había caído un ídolo, como si todas sus ilusiones y expectativas con respecto a Ryuuji se hubiesen ido por la cañería como el agua que calaba sus curvas y se perdía por el desagüe de la ducha.
Por unos instantes, había dejado de sentirse un esclavo para con Ryuuji. No hacía las cosas que hacía por obedecer o porque fuese su deber, si no porque realmente lo sentía, mas en este momento solo continuaba con el salvaje acto simplemente para complacerle, porque esa es su obligación como el esclavo que es.
De un momento a otro el mayor le colocó un anillo en su miembro. Heimdall conocía muy bien ese aparato ya que lo usaba mucho en su anterior profesión.
Pasados solo unos segundos el artefacto comenzó a vibrar estremeciéndose todavía más el menor y evocando sonoros gemidos y alaridos, mientras su erección ya palpitante amenazaba con rociar todo el pecho ajeno con esperma.
-Nhh…. Ahhh… aaaau… du… duele… aaahh… a-amohh… me duele… nnnhhh.
Se quejaba, muy a su pesar, a sabiendas que su deber era callarse la boca y complacer a su amo.
Al cabo de unos instantes Heimdall acabó por, en efecto, rociar el vientre de Ryuuji con su semen, teniendo un orgasmo que no disfrutó en lo más mínimo. En este momento solo quería que esta experiencia acabase.

Las replicas de Heimdall no se hicieron de esperar, sus gemidos relucían con sus quejidos, y el los tenia en cuenta, pero algo dentro de él quería olvidar lo que le dijo, a cada embestida eso se hacía imposible, el placer y el remordimiento no eran buena mezcla y a finales terminó con mas dolor que el posible dolor físico que estuviese sintiendo su pelipúrpura.

Sintiendo ese espeso calorcito en su pecho se movió ligeramente unos segundos en el interior de aquel pedazo de ternura entre sus brazos, al que desgraciadamente estaba lastimando por su increíblemente negligente propósito de hacer olvidar, sin embargo todo indicaba que solo lo haría recordar más. Llegando al fin esperado, retiró todo lo que había colocado para invadir el cuerpo de Heimdall con extrema delicadeza y paciencia, jadeando roncamente, y con la vista casi cerrándosele del placer, tomó en brazos su tesoro y se dejó caer pesadamente en el suelo de la ducha, arrodillado abrazando aquel cuerpo.

"Lo siento... Lo siento... Lo siento tanto...."
Susurró sintiendo que debía disculparse con su pequeño, pero si lo sentía era porque su cuerpo estaba arrepentido, contrariando toda perspectiva que tenia de no arrepentirse, a finales lo hizo, no sabia que consecuencias tendría haberle confirmado aquello a Heimdall. De una forma u otra, sentía el deseo de comprobarlo.

Mirando con una tenue mirada, al rostro de su ojirrojo, aquel color tan precioso para el. Acarició aquel terso pómulo derecho, luego sus labios, bordeó el mentón y dejo un rápido ósculo en su boca.
"Aunque me pesa, siento que tenia que decírtelo, no me odies, es lo único que te pido, nunca te haría daño..."
Aquella ultima frase fue casi un susurro quejumbroso que se confundió con el caer del agua, al igual que la humedad en los ojos del mayor, los cuales se volvieron a cerrar para dejar un ultimo beso sobre Heimdall antes de abrazarlo para que no se deshiciera de su abrazo antes de lo previsto.

Se dejó hacer los últimos instantes del coito, totalmente invadido por una mezcla casi indescriptible de sensaciones… el placer del acto en sí se mezclaba con cierto temor debido a la confesión de su amo, a su vez, su entrada le ardía bastante a causa de la irritación a la que conllevó la fricción aumentada por el agua, y más allá de todo, se sentía bastante apenado, dolido, ofuscado, y algo enojado.
Su amo lo tenía en brazos y le pedía disculpas. “Cómo podría disculparte, cómo es que tienes cara para pedir disculpas…” pensaba. “Por qué debería confiar en ti, si has mostrado la faceta que tanto detesto de los seres humanos: aquella que trata a los esclavos como a un simple objeto”.
Los pensamientos del menor iban y venían por toda su cabeza aunque se limitaba a quedarse callado sollozando y derramando lágrimas, una vez se le hubieron retirado todos los artefactos.
“Otra vez intentando engañarme con tu fachada de protector y cariñoso… cómo puede ser que me pidas disculpas después de hacerme tal confesión y haberme sodomizado de esta manera… esto fue… fue casi como… como en el prostíbulo” pensaba con resignación. Heimdall definitivamente no se esperaba lo que ocurrió en esa ducha. Las actitudes de su amo le habían hundido las esperanzas de llegar a sentirse a gusto en este ambiente. Al principio parecía que Ryuuji era lo mejor que le había sucedido pero ahora sentía que había comprobado que estaba equivocado.
“No te odio…” pensó con pesar“…al fin y al cabo es lo que me toca… el tonto soy yo por ilusionarme. Eventualmente todos se dan vuelta y terminan trayéndome a la realidad y haciéndome caer en la cuenta de lo que realmente soy… un simple esclavo… Si tan solo… lo hubieses hecho más fácil… si tan solo, hubieses puesto las pautas de antemano…” mientras más pensaba, más lágrimas derramaba y se aferraba con más fuerza al mayor “…si tan solo no te hubieses esmerado en disfrazar todo esto con regalos y falso cariño…”
Su mente estaba nublada, no entendía bien todo lo que ideaba en ella, los pensamientos solo iban y venían alborotadamente, y solo se limitaba a llorar desconsoladamente en el hombro de Ryuuji.

En cierta manera los hechos acontecidos no iban por buena vertiente, sin embargo el ya había aceptado esta idea, entendía perfectamente el por qué del llanto de su pelipurpura. Le tomó en brazos cálida y suavemente, procurando no hacer ningún otro tipo de daño, lo levanto entre sus brazos y cerró el paso del agua, para así salir de la ducha.
Mientras maniobraba en consolar a Heimdall sin alejarlo de su pecho y secar sus cuerpos tanto como fuese posible. Suspiró pensando si Heimdall ahora querría alejarse de él, o si pensaría que es un mentiroso y solo querría tenerlo allí con otros fines menos justos.

Pero debía hacerle entender que su vida personal estaba total y exclusivamente deslindada a su vida laboral, hasta el punto de volverse otra persona totalmente distinta a como lo era tratando sus seres queridos.
Sentó a Heimdall suavemente sobre el colchón de su cuarto y le besó amablemente la comisura de sus labios.

"Quiero que entiendas que nunca te haría daño, y no estas conmigo porque eso tenga que ver con mi trabajo. Estas aquí porque la persona que esta frente a ti te necesita, soy un humano como cualquier otro, y solo frente a ti he demostrado todo lo cariñoso que puedo ser, tanto que ni yo mismo me reconozco..."

Las palabras salían dulces, pero aun así no demostraban el mínimo temor que sentía Ryuuji ante un posible alejamiento por parte de su ojirrojo, y si acaso pasaba no sabría que hacer, el no sabia como luchar por el amor de alguien, nunca antes lo había echo, pero mientras el pequeño estuviese en sus brazos, tendría palabras de sobra que decirle, y así mantenerlo allí, que era donde debía estar. Junto a él.

No respondió a lo último que dijo el mayor. No sabía cómo sentirse. La personalidad de Ryuuji era tan cambiante, que no entendía bien en cual de todos sus aspectos debía poner la vista.
Por momentos, frío, por otros extremadamente cariñoso… era un vaivén constante de sensaciones.
Por momentos miedo, por otros, protección… había instantes en el que el pelipúrpura solo quería alejarse y por otro lado alzose lo impedía.
Era muy paradójico todo, hasta aquel suave y breve beso en la comisura de sus labios parecía calmarle los pesares… pero… una cosa no quitaba la otra… o sí? A caso estaba Heimdall dispuesto a seguir confiando en el mayor a pesar de todo lo sucedido? A caso se resignaría a servirle a un asesino, viviendo con temor por el resto de sus días al lado del peligrís?
No había nada seguro en ese momento, pero por alguna extraña razón, ajena al conocimiento del menor, e inclusive muy a su pesar, Ryuuji le inspiraba cierta calidez, cierto apego, un lazo invisible e inexplicable que los mantendría unidos… tal vez fuese su autoimposición de servir a su amo sea cuál y cómo sea tanto el método como el amo…
De a poco comenzó a calmarse. Todavía no se atrevía a hablar… y aunque lo hubiese hecho en ese momento hubiese sido en vano, pues su llanto hubiese vuelto in entendible lo que decía.
Al cabo de un rato de estar sentado sobre la cama, sin dirigirle la mirada al mayor, con su húmedo cabello colgando sobre su frente cabizbaja y tapando sus ojos color rubí, Heimdall emitió sus primeras palabras tras los alaridos desenfrenados que fueron pronunciados durante el incidente en la ducha.
-Ryuuji yo… - comenzó con temor a levantar la vista, quién sabe por qué - … voy a seguir a tu lado… snif… - hablaba con la voz casi susurrante y quebrada, sollozando - …después de todo… tu me adquiriste… y tengo que complacerte… - hizo una pausa para pensar mejor sus palabras… no era del todo cierto que si por él fuese se iría de ahí, mas tampoco era del todo mentira – es solo que… no sé… no sé si pueda confiar en ti... más allá de la relación amo-esclavo… - hablaba sinceramente y como le salía, tratando de ser lo más convincente posible – así y todo… hay algo que… - sus ojos comenzaron nuevamente a soltar progresivamente finas lágrimas que rodaron por los pómulos del menor, y sus sollozos se volvían cada vez más recurrentes – hay algo que… me gusta de ti… algo que… me inspira… cariño… snif… - recién ahora el menor alzó la vista para exhibir sus ojos vidriosos - …algo que… snif… me inspira… no sé… tal vez… amor… snif… honestamente no sé que sentir por ti en este momento pero… quisiera… si no es mucha molestia… snif… que por favor me dieses un abrazo… - finalizó casi suplicante otra vez llorando a moco tendido.