Otro trabajito más... (Lenny - Lemon)

Lenin había disfrutado del espectáculo, mucho más divertido que las fotos fijas de sus revistas porno, felicitándose internamente a sí mismo por la nueva versión de la droga, bastante más potente que la anterior.
No contestó, había algo que le había llamado la atención, sin mediar palabra, se acercó al cuerpo del investigador, temblón por el cambio de temperatura, y le dió la vuelta, observando intrigado aquella cicatriz. Era un cuerpo bonito, quizás no tan atrayente y sensual como el de Hayden, pero los ojos miel eran verdaderamente chulos en contraste con su pelo, así que el narcotraficante decidió verlo un poco más de cerca antes de decidirse a satisfacerlo. Con un aire depredativo, que distaba bastante de la expresión burlona anterior, empezó a olisquear su cuello y su pelo, tomando un par de mechones con sus manos y dejándolo caer...era muy oriental, totalmente liso y de un negro llamativo, besó los labios con suavidad, tenían un tacto y un sabor agradable, y empezó a bajar con la lengua por su pecho, mientras sus manos comprobaban la firmeza del trasero ajeno de forma satisfactoria, y sin poder evitarlo se quedó mirando la cicatriz de nuevo. Le gustaba el sabor, levemente más metálico, de la piel cicatrizada, así que sabiéndose poseedor, al menos de manera temporal, del cuerpo debajo suyo, empezó a lamer la zona de la cicatriz, aplicando los dientes cerca de la marca para que salieran un par de gotitas de sangre, que lamió encantado, como un gatito lo haría con un cuenco de nata. El sabor metálico y de la sangre ajena eran una de las mejores cosas de la vida.

Se sobresaltó un poco cuando le dio bruscamente la vuelta, pudiendo observarlo ahora, aunque no quisiera, más cerca que nunca. De hecho hasta unos de los pelos del narcotraficante, que no dejaban de llamarle la atención por su curiosa gama de colores, rozaron su pecho, poniéndole los pelos de punta.

Notó la mirada del culpable de que estuviera en esa situación, clavaba en su cicatriz. No sabía porque le llamaba tanto la atención, era una cicatriz más, pero eso careció de importancia cuando las manos del narcotraficante se empezaron a mover por su cuerpo, llegando incluso a arquearse como un gato, cuando sintió esas manos posarse sobre sus glúteos. Hasta le besó en los labios, dejándole un poco confundido. Él nunca besaba a sus escarceos amorosos… lo consideraba demasiado intimo. Y si no hubiera estado tan inmerso en el placer y el dolor que le embargaba, lo hubiera evitado, aunque sea a puñetazos o a mordiscos.

Soltó un leve gruñido cuando sintió los dientes del joven clavarse en la piel de su pecho.

-¿Q-que haces?- gimió, en una leve protesta, al notar como lamía la sangre. Genial, acaba de confirmarlo: aparte de sádico, tenía cierto fetichismo por la sangre y las cicatrices… ese chico, desde luego, era un joya… ¡¿Por qué nadie le había detenido antes?!

Ignorándole olímpicamente, apretó un poco más la zona del mordisco, volviendo a lamer aquella sangre que salía con algo de más fuerza. Cuando hubo quedado satisfecho, volvió a besar aquellos labios, mientras su cuerpo se estiraba lentamente encima del otro de esa forma felina y sensual que le carcterizaba, dejando que sus caderas se mantuvieran en contacto con las del moreno; empezó a emplear su lengua con pasión, encantado con el intercambio de saliva y el calor, en parte gracias a la droga, que presentaba la boca del otro. Independientemente de que fuera un sádico, el narcotraficante se caracterizaba por ser un amante eficiente y bastante apasionado, incluso en sus violaciones (que de todo había en la vida de Lenny), solía relajar y dar placer a la víctima, creando un ambiente privado con ellos, que se podía volver íntimo según los deseos de seducción que tuviera por la persona en cuestión.
Luego, se quedó un momento quieto, con la cabeza aoyada sobre el torso ajeno, mirando a los bajos:
-...¿dónde está...el resto...?-soltándo una provocadora risa burlona, se le olvidó el tema, al empezar a toquetear el abdomen y los laterales de Jin-...¿vas...al...gimnasio..., gatito...?-preguntó curioso, acariciando sus caderas.

Esta vez su gruñido fue más audible, cuando volvió a morderle de nuevo.

“¿Se cree alguna clase de vampiro?” pensó, algo alarmado. Ya lo que le faltaba… solo de imaginarlo con capa negra y colmillos… no sabía si le divertía o le asustaba esa idea.

Otra vez le besó, y esta vez pudo percibir el sabor metálico de la sangre, (¡su sangre!) en la boca del joven que le había atrapado. Quitando eso, este beso fue mucho más candente y apasionado que el anterior, dejándole casi sin respiración. Cuando le dio un respiro, termino con la respiración alterada, con su pecho subiendo rápidamente de arriba abajo. Intentó serenarse, suspirando al sentir las manos del joven recorriendo suavemente su cuerpo.

-¿E-El resto…? ¿A qué te refieres?- preguntó entre suspiros, con los ojos entrecerrados, esta vez del placer. Había veces que no lograba pillarle el ritmo a este individuo…

Cuando le oyó decir de nuevo lo de gatito le pagó un buen pellizco en la espalda.

-No me llames gatito… -murmuró, molesto… pero no del todo, le estaban empezando a gustar de verdad esas caricias, y sentir la cintura del narcotraficante contra la suya estaba acabando con su paciencia, elevándolas, de vez en cuando, para crear mayor contacto, soltando un gran suspiro. –Y suelo frecuentar el gimnasio, si, ¿por qué?- le miró interrogante, tras un velo de placer.

Independientemente de que el otro le hubiera pegado un peñizco en la espalda (el muy desagradecido), Lenin podía notar que el ex-policiía se lo estaba pasando como nunca en esa situación, y que efectivamente, tenía un problema grave con los "chicos malos". Decidió llevar a un nuevo nivel el juego:
-...tus...caderas...están inquietas...-comentó, haciendo más profunda la fricción sobre la piel desnuda del otro-...¿te gusta...más...así?...-disminuyó repentinamente aquellas caricias-...¿o lo...prefieres...más..lento...?..digamos...que me gustan los...culos..de gimnasio..., tan tensos...y apretaditos..., aunque habiendo...sido poli...estarás...más entrenado..., agente...
Agarró las manos del moreno y las puso alrededor de la goma elástica de sus pantalones de cirujano, dejando que sus manos palparan unos milímetros de piel desnuda:
-...¿ésto...es lo que...quieres...?...fisicamente...no estoy nada...mal...¿no te..parece..., gatito...?
Con las manos del mayor aún sobre su cintura, cesó el movimiento de caderas, acercando la boca al miembro del investigador y dando unas cuantas lamidas rápidas a la punta y la base, levantando la cabeza del otro para que observara bien el espectáculo, mientras lo miraba fijamente, y lo chupaba como si fuera una piruleta, antes de apartarse de él con un deje burlón, riéndose por lo bajo a más no poder-...mmmm....es la primera...vez..que voy...a tener a un...policía...para mi solito...¿qué...debería hacerte...?

-Yo simplemente te digo que como pares ahora te mato…- murmuró, y no era broma… Y si no lograba matarle le haría la vida imposible: haría que la policía estuviera vigilando su establecimiento las 24 horas del día, para que finalmente, metiera la pata y meterle entre rejas. Y ahí seria cuando disfrutaría de su venganza…

Pero eso ahora le resultaba muy lejano, y el presente nunca le había resultado tan atrayente. Aprovechando que el joven le dejaba sostener su cintura, quiso bajarle los pantalones y así estar en tablas, ya que no le hacia mucha gracia ser el único desnudo que había en la estancia, así fue deslizando el pantalón suavemente por su cintura, de paso apreciando la tersa textura de su piel. Así mismo, prefirió no comentar nada ante sus gustos de la hora de “comer”. Él mismo reconocía que nunca se hubiera imaginado que acabaría en esta situación con un delincuente… y menos que el delincuente fuera un maldito atractivo sádico. Y ya, directamente, sacaba la bandera blanca con lo de gatito… ¿no había forma de quitarle esa manía? Bueno, eso ya lo resolvería más tarde, sobre todo el calido aliento del joven sobre su miembro, y posteriormente, su lengua, no le permitía formular más de dos palabras seguidas en su mente. Encima, cuando lo obligó la levantarse para observar el espectáculo, estuvo a punto de venirse, a su pesar, ante una visión tan… sexy. Joder, ahora le iba a llamar promiscuo, ya veras. Menos mal que paró… o más bien, fue una pena que parara, su boca lo manifestó con un gemido de disconformidad. Maldita sea… ¿desde cuando estaba tan sometido al más mínimo toque que le prodigaba ese hombre? ¡Maldita droga! La próxima vez lo pincharía a él. A ver si entonces le hacia tanta gracia. Además le esposaría y le dejaría sufrir. Seria muy interesante ver como se las apañaría.

-Y yo nunca pensé que estaría en esta situación con un delincuente- torció su sonrisa, ante su comentario. Casi podía ver como la mente del joven trabajaba ante las opciones… esperaba que no se le ocurriera nada de látigos y correas. Esos jueguecitos nunca le habían acabado de gustar.

-...¿delincuente...?...-repitió, alzando una ceja-...por favor...no me llames...así...., no soy...un delincuente...-se encogió de hombros-...mi cabeza...hizo...CRACK...hace tiempo...pero...-se enredó él solo en su maraña de pensamientos mentales y no supo lo que iba a decir-...de todos modos...aunque...me detuvieras...podría alegar...minusvalía. mental..o pensamiento...enloquecido en...el momento...de atacar...a pesar de ser..superdotado..., o quizás...podría...tirarme de...nuevo..otro jurado...de todos modos...ya perdistes la...partida hace..tiempo...no te creas...que nada más...salir de aquí me tendrás...entre rejas..., ya había contado...con todo ésto...-murmuró sobre los labios de Jin, con una sonrisa maquiavélica.
Volvió a subirse encima de su cadera y ocasionar un nuevo movimiento de fricción, empezando a besarlo de nuevo, introduciendo la lengua dentro de la boca del moreno con un ronroneo satisfecho.
-...¿quieres...que continue..?, ahora...es tu turno...de satisfacerme...a mí..., la tendrás...en tu...interior muy...pronto, así..que esfuérzate...
Se levantó de su cuerpo y se quitó la camisa de cirujano, revelando la peligrosa camiseta/corsé de cuero que solía llevar debajo, ahora sólo con un par de inyecciones de lejía y algo parecido al ácido, que tiró contra el mostrador, partiendo el vidrio y consiguiendo un agujero humeante en la madera. A sabiendas de que el otro lo miraba empezó a bajarse lentamente los pantalones y el resto del uniforme, quedándose en sus boxers negros habituales, y sentándose de manera sugerente en la mesa, indicándole que se pusiera entre sus piernas. A la luz de los focos de neón, la palidez de Lenin se acentuaba, así como la multitud de cicatrices de pinchazos, chupetones y moratones que solía tener por todo el cuerpo, y que ´revelaban que llevaba un estilo de vida bastante movidito, pero que en el fondo, no le restaban atractivo al conjunto general.
-...prefiero...tener...esa lengua viperina en ...otro sitio...

No, claro que no era un delincuente, solo era un perturbado pervertido y sádico que realizaba tareas ilegales…

-…joder, ¿es que también has estudiado derecho?- preguntó, maldiciendo por lo bajo. Si por la ley no se podría cobrar su venganza… entonces tendría que resolverlo de manera personal. Supongo que esa manera era más simple, directa y satisfactoria. “Si quieres las cosas bien hechas… hazlas tu mismo” pensó, sonriendo malicioso, para sí.

Pero una vez más tuvo que apartar esos pensamientos, cuando esa deliciosa fricción se inició de nuevo, haciéndolo gemir y dejando expuesta su boca hacia el enorme felino depredador que tenía encima.

Se lamento que se separara, pero fue sustituido por la preocupación al oír que se tendría que “esforzar”. Su mirada se perdió en ese peligroso corsé, que llevaba cosas que seguramente hubieran alarmado al departamento biológico de la policía… solo había que ver como había quedado la madera del mostrador.

Sin embargo, eso dejó de tener importancia cuando, el dueño del lugar, empezó a quitarse los pantalones, mandando una descarga directa de dedeo a su entrepierna que casi le hizo encogerse de dolor. Su mirada se perdió por el torso del joven, recorriendo cada cicatriz y marca… seguro que cada una de ellas tenía una “bonita” historia detrás.

Ante su última frase se envaro de manera inevitable. Estaba bien claro lo que quería, pero eso era…. ¡humillante! Pero a pesar de pensar eso, su cuerpo traicionero y excitado. ¿Qué podía hacer? Hacer ese tipo de cosas no hacia sino marcar el dominio que estaba teniendo sobre él… a menos… que consiguiera doblegarlo por el placer. Hacer que su expresión de superioridad fuera sustituida por una de placer absoluto… y como su pantalón no estaba lejos, las esposas tampoco… ¡y aprovechar el momento que le haría pasar, haciéndole bajar la guardia, para atraparle!

Sonrió malicioso y se acercó con apariencia sumisa al narcotraficante. Si quería lengua viperina se la daría… quedó de rodillas ante él, y acarició el bulto que se asomaba bajo la prenda.

-Je… solo ha dicho mi lengua… así que…- sonrió, encogiéndose de hombros. Bajó levemente la prenda, liberando su miembro. E inclinando la cabeza y soplando suavemente en su punta, decidió no perder el tiempo y devorarlo de un solo bocado.

Entrecerró los ojos, calculador, ante la actitud repentinamente sumisa del otro, sin fiarse demasiado y sin conseguir recordar si había estudiado o no Derecho. Lo miró curioso cuando finalmente se arrodilló delante de él, abriendo un poco más las piernas para que se acomdora mejor y darle más facilidad, sin poder evitar jadear cuando el otro se metió de un tirón su miembro entero en la boca, tras el escalofio inicial al haber sentido aquel soplo de aire en la sensible piel.
-...no...aún no...
Sostuvo su cabeza para que parase, dejando de nuevo su órgano libre y rebuscó algo en el mostrador, sacando una tira de condones:
-...colócame ésto...por tu propia...seguridad...-murmuró, acercándoselos, y volviendo a acomodarse en el mostrador de manera insinuante-...¿sabrás....colocarlos ...no, gatito...?, y deja...de llamarme...de usted..., tengo un...nombre..., al menos..eso te lo han dicho...¿no...?

Aún con el miembro del narcotraficante en la boca, no pudo evitar sonreír al oír su jadeo. Esto se iba a poner interesante… oírle tan sensual y vulnerable le daba esperanzas… que se le cortaron, cuando se vio separado de su “objetivo”.

Cerró los ojos, irritado, al oír una vez más ese apelativo, pero asintió:

-Claro que sé ponerlos- suspiró, como si fuera obvio. Cogió uno de los que le ofrecía, sin pararse siquiera a mirar si era uno de esos de sabores, o formas, que estaban tan de moda, y con los dientes, los abrió de un tirón, sin perder de vista los ojos del culpable de que se hallara en esta situación.

Con una mano agarró suavemente el miembro de narcotraficante, y tras masajearla lentamente un poco, para torturarle, echó el prepucio del pene hacía atrás, dejándolo al descubierto, y colocó el condón en el glande, para ir poco a poco, y con alevosía calculada, desenrollando el condón a lo largo del miembro del joven, hasta finalizar su trabajo.

-Ya esta- suspiró, algo impaciente. Se encogió ante sus palabras, sintiéndose al descubierto… claro que no sabía su nombre, ¡sino ya sabría que nombre poner a su lápida!… -¿Tu me llamas gatito y quieres que te llame a ti por tu nombre?- resopló, desviando el tema, y acercándose peligrosamente al miembro que se alzaba, y de que manera, ante él.

“Así no vamos a acabar nunca…” pensó con un lamento. Dios, como le dolía su propio pene… y más con la escena que acababa de hacer. Así que se acercó un poco más… y como había pensado anteriormente: a situaciones desesperadas, medidas desesperadas, y ahora más que nunca…

Emitió una especie de suave ronroneo cuando el otro empezó a colocarle el preservativo, tumbándose sobre la tabla de madera, haciendo que su piel aún fuera más llamativa en contraste con su pelo rojo, alzando un poco las caderas, dejando que el otro lo acariciara entre suaves jadeos, mientras sus brazos se echaban hacia atrás, y tocaban el borde de la mesa, aparentemente presa del placer que le estaba propinando el otro sobre aquel órgano cada vez más caliente, y de manera práctica, buscando que un objeto siguiera allí, por si las cosas se ponían feas. Relajado por las caricias, se pusó tenso cuando escuchó el cambio de voz del mayor al referirse a su nombre: ¿pero es qué ahora le enviaban a gente sin tener ni idea de a qué y quién se enfrentaban?, puede que "Lenny" fuera extranjero y nuevo, pero en unos cuantos meses se había vuelto una figura peligrosa de la Zona 0. Fingiendo no dar importancia a ésto le siguió el juego, algo ofendido por el desconocimiento (uno revoluciona el mercado de las drofas para que ni la poli te lo reconozca)
-...hggg...-arqueó la espalda para que el otro reanudara sus atenciones-...Jin...mastúrbame...por favor...-quizás sonaba un poco fingido, pero a pesar de las necesidades de su cuerpo, que quería estar dentro de su boca ya, su ofendida mente no paraba de pensar que su acompañante era un capullo que no tenía ni idea de quién era ni de que estaba jugando con fuego-...hazlo...para que...pueda...tomarte... -"capullo"

“Si, si, tranquilo… tus deseos son ordenes” pensó sarcástico, mientras que con una sonrisa, que no tenía nada que enviar a la de un taimado zorro, se apresuraba a realizar su encargo.

No estaba dispuesto a dejar que le tomara, no después de ver una luz al final del túnel… o más bien, después de ver que sus pantalones no estaban muy lejos, y con ello las esposas, su salvación.

Empezó a lamer el tronco del pene, de arriba abajo, y mientras que con una mano iba masajeando su escroto, con la otra iba tanteando el suelo en busca de los dichosos pantalones… a fin de no alertarlo de sus extraños movimientos, decidió emplearse a fondo, y pronto se vio con toda la longitud del narcotraficante en su boca, masajeando su punta con la lengua.

“Por fin” pensó triunfante, a la mitad del trabajo, cuando su exploradora mano agarró finalmente su pantalón… ahora solo tenía que coger del bolsillo izquierdo las esposas y se acabaría toda esa farsa.

Y por el problema de la droga que aún circulaba por su sangre… pues, por triste que sonase, se consolaría él solo y punto. Pero si le tocaba mucho las narices se desahogaría con ese individuo, que oía gemir de una forma bastante provocativa ante él. Se preguntaba como sonaría si fuera él el que recibiera…

La respiración del narcotraficante aumentaba a cada nueva atención sobre su miembro, soltando algún silencioso jadeo, había dejado un poco de lado los fingimientos, y ahora estaba disfrutando de lo lindo, mirándolo con los ojos entrecerrados y pasando una mano suavemente para apartarle el pelo negro del rostro:
-...me están...gustando..tus habilidades...de poli...
Dejó sus planes de lado, totalmente ajeno a las intenciones del otro y decidió que en "agradecimiento" le daría el viajecito de su vida. Sin poder evitarlo, adoptó de nuevo una actitud depredativa, y lo tiró de un placaje al suelo, quedándose de nuevo encima de él, empezando a lamer el pecho del mayor y tironear de sus piernas con ansiedad y algo de violencia, queriendo tenerlo ya en el suelo gimiendo, pero entonces se fijó en algo, la mano metida en los pantalones, buscando algo. Ahora si que lo había cabreado.
-...ni se...te ocurra..., intenta algo...y no saldrás...de aquí...entero..., así que...¿por qué...no dejas...de hacer...el gilipollas y...ambos....disfrutamos...de un buen...polvo...? -murmuró, haciendo gala de su "especial" encanto personal-...¿no...te gusta...lo que ves...? -susurró, cogiendo la mano libre del mayor y pasándola sobre su espalda hasta dejarla en su trasero-...¿no quieres tenerme...gimiendo...encima de tu...cuerpo...?...-murmuró burlón y provocativo-...¿no...quieres...jugar...conmigo...?..-preguntó, falsamente molesto, y en el fondo divertido con las intenciones del investigador.

Se estremeció levemente al sentir esa suave caricia sobre su pelo, soltando un suave suspiro sobre su miembro. Sonrió levemente por el halago. A ver, no era un inexperto en la materia, sobre todo cuando era necesario… o estaba motivado, y reconocía que oír los gemidos del narcotraficante lo habían motivado bastante. Pero eso se iba acabar en cuanto sacara las esposas.

Justo cuando vio que había bajado suficientemente la guardia iba a ponérselas, pero… de repente de vio bruscamente en el suelo, con su “presa” encima. “Joder, así no…” pensó, muy fugazmente, pues sintió la lengua del joven sobre él.

Notaba como sus largos mechones lo acariciaban con suavidad por donde iba, por lo que tuvo que alza una mano, y mordiéndosela, evitó que los gemidos más embarazosos salieran de su boca. En otra mano notaba el frío de las esposas, pero ese frío se le estaba olvidando por el calor que desprendía su cuerpo y el del narcotraficante sobre él. Recordaba que quería resistir, y una parte de él lo estaba deseando, pero otra parte le pedía que se no se negara lo que le pedía su cuerpo.

Las palabras del que se alzaba sobre él le sobresaltaron. “Mierda, me pillo” pensó, apartando la mirada de esos ojos tan profundos. Notó como le cogía la mano que había estado mordiendo y se le llevaba a esas tersas dos colinas que se alzaban tersas y suaves, y que ocultaban una entrada que le hubiera encantado explorar…

¡¿Pero que estaba pensando?! Era evidente que ese chico ocultaba dos caras. ¡Ya lo había calado!

-Déjate de rollos- murmuró, alzándose levemente, para lamer el lóbulo de su oreja… momento que aprovecho para sacar sus esposas y poner una de las anillas rodeando su propia muñeca, y otra en la del narcotraficante. –Así no te me escaparas después de esto- susurró burlón contra su oído, mientras apretaba con su otra mano uno de esos suaves glúteos.

Al diablo con todo. Por lo menos ya no se le escaparía después de todo este lío.

Su pelo cayó sobre su rostro en un instante, ocultando sus ojos y haciendo más notoria su ensanchada sonrisa de tiburón, emitiendo una suave risa algo desquiciada, acabó mordiendo con saña el hombro del mayor, buscando más sangre con la que entretenerse, y empezando a lamer las gotas contento, cuando ésta apareció.
-...ahora...el que ...no te puedes...escapar...eres...tú..., y si...me canso...de tu compañía...tengo...seguetas...y sierras en el...sótano...-murmuró, mirando la mano de Jin, atrapada bajo la esposa-...la has...jodidoooo gatito....entonces...no tienes...ni..idea...de quién...soy...¿verdad, ...Jin?...-susurró contra el cálido y delicioso cuerpo del moreno, lamiendo de manera lasciva unas gotitas de sangre, enfatizando su nombre con sorna. Aprovechando el impulso de la droga, iba a vengarse pero bien, por lo que empezó a manosear su trasero de manera experta, pegando más su cuerpo y lamiendo cualquier pequeño espacio de piel que el policía le ofrecia, dedicando especial atención a sus pezones, dejándolos erectos y empezó a besar y morder su pecho con pasión, teniendo especial cuidado con la cicatriz y bajando de nuevo sus atenciones al miembro del mayor, lamiendo juguetonamente la punta y mordiendo el glande, que acariciaban de manera ocasional su cabello con el movimiento. Antes de que el otro disfrutase demasiado, cortó el chorro de las atenciones. Lo que quería es tener al otro lo suficientemente convencido para penetrarlo de una vez, no que se corriera allí mismo.
Su mano libre se deslizo hasta la entrada ajena, acariciándola de manera algo brusca.
-...ponte a cuatro...patas...gatito...y muéstrame cómo...mueves...ese trasero...

En cuanto oyó su risa se le pusieron los pelos de punta. Y soltó un gemido de dolor al sentir sus agudos dientes en su hombro, sin ninguna delicadeza. “Joder, ¡y dale con las mordidas!”

-No muerdas- le gruñó, cuando notó que su lengua se encargaba de recoger la sustancia roja vital que salía de la herida. –Y te recuerdo que yo tengo las llaves de las esposas- contestó con una leve sonrisa. Tendría que ser muy estúpido para esposarse junto a ese loco por la sangre, sin llevar unas llaves que le liberaran si lo necesitaba. Le gusto como sonó su nombre entre los labios del narcotraficante, pero no le gusto nada el tono en que lo dijo. –No, no sé quien eres, pero hasta hora… sé que te enloquece la sangre- algo que si sabía, ¿no?

Gimió por lo bajo al sentir como ahora era él al que le masajeaba su trasero.

“Genial, ahora ha salido su ansia depredadora” celebró mentalmente, sin ningún entusiasmo. Aunque su entrepierna estaba que explotaba del entusiasmo…

En realidad le sentía en todos lados, y le estaba volviendo loco de placer. Tenía los ojos cerrados, pero la boca entreabierta, en busca de aire para sus pulmones, a la vez que soltaba bajos gemidos y algunos jadeos. Los jadeos eran porque había pasado olímpicamente ante lo de “no morder”, y como ahora tenía, por la droga, el doble de sensibilidad, el placer a veces era hasta doloroso, así ni te cuento lo que sentía con los mordiscos. Sus manos, empezaron a recorrer su espalda, porque no le gustaba quedarse sin hacer nada, además de que le gustaba tocar la piel del joven, pero de repente se crisparon, y hasta arañaron un poco esa espalda, cuando notó su calida boca en su pene.

-Ahh… ¡Hgn!- se quejó cuando sintió una mordida en ese punto de su miembro, ¡el más sensible de todos!

-Joder… vale si me muerdes por todo el cuerpo…ahh… pero no me muerdas ahí… ahhh... o te arranco los dientes…- gruñó, como pudo, entre los jadeos.

Pero de repente todo se cortó, y esta vez soltó un gruñido de disconformidad. Su entrepierna ya era un volcán a punto de estallar. Ya sentía que con el más mínimo roce podría venirse.

Aunque sus palabras le hicieron fulminarle con la mirada.

-Ni lo sueñes- dijo llanamente. –No pienso ponerme en esa postura-

Además estaban esposados. ¿No sería muy incómodo?

-...pues entonces...al menos...podré...besarte...morderte...y mirarte a punto...de correrte...todo...lo que...me dé...la gana...-murmuró como respuesta a la cuestión de la postura, dejando al mayor boca arriba y acariciando sus abdominales-...pero morder...es divertido...sobre todo...cuando es ..a..otro...-susurró contra el lóbulo de la oreja del moreno-...¿tú no...muerdes...nunca...Jin...?...seguro que...muerdes...de maravilla...quizás...la proxima vez...que..echemos...un polvo..., sabes bien.., hueles...bien..., el cuerpo...está...muy bien-murmuró apreciativo el cuerpo debajo del suyo-...y follas..bien..., aunque...no tienes...los ojos azules..y como investigador...eres una...mierda...-djo dando más importancia al tema de los ojos azules y refiriéndose a que no conocía su nombre.
Empezó a separar las piernas del moreno con cuidado, masajeando aún esa zona, e inclinándose de manera ocasional para lamerla y humedecerla.
Cuando no aguantó más, pegó las rodillas del otro contra sus caderas, y metió la punta de su miembro:
-...mmm...hasta se te nota...bien...por dentro..., tienes...que venir...a investigarme...de vez en cuando...agente...

…tal y como lo decía, casi hubiera preferido la otra postura. Pero no pudo evitar dejarse llevar, y relajarse, por sus caricias.

“Si, hombre, no te jode, morder es divertido, claro que si, sobre todo cuando no te muerden, ¿no? Y si sale sangre ya es la monda, ¿verdad?” pensó, con una mueca, y fulminándolo un poco con la mirada. Pero no tuvo mucho efecto esa mirada, más que nada por los espasmos que recorrían su cuerpo. Además, ¿iba a haber segunda vez de esto?... no es que le desdeñara, porque había que reconocerlo: tenía un muy buen cuerpo, y tenía buena experiencia en estos asuntos, si quitábamos su gusto por la sangre… ¡pero él tenía que averiguar el caso que le habían asignado! ¡Y si este chico estaba implicado, con o sin polvo, lo llevaría ante la ley!

Pero de momento, mejor centrarse en el ahora. “Carpe diem, Jin, carpe diem por una puñetera vez, en horario laboral” se dijo, con un suspiro.

No pudo evitar formular una mueca ante su definición.

-¿Qué manía tienes con los ojos azules?... y mis casos suelo resolverlos, el problema aquí eres t- ¡ah!- le estaba soltando todo un discurso, ofendido, mientras le observaba descender. Y pronto averiguó su destino, como atestiguaba su gemido. Dios… su lengua era una maravilla. –Aahh… debo felicitarte por…ahhh… droga… y por tu habilidad…- reconoció, en un ramalazo de sinceridad. Tan solo había que ver como se arqueaba con la simple acción de su lengua.

Notó como se separaba, e intentó recuperar el aliento… que se vio súbitamente cortado al notar algo caliente y húmedo presionando contra su entrada. Inconscientemente se tensó ante la repentina invasión, echando la cabeza hacía atrás en un ahogado gemido. “Joder, es que encima la tiene grande”

-...los ojos...azules...de mi "conejito"...son los más...bonitos...del mundo...y tiene el...trasero...más...perfecto..del mundo...-murmuró, explicando a su manera el tema de los ojos azules.
Una vez dentro del investigador empezó a moverse suavemente, para que se acostumbrara antes de ponerse a la faena, observando burlón como el mayor echaba la cabeza para atrás, gimiendo:
-...sí...la droga es estupenda...¿verdad...?...¿por qué...estimular...sólo..."ésto" -explicó tocando un instante el miembro ajeno-...cuando puedes...alterar...el flujo...sanguíneo...y el sistema...nervioso de...alguien...?...aunque...tampoco...se ha quejado...nadie...de mí...en la cama...pero...como no puedo...recordarlo...lo doy...por-...hecho...agente...
Empezó a bombear el trasero contrario con algo más de velocidad, haciendo más profundo el contacto, mientras su cabeza se dirigía a morder suavemente la nuez de Jin, en su ahora descubierta garganta .
-...¿le...gustan...mis métodos..., agente...?

“Prefiero no preguntar a que se refiere con conejito” pensó, ya dando por hecho que nunca podría entender del todo a este hombre.

Cuando lo sintió completamente dentro su jadeo ya no fue tan ahogado ni bajo como los anteriores. Hacía mucho que él no adoptaba la posición de uke, y se notaba. Su mano esposaba no podía separarse mucho de la otra muñeca esposada, por lo que se aferró a ella con fuerza, importándole bien poco si le hacía daño al narcotraficante: después de todo, los mordiscos que tenía por su cuerpo indicaban que el otro tampoco iba con mucho cuidado. Su otra mano arañó levemente su espalda, ancha y algo sudorosa, pero sobre todo firme y suave.

Sentía el miembro que le atravesaba como un hierro candente, mandándole descargas de placer y dolor por todo su cuerpo, que se transformaban en leves temblores y en jadeos continuados. Y cuando rozó su miembro, durante su explicación se mordió el labio inferior hasta hacerse un poco de sangre. “Mierda… es como si llamara a los tiburones” pensó, lamiéndose la herida, y humedeciendo sus labios.

Cuando empezaron las embestidas, y estas cogieron fuerza, ya se sentía hundirse en una nube de placer, en la que quería sentirle aún más adentro de él. Así que alzó las piernas, y envolvió su cintura en ellas, atrapándole, y ayudándole que la embestida se volviera más rápida y profunda.

Ante su última pregunta iba a contestarle sin dudar de que sí, pero se lo pensó mejor, para provocarle, por lo que negó con un gesto de cabeza y con una leve sonrisa:

-S-Se… ahh… pu-puede…hmmm…aahh… me-mejorar- logró decir a duras penas. Era bastante difícil hacerse entender cuando alguien te estaba dando pero que bien y le estaba dando leves mordiscos en la garganta.

La temperatura había subido unos cuantos grados, y ahora, a parte de la fricción provocada por la penetración, la piel del narcotraficante se pegaba con la piel deliciosamente húmeda del mayor, mientras Lenin se esforzaba en intentar apartar de su rostro un par de mechones blancos, que se pegaban contra su ojo izquierdo, fastidiándole la visión, mientras no dejaba de empujar el trasero ajeno, encantado por sus músculos apretados y tensos:
-...si que...es cierto...que tienes...un culo de..gimnasio...- murmuró, lamiendo con lascivia sus labios, entreabiertos por los jadeos, uniendo ahora sus respiraciones entrecortadas e intercambiando leves jadeos-...me encanta...metértela...hasta...el fondo..., eres un...buen...juguete...lástima...que vaya a tener que...romperte...y tirarte...-murmuró, con sinceridad-...podría...haberte follado...mucho mejor...en otra ocasión..., hoy estoy...un poco flojo...
Dejando en el aire la frase, empezó a moverse con rapidez y algo de brutalidad, con el objetivo de alcanzar su próstata, llegando a rozar el delicado punto tras unas estocadas
-...hm...una auténtica...lástima...-Lenin jadeaba un poco más fuerte, intentando recuperar el aire que estaba empleando acertadamente en penetrarlo hasta el fondo-...¿la notas...bien...dentro, ...gatito...?...quiero...que te..corras como...no lo has..hecho...en tu vida...
Lenny lo penetraba una y otra vez con fuerza, sin apenas libertad de movimientos debido a la presión que ejercían sobre su cintura las caderas del otro, quitando la vista unos instantes del orgásmico rostro de Jin, para fijarse en el punto rojo y parpadeante escondido entre un par de cajas de medicamentos. Al menos le quedaría un buen recuerdo de todo aquello...

“¿¡Que hoy esta flojo?!” pensó, incrédulo. Pues como sería cuando no lo estuviera… si notaba su espalda desnuda, que por el sudor y la potencia de los embistes, lo iba empujando poco a poco. Menos mal que se había agarrado a él con firmeza. Aunque no le gusto nada eso de “romperle y tirarle”. ¿A que se refería? Se lo hubiera preguntado, pero ya su boca no se podía permitir formular frases largas.

Las estocadas se hicieron más profundas, si eso era posible, ya que tenía la sensación de que iba a partirlo por la mitad, notó como lograba alcanzar lo que su cuerpo había ansiado tanto que tocara: su próstata. Se arqueó, como el maldito felino que estaba todo el rato llamándole, con un gemido nada despreciable. “Joder, acabo de ver todas las puñeteras estrellas del universo” pensó su aturdida mente.

-¡Ahh!… ¡hmm!… ¡aahh!... a… a….es-este… ¡aaahh!… ritmo… me… ¡aahh!... voy…- exclamó, intentando avisarle en la medida de lo posible, de que pronto alcanzaría uno de los mejores orgasmos de su vida. Su mano libre, es decir, la no esposada, subió por su espalda, hasta su largo pelo, agarrándole de la nuca para que bajara la cabeza y besarle con bastante entusiasmo. Por una vez que besara a alguien por si mismo no se iba a morir… y tenía demasiado calentón para pensar apropiadamente.

Dejó que el otro le besara, aparentemente entusiasmado, bastante diferente a la frialdad en los besos iniciales, y Lenin no tardó en empezar a besar y usar su lengua con intenciones claramente dominantes. Tenía que aprovechar esos momentos de tranquilidad antes de sacar su cartas escondidas.
Sus labios era suaves y besaba bastante bien, él ya tenía las espectativas bastante altas gracias a cierto esclavo albino, pero aquello era relajante y de algún modo adictivo, así que no dudo en besarlo hasta que tuvo que separarse y coger aire, antes de morder sus labios y explorar su cálido aliento.
Siguió con aquel ritmo de caderas, hasta que notó la inquietud del otro:
-...si quieres...acabar...hazlo...-murmuró contra los labios ajenos-...espero que...al menos...me muestres un...buen...espectáculo...final..., gatito...

Lo reconocía, el tío sabía besar de p*** madre, el beso que él había iniciado pronto se había convertido en el beso del traficante, pues a pesar de su resistencia a que le dominara en una lucha de lenguas, no pudo aguantar mucho, sobre todo por todo lo que estaba “recibiendo” y dejo que él llevara, una vez más, el control.

Con las embestidas el largo pelo del narcotraficante se movía de arriba abajo, acariciando su piel, y su cálido aliento sobre sus labios le hacía desear más y más…

Ante sus palabras supo que aunque no le hubiera permitido venirse le hubiera dado igual, porque ya veía el clímax cerca. Pero si se lo permitió, así que afirmó sus piernas en la cintura del otro, haciendo que entrara lo más profundamente posible en él, y arqueó su espalda como un acordeón, con un jadeo final, notando como sus paredes internas comprimían ese hierro candente que sentía hasta en sus entrañas.

Finalmente su miembro explotó, mandándole una descarga de placer a todo el cuerpo, sintiendo como su semilla manchaba su vientre y el del joven, y como sus uñas arañaban con fiereza la piel ante él expuesta en su espalda y brazo, respectivamente.

Con la presión del interior del otro, no pudo sino acabar él también, precedido de un suave jadeo satisfecho, soltando un bufido sin poder evitarlo al sentir como las manos del otro se hundían con fuerza en su espalda y su muñeca apresada. Al menos le quedaba el consuelo de que esas marcas representaban que el otro se había divertido con ganas.
Apoyó unos instantes la cabeza contra el hombro del mayor, recuperando el aliento, algo sorprendido por el repentino calor que emanaba del otro cuerpo, consciente de que el suyo también emitiría una calidez parecida tras el polvo. Luego miró al puntito rojo con una sonrisa de superioridad, mientras sus labios formaban en silencio absoluto la palabra "veinte".
Agarró la ropa ajena y le mangó el paquete de tabaco, aprovechando que era el que tenía más cerca, y su encendedor, apartando con fuerza las prendas a la otra esquina, consciente de que aún seguía allí la peligrosa pistola y que para alcanzarlas, le costaría una fuerza considerable tener que arrastrarlo a él.
Le colocó un cigarrillo en los labios aún entreabiertos y se lo encendió, antes de coger otro para él.
-...supongo...que fumas...-salió de su interior sin demasiado cuidado, y se quedó sentado a su lado, con el cigarro en los labios y revolviéndose el cabello con su mano libre, intentando apartar sin éxito aquellos mechones blancos, consecuencia de un consumo masivo de ácidos, que estaban pegados a su frente por el sudor-...¿entonces...por qué...decías...que iba...a hacerle...caso...a un tío...que no..es poli..., que...no tiene...ni zorra...de...quién...soy...,...ni una...orden...de registro...,y me...ha amenazado...e intentado...agredir...con una..pistola...sin...saber...o no...si soy...sospechoso....antes de...nuestra...pequeña..."pausa"...?... a eso...se le...llama..."negligencia...profesional..."..¿lo ...sabías...?