Otro trabajito más... (Lenny - Lemon)

-..no estés...tenso...no será...tan difícil...como crees..., sólo...es cuestión...de seguirme...el ritmo..., ¿sabes...conducir...?...yo no ...lo sé...y como coja...la furgoneta...puede...que acabe...con los..sesos...en la...acera..., eso..es importante...¿sabes?...-mientras hablaba decapitaba pausadamente y de manera perfecta todas las galletas de animalitos, dejando los cuerpos apartados-..y necesito..una copia...para...crear...patrones...mentales...
Se parapetó detrás del escritorio, sentándose en la cómoda silla de médico, y acercando las cabezas y el cartón de leche:
-...quédate...con los...cuerpos..., yo no..me los..como...-puso todas las cabezas en fila, de manera estudiada-...por ahora...no tienes...que hacer...nada especial...sólo jugar al...ajedrez y pasar...tiempo...conmigo..., después...del patrón mental...te llevaré...a dar una vuelta..., quiero que...ya sabes...detengas..a un par de elementos molestos...cuando...tengas...las pruebas..., odio ese...tipo...de competencia..., ya te lo he dicho..., yo...hay sitios...a los que...no me...puedo...acercar...tú lo...harás...por mí...y yo...me ocuparé de que...tengas...las espaldas...bien...protegidas..., así no...te molestarán...demasiado...y te...podrás...dedicar..a lo que..queremos...-observó las cabezas en perspectiva, hasta quedarse comletamente seguro de que mantenían un margen fijho una tras otra-...¿alguna...pregunta...?-dió un sorbo largo al cartón de leche, mirándolo calculador.

-Bien, eso queda claro, ya conduzco yo si hay que ir a algún lado- se apresuró a asentir. Si ya estando sobrio era el peligro público numero uno, en la carretera no quería ni imaginar como seria estar con él estando bien colocado. No, en verdad, no quería ni pensarlo.

Además era muy inquietante que se pusiera hablar de cerebros mientras decapitaba a las galletas. ¿Es que no hacia nada normal este tipo? Desde luego, viviendo así no se aburría, pero su esperanza de vida, con esas ideas, se veía reducida de manera drástica.

Miro las cabezas que le ofrecía, arqueando una ceja.

-Vaya, que detalle, ¿y se puede saber porque solo te comes las cabezas?- preguntó. A ver que le soltaba. Ya estaba preparado para todo… y viniendo de Lenin aún más. Estaba seguro que le podría decir que tenía una de las tres pirámides de Gizeh escondida en el sótano y no le extrañaría…

-¿Te sientes solo o te aburres? ¿O ambas cosas? ¿Por qué quieres que este contigo, y encima jugando al ajedrez?– le preguntó, arqueando las cejas, en gesto escéptico. –Y dale con el patrón mental… ¿Qué pretendes hacer?- le miró realmente desconfiado… era capaz de abrirle la cabeza con una sierra.

Escuchó su explicación, soltando un suspiro resignado.

-Claro que tengo una pregunta… ¿no hay otra opción? No me hace ninguna gracia ir contigo a esos sitios… a pesar de tu protección… mira, te propongo otra cosa, tú me das las cintas, y yo me olvido de ti lo que me queda de vida, y estoy siendo bastante generoso, ¿Qué me dices?-

Había que probar. De sueños vivía el hombre.

-...no...-dijo simplemente, sin alterarse-...tú...has sido el...que me ha atacado...en mi..territorio..., me he portado...bastante bien...contigo..., hemos...tenido...una sesión...de sexo...cojonuda...y te...he perdonado...la vida ...y que no..se partan el...culo...de tí en...la oficina...con el tema...de las cintas...
Rebuscó entre los papeles de uno de los cajones de la mesa y sacó lo que indudablemente era un dinosaurio enorme de plástico verde, con el que empezó a imitar una película de Godzilla, observando con el rostro imperturbable, como el animal cogía las cabezas de las galletas entre sus rígidas mandíbulas, mientras un par de trozos caían al suelo, y entre dientes, imitaba el gruñido de un monstruo. Evidentemente, parecía que tampoco se las comía.
Cuando se hubo entretenido, guardó el dinosaurio, con restos de cabezas de galleta en la boca y volvió a colocarse en una postura más seria.
-...bueno...no, no...me aburro...mucho...-su semblante se entristeció unos instantes, algo dolido por el comentario de Jin, antes de volver a su cara de poker, como si no hubiera pasado nada-...pero...no tengo...amigos.., mi único...amigo...es Hayden...y el nuevo...cartero, ...pero...creo...que le doy...miedo... (hace...tres semanas...que no recibo...correo)..., cuando...pasas...toda tu ...vida en hospitales...es difícil...hacer amigos..., pero...me importa una...mierda...tengo...todo lo que...quiero...y no necesito...tenerlos...
Recargó la espalda en el respaldo, echándose para atrás, extendiendo las piernas sobre la tabla de la mesa:
-...dejemos...el tema...-murmuró, cortante-...voy a recordarte...-susurró, con verdadera determinación-...y cuando...lo haga...todo saldrá...bien...., así que...Jin..., ahorranos...tiempo..., ¿alguna...otra exigencia...?

-…- le daba la razón a medias. Desde luego le iba a evitar el mal trago de las cintas… ¡de las cuales él era el culpable!... pero el sexo había sido de cinco estrellas, eso tampoco se lo iba a negar. ¿Y desde cuando era portarse bien con la gente clavarle agujas y quemarle la ropa?

En fin… se veía que era inútil discutir con él… y entenderle, porque acababa de sacar un dinosaurio de juguete. Al parecer el animalito tenía hambre porque no estaba dejando viva ninguna galleta… “Jesús…” suspiró para sí. Como no sabía muy bien que decir o que cara poner, alargó la mano y cogió una de las galletas que le había ofrecido, para comérsela lentamente y así ganar un poco de tiempo, y que pasara esa surrealista visión.

“¿Qué no se aburre? ¿Y eso que acaba de ser?” pensó ante su comentario, tras ver como guardaba el dinosaurio. Además ¿qué había sido esa expresión…? ¿Tristeza? ¿Lenin poniendo una expresión de tristeza? ¿Lenin Tenenbaum? … no había nada como para sentirse culpable como entristecer a un pervertido psicópata. ¿Y quien era Hayden? Ese nombre era nuevo…

-Por favor, eso que dices no tiene sentido… es bien sabido que la historia más vieja del libro dice que siempre desearas aquello que no puedes tener, o que no has podido tener… en tu caso, amigos, así que no digas que no los necesitas ni lo quieres, porque no cuela- suspiró masajeándose las sienes. –Si quieres que sea amigo tuyo podrías haberte dado a conocer de otra forma…- le dijo con una mueca. -No es buena idea iniciar una amistad cuando apareces cubierto de sangre, y al poco rato le clavas a tu “amigo” una aguja para droga de sexo… ¡y solo por decirte eso!- exclamó, aún algo indignado al recordarlo. -… puedo ser amigo tuyo, si actúas como tal y no me obligas a ello, idiota- añadió. ¿Se estaba ablandando con los años?

-Y mi última pregunta sería… ¿Cuándo tendré que empezar?- ese tema era la que más miedo le daba.

-...pues la...verdad..., prefiero...follarte..ocasionalmente...que ser...tu amigo...-comentó con cara de extrañeza, sin entender muy bien a que venía el discurso, con un razonamiento práctico y brutal-...me gusta...como gimes...
Se lo quedó mirando, analítico y bastante curioso, intentando determinar que edad tendría el moreno y si todo aquello habría sido un aire paternal.
-...lo mejor..es que...a parte...del sexo... y nuestros...negocios.., te alejes...de mí todo...lo que...puedas...-se encogió de hombros-...30...tienes...30..., y no...tengo...todo lo que...quiero..., y más de...lo que...necesito...-comentó, pensando en todos los tratos lícitos e ilícitos que intentaban llevar a cabo la mafia y grupos organizados para crear alianzas con el narcotraficante, que se negaba de manera sistemática-...puede que..tú no...lo entiendas...pero...yo no iba...a pasar...vivo...los 20...y nadie...daba un...duro..por..mí...y ahora...tengo..a todos...los grandes...traficantes y capos..comiendo...de mi...mano..., con..menos...dinero...y métodos...más...cutres...que me acaban...copiando..., éste...es el mejor...momento..de mi vida...
Se acomodó mejor sobre el asiento, que se quejó bajo su peso:
-...no sé...cuando...empezarías..., sólo...sé...que pronto..pero...eso no lo decido yo...ni tú...tampoco..., ambos...tendremos...que esperar...

Lenny si que sabía estropear sus discursitos. Joder… y eso que se había ablandando por un momento, ¡pues a la mierda!

-Pues déjame informarte que no suelo follar dos veces con la misma persona… eso puede ser problemático en algunos casos- replicó, irritado. –Así que si tienes ganas de volver hacerlo te tendrás que conformar en verlo por video…- se cruzó de brazos, ceñudo. Que poco le gustaba decir en voz alta la existencia de esos videos…

-Y no te preocupes, me alejare de ti todo lo que pueda… - eso no tenía ni que repetírselo. Le miró extrañado ante lo de 30. -¿A que te refieres?... ¡¿A mi edad?!- le miró ofendido. Joder, que aún le quedaban dos años para alcanzar esa dolorosa cifra… -Tengo 28- le informó de mala gana. -¿Es que no se nota?- Jin solía pensar que para sus años se veía bastante… joven.

Arqueó una ceja ante su declaración.

-Ya veo que has cumplido tu sueño… no hay nada mejor que tener a los mafioso y traficantes detrás de ti, fíjate que eso también me suele pasar a mi, pero no precisamente para comer de mi mano…- comentó sarcástico. “Sino para coserme a balazos” terminó la frase mentalmente. -Y ya sabes lo que dicen... mala hierba nunca muere- cabeceó en su dirección, sardónico ante su "larga vida".

“Pronto… que suerte” resopló, sintiendose más que nunca humillado ante la idea de que tendría que parecer su fiel perrito: en cuanto llamara, acudir presto en su ayuda. Que mierda...

Miró por ultima vez a Lenin a los ojos, y se levantó. –Bueno, pues si no tienes nada más que decirme me quiero largar ya de aquí… he tenido de tu local más de lo que esperaba recibir-

“Espero que no saque dobles sentidos respecto a lo de recibir…” pensó con una mueca resignada.

´Quitó las piernas de la mesa, y se levantó frustrado. ¿Por qué se lo ponía tan difícil?, además, ni que él fuera el colmo de la monogamia, le gustaban más los tios que un palo a un tonto.
-...venga..ya..., no me...jodas...ha sido...divertido..., eres de...ese...tipo...de los que...nunca besan...a nadie...porque...lo consideran...algo...personal...., besar...es divertido...por el...simple...hecho...de hacerlo..., igual...que el sexo...-lo miró de manera calculadora-...los retos...son lo...más...divertido...-se acercó a él seductor-...coger...lo que quieras..., besar...a quien...quieras y tirarte...a quien quieras...por el simple...hecho...de compartir...un poquito...de placer..., aunque...claro, con...la persona que...quieres...es infinitamente...más divertido..
Se quedó enfrente del moreno y pasó sus brazos por los hombros de Jin, quedando nariz con nariz:
-...ya...tengo...un "perro"...-comentó, pensando en todo lo que le hacía hacer por grandes sumas de dinero a su conductor-...y si...quisiera...ya estarías...muerto..., pero...me has gustado...y quiero...incluirte en...la diversión...-susurró, peligrosamente cerca de sus labios-...¿nunca...te relajas..., agente...?...a propósito...entre 25...y 27...nunca lo recuerdo...

-No te digo que no sea divertido- sonrió con cinismo. Desde luego que era divertido, y Lenny era muy buen amante, pero… era su regla, su costumbre y su manía: nada de acostarse dos veces con la misma persona. Eso podía crear lazos, y era muy molesto. Y aunque dudaba crear algún tipo de lazo con Lenin, que no fuera de odio e ira homicida, no quería arriesgarse. –Pero no- declaró, tajante.

Cuando le vio acercarse de esa manera tan sibilina y sexy, tragó saliva, y se apresuró a retroceder. Ay… no pintaba la cosa bien si ponía así… principalmente por que su autocontrol (debía mantener su regla) podría flaquear, y porque ya le parecía demasiado para su culo por un día.

-Oh, que detalle por tu parte el querer incluirme- agradeció, con una mueca. Echó la cabeza hacía atrás todo lo que pudo, pues sentir el calido aliento del joven sobre sus labios le mandaba agradable sensaciones al cerebro. –No me puedo relajar contigo Lenny, porque tan pronto pareces una persona mínimamente civilizaba, a los pocos segundos me acabas mostrando tu lado psicópata, sádico y pervertido- negó con la cabeza, con una tensa y resignada sonrisa, como de alguien que ya sabe por donde van los tiros. Le agarró los brazos, para que le soltara los hombros.

-Además, ¿no has quedado ya satisfecho por hoy? Para alguien de tu edad esta más que bien- le intentó desalentar. Era mentira, para alguien de su edad era poco, como bien sabía, pero algo tenía que decir.

Se soltó de sus hombros, dolido, mirándolo con los ojos entrecerrados y finalmente apartándolo de un empujón:
-...vete a la mierda
Se sentó en el escritorio, con los brazos entrecruzados y la actitud de un niño enfurruñado, ese desgraciado primero no sabía quien era y luego lo rechazaba. Debería sacarle los órganos uno por uno y hacérselos tragar.
-...¿y quién...dice...que yo...quiera...una relación contigo...?...sí, creo..que es..mejor...que a partir de ahora...seas...mi perro...faldero....-susurró, caustico. Joder, ni que follar supusiera ahora pedir matrimonio a la gente.
Con el mosqueo y el cabreo que llevaba encima, se quedó allí sentado, sin hablar ni mirarlo, y por supuesto, sin mostrarle la salida. Que le dieran...no le había gustado su actitud.

Recibió su empujón y sus palabras con una sonrisa resignada.

“Oh… ¿le he molestado?” pensó, en el fondo satisfecho por ello.

-Ya estoy rodeado de mierda- replicó por lo bajo, sarcástico, colocándose mínimamente la ropa, al ver que se había arrugado un poco con el empujón.

-Bueno, me da igual lo que digas, y lo que pienses, yo solo te digo lo que hay- entrecerró los ojos, algo molesto por su actitud: tenía que aprender que había cosas que no se conseguían siempre. –Y si, lo que tu digas, seré tu perro o lo que quieras… mientras esas cintas no vean la maldita luz del día- asintió cansinamente, aunque con un leve tic en la ceja al sacar ese tema que tanto detestaba… algún día se vengaría… vaya que sí.

Alzó la vista y se le quedó mirando, ante su silencio.

-¿Ya está? Pues me largo- se dio media vuelta, haciendo que su pelo flotara levemente en el aire, y se encaminó hacía la puerta.

El aura que emitía era verdaderamente peligrosa, cuando el otro se alejó por el pasillo. Puede que le viniera bien en el futuro, pero en aquel momento se había ganado una buena lección. Las cosas saldrían como él quería y cuando el quería.
Aprovechando el error de darle la espalda del desconfiado investigador, cogió una de sus inyecciones, dentro de una caja de aspirinas en el cajón del escritorio, apartando al dinosaurio de mal humor, y siguiendo al moreno por el pasillo a paso rápido. Cuando llegaron a la barrera de metal, soltó:
-...sólo...una cosa...más...Jin...-y le clavó con fuerza la inyección entre los omóplatos, sacándola con rapidez-...cuando te mates...a pajas...en un callejón...por favor...apunta...los efectos...para la próxima vez que nos veamos...buenas tardes...gatito...-susurró burlón, acercándose hasta el mostrador y tocando la tabla, mientras la verja de metal se levantaba-...daré...buen uso a...tu cinta...y espero...que no hace falta...que te...recuerde...que pasará...si me...tocas...las narices...y ahora...que te den...y no vuelvas...aquí...

Por fin, ¡por fin!, iba a salir de allí, Por Dios, hasta recibiría con gusto las pestilencias de la calle. Puede que hasta sonriera a los vagabundos, y no amenazaría de muerte a los pervertidos que se le acercaran… solo les pegaría una paliza. Se podía decir que estaba generoso, y harto aliviado de salir de allí.

Si por él fuera no volvería a pisar ese sitio en su vida… pero sabía que no sería así. Pero bueno, ahora nadie le podía quitar la dicha de saberse libre, momentáneamente.

Oyó unos pasos ligeros y apresurados tras él y oyó:

-...sólo...una cosa...más...Jin...-

Iba a girarse, con gesto irritado de que cortara su huida, cuando sintió un pinchazo en su espalda. Abrió la boca, y soltó un ruido muy raro, mezcla del dolor y de la ira, que sonaba como un gemido y una maldición.

Cuando oyó sus palabras se quedo helado.

“N-No… ¿otra vez?” pensó con pánico. “Oh no… oh no…” se giro, mirando con los ojos muy abiertos a Lenin.

Al ver esa sonrisilla y esa expresión confiada sintió que la rabia emergía dentro de él, aartando la confusion y el pánico, y como un volcán explotó, harto ya de tanta humillación hacía su persona, y al mismo tiempo empezaba a sentir ese ya familiar calor subir por su cuerpo.

Mando a la mierda su advertencia, y mando a la mierda sus cintas. Avanzó rápidamente hasta el narcotraficante, y cogiéndole del cuello lo alzó con la pasmosa fuerza que solía dar en estos casos la ira exacerbada, y lo empotró contra la pared más próxima. –Hijo de puta…- siseó, jadeando. – ¡Esa maldita aguja sobraba!- susurró, con sus rostros muy cerca el uno del otro, destilando veneno puro en su mirada, apretando con ira homicida su cuello.

Se acababa de pasar, y lo iba a pagar caro.

Eso sí que no se lo esperaba, de repente, el investigador se había convertido en una fiera, demostrando por fin algo de amor propio. A otra persona normal y coherente, aquello le había parecido horrible y aterrador, pero a Lenin no hacía más que gustarle cada vez más el moreno, porque en el fondo odiaba a las personas pasivas, siendo quizás un reflejo de ésto su obsesión por matar y destrozar nekos (a los que consideraba lo más bajo de la escala social).
Eso era lo malo de ser un psicópata sádico, y aunque su mente lo llamó gilipollas unos instantes, el narco no pudo hacer otra cosa que pasar sus manos alrededor de las del mayor y apretarlas más en torno a su garganta con una sonrisa de satisfacción, con una suave risa no muy cuerda, apenas audible por la presión en su cuello, mientras lamía de manera lasciva los labios ajenos unos instantes, con estertores que indicaban que apenas podía respirar bajo el ferreo agarre.

Apretó sus dientes con rabia al ver su reacción. ¡Es que no mostraba ni un mínimo de temor y arrepentimiento! Y que decir de salud mental.

Apretó con más rabia su cuello, pero en su ofuscada mente llego una vocecilla a decirle que como apretara más se lo cargaba.

Pero no por eso lo iba a dejar… le soltó, y lo tiró al suelo, para sentarse en su estómago, aprovechando que estaba algo aturdido. Como supo que el narcotraficante sabía defenderse agarró sus muñecas con una mano y las presionó contra el suelo.

-¿T-Te das… cuenta… en… la situación… en la q-que estas?- le preguntó jadeante por el subidón de adrenalina… y por una peligroso calentón que empezaba a asomar una vez más en su entrepierna, haciéndolo temblar su cuerpo. Aún así, se esforzó por afianzar su agarre en las muñecas del narcotraficante.

Joder, dos erecciones de tal tamaño y excitación en tan poco tiempo lo iban a matar.

Sin ningún pudor su mano se dirigió a su necesitada entrepierna, y aunque le jodia tremendamente autosatisfacerse, no pensaba pedirle a Lenin que le ayudara con su problemilla. Así que abriendo el botón de pantalón, y bajando la cremallera, sacó su pene, y jadeó, cerrando los ojos por el súbito espasmo de placer que le invadió ante el simple gesto de sostenerlo en su mano.

-Disfruta... del espectáculo… capullo- logró decir entre dientes, entreabriendo levemente los ojos, para clavarlos en los de Lenny.

Y tras esas palabras se empezó a masajear toda su extensión, sobre el cuerpo del más joven, entre leves jadeos de placer, echando la cabeza hacía atrás, pero sin soltar a Lenin.

Había conseguido cabrearlo aún más, no podía ser más feliz, por lo que no le importó que le echasen al suelo, de todos modos, a este paso, su cabeza reventaría igualmente un día de estos.
Observó algo impactado el espectáculo: el otro los tenía bien puestos, aquello era innegable desde su posición visual.
-...¿mi...situación...?...tú eres...el del calentón...a mí...no me...mires...-murmuró, algo aturdido, agradeciendo el frescor del suelo y que después de todo a él no le tocase limpiar todas las que armaba en el PCP Centrum...pero que bien se lo iba a pasar Mike con la fregona.
Tampoco le molestaba mucho ver el espectáculo del mayor sobre él masturbándose, cosa que hubiera cambiado de ser un engendro, pero el tío estaba de buen ver, que demonios importaba:
-...pfff...-bufó-...en el fondo...te está...encantando...así que...no jodas..., debo...ser lo más...divertido...que ha pasado...por tu...vida...en mucho...tiempo..., agente...
Volvió la cabeza hacia su izquierda, mirando distraido el reflejo del neón:
-...y dudo...que echemos...otro...polvo...-murmuró con sinceridad bestial-...te apañas...bien...solo...y creo que...no somos...compatibles..., tienes...un carácter..taaan..raro...

-Si,… tu…mmm… si-situación,… después…ah… de… es-esto… te… voy… a… pe-pegar…hng… una paliza,… desgraciado- logró decir, como pudo, entre jadeos.

Oyó sus palabras, pero solo pudo fulminarle levemente con su mirada, ya que no tenía ni fuerzas, ni ganas, de responderle otra vez. Quería acabar cuanto antes ese suplicio, pegarle una buena, salir de allí, y no volver a saber de él en mucho tiempo… y si tenía noticias suyas, que fuera porque estuviera ingresado en un hospital de la paliza que le iba a meter.

¿Y como no iba a disfrutar de tal calentón? Su único consuelo es que había logrado no caer nuevamente bajo el dominio del narcotraficante, pues eso le hubiera jodido bastante con su regla de “una vez y no más”.

Y si quería animación en su vida, no quería la que le daba ese tipo. Esa animación aceleraba su acercamiento a la fosa, donde intuía que acabaría como se siguiera codeando con este tipo de gente.

…¿Y que él tenía carácter raro? Eso si que le había gracia. Claro, muy raro. Después de todo, él no alimentaba a su dinosaurio de juguete con galletas.

-N-No… e-eres… el… m-más… indicado…p-para hablar… ¡aah!- jadeó, metiendo un ritmo más rápido en su pene, notando como ya empezaba a salir el líquido preseminal.

Notaba como sus manos, incluso la mano que sujetaba las manos del narcotraficante, temblaban de anticipación ante el futuro orgasmo que venía, sin darse cuenta de que ya no ejercía tanta fuerza sobre su “prisionero”. Era lo que tenía estar al borde del clímax. Tu mente estaba en una nebulosa de placer.

Notó como sus manos temblaban por culpa de la delicada situación del investigador, y luego miró durante unos instantes el punto rojo entre las cajas. Constaba que aquella vez no era culpa suya (en parte) tener al mayor junto a la cámara, pero algo le decía que las películas subidas de tono pasarían a segundo plano una temporada.
Tenía que reconocer que el tío estaba aún más estupendo con la excitación en su rostro, el movimiento hipnótico de su pecho, ese ligero rubor y los labios entrabiertos para intentar respirar, humedecidos y sexys.
Aprovechando que el otro estaba desconcentrado se deslizó hacia adelante, librándose del agarre, y dejando al otro entretenido sobre el suelo. Efectivamente, le estaba encantando todo aquello, pero decidió que una pequeña colaboración lo haría más interesante.
Sin pensárselo dos veces, apartó con cuidado la mano del mayor sobre su miembro y la sustituyó por su lengua, empezando a masturbarlo con tranquilidad, mientras de nuevo, se dedicaba a mirarlo a los ojos, con falsa inocencia, mientras su boca succionaba breves instantes su glande.
Sí, definitivamente iba a cargarse aquella chorrada de regla, dánole al investigador privado otro buen orgasmo.

Una vez más se vio en el suelo. ¿Cuándo el otro se había librado de su agarre? No tenía ni idea, pero ahí estaba una vez más, sobre él.

“Joder… ¡no!” gritó su mente, al mismo tiempo que por su boca salía un esplendido gemido, al notar como sus manos fueron apartadas de su pene, y fueron sustituidas por un calida (y gloriosa) boca.

-…hmg…n-no… mi-mierda… pa-para- intentó pararle.

Se alzó sobre sus codos, y le agarró de su largo cabello, tirando hacía atrás, para que se apartara.

“Una vez, y no más” pensó, mirándole muy alterado, tanto por su humor, como por su “animo”.

No se dejaría volver a engatusar.

-Ni se te… ocurra…- le susurró, con la respiración agitada, y con su corazón latiendo como loco en su pecho.

Agarró su pelo por encima del agarre de la mano, para evitar el dolor del tirón; ya estaba decidido, y en el fondo al otro le estaba encantando el cambio. Mejor aprovecharse ahora, porque al día siguiente, y hasta que crease el patrón mental, no tendría ni idea de quien era ese tipo.
-...no me gustan...las...reglas..., son...taaaan...aburridas...-sonrió, po r encima del órgano en cuestión, con un deje burlón y una cara de inocencia bastante conseguida, que si el otro no hubiera visto de que iba la historia, quizás hubiera colado-...prefiero...probar...de nuevo...tu pistola...agente...-susurró con lascivia. Seguía sin entender del todo a ese tío, sólo quería jugar, no pedirle matrimonio y empezar a hacer planes de adopción, además, vivía según el carpe diem, y teniendo en cuenta que no sabría que actitud tendría con él en el futuro, y puede que le intentase besar o matar, que de todo había en los caminos del señor en lo referente al extraño caso clínico Lenin Tenenbaum.
Ignorando las amenazas del ex policía, siguió a lo suyo, ampliando el radio y profundidad de las caricias, mordisqueando suavemente el glande, para soplar encima de la sensible piel y volver a lamerla y besarla.
Y para que negarlo, le divertía la actitud seria de aquel tío, y su intento de poder controlarlo, pero había quedado más que claro que si le negaba algo lo iba a tener por cuatro, porque el narco no podía evitar llevar la contraria y joder a la gente.